Publicado en el diario La República el 2 de noviembre de 2007
Después de la segunda posguerra, las economías desarrolladas se enfocaron en la eliminación de las barreras al comercio entre ellas, mientras que las subdesarrolladas optaron por cerrarse e implementar un modelo de crecimiento hacia adentro.
El desarrollo hacia adentro pronto generó problemas de estrangulamiento externo. El comercio exterior dependiente de productos primarios con mercados volátiles y tendencia descendente de sus precios en el largo plazo –fuente de la famosa tesis sobre la “tendencia secular al deterioro de los términos de intercambio”–, acarreó recurrentes situaciones de escasez de divisas, con las consecuentes dificultades para comprar los bienes de capital y las materias primas no producidos en las economías subdesarrolladas.
Se adoptó entonces una política de diversificación de exportaciones con todo su instrumental de apoyos. Desde finales de los sesenta se empezaron a clasificar las exportaciones en dos grupos: las tradicionales, integradas por café, petróleo, ferroniquel y carbón (no es claro por qué estos dos últimos se clasificaron como tradicionales, si no se exportaban a comienzos de los setenta); y las menores o no tradicionales que incluían las demás exportaciones.
De las no tradicionales debían surgir los nuevos productos que contribuyeran a reducir la vulnerabilidad externa. Nacieron así las estrellas de las exportaciones no tradicionales: flores, banano y confecciones. Aun cuando en 1970 las exportaciones no tradicionales representaban apenas el 26%, en pocos años bordearon el 50% y pese a las fluctuaciones registradas en los años siguientes, hoy en día se mantienen en ese nivel. Y no nacieron más estrellas.
Transcurridas más de tres décadas es razonable “graduar” de tradicionales a las estrellas. Pero más razonable es evolucionar hacia una nueva clasificación en la que el criterio dominante sea el valor agregado o la intensidad tecnológica, para estar más a tono con los cambios de la estructura del comercio mundial.
Las exportaciones de productos primarios (PP) y las manufacturas basadas en recursos básicos (MRB) perdieron peso en el comercio mundial; en 1980 sumaban el 42,4% del total y en 2006 apenas fueron el 27.8%. En cambio, las manufacturas de alta tecnología que tenían la más baja participación (10% en 1980), representaron en 2006 el 21.6%, superando el peso individual de las dos categorías mencionadas.
Esta clasificación muestra que Colombia sigue atrás del bus, pues, aun cuando vienen disminuyendo, los PP y las MRB aún son más de la mitad de las exportaciones (64.5% en 2006 frente a 83.7% en 1980).
En estos grupos quedan comprendidos, además de los denominados tradicionales y dos de las estrellas no tradicionales, los elaborados a partir de productos agrícolas y forestales (bebidas, aceites, etc.). Otros productos no tradicionales como las confecciones y el calzado son manufacturas de baja tecnología (categoría que representa el 11% de las exportaciones).
El principal cambio en la estructura comercial de Colombia está en las manufacturas de tecnología media, que fueron las que más ganaron participación (de 3.7% a 17.0% en el periodo). El sector automotriz, los productos químicos, las pinturas y los fertilizantes son algunos de los productos que contribuyeron a ese cambio. Las de alta tecnología son las de menor importancia relativa (aumentaron de 0.7 a 2.4% entre 1980 y 2006).
Cabe esperar que el aumento de las exportaciones con mayor intensidad tecnológica, refleje la incorporación de más valor agregado nacional y los avances en el conocimiento científico y tecnológico. Ese es el propósito del Ministerio de Comercio al establecer entre sus metas que las exportaciones de más valor agregado –las totales menos los PP y las MRB– representen el 45% del total en el año 2010.
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