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¿Una cifra récord…?

jueves, 22 de junio de 2023

 

Publicado en Portafolio el 22 de junio de 2023

Nassim Taleb resaltó entre los atributos de los “cisnes negros” que “pese a su condición de rareza, la naturaleza humana hace que inventemos explicaciones de su existencia después del hecho, con lo que se hace explicable y predecible”. En términos coloquiales, esto significa que, ex post, todos somos inteligentes.

En economía proliferan estas actitudes. Cuando los acontecimientos sorprenden, los analistas responden “creando” explicaciones, generalmente basadas en apreciaciones subjetivas, sin importar que después sean refutadas por los datos duros.

Ese sesgo de disponibilidad (como lo denomina la economía conductual) abunda tanto entre los técnicos como entre los políticos. Un ejemplo: los medios resaltaron el flujo récord de entrada de inversión extranjera directa (IED) a Colombia en el mes de abril, según la balanza cambiaria. El presidente Petro salió a cobrar el excelente dato mediante un “trino”; afirmó que “nunca se había registrado una cifra de llegada de inversión extranjera directa como la que se registró en el mes de abril. La más alta de la historia registrada”.

Con esto, el presidente constataba un hecho divulgado por los medios y las valoraciones “creadas” por los analistas para volverlo “explicable y predecible”. Era importante porque muchos preveían una caída de la IED como reacción a diversas políticas anunciadas por el gobierno y a las reformas que fueron presentadas al Congreso; de ahí su sorpresa con el resultado de abril.

Pero tanto el presidente (y sus asesores) como los demás opinadores pasaron por alto que estaban examinando la balanza cambiaria y no la balanza de pagos. Una nota didáctica del Banco de la República explica que “la balanza cambiaria doméstica es un registro estadístico de las transacciones en divisas efectuadas a través de los IMC” (intermediarios del mercado cambiario); es decir, las realizadas en el mercado regulado. Además, “la balanza cambiaria no debe confundirse con la balanza de pagos, ya que esta última es un registro de todas las transacciones que se realizan entre Colombia y el resto del mundo, y no todas sus operaciones implican un movimiento de divisas”.

Esa diferencia puede generar conclusiones opuestas. En la balanza cambiaria, el monto acumulado de IED del primer trimestre –que no fue noticia–, creció 25,7% anual (la de abril solo el 12,3%). No obstante, según la balanza de pagos, en ese trimestre se registró una caída del 10,9% (-USD527 millones), explicada por menor inversión directa en empresas (-22,4%) y menores deudas entre empresas con relaciones de inversión directa (-11,9%), compensadas parcialmente por la mayor reinversión de utilidades (+6,0%).

Esto comprueba que la inteligencia ex post falló; lo raro es que nadie haya salido a “crear” las explicaciones que justifiquen esos nuevos resultados.

Normalización monetaria, ¿y ahora qué?

viernes, 14 de noviembre de 2014
Publicado en Portafolio el 14 de noviembre de 2014

Finalmente la FED desmontó los estímulos monetarios (“Quantitative Easing” –QE) a partir de este mes. Cesa la heterodoxia sin precedentes y da paso a la ortodoxia de la política monetaria. Ahora las expectativas del mundo están en el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos.

Hay dos razones básicas para prever el aumento de las tasas de interés. La primera, las potenciales presiones inflacionarias derivadas de la enorme expansión de la base monetaria bajo el esquema del “QE”.

La segunda, es el riesgo de una nueva burbuja financiera, como parece indicarlo la evolución reciente de los precios de las acciones. Es la recuperación más rápida del S&P500 con relación a crisis anteriores, según lo muestra The Economist.

Pero, de otra parte, el aumento de las tasas de interés puede frenar la recuperación de la economía estadounidense. Por eso resultan cruciales el momento de adoptar la decisión y la magnitud del incremento.

Las variables decisivas son la tasa de desempleo y la inflación. Lo que se observa, y llama poderosamente la atención de los analistas, es que el desempleo bajó hasta 5.8%, pero la tasa de empleo no crece.

Una hipótesis explicativa es el cambio estructural relacionado con el envejecimiento de la población, que también se refleja en la caída continua de la tasa de participación. En este caso, se podría dar un compás de espera al aumento de las tasas.

Una hipótesis alternativa afirma que el mejor indicador no es el desempleo total sino el de corto plazo; según Martin Feldstein, este último empieza a generar presiones inflacionarias cuando se encuentra en un rango entre 4.0 y 4.5% y actualmente está en 4.2%. Cabría esperar, por lo tanto, que la FED iniciara el aumento de sus tasas de interés hacia marzo de 2015.

Con relación a la magnitud del cambio, diversos analistas creen que para finales de 2015 la FED habrá subido la tasa de interés a un rango entre 1.25 y 1.5%. Pero, como anota Feldstein, con una tasa de inflación de 2% anual, la tasa real sería negativa, lo que sería insuficiente para frenar las presiones inflacionarias e incluso las alimentaría; él sugiere que la tasa debe aumentar a 4.0%.

Para los países de la región la decisión de la FED es importante, porque puede generar turbulencias en los mercados financieros (salidas de capitales y dificultades de acceso al crédito) y mayores depreciaciones de las monedas.

Según la CEPAL, los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) hacia la región cayeron 23% en el primer semestre. También el IIF observó que los flujos de portafolio hacia las economías emergentes, que oscilaron alrededor de US$38 mil millones mensuales en el periodo mayo-julio de 2014, apenas llegaron a US$9 mil millones en agosto.

En ese contexto, Colombia sigue apareciendo como una notable excepción en la región. En el primer semestre los flujos de IED se incrementaron en 10%; las inversiones de portafolio se duplicaron; y el nivel de las reservas internacionales, sumado al crédito flexible con el FMI, da un margen de seguridad al país.

No obstante, no existe un blindaje total, por lo que no se puede bajar la guardia y es necesario un seguimiento estricto a las señales que dé la FED.

¡Nada como los viejos tiempos!

sábado, 16 de abril de 2011
Artículo publicado en el diario La República el jueves 14 de abril de 2011

En un artículo recientemente publicado en un medio de la Universidad Nacional, un profesor concluye: “solo (sic) nos queda rogar por que (sic) el congreso (sic) de Estados Unidos no apruebe el TLC”.

Puesto que algunos de los postulados a favor de los TLC se relacionan con su efecto en la atracción de inversión extranjera directa (IED) y el funcionamiento del comercio internacional como una palanca de crecimiento, el autor fundamenta su conclusión en la crítica a ellos.

La crítica al primer “mito”, como él lo denomina, se basa en que hay países como Corea del Sur que crecen sin IED y otros como China en el que apenas representa el 2% del PIB, y la economía crece al 9% anual. En cambio en Colombia y México la liberalización al movimiento de capitales redujo la tasa media de crecimiento. Su recomendación implícita es volver a los controles de capitales de la época en que se adelantó la “nacionalización” de empresas (máximo 49% en manos de extranjeros) y se restringió el giro de utilidades y el acceso al crédito.

La palabra ahorro y la relación entre inversión total y crecimiento económico brillan por su ausencia. Pues bien, mientras Corea del Sur y China tienen tasas de ahorro del 35% y el 50% del ingreso nacional bruto (INB), y pueden financiar la inversión que les permite altas tasas de crecimiento, los países como Colombia con una tasa de ahorro del 20% del INB, apenas podrían crecer al 3.5% anual, si no tuvieran acceso al ahorro externo.

Ningún país del mundo menosprecia el ingreso de IED, al punto que las economías desarrolladas son las principales receptoras. Según la Unctad, en el caso de China, en 2008 el flujo de IED fue de 2.5% del PIB y el 5.3% de la inversión total. En Colombia fue el 3.2% del PIB y el 17.6% de la inversión.

Para los especialistas es claro que sin esos recursos la China de hoy no existiría; no estaría creciendo a los ritmos que lo hace ni estaría comenzando a desarrollar tecnologías propias. Seguiría siendo una de las economías más pobres del mundo, como resultado de las políticas autárquicas del modelo comunista.

El segundo “mito” lo critica porque, en su opinión, el libre comercio tiende a generar balanzas comerciales deficitarias y reducir el crecimiento económico y el bienestar. Por lo tanto, añorando el control cambiario, se deberían regular las importaciones para permitir sólo las relacionadas con la inversión en bienes de capital.

Afortunadamente el autor confiesa que no conoce los estudios que se han realizado sobre el TLC (no sabe dónde están). No de otra forma se puede entender esa visión mercantilista del comercio internacional y el rechazo a la IED, cuando en países como Colombia complementa el ahorro doméstico, posibilita un crecimiento mayor y el acceso a tecnologías y conocimientos que no producimos.

Pero el profesor se olvida de los problemas de corrupción, estancamiento, mala calidad de los productos y rezago de productividad generados por las políticas proteccionistas que con nostalgia evoca.

El retorno al proteccionismo marginaría a Colombia de la vinculación a las cadenas globales de valor, que es la dirección que lleva la economía mundial. Más que pretender volver a los viejos tiempos, hay que dejar atrás las visiones pesimistas y tomar conciencia de las oportunidades que hay en la economía globalizada.

Como decía el experto en innovación Amnon Levat, en una entrevista a la revista Dinero: “Las empresas colombianas están más abiertas al aprendizaje, tienen mucha energía y entusiasmo. Pero les falta creer más en sí mismas. Muchas veces, las empresas piensan que no tienen nada que ofrecer al mundo. Una empresa colombiana puede tener mucho éxito aquí, pero le cuesta imaginarse que el mundo necesita algo que ellos pueden ofrecer”.

A tergiversar, a tergiversar

jueves, 23 de septiembre de 2010
Publicado en Ámbito Jurídico No. 306 del 20 de septiembre al 3 de octubre de 2010

El Diccionario de la Real Academia Española define “crítica” en los siguientes términos: “juzgar de las cosas, fundándose en los principios de la ciencia o en las reglas del arte”. En ese sentido, es un mal necesario, especialmente cuando de ciencias sociales se trata; frente a un problema o a una propuesta suelen existir diversas interpretaciones y de ahí nace la posibilidad de opiniones alternativas.

Pero en nuestro medio, no siempre las críticas se fundamentan “en los principios de la ciencia”, sino en el deseo de ridiculizar al otro. En ese propósito, con frecuencia se pierde el rigor y se da paso a los juicios de valor que tanto gustan a la galería.

Un artículo reciente se enfoca en criticar lo que el autor denomina “el paraíso de la confianza inversionista: sin controles de ninguna especie a los capitales”.

Para sustentar tal hipótesis, se enuncia que entre 1991 y 2009 los ingresos netos en la cuenta de capital y financiera de la balanza de pagos sumaron 66.180 millones de dólares; a renglón seguido se compara esa cifra con las salidas de recursos por la cuenta corriente, en los siguientes términos: “la renta neta factorial (en esencia ingresos y egresos netos de utilidades) que como en el caso de la cuenta de capitales corresponden en más del 95% a flujos de dinero de las empresas multinacionales, fue para el mismo periodo de 70.602 millones de dólares”.

Las conclusiones que el autor no hace explícitas, pero hábilmente sugiere, son fuertes. Deja en el aire la idea de que la inversión extranjera se llevó por sólo utilidades mucho más de lo que invirtió y, además, mantiene en activos físicos el capital ingresado a la economía.

Entre los errores del análisis mencionado, sobresale el desconocimiento del contenido de las cuentas de capital y de renta de los factores de la balanza de pagos. No se tiene en cuenta que la primera resume todos los movimientos de capital de los residentes en Colombia con el resto del mundo y no exclusivamente los correspondientes a la inversión extranjera; y que la segunda incluye los flujos de intereses, además de los de utilidades y dividendos.

Para el análisis que sigue, se utilizan las cifras acumuladas del periodo 1994-2009, dado que los años anteriores no son comparables por el cambio de metodología de la balanza de pagos.

La base de la crítica es endeble, por la lectura errada del saldo de la renta de los factores. El acumulado neto de esta cuenta asciende a 65.223 millones de dólares; pero el autor no comenta que el 43% de ese monto (28.169 millones de dólares) corresponde a intereses netos por inversiones (como las reservas internacionales) y deudas, tanto del sector público como del sector privado. Es claro que este rubro no tiene nada que ver con la inversión extranjera.

El otro rubro de la renta de los factores es el de utilidades y dividendos, que registró un acumulado neto de 37.172 millones de dólares. Sin embargo hay un detalle que el crítico pasa desapercibido: ese saldo incluye la reinversión de utilidades; la metodología de la balanza de pagos establece que esos recursos se contabilizan como una salida en la cuenta corriente, pero a la vez como un aumento de la inversión extranjera directa en la cuenta de capital. De esta forma, el neto real que salió del país por este rubro es el 42% de la renta de factores.

Con relación a la cuenta de capitales, los 64.098 millones de dólares (entre 1994 y 2009) son el neto de la inversión extranjera y del endeudamiento tanto público como privado. Y la primera, ascendió a 88.461 millones de dólares, de los cuales el 80.4 por ciento fue directa y el resto de cartera.

Lo anterior demuestra que la salida de capitales por dividendos e intereses es 58 por ciento menor a la mencionada por el autor, mientras que la correspondiente a inversión extranjera es superior en 38 por ciento. De esta forma, los dividendos (27.475 millones de dólares) son muy inferiores a la inversión (88.461 millones de dólares).

Para rematar, no se tiene en cuenta que los dividendos y utilidades remitidos están relacionados con un stock de capital. Si el autor de la crítica fuera dueño de un inmueble que arrienda ¿Qué haría cuando el flujo de los ingresos igualara el valor de la inversión? ¿Ya el activo no tendría ningún valor? ¿Por qué un inversionista extranjero no podría obtener en el largo plazo un flujo de ingresos superior al valor que invirtió? ¿Sobre qué bases funcionaría entonces la acumulación de capital?

En síntesis, en cualquier análisis de la inversión extranjera, así se hayan girado todas las utilidades –cosa poco probable por las necesidades de reposición de activos, de ampliación de plantas y mejoras de tecnología–, los críticos deberían tener en cuenta que el país receptor gana en empleos directos e indirectos; en demanda de insumos, productos y servicios a otras empresas; en la potencial transferencia de conocimientos y en el posible aumento de las exportaciones. Además, en un ejercicio estadístico, por simple que sea, no se puede perder el rigor ni olvidar las metodologías de los indicadores.

Fiesta de 15

miércoles, 30 de diciembre de 2009
Publicado en el diario La República el 26 de febrero de 2008


Proexport celebra 15 años de existencia con un balance exitoso tanto en su objetivo original –la promoción de las exportaciones no tradicionales– como en los dos más recientes –la atracción de inversión extranjera directa y la promoción del turismo de Colombia en el mundo–.

La entidad, que es un patrimonio autónomo, nació de la liquidación del Fondo de Promoción de Exportaciones –Proexpo– en 1992. El fundamento de ese cambio fue la eliminación de los vestigios del viejo modelo de sustitución de importaciones y la modernización institucional derivada de la reforma constitucional de 1991.

El proteccionismo del modelo de sustitución de importaciones generó un maridaje entre la política monetaria y la política de crédito. Durante los sesenta se crearon los fondos financieros administrados por el Banco de la República, con el fin de asignar créditos subsidiados a diversos sectores productivos; parte de sus recursos los proveía la Junta Monetaria con emisión primaria. Aun cuando Proexpo también era administrado por el Banco de la República y se nutría de emisión, sus recursos provenían principalmente de un impuesto a las importaciones.

Con la creación de la autoridad monetaria independiente, en 1991, se separaron tajantemente las funciones de crédito de las propias de la política monetaria. Adicionalmente, la Constitución prohibió la financiación del emisor al sector privado.

Por lo tanto, la desaparición de Proexpo debe entenderse en el contexto de la modernización de instrumentos de la política comercial. Se creó Bancoldex para las funciones de crédito de fomento y Proexport para la promoción de las exportaciones. Siendo así, se debe evaluar si los resultados de la quinceañera son mejores que los añorados por los defensores del viejo proteccionismo. Para ello hay varios indicadores:

1. La suma de exportaciones e importaciones de bienes con relación al PIB. Puesto que las exportaciones brindan el medio de compra internacional para importar los bienes que el país no produce, si una política de promoción de exportaciones es exitosa el indicador debe crecer. En el periodo 1960-1966 el indicador promedio fue de 20.5%; durante la existencia de Proexpo (1967-1991) subió a 23.2%; y en el periodo 1992-2005 llegó a 28.8%.

2. El peso relativo de los 10 primeros productos en el total exportado. La política de promoción debe reflejarse en la reducción de su participación. Un estudio del BID, publicado en 1999, muestra que en 1970 ellos representaban el 91.9% del total, en 1990 el 84.2% y en 1995 el 74.4%; nuestros cálculos indican que en 2006 fueron el 70.5%.

3. El índice de concentración de Herfindahl-Hirschman (HH); toma valor uno cuando hay concentración en un sólo producto y cero cuando hay amplia diversificación. Según la UNCTAD, entre 1980 y 1986 el índice de Colombia se mantuvo en 0.58 y para el año 2005 había descendido a 0.21.

Un trabajo de William Foster, de la Universidad Católica de Chile, usó una variante del HH para productos agrícolas. En este caso el indicador tiende a cero cuando hay alta concentración. El autor encontró que el promedio del índice para Colombia entre los periodos 1961-1969 y 1980-1989 pasó de 0.22 a 0.37; de ahí aumentó a 0.71 en el periodo 1997-2002.

La conclusión es evidente: la diversificación de exportaciones de Colombia ha mejorado con velocidades diferentes; muy lenta en los primeros 20 años y más rápida desde los noventa

Sin embargo, no hay que dormirse en los laureles, pues falta mucho camino por recorrer. Por eso el gobierno adelanta la estrategia de mayor diversificación con base en el acceso preferencial permanente, la exportación de productos con más valor agregado y con fundamento en la competitividad… no en los subsidios. ¡Que viva la fiesta!

¿Pésimo Protocolo?

Publicado en el diario La República el 7 de septiembre de 2007


En la exposición de motivos del Protocolo Modificatorio del TLC con Estados Unidos, el gobierno demuestra que éste no altera la esencia del tratado ya aprobado. El mensaje es claro: no pasamos de un TLC malo a uno bueno gracias al partido demócrata; se hacen ciertas precisiones y se obtienen algunas flexibilidades que permiten superar temas controvertidos durante el trámite legislativo del tratado.

Es natural que una decisión de política económica como ésta suscite debates tanto en el Congreso como en diferentes esferas de la opinión pública. Así ocurrió en las sesiones conjuntas de las Comisiones Segundas de Senado y Cámara, en otros escenarios y, seguramente, ocurrirá en las próximas plenarias.

Los debates se han caracterizado por la seriedad y las posiciones bien argumentadas; no obstante, ha pasado por el Congreso uno que otro invitado poco documentado, pronunciando discursos elocuentes pero sin profundidad y criticando por criticar. Algo similar ocurre con ciertos entes que por definición se oponen a cualquier decisión del gobierno y en especial a las negociaciones comerciales.

Uno de ellos divulgó recientemente sus críticas al Protocolo, en un documento lleno de juicios de valor y carente de rigor técnico. En el caso de las nuevas cláusulas que se adicionan al Preámbulo del TLC, el tema es despachado en un corto párrafo; afirma que las exigencias de los demócratas “por si había alguna duda… refuerzan los derechos de los inversionistas”. ¿Eso es malo? ¿Por qué se refuerzan? ¿Cuál es el texto que genera esa interpretación? Silencio total.

La primera cláusula adicionada al Protocolo señala que no se puede conceder a los inversionistas extranjeros mejor trato que a los nacionales. Esto, que es mal interpretado en el documento de marras, es una especie de disciplina de trato nacional al revés. Con esta disciplina el país A se compromete a dar a los inversionistas del país B el mismo trato que da a sus nacionales (lo mismo aplica para los inversionistas de A en B). Pero es posible que el país A dé al inversionista de B mejor trato que al nacional; por ejemplo, exenciones tributarias si invierte en un sector en el que A no tiene la tecnología. Justamente el objetivo de la cláusula es evitar estas discriminaciones, poniendo en pie de igualdad a los inversionistas de ambos países.

Otra perla del documento se relaciona con el tema laboral. Afirman que el comercio internacional se basa en “el trabajo barato y en la degradación de las condiciones laborales”, cuando la experiencia internacional muestra que las empresas exportadoras remuneran mejor a los trabajadores.

Con el TLC y el Protocolo cada país se compromete a cumplir su propia legislación laboral –especialmente la referida a los derechos fundamentales de los trabajadores–, y a no deteriorarla para obtener ventajas en el comercio. De ahí coligen los críticos que para las demás actividades “el gobierno colombiano puede seguir flexibilizando la legislación laboral y empeorando las condiciones laborales”.

Concluyen afirmando que el Protocolo es proteccionista para los norteamericanos: “La ilusión de exportar con mano de obra barata se podrá realizar siempre y cuando los empresarios estadounidenses no sientan esto como una competencia para sus empresarios o la posibilidad de pérdidas de trabajo en su país”. Por lo tanto: ¡El TLC es antiexportador! ¡O sólo habrá exportaciones con mano de obra costosa por parte de empresas que sí cumplan con la legislación!

Nos quedan debiendo una respuesta: ¿El Congreso aprobará una ley que permita al gobierno colombiano mantener una legislación laboral para los exportadores hacia Estados Unidos y otra que viola los derechos fundamentales para el resto?