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Colombia: Mal en comercio

viernes, 26 de febrero de 2021

 

Publicado en Portafolio, el viernes 26 de febrero de 2021 

El Dane publicó recientemente los datos de exportaciones e importaciones de bienes en 2020. Las primeras cerraron con una variación anual de -21,4% y su valor (US$31.057 millones FOB) es el más bajo en 12 años; las segundas cayeron -17,5% y en valor (US$43.489 millones CIF) son las menores desde 2010. Desde luego, estos resultados son atribuibles al responsable de todo lo negativo que está ocurriendo en la economía desde comienzos de 2020: el covid-19.

La pandemia frenó el comercio mundial; el cierre de fronteras, las restricciones a la movilidad, las políticas proteccionistas sobre los bienes médicos esenciales y la confrontación entre Rusia y Arabia Saudita por el recorte de cuotas de producción de petróleo explican la caída del volumen y del valor transado.

Según la Unctad (“Global Trade Update”, February 2021), el comercio de bienes se contrajo en 2020 en -6,0%. De acuerdo con el CPB World Trade Monitor hasta noviembre el volumen de transacciones internacionales registraba una variación de -5,4% y los precios unitarios de -2,5%, calculadas sobre los promedios móviles de orden 12 de los respectivos índices. Por último, los datos acumulados hasta noviembre para las 74 economías a las que la OMC hace seguimiento mensual arrojaban una variación de -7,2% en el valor de las exportaciones y -8,6% en las importaciones.

Pero los resultados de Colombia son más malos. Los cálculos con los datos de la OMC indican que fue el noveno país con peor desempeño en valor de las importaciones (-19,1%) y el segundo peor en exportaciones (-22,6%).

Eso amerita explicaciones adicionales a la pandemia. La Unctad calcula un “índice general de desempeño de las exportaciones”, que tiene en cuenta el crecimiento de las exportaciones, la participación de mercado, la composición de la canasta exportadora y el desempeño de las exportaciones de los competidores directos. La conclusión que saca es contundente: “Venezuela, Arabia Saudita, Colombia y Nigeria obtuvieron los peores resultados”.

Esa percepción de la Unctad de baja competitividad se corrobora al calcular la participación de Colombia en las exportaciones del agregado de 74 economías de la serie de la OMC. En 2014 Colombia participaba con el 0,33% del total y bajó en los años siguientes hasta 0,19% en 2020; por contraste, los tres socios de la Alianza del Pacífico han mantenido su participación en el periodo (Chile) o la incrementaron (Perú y México).

Esto no es más que nueva evidencia de los graves problemas que enfrenta el comercio exterior de Colombia y que demandan una solución urgente. No tiene sentido soñar con cadenas globales de valor, “nearshoring”, o aprovechamiento de los TLC mientras persistan el sesgo antiexportador y las rígidas barreras de siempre. Difícil la tiene la Misión de Internacionalización para proponerle al país un paquete de soluciones efectivas y aplicables.

Pobre diversificación exportadora

martes, 24 de septiembre de 2019
Publicado en Portafolio el 24 de septiembre de 2019

Aun cuando hay antecedentes desde 1948, se considera que la política de promoción de exportaciones comenzó con la creación del Fondo de Promoción de Exportaciones (Proexpo) y diversos incentivos, mediante el Decreto-Ley 444 de 1967. Por lo tanto, los esfuerzos de diversificación de exportaciones llevan 71 o 52 años, según el punto de partida que se adopte.

Pero independientemente del número de años, la realidad es que la diversificación poco avanzó. En 1971 las exportaciones no tradicionales (aquellas diferentes de café, petróleo, carbón y ferroníquel) representaban el 33% del total exportado y en julio de 2019 fueron el 35%, lo que en plata blanca es casi lo mismo. Su participación media entre 1971 y 2019 fue del 42% y registró un comportamiento cíclico, claramente asociado a los precios internacionales de los productos básicos; en los periodos de cotizaciones bajas la participación de las no tradicionales ha subido hasta el 60% y en los de bonanza ha bajado hasta 27%.

Otras clasificaciones corroboran los resultados. Las exportaciones de minero-energéticos, que eran el 33,6% del total en 1991, fueron 62% en julio de 2019; en el mismo lapso, las agropecuarias y las industriales pasaron de 33,4% y 32,2% a 13,6% y 24,3%, respectivamente.

Desde luego, han surgido algunos productos nuevos como las flores y el banano, o los automóviles y el aguacate hass; pero los datos evidencian que la estructura general no ha sufrido mayores cambios. Cabe preguntarse qué explica esos pobres resultados en una economía que hizo su apertura económica, implementó diversos cambios institucionales y tiene alrededor de 15 TLC vigentes.

Parte del problema es la persistencia del proteccionismo, porque mientras los aranceles bajaban se dispararon las medidas no arancelarias, perpetuando el sesgo antiexportador (ver “Proteccionismo a la lata”, Portafolio, 22 de agosto de 2019). Solo el 0,43% de las empresas exportó en 2018 y el 1% de ellas aportó el 78,7% del total nacional; además, según un estudio reciente de la Cepal, en una muestra de ocho países de la región, Colombia es el que más disminuye en el índice del número de empresas exportadoras, tanto grandes como pymex.

Otra parte son los problemas de competitividad. Un estudio de Gabriel Piraquive, del DNP, mostró que muy pocos sectores productivos colombianos tienen ventaja comparativa revelada en Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, en actividades en las que esos mercados tienen vocación importadora. Como complemento, los índices de especialización de Krugman y de similitud muestran que el país no produce lo que el mundo está demandando.

Quizás la principal explicación radique en la economía política, mediante la cual ciertos grupos preservan el status quo y neutralizan las decisiones que podrían transformar la canasta exportadora e impulsar el crecimiento económico.

Por estas razones, además de las buenas acciones del gobierno, como la Política Colombia Exporta, es vital realizar cambios estructurales. Hay que reducir sustancialmente las barreras no arancelarias, acelerar el paso en productividad y competitividad, crecer la masa de empresas exportadoras y lograr una efectiva inserción en las cadenas globales de valor. Por último, sería muy útil implementar la propuesta del presidente Duque de ahorrar parte de los ingresos petroleros para dar más estabilidad a los términos de intercambio y así contribuir a eliminar el sesgo antiexportador.

Destrucción de empleos en EE.UU.

viernes, 21 de abril de 2017
Publicado en Portafolio el viernes 21 de abril de 2017

Hace algunos años, durante la negociación de los TLC, los críticos aseveraron que generarían desempleos al tornar deficitaria la balanza comercial. Fue necesario demostrarles que tanto las exportaciones como las importaciones generan empleos y crecimiento (Hernán Avendaño “¿Por qué negociar acuerdos comerciales?”. Revista Civilizar de Empresa y Economía, 2011).

Curiosamente, los críticos criollos se deben sentir en su salsa con las posturas de Donald Trump, que satanizan las importaciones y les atribuyen la pérdida de empleos industriales. En “How Imports Boost Employment”, la conocida economista Anne Krueger demuestra la trivialidad de esas posiciones. Afirma que las importaciones generan empleos y que los intentos de reducirlas mediante la imposición de barreras repercutirán en la destrucción de puestos de trabajo en Estados Unidos.

Recuerda los diversos canales por los que las importaciones generan empleos, comenzando por los directamente vinculados a los operadores de los medios de transporte, los estibadores y los comercios que distribuyen los productos importados. Otro canal es el acceso a insumos baratos que permiten a las empresas competir tanto en el mercado local como en el extranjero; si no contaran con los insumos importados tendrían que cerrar, perdiendo empleos.

Adicionalmente, las exportaciones de Estados Unidos son pagadas con las importaciones que hace este y otros países; en términos escuetos, la importancia de exportar consiste en la adquisición del medio de pago internacional para adquirir, mediante importaciones, lo que cada país necesita y no produce en la cantidad, calidad y precio necesarios.

Krueger también destaca que las importaciones suelen generar empleos derivados. En el caso de Colombia, por ejemplo, a pesar de no producir computadores, son miles los empleos que nacen de las empresas que los utilizan y que demandan servicios complementarios.

Todos estos argumentos le permiten a Krueger concluir que “las importaciones de bajo costo, en lugar de “destruir” los empleos de los estadounidenses, realmente los sostienen”.

Aun cuando no existe una medición oficial de los empleos vinculados a las importaciones en Estados Unidos, hay varios estudios que estiman su importancia.

Cabe destacar el análisis auspiciado por U.S. Chamber of Commerce, National Retail Federation, Consumer Electronics Association y American Apparel and Footwear Association en 2013 (Laura Baughman y Joseph Francois “Imports Work for America”). Ahí se concluye que las importaciones soportan 16 millones de empleos; “un gran número de ellos son de empleados sindicalizados, ocupados por minorías y mujeres, y están ubicados en todo Estados Unidos”.

Un documento de investigadores de Heritage Foundation estima que más de medio millón de empleos tienen soporte en las importaciones de ropa y juguetes provenientes de China (D. Scissors, T. Millerand y C. Espinoza “Trade Freedom: How Imports Support U.S. Jobs”).

De igual forma, las exportaciones generan empleos. Las estadísticas oficiales de los Estados Unidos muestran que de ellas dependen más de 11.5 millones de empleos, de los cuales el 18% está asociado a las exportaciones a China y México, los dos países que Trump tiene en la mira para imponerles sanciones comerciales.

Esto demuestra que los bloqueos al comercio internacional y una posible guerra comercial tendrían un impacto muy negativo en el empleo de Estados Unidos y del resto del mundo. ¿Ese será el camino que insisten en proponer a Colombia los críticos de los TLC?

Colombia frente a la globalización

viernes, 21 de octubre de 2016
Publicado en la Revista de Fasecolda, No. 164

En el periodo 1976-2016 numerosas economías en desarrollo iniciaron el desmonte del modelo de sustitución de importaciones, caracterizado por el uso intensivo de políticas proteccionistas. Desde la década del setenta adoptaron aperturas unilaterales como aproximaciones al libre comercio, camino por el que las economías desarrolladas y algunas en desarrollo venían avanzando desde finales de los años cuarenta con la creación del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT).

Adicionalmente, la aceleración de la globalización y el surgimiento de las cadenas globales de valor, fortalecieron los procesos de integración económica por la vía de los acuerdos comerciales regionales; con la creación de la Organización Mundial de Comercio (OMC), en 1994, se aceleró el número de acuerdos negociados.

En Colombia comenzaron a soplar débilmente los vientos de cambio desde finales de los años sesenta, cuando se formuló un programa de promoción de exportaciones; fue una respuesta a los problemas de estrangulamiento externo originados en la alta concentración en productos primarios, especialmente café. A mediados de los años setenta se inició un largo y lento camino de liberalización financiera. De igual forma, se emprendió un proceso gradual de reducción de aranceles, finalmente concretado en la apertura unilateral de comienzos de los noventa.

Transcurridas varias décadas, surgen interrogantes sobre la efectividad de esas decisiones en la integración de Colombia a la economía globalizada, la diversificación del comercio y la integración de los empresarios a la nueva organización mundial de la producción. Las respuestas se pueden colegir de la evolución de diversas variables.

• El indicador de apertura económica, medido por la suma de exportaciones e importaciones de bienes y servicios como porcentaje del PIB, revela la forma de relacionarse con la economía global. El coeficiente era del 31% en 1976 y subió al 39% en 2015, con un aumento del 26% entre los dos años. En el mismo periodo el promedio mundial y el de América Latina superaron el nuestro y crecieron 70% y 72% (gráfico 1).


• Según Garay (1998, p. 30): “El arancel nominal promedio pasó del 36% en 1974 al 29.4% en 1979 y 29.3% en 1981, para luego revertir la tendencia y ascender al 47.2% en 1984”. La apertura unilateral del gobierno Gaviria redujo el arancel del 27.0% que registraba en 1990 al 11.8% en 1992. En los años siguientes, se mantuvo alrededor de ese valor hasta la reforma de 2010, cuando bajó a 8.3%. Actualmente está en 6.4% por un diferimiento arancelario temporal para los bienes de capital y materias primas no producidas.

Aun así, según Schwab (2015), con ese arancel Colombia ocupa el puesto 83 entre 140 países. La misma fuente indica que el país se ubicó 109 en la prevalencia de barreras no arancelarias, 135 en el coeficiente de importaciones a PIB y 132 en el de exportaciones a PIB.

• La participación de Colombia en las exportaciones mundiales, que era en 1976 de 0.19%, apenas llegó al 0.22% en 2015. Aun cuando se observó un repunte con el reciente auge de bienes básicos, que elevó la participación hasta el 0.32% en 2012, ella volvió a declinar tan pronto como cayeron los precios internacionales.

• La concentración de las exportaciones se mantiene con escasa modificación. En 1978 los 10 primeros productos representaban el 79.6% del total exportado; en 2014 fueron el 77.6%; no obstante, en unos pocos años el indicador descendió a niveles del 56 o 57% (gráfico 2).


• La composición por intensidad tecnológica también registra pocas variaciones. Los productos primarios y los recursos naturales eran el 84.9% de las exportaciones en 1978 y en 2014 fueron el 81.3%. Los de alta tecnología pasaron del 0.6 al 1.6% en el mismo periodo (gráfico 3).


• Con relación a las cadenas globales de valor, Trujillo, Álvarez y Rodríguez (2014), del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, concluyen que no solo “Colombia muestra un bajo nivel de inserción”, sino que lo viene reduciendo desde 2007.

Un análisis de la Unctad (2013; p. 134) encontró que, entre las 25 principales economías emergentes exportadoras, Colombia ocupó el último lugar por la integración de sus exportaciones en las cadenas globales de valor.

De estos indicadores se tendería a concluir que el modelo de liberalización económica no ha dado los resultados que teóricamente se esperan. La realidad puede ser otra. Stiglitz (2016) señala que en su libro El malestar de la globalización el principal mensaje “fue que el problema no era la globalización, sino cómo se gestionaba el proceso de la misma”.

De forma similar, se puede afirmar que en Colombia se han adoptado medidas en la misma dirección en que se mueve la economía globalizada, pero diversos problemas impiden alcanzar plenamente los resultados esperados. Podrían señalarse al menos tres factores que contribuyen a ese balance.

El primero es la falta de continuidad de las políticas, por cambios en la coyuntura económica. Lo ilustra la bonanza cafetera de finales de los setenta, que frenó las tímidas políticas de liberalización financiera y comercial que se venían implementando. Igualmente, la reciente bonanza de precios internacionales de los productos básicos, bloqueó los avances en la diversificación de exportaciones; la percepción de que el auge sería permanente, impidió la adopción de medidas para evitar el fenómeno de enfermedad holandesa y la pérdida de competitividad de las exportaciones no minero-energéticas.

El segundo es la demora en la toma de decisiones estratégicas. Así lo evidencia el atraso en la infraestructura, el bajo desarrollo de medios de transporte masivo como los metros, la persistencia de los problemas de derechos de propiedad en el sector agropecuario y el limitado aprovechamiento de los esquemas de regionalismo abierto. En este último aspecto, aun cuando el artículo 227 de la Constitución contiene un mandato hacia la integración económica, solo desde 2002 se empezó a desarrollar con la negociación de los TLC.

El tercero es la inercia del proteccionismo; es muy difícil frenarla y su reacción a las políticas de modernización termina neutralizando los efectos buscados. Hommes (2009), destacó un caso en los siguientes términos: “aún después de la Apertura de los años noventa, la protección de los productos industriales de consumo y de los del sector agropecuario es excesiva, como lo es la protección efectiva de esos sectores. La CAN fue el vehículo que utilizaron los proteccionistas colombianos y los de la región andina para echar para atrás parte de lo que se había alcanzado con la Apertura al final del siglo XX”.

En síntesis, las decisiones de Colombia no se reflejan en una adecuada inserción en la economía globalizada, pues el mundo se está moviendo a un ritmo más rápido. Es necesario poner el acelerador en temas como la vinculación empresarial a las cadenas globales de valor, porque ellas son parte esencial de la nueva organización mundial de la producción. De igual forma, urge diversificar la estructura productiva y la canasta exportadora para aprovechar el acceso preferencial permanente que brindan los TLC vigentes.

En este contexto son grandes las expectativas que genera la nueva política de desarrollo productivo, recién anunciada por el Gobierno. Para que ella marque una diferencia real con otras propuestas en el pasado, resulta vital asegurar la continuidad de la política y diseñar los cortafuegos que bloqueen las esperadas reacciones proteccionistas.

Bibliografía

Garay, L. J. (1998). Colombia: Estructura industrial e internacionalización 1967-1996. Departamento Nacional de Planeación y Colciencias.

Hommes, R. (30 de octubre de 2009). “Política, comercio y geopolítica”. El Tiempo.

Stiglitz. J. (5 de agosto de 2016). “La globalización y sus nuevos malestares”. Project Syndicate.

Trujillo, E.; Álvarez, M. y Rodríguez, M. (2014). “Inserción de Colombia en las cadenas globales de valor”. Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. Febrero.

Unctad (2013). World Investment Report 2013. Global Value Chains: Investment and Trade for Development. United Nations, New York and Geneva.

Schwab, K. (2015). Global Competitiveness Report 2015-2016. World Economic Forum. Geneva.

Ecuador: Salvaguardia y “Milagro económico”

jueves, 12 de marzo de 2015
Publicado en la revista MisiónPyme No. 82 de marzo de 2015


Al mejor estilo de Correa, el gobierno ecuatoriano rechazó la resolución de la Secretaria General de la CAN que tumbó la salvaguardia. Además de la apelación contra el fallo, anunció nuevas medidas, aun cuando se cuidó de señalar que no serán solo contra Colombia y Perú sino contra todo el mundo.

Resulta de interés entender por qué se cayó esa medida y por qué, si la economía ecuatoriana es supuestamente un “milagro” de crecimiento, se adoptan decisiones desesperadas sin argumentos técnicos.

La salvaguardia fallida

La salvaguardia de Ecuador contra Colombia y Perú nació muerta, por errores de procedimiento y por los endebles argumentos técnicos esgrimidos.

El gobierno del vecino país se saltó todos los procedimientos establecidos para aplicar el Artículo 98 del Acuerdo de Cartagena, que es invocado en la motivación de la Resolución 50 de 2014 del Comité de Comercio Exterior de Ecuador.

El Acuerdo establece que el país afectado por una devaluación monetaria de otro país miembro “podrá plantear el caso a la Secretaría General, la que deberá pronunciarse breve y sumariamente… dentro del plazo de un mes, contado a partir de la fecha de recepción de la solicitud”. El gobierno ecuatoriano solicitó tal pronunciamiento mediante oficio remitido el 24 de diciembre de 2014, y la Resolución 50 fue expedida el 29, es decir, un día hábil después, dado que el 25 y el 26 fueron festivos en Ecuador.

De esta forma, el gobierno de Correa incurrió en tres errores de procedimiento. Uno: la CAN no recibió formalmente el oficio mencionado, porque estaba en vacaciones. Dos: la resolución no se podía expedir sin el concepto de la Secretaría General. Tres: el personal de la Secretaría regresó de vacaciones el 6 de enero, es decir, un día después de la entrada en vigencia de la salvaguardia.

En los argumentos técnicos de la resolución ecuatoriana hay una falencia, al sugerir la intención de los gobiernos de Colombia y de Perú de devaluar sus monedas intencionalmente. El artículo 98 alude específicamente a la “devaluación monetaria” y no a la depreciación de una moneda. Mientras que la primera corresponde a una decisión en un régimen de tasa de cambio fija, las depreciaciones, como lo menciona la Resolución 1762, recién expedida por la Secretaría General de la CAN, “son normalmente movimientos endógenos” en un régimen flexible de tasas de cambio.

Además, la evolución de la tasa real bilateral de cambio de Ecuador desde enero de 2012 muestra que el “dólar ecuatoriano” se apreció más con Brasil, Argentina y Japón que con Colombia.

Si sólo se evalúa el periodo más reciente (diciembre de 2013 a diciembre de 2014), fuera de Colombia, el “dólar ecuatoriano” se apreció más del 10% con otros 10 países. Pero contra ninguno de ellos se adoptaron salvaguardias.

La resolución de la CAN demuestra claramente la debilidad de los argumentos expuestos por Ecuador para la imposición de la salvaguardia: “…Se concluye que, para el periodo analizado, no existe relación causal entre el deterioro de la balanza comercial y la depreciación del peso colombiano y el nuevo sol peruano que explique el déficit de su Balanza Comercial, el cual es explicado por el déficit que mantiene con China”.

El “milagro económico”

En los años recientes el desempeño económico de Ecuador fue bueno, además de sorprender al mundo con su notable avance de 30 puestos en el índice de competitividad del World Economic Forum. De ahí que una revista lo calificara como el “milagro ecuatoriano”.

En el periodo 2001-2013 el crecimiento promedio del PIB de Ecuador fue del 4.5% anual, sus progresos en infraestructura son noticia internacional, la mejora en el control fiscal triplicó los ingresos tributarios, se elogia la revolución educativa en desarrollo, la distribución del ingreso mejoró, el desempleo es bajo, se ha reducido la pobreza, la inflación está controlada y los salarios reales crecen.

Además, la balanza de pagos al tercer trimestre de 2014 muestra un superávit del 0.6% del PIB en la cuenta corriente, y un saldo de reservas internacionales de US$6.689 millones que mantiene la tendencia ascendente de los últimos tres años.

En cambio, poco ha hecho la economía ecuatoriana en materia de diversificación. En 1962, Ecuador tenía el sexto índice más alto de concentración, y le superaban El Salvador, Bolivia, Colombia, Costa Rica y Venezuela. Según los datos de la nueva base de exportaciones del FMI, en 2010 Ecuador fue el segundo país de América Latina con mayor concentración de sus exportaciones, después de Venezuela. Sus políticas para mejorar la estructura exportadora han tenido menor impacto que las de otros países del vecindario.

Esto evidencia que la debilidad de la economía ecuatoriana se encuentra en su comercio exterior, en el cual los productos primarios representaron el 93.3% del total en 2013 y los manufacturados el 6.7%. De ahí que el desplome del precio del petróleo haya prendido las alarmas.

Pero el problema se acentúa con la dolarización de la economía, que le quita margen de maniobra para adaptarse rápidamente a los cambios en el entorno internacional. Como lo señala el FMI: “La capacidad para hacer frente a estos riesgos está limitada dadas la ausencia de una política monetaria en una economía plenamente dolarizada y la escasa capacidad para reaccionar en el ámbito fiscal”.

Tal vez, como lo afirma el analista Alberto Bernal, el “milagro” está montado sobre bases endebles, pues no hay estabilidad en las reglas de juego ni políticas amigables con el mercado.

Así se entiende que, de la misma forma que repudiaron el pago de la deuda externa, interpretando las mayores tasas de interés de EEUU como un ataque a Ecuador y no como una decisión de política anti-inflacionaria, ahora pretendan achacarle a una supuesta devaluación “competitiva” de Colombia y Perú el deterioro de su crecimiento económico.

La economía mundial en la encrucijada

jueves, 23 de octubre de 2014
Publicado en la revista MisiónPyme No. 79, octubre de 2014

La economía mundial sigue dando tumbos y no despega con la solidez que se espera. En varias ocasiones el FMI, el Banco Mundial y la OCDE han revisado a la baja el crecimiento proyectado para el 2014 y prácticamente se espera que sea similar al de 2013 (3.4% versus 3.2%).

Entre las economías desarrolladas, sólo Estados Unidos parece ir por la senda del crecimiento, mientras que la Unión Europea y Japón siguen estancadas. Entre las emergentes sobresalen India Colombia y China, aun cuando su crecimiento es menor al de la última década (7.4% frente al 10% promedio); la mayoría se están desacelerando rápidamente e incluso Brasil entró en recesión. Hay varios factores detrás de ese lento despegue.

Débil recuperación del comercio mundial

Según la OMC, las exportaciones mundiales crecieron 2.3% en el primer semestre de 2014 con relación a igual periodo de 2013, y las importaciones 2.1%. Aun cuando son variaciones positivas, distan de las tasas superiores al 20% de 2010 y 2011.

A ese crecimiento están aportando más las economías desarrolladas que las emergentes. Las exportaciones crecen débilmente en Estados Unidos (2.9%) y en la Unión Europea (4.4%), y registran caídas en Argentina, Brasil, Perú y Colombia; entre las economías grandes de la región, solo hay variaciones positivas en México (4.2%); en Chile presentan un modesto incremento del 0.1%. Incluso, China se desaceleró y sus exportaciones crecieron apenas 0.9% con relación al primer semestre de 2013.

Terminación del súper-ciclo de precios altos de los productos básicos

La reducción de la demanda internacional ocasionó la caída de los precios internacionales de los productos básicos, poniendo fin al periodo de buenos precios que comenzó a mediados de la década pasada y solo fue interrumpida por la crisis mundial.

Los precios de los alimentos, según el índice de la FAO, están en los niveles más bajos desde 2010 y, de seguir la tendencia descendente, pronto estarán por debajo de los de ese año. Los precios de la energía también se han contraído, aun cuando en proporción menor porque los del petróleo se mantienen relativamente estables alrededor de US$100 el barril. Estos hechos, sumados a la fuerte apreciación de las monedas, han repercutido en caída de los ingresos de los países exportadores.

El FMI proyecta que en los próximos años seguirá la tendencia descendente de los precios de estos productos, incluido el petróleo. Aun cuando es probable que las tasas de cambio logren niveles más competitivos, difícilmente compensarán el efecto negativo de los precios.

Cambios en la geografía mundial del petróleo

La producción de petróleo y gas no convencionales en Estados Unidos está generando cambios estructurales en el mapa energético mundial y tendrá profundas repercusiones sobre economías como la colombiana.

Estados Unidos ya es el principal productor mundial de petróleo y se proyecta que, después de 40 años de restricción, volverá al mercado de exportación de crudo. Como consecuencia viene disminuyendo las importaciones del hidrocarburo desde niveles de 5.000 millones de barriles por año en 2006 a menos de 3.500 millones en junio de 2014.

Aparejada a la producción de petróleo, la de gas de esquisto también viene creciendo y sus precios cayeron a un tercio de los de la Unión Europea y un quinto de los de Japón. La mayor oferta se está utilizando para sustituir al carbón en la producción de energía y tiene notables consecuencias en los costos de producción de la industria.

El impacto global de estos cambios será profundo, pues no solo mejora la competitividad de las empresas ubicadas en Estados Unidos, sino que para países como Colombia plantea el reto de reorientar sus exportaciones de petróleo y carbón a otros mercados y a precios más bajos.

Los dilemas de la política monetaria de Estados Unidos

Desde comienzos del presente año la FED inició el proceso conocido como “tapering” o normalización de la política monetaria. Este consiste en desmonte de la compra de bonos del tesoro y bonos hipotecarios desde montos de US$85 mil millones mensuales hasta cero en los próximos meses.

Con la normalización, se pone fin a la heterodoxa política monetaria implementada con el fin de estimular el crecimiento de la economía después de la crisis mundial de 2008-2009.

Aun cuando es un tema del manejo económico de Estados Unidos, sus repercusiones en el resto del mundo son importantes. Para comenzar, la laxitud en la oferta monetaria ocasionó la apreciación de las monedas de las economías emergentes. Ese fenómeno fue compensado en parte por los altos precios internacionales de los productos básicos; pero terminado ese ciclo alcista, impactó negativamente en la dinámica de las economías.

Ahora la normalización tendrá otros impactos pues es un hecho que la FED tendrá que subir las tasas de interés en algún momento próximo. Lo tiene que hacer porque el desmesurado aumento de la oferta de dinero inducirá fuertes presiones inflacionarias y porque los altos precios de las acciones han generado temores sobre una nueva burbuja financiera.

El problema es que ese aumento puede impactar negativamente en el crecimiento de las economías emergentes. Como un buen número de ellas se está desacelerando, los bancos centrales han bajado sus tasas de interés; si en ese contexto la FED sube sus tasas, es claro que habrá una migración de capitales hacia Estados Unidos, fuertes depreciaciones de las tasas de cambio y endurecimiento de los mercados de crédito.

En síntesis, la economía mundial está en una encrucijada que aumenta los grados de incertidumbre que enfrentan las economías emergentes. En ese contexto, las autoridades económicas del país se deben mover con prudencia, como lo han hecho hasta ahora. Y los empresarios deben estar alerta para reaccionar a tiempo frente a los cambios y para aprovechar las oportunidades que surgen incluso en escenarios complejos.

Balanza comercial y TLC

lunes, 1 de septiembre de 2014
Publicado en la Revista Portafolio No. 14, agosto-septiembre de 2014

La balanza comercial de Colombia, que era superavitaria desde 2008, registró a mayo un saldo de -US$1.135 millones. Cabe preguntarse por la fuente de ese cambio de signo y especialmente por el impacto de los tratados de libre comercio.

En el conjunto de países con TLC la balanza comercial colombiana a mayo fue deficitaria en US$1.827 millones, como consecuencia del incremento de las importaciones en 2.6% anual y la caída de las exportaciones en 14.7%. Con el resto de países el saldo es superavitario (US$693 millones) y el crecimiento de las exportaciones duplica el de las importaciones (17.5% y 8.7% anual, respectivamente).

Estos resultados parecieran dar la razón a los críticos. Pero eso sería desconocer diversos hechos que hay detrás del saldo negativo, como son la terminación del ciclo de altos precios internacionales de los productos básicos, el cambio estructural en el abastecimiento de petróleo y gas en Estados Unidos, las dificultades cambiarias de Venezuela y las medidas proteccionistas en varias economías de la región.

En el análisis de los TLC vigentes sobresale la mejora en la balanza comercial de Colombia con la Unión Europea, cuyo superávit se multiplicó por cuatro, especialmente por el repunte de las exportaciones a España. También es destacable la reducción del déficit con Mercosur, México y Canadá.

En el comercio con la CAN, Venezuela, Chile y el Triángulo Norte de Centroamérica se mantiene el superávit, pero en niveles inferiores a los del año anterior. De los factores mencionados, en este grupo impactaron las medidas proteccionistas de Ecuador y los problemas de pagos de Venezuela, país que, a pesar del desabastecimiento, redujo sus compras de ganado en pie (-96.2%) y carne de res (-59.4%) colombianos.

El mayor deterioro de la balanza comercial se observa con Estados Unidos y es explicado en gran parte por la caída de las exportaciones de petróleo en US$2.250 millones (-40.6%), y oro en US$465 millones (-49.1%). Sin esos dos productos, las demás exportaciones crecieron 12.9% anual.

Es conocido el efecto que está generando en Estados Unidos la explotación de hidrocarburos no convencionales, que en poco tiempo llevarán a este país no solo al autoabastecimiento sino a convertirse en exportador neto. Sus importaciones de petróleo, que llegaron a 5.000 millones de barriles en 2006, han bajado continuamente hasta 3.500 millones anuales en mayo de 2014.

Los minero-energéticos, causa importante del déficit comercial reciente, no son el foco de los TLC negociados. Pero sí lo son los productos de mayor valor agregado, que se vienen diversificando gradualmente, como lo indica el descenso del índice Herfindahl-Hirschman de no minero-energéticos de 426 en 2011 a 304 en 2013. Además, las exportaciones industriales, a destinos diferentes a Venezuela, registran una tendencia creciente y ya superaron el nivel precrisis mundial.

Es necesario enfatizar que los acuerdos comerciales no dan resultados en el corto plazo, sino en el mediano y largo, porque los ajustes en la producción y la diversificación de la canasta exportadora no se logran de la noche a la mañana. Lo importante es que los empresarios mantienen su empeño en aprovechar las ventajas del acceso preferencial permanente.

Lo anterior muestra la equivocada percepción de quienes atribuyen a los TLC el deterioro de la balanza comercial de Colombia.

Buen año exportador

martes, 8 de enero de 2013
Publicado en Portafolio el 8 de enero de 2013

El título puede sonar un tanto extraño o excesivamente optimista cuando se observa que las exportaciones pasaron de un crecimiento del 43% anual en 2011 a uno que probablemente esté en el 7.5% en 2012.

Pero insisto en que es bueno por varias razones. Una, porque las exportaciones totales sobrepasarán el nivel de 2011, y será la cifra más alta en la historia económica de Colombia. Una proyección reciente del BID (“Estimaciones de las tendencias comerciales de América Latina 2012”) calcula su monto en US$61.200 millones; mientras que las exportaciones del conjunto de América Latina apenas se incrementan el 1.5% anual, las colombianas crecen a un ritmo cinco veces mayor.

Otro aspecto sobresaliente en la proyección del BID es que Colombia y Costa Rica son los únicos países de la región que crecen sus exportaciones a todos los grupos de destinos seleccionados por este organismo: Subregión (CAN en nuestro caso), Resto de América Latina, EEUU y Canadá, Asia, Europa, y Mundo.

Dos, porque las exportaciones no minero-energéticas, superarán los US$16.700 millones, cifra mayor al registro del año anterior y muy cercana a la meta de US$16.800 millones establecida por el gobierno para 2012. Dentro de ellas cabe destacar el continuo crecimiento de las exportaciones industriales tanto en valores como en volúmenes, en contravía de los augures de la catastrófica enfermedad holandesa, que presuntamente ya está sufriendo la economía colombiana.

De hecho, quienes pregonan que Colombia está experimentando la enfermedad holandesa deberían explicar cómo las exportaciones industriales mantienen una tendencia creciente, solamente interrumpida por la crisis mundial de 2008-2009 y el cierre del mercado venezolano, en un escenario con marcada tendencia de apreciación de la moneda.

Tres, porque esos resultados se dan en una coyuntura internacional muy compleja, derivada de las situaciones particulares de la Unión Europea, Estados Unidos y las principales economías emergentes.

Las economías europeas entraron en recesión; pese a que están alejando el fantasma de la quiebra del euro, las proyecciones muestran que la Unión Europea cerró el 2012 con tasas negativas de crecimiento y que ellas se mantendrán durante el 2013.

La economía de Estados Unidos no despegó. Aun cuando las cifras de crecimiento del tercer trimestre de 2012 fueron buenas, el ambiente positivo que generó esa noticia tendió a diluirse en el último trimestre por el problema del abismo fiscal (aumentos automáticos de impuestos y recortes de gastos a partir de enero, que pueden ocasionar una nueva recesión en este país). Los juegos de poder entre demócratas y republicanos no permitieron un acuerdo antes de terminar el 2012, aumentando la incertidumbre sobre la forma en que se afrontará el abismo en el primer mes de 2013 y sobre su potencial impacto en la dinámica del PIB.

China, India y Brasil perdieron ritmo, y los precios internacionales de los productos básicos descendieron, aun cuando se mantienen en niveles altos. En el caso de China, la pérdida de dinamismo de la demanda en las economías desarrolladas no pudo ser compensada por el crecimiento del mercado interno, a pesar del supuesto impulso que se le viene dando, justamente para reducir la vulnerabilidad de esta economía a las fluctuaciones externas.

En el caso de Brasil, a los factores estructurales que limitan su crecimiento, como, por ejemplo, los problemas de competitividad y los bajos niveles de inversión, se suman los problemas que acarrea la coyuntura mundial. Las medidas de reactivación adoptadas por el gobierno han tenido escaso impacto, por lo que a finales de diciembre el Banco Central revisó a la baja el crecimiento estimado de 2012 del 1.6% al 1.0%.

Cuatro, porque el comercio mundial se desaceleró rápidamente. Las estadísticas de la OMC muestran que en el acumulado de los tres primeros trimestres las exportaciones mundiales se contrajeron en 0.2% con relación a igual periodo del año anterior. La evaluación por trimestres muestra la continua pérdida de dinamismo, al punto que en el tercero cayeron en 4.2% anual.

En el caso de Colombia las exportaciones crecieron 7.6% anual en el acumulado de los tres primeros trimestres y se contrajeron en 0.1% en el tercero (pero en octubre crecieron 4.8% anual).

Es notable el contraste con lo registrado en los 27 países de la Unión Europea: –5.6% y -8.5% en los mismos periodos. De igual forma, en América Latina nueve países tuvieron variaciones negativas en ambos periodos. Un comportamiento similar se observó en Japón, India, Indonesia, Nueva Zelanda, Australia, Corea del Sur, Malasia, Singapur, Taiwán y Tailandia.

En síntesis, a pesar de la pérdida de dinamismo de las exportaciones, Colombia se diferencia no solo de países de la región sino de un grupo importante de economías de otras latitudes. Una vez más se comprueba la resiliencia de la economía colombiana a los choques externos… y ella no es producto del azar.

Exportaciones en bajada

viernes, 17 de agosto de 2012
Publicado en Portafolio el miércoles 15 de agosto de 2012

Las exportaciones colombianas en junio disminuyeron 1.9% con relación a junio de 2011. Aun cuando el acumulado del primer semestre mantiene una dinámica positiva (11.7% anual), es evidente la rápida desaceleración desde el cierre del año anterior (43% anual).

Un mes con variaciones negativas no se observaba desde octubre de 2009. En ese episodio las exportaciones cayeron durante doce meses consecutivos (entre noviembre de 2008 y octubre de 2009) por el impacto de la crisis mundial.

La agudización de la crisis con la quiebra de Lehman Brothers indujo una caída abrupta de las importaciones de las economías desarrolladas, con la consecuente contracción de los precios internacionales de los productos básicos. Así operó el canal comercial de transmisión de la crisis mundial desde las economías desarrolladas hacia las economías en desarrollo.

¿Qué explica la caída de las exportaciones colombianas en junio? ¿Es un caso aislado o, igual que en el episodio anterior, obedece a un problema internacional? ¿Estamos frente a una nueva activación del canal comercial que transmitirá los efectos de otra crisis al mundo en desarrollo?

Es claro que la demora en la solución el problema de la deuda soberana en la zona euro está acentuando los problemas de las economías europeas y aumentando los temores sobre la debacle que podría ocasionar el potencial derrumbe de la unión monetaria. A ello se suman los problemas políticos del gobierno de Estados Unidos que impiden tomar las decisiones para fortalecer la demanda interna.

Lo cierto es que ya varias economías europeas están entrando en la zona de recesión. El PIB de Inglaterra, Bélgica, Grecia, Italia, Holanda, España, la República Checa y Hungría cayó en el primero y/o segundo trimestre de 2012. Y países como Francia y Dinamarca prácticamente no están creciendo.

El índice JP Morgan Global Manufacturing en junio y julio se ubicó por debajo de la línea de referencia de 50 puntos, lo que refleja las expectativas de los empresarios de contracción de la producción industrial. Niveles tan bajos no se registraban desde junio de 2009, cuando el sector estaba saliendo de la crisis mundial.

Además, las economías emergentes que venían actuando como motores de la economía mundial se han desacelerado. En el caso de China, el FMI proyecta un crecimiento de 8.0%, 1.2 puntos porcentuales menos que en 2011 (9.2%) y 2.4 puntos menos que en 2010 (10.4%). En el de India se espera un crecimiento de 6.1%, que contrasta con los dos años anteriores (7.1% y 10.8%). Y Brasil, que pasó de crecer 7.5% en 2010 a 2.7% en 2011, apenas crecerá 2.5% en el presente año.

Con el debilitamiento de la demanda, el comercio mundial perdió dinamismo. En las 70 economías a las que les hace seguimiento la OMC y que representan el 90% de las importaciones globales, se observaron caídas en abril y mayo del 0.8% y 1.7% anual y seguramente en junio también disminuyeron.

La Unión Europea, que responde por un tercio de las importaciones globales de bienes, ha registrado variaciones negativas en marzo, abril y mayo (-4.3%, -7.0% y -9.0%), y economías como Italia, Portugal y Grecia llevan ocho meses o más con reducciones.

Como consecuencia, América Latina está siendo afectada; en Argentina, Brasil, Chile, El Salvador, Guatemala y Paraguay las exportaciones caen en los últimos dos o tres meses.

En ese contexto, los precios internacionales de los productos básicos están bajando, con la excepción de productos como el maíz, soya y el trigo, fuertemente afectados por la sequía en Estados Unidos. El Índice de Precios de Alimentos de la FAO registró en junio una reducción anual del 13.7%, con altas caídas en lácteos (-25.1% anual), azúcar (-19.0%) y aceites (-14.8%).

Volviendo al caso colombiano, la caída de US$87 millones está concentrada en petróleo y derivados (-US$172 millones), café (-US$56 millones) y flores (-US$52 millones). En los dos primeros predomina un efecto precio, pues los volúmenes tuvieron pequeños incrementos con relación a junio de 2011. En el tercero caen tanto los precios como el volumen.

Es válido entonces concluir que la contracción de las exportaciones en junio está asociada con el entorno internacional. Pero a diferencia de la situación registrada en la crisis de 2008-2009, ellas comenzaron a caer en el mismo mes que las exportaciones globales; en la situación actual han comenzado a hacerlo cuando las del mundo llevan tres meses en contracción. En el primer caso pasaron de un mes con variación de 20.3% a uno con -27.2%; en el segundo el aterrizaje fue gradual, pasando de 1.2% a -1.9%.

Es una realidad que las exportaciones pueden seguir cayendo, mientras no se solucione el problema de las economías desarrolladas. Sólo resta esperar que adopten pronto las medidas que se requieren y que, contra viento y marea, contengan el riesgo de otra crisis mundial.

Exportaciones ¿Qué está pasando?

domingo, 24 de junio de 2012
Publicado en el diario La República el 23 de junio de 2012

Las exportaciones en abril de 2012 crecieron 4% anual. Y en el acumulado de los primeros cuatro meses su incremento fue de 17% respecto al primer cuatrimestre del año anterior.

Aun cuando el monto en dólares es el más alto de la historia económica del país en los dos casos, las tasas de crecimiento son inferiores a las de los años anteriores. Es evidente, por lo tanto, que las exportaciones se están desacelerando.

Por eso, varios analistas han llamado la atención sobre el tema. Pero algunos han sugerido que el TLC con Estados Unidos no se podrá aprovechar porque las exportaciones de los productos con más potencial a ese destino están cayendo o que es un error cerrar las negociaciones con Corea cuando las ventas a ese mercado se contraen.

Sobre este aspecto particular cabe recordar que los tratados comerciales son medidas estructurales y que no se debe evaluar su resultado a la luz de una coyuntura particular, de la misma forma que la negociación de los TLC no se puede cerrar exclusivamente en las fases de auge de la economía de los socios comerciales.

La discusión sobre los resultados recientes es importante, pues si las exportaciones de la economía colombiana se están desacelerando, pero las del resto del mundo no, ello significa que algo no anda bien en el país. En cambio, si el problema es generalizado, el diagnóstico es otro.

Aun cuando pocos analistas locales lo han mencionado, la coyuntura global es la principal explicación de la dinámica de las exportaciones del país. La incertidumbre que ha caracterizado la economía mundial en los dos últimos años, se acentuó con la profundización de la crisis europea, por el creciente riesgo de abandono de Grecia de la zona euro y por la poca credibilidad lograda con el reciente rescate del sistema financiero español.

Niall Ferguson y Nouriel Roubini señalan en un artículo reciente (“Berlin is ignoring the lessons of the 1930s”. Financial Times, junio 8) que la salida de Grecia podría desencadenar una crisis financiera en toda la zona euro.

 Por lo tanto, este episodio da una nueva dimensión a la crisis europea y, según Ben Bernanke, representa un riesgo importante para la estabilidad del sector financiero de los Estados Unidos. Por un tiempo la situación europea tuvo algún grado de asilamiento, de forma que la economía y el comercio mundiales siguieron creciendo impulsados por las economías emergentes. Pero la agudización reciente empieza a impactar ambas variables.

Los datos de la OMC indican que las exportaciones globales, que crecieron a tasas por encima del 20% anual hasta el tercer trimestre de 2011, apenas aumentaron el 5.3% en el primer trimestre de 2012. Esto refleja la pérdida de dinamismo de la demanda de las principales economías; en Estados Unidos las importaciones crecieron 8.4% anual en enero-marzo, las de China 6.8% y las de la Unión Europea cayeron 0.7% anual.

La menor demanda se refleja en la contracción de los precios internacionales de los productos básicos, que aun cuando se mantienen en niveles históricamente altos han cedido terreno en los meses recientes. Además, los bancos centrales de los países desarrollados anuncian su intención de mantener una política monetaria flexible que alimenta las expectativas de apreciación de las monedas de las economías en desarrollo.

En este complejo contexto, es claro el peso de la situación global en la dinámica de las exportaciones. Los problemas de caída de la producción cafetera o los nefastos impactos de los inviernos recientes en la producción de banano son factores internos que afectan negativamente las exportaciones totales de Colombia; pero evidentemente no son la causa mayor. Aun así, el país se mantiene como uno de los exportadores más dinámicos de la región.

Una buena noticia mala

domingo, 26 de febrero de 2012
Publicado en el diario La República el 26 de febrero de 2012


Las exportaciones colombianas alcanzaron una cifra récord en 2011: US$56.954 millones y su crecimiento anual (43%) fue uno de los más altos del mundo.

Aun cuando gran parte de esa cifra es explicada por los minero-energéticos, los demás productos registraron la nada despreciable tasa de crecimiento del 29% anual. Esta variación es superior a la registrada por las exportaciones totales de 57 de las 70 economías incluidas en las estadísticas mensuales de la OMC.

Esta sería una noticia de primera plana en cualquier economía del mundo. Sin duda, es un excelente resultado en un escenario complejo, con creciente riesgo de crisis económica del mundo desarrollado, presiones revaluacionistas y deterioro de la infraestructura vial por un crudo y prolongado invierno.

No obstante, no faltan redactores o analistas aguafiestas. Puesto que se afirma que “en economía todo es relativo”, es muy fácil encontrar la forma de “demostrar” que un resultado aparentemente bueno, no lo es. Y esto rinde dividendos en términos de lectores en un entorno con fuerte tendencia a menospreciar lo propio.

Un truco usual es la comparación con otros países; por ejemplo, qué importa un crecimiento de la economía colombiana de 5.5% o 6.0% en ese escenario complejo, si Chile, Argentina y Perú crecieron más, y China está creciendo al 9% o 10%.

Con el reciente dato de las exportaciones no resultó fácil usar esta “técnica”. Quizás percibieron que Colombia tuvo uno de los mejores desempeños en el mundo y que no es muy vendedor un titular enunciando que Kazajistán, Estonia y Bielorrusia fueron las pocas economías que crecieron las exportaciones más que las colombianas.

Pero siempre hay otros trucos disponibles: la comparación con la propia historia, tomando el mejor dato posible. Por ahí sí es: 2008 fue el año record en exportaciones “no tradicionales”; y aun cuando 2011 estuvo cerca de ese nivel, no lo alcanzó.

Listo el titular “Baja peso de ventas no tradicionales, pese a record exportador”. Y el desarrollo: “El descenso en la participación de las ventas no tradicionales se produjo de manera simultánea con una reducción de este tipo de exportaciones en términos absolutos (12,3 por ciento, según los datos hasta noviembre)”.

Leídos textualmente, dan a entender que en 2011 esas exportaciones tuvieron un valor en dólares inferior al de 2010; ese es el análisis típico del comercio internacional, en el que las comparaciones se hacen con el año anterior (igual es la práctica con el crecimiento económico, los utilidades de las empresas, la inflación, y muchas más). Pero no. ¡La referencia del redactor es 2008 y no lo compara con todo el año 2011!

Siempre es válido tomar como referencia el año de mejor desempeño. Lo que no es habitual es acudir a él para destacar una caída absoluta cuando se toma el dato parcial del último año (noviembre y no diciembre que ya esta disponible). Tomando los dos años completos, la caída en dólares es el 2.6% y no el 12.3% que sale de comparar el acumulado a diciembre con el acumulado a noviembre.

Además, para “demostrar” la caída relativa de las “no tradicionales” no es necesario devolverse a 2008: ellas pasaron del 36.3% del total exportado en 2010 al 30.1% en 2011. No obstante, en dólares crecieron 18.7% (¿razón para usar 2008?).

Muchas explicaciones se le quedan debiendo a los lectores sobre las exportaciones “no tradicionales”: 1. La caída con relación a 2008 fue ocasionada por la crisis mundial y el cierre del mercado venezolano. 2. La del año pasado y antepasado se deben al notable repunte de los precios internacionales. 3. Pero en términos absolutos vienen en franca recuperación por las decisiones de los empresarios y el fuerte apoyo del gobierno para diversificar mercados.

… Muchas deudas.

Triplicar las exportaciones

martes, 27 de septiembre de 2011
Publicado en el diario La República el 16 de septiembre de 2011


El gobierno le “cogió la caña” a la propuesta realizada por Analdex en el marco del XXIII Congreso Nacional de Exportadores; como ella se basa en una alianza público-privada, el país quedó embarcado en la meta de triplicar en 10 años las exportaciones no minero-energéticas (para abreviar, en adelante se nombran como no mineras). Esto significa llevarlas desde cerca de US$17 mil millones que se estiman para este año, a una cifra del orden de los US$51 mil millones.

Algunos se preguntaron enseguida por qué excluir las exportaciones mineras, cuando en la producción moderna ya no operan como enclaves y hay actividades industriales que se pueden desarrollar alrededor de ellas.

En apariencia, hay razón en el comentario, pues, a manera de ejemplo, es conocido el desarrollo de la metalmecánica en Barrancabermeja, especialmente por pymes, como consecuencia de la explotación de petróleo y de la actividad de refinación.

Como lo señaló el Ministro Díaz-Granados, no se trata de menospreciar las exportaciones minero-energéticas, cuando son ellas las que están aportando más del 50% de las exportaciones del país. Lo que ocurre es que en un mundo que camina hacia la escasez de este tipo de productos, no son necesarios grandes esfuerzos de comercialización para encontrarle compradores, ni hay que buscar la remoción de barreras de entrada.

No sólo no tienen problemas para crecer el volumen exportado, como lo vienen haciendo, sino que los altos precios internacionales de los minero-energéticos los convierten en la mayor fuente de riesgo de generación de la enfermedad holandesa. Además de los crecientes ingresos por exportaciones, la inversión extranjera orientada a la exploración y explotación, genera presiones adicionales sobre la tasa de cambio.

De esta forma, la combinación de mayor volumen exportado y altos precios permite a las empresas exportadoras compensar la apreciación cambiaria y mantener su estabilidad financiera.

Pero en el caso de los no mineros, el tema es diferente. Son productos que no se “venden solos” y, por el contrario, hay que desplegar importantes esfuerzos comerciales y acciones del gobierno.

Aun cuando en el grupo se incluyen algunos bienes primarios que también pueden obtener compensación parcial por la revaluación vía precios, requieren de bienes públicos para su acceso a otros mercados; tal es el caso de los acuerdos comerciales y de la admisibilidad sanitaria en los productos agropecuarios. De igual forma, estos productos pueden crecer su valor agregado mediante diversos grados de transformación industrial.

Los no mineros también incluyen los productos industriales con diversos grados de complejidad tecnológica; ellos enfrentan una mayor competencia global y están más expuestos a sentir los impactos de la enfermedad holandesa, al perder competitividad por excesivos niveles de apreciación de la moneda.

Es evidente por lo tanto, que, reconociendo la importancia de los productos minero-energéticos por su aporte a las metas de exportación y a la oferta de divisas que el país necesita para importar los bienes, servicios, tecnología y conocimientos que no produce, hay que establecer la diferencia con los no mineros. Ella ayudará al seguimiento estrecho de la forma en que una potencial enfermedad holandesa las empiece a afectar y permitirá preservar los avances que el país ha realizado en los últimos años en materia de diversificación.

En síntesis se trata de una buena propuesta de los exportadores, que además tiene dos virtudes. Por un lado, implica un alto compromiso del sector privado para avanzar en el objetivo. Por otro, fortalece la idea de contar con metas de largo plazo, que superen los periodos presidenciales y tiendan a convertirse en políticas de Estado.

¿Exportar agua?

viernes, 19 de noviembre de 2010
Publicado en Ámbito Jurídico No. 310 del 15 al 28 de noviembre de 2010


El cineasta francés Jean-Claude Carrière recuerda que “durante la cumbre de Davos, en 2008, se le preguntó a un futurólogo sobre los fenómenos que alterarían la humanidad en los próximos quince años y este propuso que se consideraran cuatro, que le parecían seguros… El segundo concernía al agua, destinada a convertirse en un producto comercial de intercambio exactamente como el petróleo; en fin, que veremos las cotizaciones del agua en la Bolsa”.

¿Será posible ese escenario? ¿Podrá ocurrir en un planeta que en un 70% es agua? La realidad es que un número creciente de análisis indica que la humanidad va camino a la escasez de este vital recurso y, como consecuencia, su precio será cada vez más elevado; el crecimiento poblacional, el cambio climático, la deforestación indiscriminada y la contaminación de fuentes de agua son las principales causas del problema.

En el planeta hay grandes cantidades de agua, pero el 97.5% es salada; y del 2.5% que es agua dulce, cerca del 70% está congelada. De esta forma, sólo el 0.75% del agua que hay en la tierra está disponible para la subsistencia de todos los seres vivientes, con excepción de los marinos.

El panorama se complica por la dispar dotación que tienen las naciones. The Economist señala que el 60% de toda la oferta disponible de agua fresca del mundo se concentra en nueve países, entre los cuales está Colombia. Pero en el otro extremo hay numerosas naciones de África, Asia, las Antillas y Europa Central y Oriental que tienen baja oferta; se calcula que mil millones de personas carecen de acceso al agua potable. Incluso en las economías desarrolladas hay crecientes problemas de disponibilidad de agua y enfrentan grandes desafíos por el rápido deterioro de sus fuentes, como lo mostró el World Wildlife Fund (“Rich Countries, Poor Water”).

Adicionalmente, el consumo tampoco es homogéneo en el mundo. Según la National Geographic, mientras que en Estados Unidos el uso por vivienda es de 380 litros por día, “millones de los más pobres del mundo subsisten con menos de 19”.

Varias naciones del mundo dependen de las importaciones de agua para satisfacer las necesidades de su población. Un caso destacado es el de Singapur, que desarrolló sistemas de recolección de aguas lluvias para consumo industrial, realiza procesos de desalinización de agua del mar e importa los faltantes (40% del consumo) desde Malasia. Como complemento a la variedad de fuentes de abastecimiento los consumidores son conscientes de la escasez y usan sistemas de bajo consumo en las viviendas.

Otro caso es el de exportación de agua embotellada de Canadá a los Estados Unidos, debido a los problemas de escasez en varios estados, especialmente del suroeste. En el tratado de libre comercio firmado entre estas dos naciones a finales de los ochenta se clasificó el agua como un “commodity”.

El tema es fuente de debates en Canadá y hay una creciente oposición a la exportación de sus recursos hídricos a gran escala. Los opositores afirman que los efectos ecológicos serán muy grandes y que hay regiones del país que tienen problemas de escasez

Los defensores afirman que teniendo Canadá una de las mayores disponibilidades de agua dulce en el mundo está en posición de vender parte de sus recursos a países que enfrentan graves problemas de abastecimiento. Además, señalan que los precios al consumidor y a la industria están distorsionados y, al no cubrir los costos del servicio, no hay incentivos a un uso más racional. El comercio internacional tendería a forzar unos precios más transparentes.

El desarrollo de un mercado internacional de agua a gran escala depende en parte de la evolución de las tecnologías de desalinización del agua marina. Pese a los avances registrados en las últimas décadas sigue siendo muy costoso el proceso, lo que mantiene las ventajas del agua dulce. Además ha surgido la preocupación por el impacto del uso amplio de esta tecnología sobre los niveles de salinidad del mar y su impacto ambiental.

¿Colombia como pinta en este panorama? De partida, es uno de los países del mundo con mayor disponibilidad de recursos hídricos y la posibilidad de incursionar en los mercados internacionales hay que explorarla. Pero también es necesario seguir de cerca la evolución de las tecnologías de desalinización y los debates en pro y en contra del comercio internacional del agua.

Entre tanto, el país debe seguir velando por preservar la dotación natural de agua. En el último “Informe sobre el desarrollo mundial”, el Banco Mundial plantea la posible desaparición de los glaciares de los Andes, como consecuencia del cambio climático. ¿Cómo se afectaría la disponibilidad de agua en Colombia en tal escenario? ¿Cómo se puede amortiguar su impacto?

Además, es importante frenar la deforestación en las cuencas hidrográficas, especialmente por la presión de la desordenada colonización inducida por el desplazamiento forzoso en varias regiones. Y, desde luego, hay que pensar en el desarrollo de la infraestructura requerida, en la forma de incorporar valor agregado a la potencial exportación, y en establecer los marcos necesarios para que se desarrolle una explotación ordenada del recurso, haciéndola ambientalmente sostenible.

Para diversos analistas, “el agua será el petróleo del siglo XXI”. Si ese mercado se desarrolla y se despejan los interrogantes sobre los impactos ambientales, Colombia debe estar preparada para aprovechar las oportunidades que se generen.

Lecciones del pasado

viernes, 23 de abril de 2010
Artículo publicado en el diario La República el 15 de abril de 2010


La incertidumbre sigue siendo parte del entorno en el que se desenvuelven las empresas. Y ella, a la vez que hace a los empresarios menos vulnerables a las situaciones adversas, les permite aprender a sobrevivir en escenarios complejos.

Así parece comprobarse en el caso de las medidas discriminatorias que el gobierno de Venezuela adoptó desde mediados de 2009 contra las exportaciones originarias de Colombia.

Un argumento a favor de esa hipótesis es la comparación del impacto de tal decisión con el causado por la imposición del control de cambios en Venezuela en 2003. Aún cuando la caída de las exportaciones fue relativamente similar en los dos casos (33,5 por ciento y 38,2 por ciento, respectivamente), en 2003 el número de empresas exportadoras se redujo en 718 (27,5 por ciento del total); en cambio, en 2009 la reducción fue de 347 empresas, es decir, de 10,2 por ciento. Por lo tanto, es razonable conjeturar que las lecciones de la situación negativa de comienzos de la década han permitido a los empresarios sobrellevar de mejor forma el bloqueo comercial reciente.

Aún cuando es necesario superar la alta dependencia del mercado venezolano, lo cierto es que a nivel de empresas la situación no es tan grave, tal vez por el aprendizaje del episodio de 2003.

Una forma de evaluar ese punto es examinando la dependencia operacional de las empresas. Ella se mide como el cociente entre los ingresos operacionales que cada firma obtiene por sus exportaciones a Venezuela y los ingresos operacionales totales.

Se realizó un ejercicio con los balances contables de 2008 (últimos disponibles), reportados a la Supersociedades. Se obtuvieron datos de 43 por ciento de las 3.387 empresas que ese año exportaron a Venezuela; ellas vendieron 63 por ciento del total exportado a ese destino.

Los resultados muestran que en 83,9 por ciento de las firmas, menos de 20 por ciento de sus ingresos operacionales dependen del mercado venezolano, y que en sólo 7,5 por ciento de ellas dependen en más de 40 por ciento.

Esto significa que para la gran mayoría de las empresas exportadoras la fuente de 80 por ciento o más de sus ingresos operacionales es el mercado nacional y/o las exportaciones a otros países. En consecuencia, son menos vulnerables que las que tienen dependencia superior a 40 por ciento; y en el caso de aquellas que exportan a otros mercados, pueden reorientar con mayor rapidez las exportaciones que enfrentan obstáculos en Venezuela.

Colofón: la experiencia y el tesón de los empresarios amortiguarán los efectos del bloqueo mientras se restablece el derecho de los pueblos al comercio. Las exportaciones totales de Colombia en los dos primeros meses de 2010 son la más altas de la historia para el primer bimestre y están creciendo a 19 por ciento anual… sin Venezuela crecen a 40 por ciento.

Exportar o morir

jueves, 1 de abril de 2010
Artículo publicado en Ámbito Jurídico el 29 de marzo de 2010


Los críticos de las negociaciones comerciales afirman que uno de los lemas del gobierno es “exportar o morir”; en su opinión, esto significa echar por la borda el fortalecimiento del mercado interno y condenar a la población a ser una simple consumidora de productos extranjeros ¿De dónde salió ese postulado?. Según ellos, el propio presidente Uribe lo acuñó; así lo afirmaron en un foro reciente en Bogotá.

Una revisión cuidadosa del discurso del presidente Uribe en el inicio de las negociaciones del TLC con Estados Unidos, de la famosa “Maratón del TLC”, de todos los documentos contenidos en la página de la presidencia y de los dos planes de desarrollo, arrojan un resultado nulo a los buscadores de estos términos.

En cambio, en varios documentos hay evidencia que demuestra la ausencia de una tesis tan simplista de la política de internacionalización del gobierno, pues lo que se formula es el necesario complemento. Por ejemplo, el Plan Nacional de Desarrollo 2002-2006: Hacia un Estado Comunitario (página 283) indica que la recuperación de la dinámica de la industria se basa en el crecimiento de la demanda interna y en el aumento de la participación de las exportaciones en los mercados internacionales. Ideas similares se formulan en el Plan 2006-2010 Estado Comunitario: Desarrollo para todos (página 506).

En una intervención en la Universidad de Santander, en abril de 2006, el Presidente Álvaro Uribe planteó esa relación de forma explícita, haciendo énfasis en su impacto positivo sobre la pobreza:

"La lucha contra la exclusión, la inclusión de los sectores pobres en las
corrientes dinámicas de la economía, es un imperativo nacional. Eso tiene
un contenido social y un efecto económico. El contenido social de reivindicar sectores excluidos, y la consecuencia económica de darles capacidad de demanda, con lo cual se amplían nuestros mercados.

Por eso no es incompatible con estos tratados de comercio. Al contrario, yo creo que se crea allí una convergencia necesaria. ¿Por qué? Porque nosotros solos o solamente en la Comunidad Andina no vamos a captar las inversiones suficientes que se requieren para poder darle a la economía la posibilidad de incorporar a sus corrientes dinámicas a los sectores más pobres".

Entonces ese dilema, que nos han tratado de proponer, entre la tesis económica de reivindicar a los pobres y ampliar el mercado interno por la vía de reivindicar a los pobres, que se opone a la tesis económica de buscar mercados de exportación, es un falso dilema.

A más mercados de exportación, más interés inversionista. A más inversión, mejores posibilidades de reivindicar los sectores pobres
históricamente excluidos".

Esto demuestra que el planteamiento del gobierno no ha sido fortalecer el comercio internacional abandonando el mercado interno. Las relaciones comerciales con el resto del mundo son una palanca de crecimiento con fuertes encadenamientos en la actividad productiva, que genera empleos y fortalece el mercado interno.

Si es tan evidente que el lema de “exportar o morir” no es una invención del gobierno actual, entonces ¿de dónde surgió? Según algunos analistas, la frase fue acuñada en la década de los noventa por Gonzalo Sánchez de Lozada, presidente de Bolivia en dos ocasiones (1993-1997 y 2002-2003), con referencia a la necesidad de vender hidrocarburos a los países vecinos. Mordazmente, un comentarista escribió que “el país meditó mucho, entendió el mensaje y decidió exportarlo a él”.

A partir de ahí, los movimientos de oposición a las negociaciones internacionales se “apropiaron” del eslogan para aplicárselo a cualquier formulación de política económica que haga referencia a la integración a las corrientes del comercio mundial. Una sencilla búsqueda de esa expresión en internet muestra que la mayoría de las referencias corresponde a opositores al libre comercio.

El problema es que no son consecuentes ni consistentes con sus argumentos. Basta que una figura destacada del panorama mundial diga algo que pueda ser utilizado para criticar al gobierno, para que los críticos criollos lo adopten como propio, sin tener en cuenta las contradicciones en que incurren.

En su discurso en la Cámara de Representantes el pasado 27 de enero, el presidente Obama señaló: “Debemos exportar más bienes. Porque, cuantos más productos fabriquemos y vendamos a otros países, más puestos de trabajo tendremos aquí. Por tanto, esta noche, vamos a fijarnos un nuevo objetivo: duplicar nuestras exportaciones durante los próximos cinco años, un incremento que sostendrá dos millones de puestos de trabajo en Estados Unidos”.

Las lecturas rápidas de estos anuncios han proliferado. Como en ese discurso Obama también hizo referencia a la importancia de aprobar el TLC con Colombia, los críticos interpretan la frase citada como evidencia del objetivo de Estados Unidos de invadir de mercancías a nuestro país; y deducen de ahí, que es un error del gobierno su empeño en la aprobación de ese tratado por parte del Congreso estadounidense.

En su afán se olvidan de calificar la propuesta del presidente Obama como una manifestación más del “exportar o morir”. También olvidan su calificación a Estados Unidos como una economía cerrada. Peor aún, no ven que la propuesta destaca los argumentos sobre el impacto que tiene el comercio internacional en el crecimiento económico y en la generación de empleos; son los argumentos que aportan la teoría económica y la evidencia empírica, pero que los críticos se niegan a aceptar porque se quedarían sin discurso.