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¿Inflación para rato?

viernes, 25 de marzo de 2022

 

Publicado en Portafolio el viernes 25 de marzo de 2022

La inflación se “disparó” de 1,49% en noviembre de 2020 a 8,01% en febrero de 2022. Los datos son preocupantes; el nivel actual es el tercero más alto en lo corrido de este siglo, el acumulado de los dos primeros meses (3,33%) solo es superado por el del año 2000 y el incremento de precios de los alimentos (23,3%) es el más alto en 24 años.

Este es un problema global que está alcanzando niveles insospechados. La inflación de Estados Unidos en febrero es la más alta en 40 años; la de Alemania, Reino Unido, España y Canadá es la mayor en 30 años.

En Colombia hay quienes creen que, al ser un problema internacional, la política monetaria local es ineficaz. Cierto es que las cadenas de suministro tienen dificultades igual que la oferta de algunos productos básicos, pero también hay factores locales. Las restricciones por la pandemia, los programas de transferencias monetarias y otros apoyos directos generaron “excesos de ahorro”. Con la “reapertura” de la economía se desató la demanda de los hogares, que en 2021 creció el 14,6% en términos reales, mientras el PIB lo hizo al 10,6%. 

Los debates internacionales giran en torno a si las expectativas inflacionarias se desanclaron, y si los precios retornarán pronto a sus niveles de largo plazo o sí, por el contrario, habrá inflación para rato. Recientemente Olivier Blanchard afirmó que la elevada inflación en Estados Unidos puede persistir por buen tiempo (“Why I worry about inflation, interest rates, and unemployment”; March 14, 2022). Destaca la actual brecha de 12% entre la inflación básica y la tasa real de interés de la FED y la compara con el episodio inflacionario de mediados de los setenta, con una brecha de 17%; recalca que en este caso fueron necesarios ocho años y el aumento de 1.300 puntos básicos en la tasa de interés real para bajar la inflación a niveles del 4%. Además, hay incertidumbre sobre la duración de los efectos de la guerra en Ucrania en los precios de la energía, los alimentos, los insumos agrícolas y el funcionamiento de las cadenas de suministro.

En Colombia la brecha entre la inflación básica (núcleo 15) y la tasa de política monetaria es cercana al 8%. De esa brecha y de lo expuesto surgen muchos interrogantes: ¿cuánto más subirá la tasa la autoridad monetaria para cerrar la brecha? ¿cuál será su impacto en el crecimiento económico? ¿cuánto tardarán en bajar los precios? ¿qué pasará en un escenario más crítico de la guerra en Ucrania? ¿qué más puede hacer el gobierno para mitigar los efectos internacionales dada su restricción presupuestal y el abultado déficit fiscal?

Crisis y oportunidades

viernes, 24 de abril de 2020
Publicado en Portafolio el 24 de abril de 2020.

Winston Churchill decía: “¡Nunca desperdicies una buena crisis!” Hoy el mundo está enfrentando una sin precedentes; ¿cómo aprovecharla? 

Gobierno, empresarios, academia y analistas deberían explorar a fondo las oportunidades que hay para enfrentar la dimensión sanitaria de la pandemia y para dinamizar la economía. El punto de partida es la escasez global de productos esenciales para el sistema de salud.

¿Puede sustituirlos la producción nacional? Hay empresas con flexibilidad para reorientar su producción y otras podrían crearse para atender la urgencia. Suena utópico, pero los periodos de crisis son motores de grandes innovaciones. El politólogo francés Bertrand Badie, afirmó hace poco que una crisis como la actual, “al agudizar el miedo, permite desarrollar la creatividad humana y social”.

¿Por qué no empezar a producir en Colombia sofisticados equipos médicos? Hay quienes se oponen a la fabricación de ventiladores “made in Colombia” porque no cuentan con las certificaciones internacionales que tienen los mejores fabricantes del mundo. Recordemos la tragedia vivida en Italia; el crecimiento exponencial de enfermos graves de covid-19 desbordó la capacidad de UCIs de los hospitales italianos y los médicos tuvieron que elegir a quien salvar y a quien dejar morir. Si existe la posibilidad de que unos artefactos no tan sofisticados, pero técnicamente adecuados, puedan salvar vidas, ¿por qué no intentarlo?

Bernard Roth, profesor de Stanford, recuerda que unos estudiantes desarrollaron un producto similar a una bolsa de dormir, que por módicos US$200 sustituyó incubadoras de más de US$20.000 en Nepal. Partiendo de cero, esa innovación permitió salvar las vidas de muchos bebés prematuros y los estudiantes iniciaron una fábrica para ayudar a otras economías pobres.

Ese es un ejemplo, pero pueden surgir muchos más. El problema sanitario no desaparece “aplanando la curva”, pues existe el riesgo de una segunda ola de covid-19, según un artículo en The Lancet; esto porque unos meses de cuarentena no inmunizan la población o porque los controles se relajan prematuramente.

Se podría implementar la propuesta de Paul Romer y Alan Garber, de levantar la cuarentena gradualmente, imponiendo a las personas el uso de trajes de protección especiales, como los suministrados a los jueces en Colombia. Ahí surgen una oportunidad y un reto para que diseñadores industriales, textileros y confeccionistas fabriquen “moda” en ropa de protección que sea barata y más cómoda.

En algunos casos, como los de ventiladores diseñados en varias universidades del país, están apareciendo apoyos particulares; pero deberían ser parte de una “política pública de emprendimiento anticovid-19”, una especie de Plan Marshall o de Restauración Meiji, para potenciar las iniciativas que inventen o reinventen negocios.

Las opciones son claras: Extender las cuarentenas, con el riesgo de quebrar la economía aumentando la pobreza y el desempleo, o inducir la reorientación de recursos públicos y privados hacia industrias de productos y servicios nuevos, que dinamicen la producción y el empleo, a la vez que se logra la tan esquiva diversificación de la estructura productiva del país. ¿Qué será preferible?

¿Economías desarrolladas estancadas?

viernes, 22 de mayo de 2015
Publicado en Portafolio el 22 de mayo de 2015

Lawrence Summers, exsecretario del Tesoro de los Estados Unidos, planteó en noviembre de 2013 la hipótesis del estancamiento secular de las economías desarrolladas, retomando los argumentos formulados por Alvin Hansen en 1939.

Según esa hipótesis, las economías desarrolladas vienen enfrentando un problema estructural que repercute en baja dinámica del PIB y disminución del producto potencial, como consecuencia de la caída en la inversión, el estancamiento de la productividad total de los factores y restricciones en la oferta laboral; estas últimas, asociadas al continuo descenso en la tasa de crecimiento de la población en edad de trabajar.

Summers observa que seis años después del inicio de la crisis mundial, las economías desarrolladas no han retornado a las tasas de crecimiento precrisis. La demanda agregada no ha reaccionado a las políticas monetarias heterodoxas, que bajaron a cero las tasas de intervención de los bancos centrales y, en el caso de Estados Unidos, indujeron un crecimiento sin precedentes de la base monetaria, mediante la compra masiva de bonos públicos y privados (flexibilización cuantitativa).

En ese contexto, las pocas opciones de crecimiento son no sostenibles, pues se basan en aumentos de la inflación o en la generación de burbujas financieras, que incrementan el riesgo de crisis y el retorno a los bajos ritmos de crecimiento. Esto explicaría las fases de auge de la economía de Estados Unidos en la década de los noventa y la primera del presente siglo, por las burbujas de las puntocom y las hipotecas subprime, respectivamente.

La ineficacia de la política monetaria se asocia al problema conocido como “límite inferior cero”, pues los bancos centrales no pueden bajar la tasa nominal de interés de ese nivel. Para reactivar la inversión serían necesarias tasas reales de interés más negativas, pero en la práctica es difícil lograrlas con la actual tendencia deflacionaria.

Otra opción es el impulso de las exportaciones mediante los acuerdos comerciales, la relajación de controles a las exportaciones, la oposición a políticas proteccionistas de otros países y el fortalecimiento de políticas de promoción.

La mejor alternativa, de acuerdo con Summers, es el incremento del gasto público. Su recomendación para Estados Unidos es mantener la tasa de interés cero por un periodo más prolongado, al tiempo que el déficit fiscal se incrementa en un punto porcentual durante cinco años.

El debate académico que siguió a la interpretación de Summers ha involucrado a los más connotados economistas de las economías desarrolladas. Pero un hecho trascendental es la incorporación de la hipótesis del estancamiento secular en los análisis de la economía mundial y en las recomendaciones de política que hace el FMI; en el estudio de abril de 2015 se afirma que este fenómeno también afecta economías emergentes como China.

Dados el bajo dinamismo de las economías desarrolladas y la desaceleración de algunas emergentes, si el argumento del estancamiento secular es válido, la economía mundial quedaría atrapada en una situación de bajo crecimiento en caso de no adoptarse medidas como las recomendadas por Summers y por el FMI.

Si se adoptan, se moderarían las expectativas de aumento de las tasas de interés por parte de la FED, y mejorarían las posibilidades de lograr un mayor crecimiento global. ¿Sí estará dispuesta la FED a comprar esta hipótesis, como la compró el FMI?

¿Qué es el estancamiento secular?

miércoles, 22 de abril de 2015
Publicado en la edición digital de la revista MisiónPyme de abril de 2015

Este término es la fuente de amplios debates en las economías desarrolladas desde noviembre de 2013, cuando Larry Summers, exsecretario del Tesoro de los Estados Unidos, lo resucitó en un foro del FMI.

El concepto de estancamiento secular (ES), fue acuñado por el economista Alvin Hansen en 1938, cuando todavía se sentían los impactos negativos de la Gran Depresión. Para Hansen, el menor crecimiento de la población y los escasos avances tecnológicos quitaban incentivos a la inversión y, por lo tanto, la economía tendería a perpetuar la recesión. Esta visión sobre el crecimiento económico fue relegada al olvido a partir del auge que siguió a la Segunda Guerra Mundial.

Según Robert Solow “El término estancamiento secular… denota una tendencia persistente de una economía nacional (o un grupo de economías) no solo a crecer con lentitud, sino más concretamente a encontrarse parcial o totalmente incapacitada para aprovechar al máximo su potencial productivo”.

Summers formuló el interrogante de si el ES se puede considerar como la “nueva normalidad” de las economías avanzadas. A pesar del tiempo transcurrido desde la quiebra de Lehman Brothers, el PIB potencial sigue disminuyendo y las tasas de crecimiento se mantienen bajas.

En una economía con exceso de ahorro y debilidad de la demanda, las bajas tasas de interés no son suficientes para estimular el crecimiento; se cae en lo que Keynes denominó la “trampa de liquidez” y ahora llaman el “problema del límite inferior cero”, en los debates sobre ES. Para incentivar la inversión serían necesarias tasas reales negativas, pero es difícil lograrlas porque la debilidad de la demanda repercute en menores tasas de inflación.

En ese contexto, los periodos de auge y pleno empleo podrían serían logrados por burbujas, como la tecnológica de los noventa o la más reciente de construcción de viviendas. Pero serían efectos temporales, pues una vez terminadas, la economía volvería al bajo crecimiento.

Como lo anotó Hansen, el ES se acentúa con la disminución de las tasas de crecimiento de la oferta laboral, asociadas al envejecimiento de la población y a menores tasas de natalidad. También incide el menor crecimiento de la productividad del trabajo y del capital. Consecuencia de los anteriores factores, se reduce el crecimiento de la inversión, porque al contar con menos mano de obra se requiere menos capital y, adicionalmente, la demanda agregada no tiene la dinámica necesaria para incentivarla.

Pese a que los debates sobre el ES han involucrado a los más connotados economistas del planeta, en América Latina, en general, y en Colombia, en particular, poco eco han tenido. Tal vez la relativa indiferencia se sustente en el presunto “desacople” (decoupling) entre la dinámica de crecimiento de las economías emergentes y la de las economías desarrolladas, a partir de la pasada crisis mundial.

Tradicionalmente se aceptaba que la dinámica de las economías en desarrollo estaba “acoplada” a la de las economías desarrolladas. Esto se expresaba coloquialmente enunciando que “cuando Estados Unidos estornudaba, el mundo se resfriaba”.

Pero la crisis mundial no solo se originó en las economías desarrolladas, sino que las golpeó más fuerte. Entre tanto, el mundo en desarrollo adoptó políticas contracíclicas que le permitieron amortiguar el impacto; esta resistencia a los choques exógenos se conoce como resiliencia de las economías.

Consecuencia de la resiliencia es que en los años siguientes a la crisis mundial, mientras las economías desarrolladas se estancaron, las economías emergentes se convirtieron en el principal motor de la economía mundial. A ello contribuyeron especialmente los llamados BRICS: Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica. Esta situación de alto crecimiento de las emergentes y estancamiento del mundo desarrollado fortaleció la idea del “desacople”.

La pregunta que surge es si ha ocurrido algo para que el ES, que se veía como un problema de economías desarrolladas, ahora sí pueda despertar algún interés entre los analistas de América Latina y de Colombia.

Lo que ha ocurrido es evidente: la región se está desacelerando de forma muy rápida. Brasil, el único país latinoamericano miembro de los BRICS, prácticamente no ha crecido en los dos últimos años y para el presente se proyecta una tasa negativa. Chile, la estrella de la región en las últimas décadas, crece a menos de la mitad de su anterior tasa de crecimiento. Argentina y Venezuela, en términos de Panagariya, se podrían calificar como casos de “desastres de crecimiento económico”. Incluso las economías de Perú y Colombia, que se mostraron como las más sólidas, han visto continuas revisiones a la baja de sus proyecciones para 2015 y 2016. Las cifras de la Cepal lo dicen todo: la economía latinoamericana creció 1.2% en 2014 y apenas se proyecta en 1.0% para 2015.

Como lo destaca un estudio reciente del FMI, el menor ritmo de crecimiento de América Latina está asociado con la reducción de las tasas de participación laboral, el envejecimiento de la población, y la baja productividad del capital y de la mano de obra.

Pero, como lo señala el FMI, hay decisiones de política que se pueden adoptar para aumentar el nivel del PIB potencial y mejorar la productividad laboral y del capital. Ellas incluyen la mejora en la calidad y en la cobertura de la educación, el desarrollo de obras de infraestructura, crecer el gasto en investigación y desarrollo para impulsar la innovación, e incentivar la participación femenina en la oferta laboral, entre otras.

Lo esencial es adquirir conciencia de la magnitud del problema que representa el ES y aprovechar los amplios debates que se han dado desde finales de 2013, para conocer metodologías, identificar causas y reorientar las políticas. Magnifico si Colombia ha escapado a ese fenómeno; pero si no, mejor actuar pronto aprovechando que se están implementando varias de las políticas recomendadas.

¿Es importante la educación financiera?

viernes, 26 de septiembre de 2014
Publicado en la revista MisiónPyme No. 78, septiembre de 2014

Pues antes se sospechaba que tal vez... Pero desde la crisis financiera mundial se tiene la certeza de que sí es importante. Muchas personas naturales y jurídicas se embarcaron en el torbellino de compras y ventas de viviendas y de títulos derivados de hipotecas subprime, sin tener mayor conocimiento de lo que estaban haciendo y de los riesgos en que estaban incurriendo.

Los deudores no se cuestionaron cómo era posible que siendo clientes calificados subprime (cuyas características sintetizó Leopoldo Abadía en el acrónimo NINJA: no income, no job, no assets), pudieran recibir créditos por más del 100% del valor del inmueble, sin cuota inicial y además con unas mensualidades bajísimas.

Cuando los precios de la vivienda, que habían crecido como palmeras, cayeron como cocos, y las tasas de interés aumentaron, los saldos de la deuda subieron como espuma y superaron el valor del inmueble. El desenlace final, fue la quiebra de los deudores y de los tenedores de los títulos de hipotecas subprime.

Esa historia fue, ni más ni menos, la repetición en Estados Unidos de la historia de Colombia con la crisis del UPAC: Unos creativos financieros “inventaron” las cuotas supermínimas, pero ni ellos explicaron ni los compradores indagaron por qué tanta belleza. El secreto consistía en el rápido crecimiento que tendrían los pagos mensuales en los años siguientes; en el peor de los casos, creían que la deuda se pagaría con la venta de las viviendas valorizadas. Pero las mayores tasas de interés dispararon las cuotas, la demanda se contrajo, los precios de la vivienda cayeron y el saldo de las deudas aumentó.

Como pocos en el país entendieron ese galimatías y había que buscar un culpable, todos los males se le achacaron al UPAC. En consecuencia, la Corte Constitucional en su sabiduría declaró inconstitucional la capitalización de intereses para la financiación de vivienda.

Esta suma de hechos muestra las erradas decisiones que se pueden tomar y las graves consecuencias que pueden acarrear, por no tener competencias básicas en temas financieros.

El problema es que aún en las economías desarrolladas esos conocimientos son bajos. En un estudio de Anamaria Lusardi y Olivia Mitchell (“The Economic Importance of Financial Literacy”) formularon tres preguntas elementales para evaluar las competencias financieras en adultos; solo 53.2% de los encuestados en Alemania las respondió correctamente, el 30.2% en Estados Unidos y el 27.0% en Japón.

En Colombia, el resultado fue más desalentador. Según la firma Raddar (“Conocimiento financiero de los colombianos”) solo el 9.9% las respondió bien; nuestro consuelo son Rusia y Rumania, donde apenas 3.7% y 3.8% acertaron las tres respuestas. Esos hallazgos apoyan la hipótesis de que el último puesto del país en el módulo de competencias financieras de las pruebas PISA no fue un accidente.

El gobierno reaccionó lanzando el programa “Orientaciones pedagógicas para la Educación Económica y Financiera” que se debe incorporar en los currículos de los colegios “en concordancia con la autonomía escolar”; es decir, no hay garantía de implementación.

Pero, suponiendo que se implementara exitosamente, subsiste el problema de la gran masa de colombianos que tiene esa carencia. Y son ellos los que están vinculados a las empresas y diariamente toman decisiones que afectan los negocios, los hogares y la economía. ¿Qué hacer? Se oyen propuestas.

EEUU y UE: determinantes del crecimiento global

martes, 29 de enero de 2013
Publicado en Ámbito Jurídico, Año XVI - No. 362; del 27 de enero al 9 de febrero de 2013


Aun cuando el mundo pareciera ir camino de una recesión en 2013, hay factores que pueden reducir esa probabilidad.

La tendencia a la recesión encuentra sustento en los complejos procesos de adopción de medidas de política económica tanto en la Unión Europea, como en Estados Unidos.

En la zona euro persisten los problemas asociados a la crisis de confianza en la deuda soberana. Las decisiones se dan a cuentagotas y solo cuando el desastre parece inminente, razón por la cual los mercados se mantienen en permanente zozobra y aumenta su volatilidad. El economista español Xavier Sala i Martin resume muy bien este comportamiento: “los reformistas europeos solo se mueven a golpe de pánico y como el pánico ha desaparecido desde hace unos meses, los eurócratas han dejado de tener prisa”.

A diferencia de lo ocurrido con la crisis mundial de 2008-2009, este comportamiento impidió la adopción de medidas rápidas y oportunas para conjurar la recesión. La austeridad fiscal desacelera más las economías de la UE a la vez que impide la reducción de los niveles de la deuda pública. La demora en la negociación y aprobación de paquetes de apoyo para las economías con mayores dificultades y la negativa de los gobiernos a aceptar públicamente la urgencia de los rescates, prolonga el desánimo.

Entre tanto, el desempleo sigue creciendo y la baja actividad relativa del Banco Central Europeo contribuye a la apreciación del euro respecto al dólar. Este hecho sumado a los problemas de competitividad de las economías europeas, impide que el comercio tenga un efecto positivo mayor.

No obstante, hay algunos hechos que permiten prever una moderación de las tendencias recesivas en 2013. Alemania, que ha mantenido las posiciones más duras frente a la crisis de la deuda, las ha flexibilizado gradualmente y transmite a los mercados su firme intención de defender el euro.

Adicionalmente, el solo anuncio de las políticas está contribuyendo a restablecer la confianza en la moneda única y a alejar el fantasma de su quiebra, con todos los efectos negativos que podría desencadenar.

Este resultado se observa, por ejemplo, con las declaraciones de Mario Draghi, gobernador del BCE en julio de 2012, en las que anunció que este organismo haría todo lo que fuera necesario para defender el euro, incluyendo la compra masiva de bonos soberanos de los países con mayores problemas; posteriormente hizo la aclaración de que esa compra se aplicaría en el marco de compromisos de ajuste fiscal por parte de esos gobiernos. Aun cuando no se han realizado compras ni compromisos como los mencionados, las presiones de los mercados sobre esos bonos se redujeron notablemente.

En igual sentido han contribuido tanto el acuerdo para poner en funcionamiento un supervisor financiero único para los bancos más grandes a partir de 2014, como las discusiones y documentos de trabajo en torno a posibles acuerdos para complementar la unión monetaria con la unión fiscal y financiera.

En el caso de los EEUU, hay síntomas de recuperación, como el crecimiento del PIB en el tercer trimestre de 2012, el gradual repunte de los indicadores del mercado de vivienda y la reducción de los indicadores de desempleo, aun cuando en este último caso hay preocupación por el lento descenso.

Pero también son evidentes los problemas de incertidumbre que generan las dificultades para la toma de decisiones de política económica. El caso más sonado es el denominado abismo fiscal. Aun cuando su impacto estaba previsto desde el acuerdo de septiembre de 2011 para aumentar el techo fiscal, apenas en la primera semana de 2013 tuvo una solución a medias: el aumento de ingresos será menor al esperado y quedaron pendientes por definir en los próximos meses los temas de recortes de gastos y aumento del techo fiscal.

Sin embargo, en el manejo de la política monetaria no solo se mantiene la flexibilidad de los dos últimos años, sino que potencialmente se amplía. A finales de 2012, la Reserva Federal adoptó lo que se ha denominado como la “regla de Evans”.

Mientras que el compromiso anterior de la autoridad monetaria era mantener la tasa de interés cerca de cero hasta 2015, la nueva regla implica que la expansión monetaria se mantiene hasta que se logre bajar la tasa de desempleo al 6.5% o hasta que la inflación supere el 2.5% anual.

En síntesis, el efecto esperado de las decisiones de política económica en la UE y en EEUU puede prolongar la débil dinámica de la economía mundial, sin ocasionar una nueva recesión, salvo que la resolución del problema fiscal en EEUU tome algún giro inesperado. La mala noticia para las economías en desarrollo será la persistencia de la tendencia de apreciación de la moneda por las políticas monetarias expansivas en ambas regiones.

Exportaciones en bajada

viernes, 17 de agosto de 2012
Publicado en Portafolio el miércoles 15 de agosto de 2012

Las exportaciones colombianas en junio disminuyeron 1.9% con relación a junio de 2011. Aun cuando el acumulado del primer semestre mantiene una dinámica positiva (11.7% anual), es evidente la rápida desaceleración desde el cierre del año anterior (43% anual).

Un mes con variaciones negativas no se observaba desde octubre de 2009. En ese episodio las exportaciones cayeron durante doce meses consecutivos (entre noviembre de 2008 y octubre de 2009) por el impacto de la crisis mundial.

La agudización de la crisis con la quiebra de Lehman Brothers indujo una caída abrupta de las importaciones de las economías desarrolladas, con la consecuente contracción de los precios internacionales de los productos básicos. Así operó el canal comercial de transmisión de la crisis mundial desde las economías desarrolladas hacia las economías en desarrollo.

¿Qué explica la caída de las exportaciones colombianas en junio? ¿Es un caso aislado o, igual que en el episodio anterior, obedece a un problema internacional? ¿Estamos frente a una nueva activación del canal comercial que transmitirá los efectos de otra crisis al mundo en desarrollo?

Es claro que la demora en la solución el problema de la deuda soberana en la zona euro está acentuando los problemas de las economías europeas y aumentando los temores sobre la debacle que podría ocasionar el potencial derrumbe de la unión monetaria. A ello se suman los problemas políticos del gobierno de Estados Unidos que impiden tomar las decisiones para fortalecer la demanda interna.

Lo cierto es que ya varias economías europeas están entrando en la zona de recesión. El PIB de Inglaterra, Bélgica, Grecia, Italia, Holanda, España, la República Checa y Hungría cayó en el primero y/o segundo trimestre de 2012. Y países como Francia y Dinamarca prácticamente no están creciendo.

El índice JP Morgan Global Manufacturing en junio y julio se ubicó por debajo de la línea de referencia de 50 puntos, lo que refleja las expectativas de los empresarios de contracción de la producción industrial. Niveles tan bajos no se registraban desde junio de 2009, cuando el sector estaba saliendo de la crisis mundial.

Además, las economías emergentes que venían actuando como motores de la economía mundial se han desacelerado. En el caso de China, el FMI proyecta un crecimiento de 8.0%, 1.2 puntos porcentuales menos que en 2011 (9.2%) y 2.4 puntos menos que en 2010 (10.4%). En el de India se espera un crecimiento de 6.1%, que contrasta con los dos años anteriores (7.1% y 10.8%). Y Brasil, que pasó de crecer 7.5% en 2010 a 2.7% en 2011, apenas crecerá 2.5% en el presente año.

Con el debilitamiento de la demanda, el comercio mundial perdió dinamismo. En las 70 economías a las que les hace seguimiento la OMC y que representan el 90% de las importaciones globales, se observaron caídas en abril y mayo del 0.8% y 1.7% anual y seguramente en junio también disminuyeron.

La Unión Europea, que responde por un tercio de las importaciones globales de bienes, ha registrado variaciones negativas en marzo, abril y mayo (-4.3%, -7.0% y -9.0%), y economías como Italia, Portugal y Grecia llevan ocho meses o más con reducciones.

Como consecuencia, América Latina está siendo afectada; en Argentina, Brasil, Chile, El Salvador, Guatemala y Paraguay las exportaciones caen en los últimos dos o tres meses.

En ese contexto, los precios internacionales de los productos básicos están bajando, con la excepción de productos como el maíz, soya y el trigo, fuertemente afectados por la sequía en Estados Unidos. El Índice de Precios de Alimentos de la FAO registró en junio una reducción anual del 13.7%, con altas caídas en lácteos (-25.1% anual), azúcar (-19.0%) y aceites (-14.8%).

Volviendo al caso colombiano, la caída de US$87 millones está concentrada en petróleo y derivados (-US$172 millones), café (-US$56 millones) y flores (-US$52 millones). En los dos primeros predomina un efecto precio, pues los volúmenes tuvieron pequeños incrementos con relación a junio de 2011. En el tercero caen tanto los precios como el volumen.

Es válido entonces concluir que la contracción de las exportaciones en junio está asociada con el entorno internacional. Pero a diferencia de la situación registrada en la crisis de 2008-2009, ellas comenzaron a caer en el mismo mes que las exportaciones globales; en la situación actual han comenzado a hacerlo cuando las del mundo llevan tres meses en contracción. En el primer caso pasaron de un mes con variación de 20.3% a uno con -27.2%; en el segundo el aterrizaje fue gradual, pasando de 1.2% a -1.9%.

Es una realidad que las exportaciones pueden seguir cayendo, mientras no se solucione el problema de las economías desarrolladas. Sólo resta esperar que adopten pronto las medidas que se requieren y que, contra viento y marea, contengan el riesgo de otra crisis mundial.

Crisis

Publicado en Ámbito Jurídico No. 350, del 23 del julio al 5 de agosto de 2012

Como todas las crisis, la actual de la Eurozona apareció silenciosamente. Se fue gestando solapadamente y sólo cuando adquirió grandes proporciones salió al escenario.

A finales de 2009 y comienzos de 2010 el mundo se solazaba con la rápida salida de la crisis mundial de 2008-2009 y abundaban las felicitaciones por el éxito de las políticas heterodoxas implementadas tanto en economías desarrolladas como subdesarrolladas. Se había derrotado al fantasma de la Gran Depresión de los años treinta, con sus largos años de estancamiento, desempleo y pobreza. Ahora se anhelaba un pronto retorno a las altas tasas de crecimiento del periodo 2003- 2007, la reducción de las tasas de desempleo y la recuperación del valor de los activos fijos.

Sólo quedaban algunos casos aparentemente aislados, como las dificultades de Grecia para recuperarse, por el pesado lastre de su déficit fiscal, que por entonces se atribuía a las políticas contracíclicas. Pronto se puso en evidencia que detrás de esa situación había un grave problema de las finanzas de la Eurozona.

El FMI en su World Economic Outlook de abril de 2010, consideraba que las economías desarrolladas debían fortalecer aún más el gasto público porque su ritmo de recuperación aún era débil; no obstante, hacía una anotación sobre Grecia y la posibilidad de generación de un problema de la deuda soberana si no se adoptaban las medidas de austeridad requeridas. De igual forma, en el Global Financial Stability Report del mismo mes, llamaba la atención sobre el riesgo de una crisis de deuda soberana y aconsejaba acelerar los planes de consolidación fiscal, esto es, la reducción de los déficits fiscales heredados de la reciente crisis mundial.

Más contundente fue el estratega de inversiones Kiril Sokoloff, durante su visita a Colombia hace dos años. En declaraciones a la revista Dinero señaló tajantemente: “los mercados de bonos soberanos se convertirán en la próxima burbuja especulativa del mundo”.

Lamentablemente esa predicción se cumplió; no solo Grecia, sino también Irlanda, España e Italia se han visto forzados a aceptar los programas de rescate de la unión monetaria y el FMI. La crisis de la deuda soberana se volvió real y generó una crisis financiera que acentuó los debates al interior de la Eurozona sobre las medidas a adoptar y está alimentando la incertidumbre sobre el futuro de la unión monetaria. Pero, lo más grave es que hoy estamos al borde de una nueva crisis mundial.

Hay un elemento común en las apreciaciones de economistas como Krugman, Stiglitz y De Grauwe y es que las instituciones europeas cuentan con las herramientas para conjurar la crisis, pero los desacuerdos entre los países miembros están aumentando su probabilidad de ocurrencia.

Otro aspecto en el que coinciden varios analistas es en la necesidad de aplicar políticas heterodoxas como las que se adoptaron durante la crisis de 2008-2009; pero quienes se oponen argumentan que no es posible una expansión fiscal cuando se ha deteriorado la credibilidad en la solvencia de los gobiernos.

Krugman (“The Great Abdication”) afirma que el mundo está a punto de repetir la historia de Austria en 1931; la quiebra de su sector financiero, que se hubiera podido evitar con el apoyo de países como Francia y Estados Unidos, generó un pánico financiero con impacto mundial. Europa cuenta con las instituciones y los gobiernos que podrían solucionar de una vez por todas la crisis financiera de España asumiendo mayores riesgos, en lugar de otorgar créditos al gobierno, para inyectar capital a los bancos mediante financiación; esto no hace más que crecer la deuda del gobierno e incrementar su problema de credibilidad.

Para De Grauwe (“As the Eurozone hangs on the precipice…”) la semilla de la crisis está en la propia creación del euro, pues es una moneda sin país. “El miedo y el pánico son ahora las fuerzas directrices de la Eurozona, con una división en dos bloques de países, uno de los cuales se caracteriza por austeridad y recesión y otro por su buen equilibrio con capacidad de endeudarse casi sin costo”. Esta situación no la reconocen ni el Banco Central Europeo (BCE) ni la Comisión Europea y por eso dictaminan una política única de austeridad.

La propuesta de este economista es una intervención activa del BCE para poner un límite máximo a los spreads de los bonos de mayor riesgo; presionar la reducción del déficit en los países con problemas, mientras aumenta el gasto en los que tienen superávit; y dar los pasos necesarios para constituir la unión fiscal como complemento imprescindible de la unión monetaria.

Como señala De Grauwe la estrategia de los líderes de la Eurozona parece ser “esperar y mirar”. La inminencia de una nueva crisis mundial debe ser el acicate para cambiarla por una en línea con lo que sugiere Krugman: “asumir mayores riesgos y actuar rápidamente”.

Exportaciones ¿Qué está pasando?

domingo, 24 de junio de 2012
Publicado en el diario La República el 23 de junio de 2012

Las exportaciones en abril de 2012 crecieron 4% anual. Y en el acumulado de los primeros cuatro meses su incremento fue de 17% respecto al primer cuatrimestre del año anterior.

Aun cuando el monto en dólares es el más alto de la historia económica del país en los dos casos, las tasas de crecimiento son inferiores a las de los años anteriores. Es evidente, por lo tanto, que las exportaciones se están desacelerando.

Por eso, varios analistas han llamado la atención sobre el tema. Pero algunos han sugerido que el TLC con Estados Unidos no se podrá aprovechar porque las exportaciones de los productos con más potencial a ese destino están cayendo o que es un error cerrar las negociaciones con Corea cuando las ventas a ese mercado se contraen.

Sobre este aspecto particular cabe recordar que los tratados comerciales son medidas estructurales y que no se debe evaluar su resultado a la luz de una coyuntura particular, de la misma forma que la negociación de los TLC no se puede cerrar exclusivamente en las fases de auge de la economía de los socios comerciales.

La discusión sobre los resultados recientes es importante, pues si las exportaciones de la economía colombiana se están desacelerando, pero las del resto del mundo no, ello significa que algo no anda bien en el país. En cambio, si el problema es generalizado, el diagnóstico es otro.

Aun cuando pocos analistas locales lo han mencionado, la coyuntura global es la principal explicación de la dinámica de las exportaciones del país. La incertidumbre que ha caracterizado la economía mundial en los dos últimos años, se acentuó con la profundización de la crisis europea, por el creciente riesgo de abandono de Grecia de la zona euro y por la poca credibilidad lograda con el reciente rescate del sistema financiero español.

Niall Ferguson y Nouriel Roubini señalan en un artículo reciente (“Berlin is ignoring the lessons of the 1930s”. Financial Times, junio 8) que la salida de Grecia podría desencadenar una crisis financiera en toda la zona euro.

 Por lo tanto, este episodio da una nueva dimensión a la crisis europea y, según Ben Bernanke, representa un riesgo importante para la estabilidad del sector financiero de los Estados Unidos. Por un tiempo la situación europea tuvo algún grado de asilamiento, de forma que la economía y el comercio mundiales siguieron creciendo impulsados por las economías emergentes. Pero la agudización reciente empieza a impactar ambas variables.

Los datos de la OMC indican que las exportaciones globales, que crecieron a tasas por encima del 20% anual hasta el tercer trimestre de 2011, apenas aumentaron el 5.3% en el primer trimestre de 2012. Esto refleja la pérdida de dinamismo de la demanda de las principales economías; en Estados Unidos las importaciones crecieron 8.4% anual en enero-marzo, las de China 6.8% y las de la Unión Europea cayeron 0.7% anual.

La menor demanda se refleja en la contracción de los precios internacionales de los productos básicos, que aun cuando se mantienen en niveles históricamente altos han cedido terreno en los meses recientes. Además, los bancos centrales de los países desarrollados anuncian su intención de mantener una política monetaria flexible que alimenta las expectativas de apreciación de las monedas de las economías en desarrollo.

En este complejo contexto, es claro el peso de la situación global en la dinámica de las exportaciones. Los problemas de caída de la producción cafetera o los nefastos impactos de los inviernos recientes en la producción de banano son factores internos que afectan negativamente las exportaciones totales de Colombia; pero evidentemente no son la causa mayor. Aun así, el país se mantiene como uno de los exportadores más dinámicos de la región.

Profecías auto-realizadas

jueves, 17 de mayo de 2012
Publicado en Ámbito Jurídico No. 342, 26 de marzo al 15 de abril de 2012


A alguien le escuché la historia de una pareja pobre que vivía en un pueblo lejano y tuvo un hijo al que educaron con grandes esfuerzos. Como el muchacho era muy inteligente, usaron todos sus recursos para enviarlo a la capital a cursar la carrera de economía. Una vez graduado, aplicó a una beca y se fue a estudiar el doctorado fuera del país.

Ya liberados de la presión del gasto, pensionados y mayores de edad, compraron un destartalado restaurante que había en el pueblo, con el fin de tener alguna actividad. Fueron levantándolo gradualmente; atendían a la clientela con mucho cariño; compraron nuevas mesas y sillas de madera; más adelante adquirieron manteles que se esmeraban en tener siempre limpios; luego adornaron las mesas con flores; y poco a poco fueron contratando personas del pueblo para las crecientes tareas de atención, mantenimiento y cocina.

En fin, con el correr del tiempo se convirtió en el mejor restaurante del pueblo, la pareja era muy apreciada y ellos disfrutaban atendiendo a la gente y viendo cómo el negocio prosperaba.

Un día llegó a visitarlos el hijo, que hacía poco había regresado al país y estaba vinculado a un importante centro de investigación económica. Los padres le comentaron que estaban gestionando un crédito bancario para adquirir unas neveras grandes, que les permitirían comprar mayor cantidad de alimentos por menor precio y conservarlos más tiempo.

No acababan aún de exponerle la idea, cuando el hijo reaccionó airadamente. “¿Cómo se les ocurre endeudarse en la situación actual? ¿No saben que el mundo va camino a una crisis? Estados Unidos tiene un alto desempleo que se resiste a bajar y la demanda agregada no reacciona; en la Unión Europea la crisis de la deuda soberana amenaza con arrastrar toda a Europa a la recesión y de paso derrumbar la débil demanda de Norteamérica. Por si fuera poco, el PIB de Japón sigue con dinámicas negativas. Así es que más temprano que tarde, nuestro país sentirá los efectos”.

Los padres trataron de indicarle al hijo que las ventas no habían hecho más que crecer continuamente desde que empezaron a mejorar el restaurante y que incluso desde los pueblos vecinos venía mucha clientela los fines de semana.

“¿Es que acaso ustedes saben más economía que yo, que tengo un doctorado? ¿Creen que me gané el título sin estudiar cómo funciona la economía mundial?”.

Un tanto consternados, los viejos cancelaron la compra de las neveras. Siguiendo las indicaciones del hijo, suprimieron las flores en la decoración del negocio, pues, según él, “los clientes no vienen a comer flores”; luego fueron convencidos de cambiar los manteles solo cada dos o tres días, para reducir los gastos de agua y detergente.

Al tiempo que los viejos “racionalizaban” el gasto, siguiendo las indicaciones del hijo, la clientela empezó a alejarse, pues la reducción de empleados, el deterioro de la decoración y la tristeza que fue embargando a la pareja dio un tono lúgubre al local. Finalmente el restaurante se quebró.

Y los viejos concluyeron: “Nuestro hijo tenía razón; no nos podíamos aislar de la crisis mundial y por eso nuestro restaurante se quebró”.

Esta historia ilustra un caso típico de “profecías auto-realizadas”, concepto introducido por el sociólogo Robert Merton para mostrar situaciones falsas o sin fundamento, que inducen comportamientos sociales que las tornan en verdaderas.

Viene al caso en la actual coyuntura de inminente entrada en vigencia del TLC con Estados Unidos, pues hay empresarios de algunas actividades del agro que se están dejando convencer de las aves de mal agüero que les vaticinan la “quiebra por la competencia gringa”. Los agoreros, sin ningún fundamento, van de región en región llevando las malas nuevas del inminente desastre y evangelizando sobre la conveniencia de sustituir la producción de alimentos por materias primas de otra índole.

Ningún TLC se negocia con el propósito de eliminar sectores de la producción nacional que sean eficientes o tengan la posibilidad de serlo. Se espera eso sí que su competitividad mejore para hacer frente a la mayor competencia foránea resultante de la globalización y de los tratados.

Lo que cabe preguntarse es cómo aprovecharon los empresarios la “ñapa” de cinco años de demora en la aprobación del TLC por el Congreso de Estados Unidos, y cómo proyectan aprovechar los periodos de desgravación acordados.

Si, en lugar de cerrar esas brechas de competitividad, abandonan su actividad para pasarse a otra que supuestamente enfrenta menos competencia, no sólo se estarán incurriendo en el uso ineficiente de los recursos propios y del país, sino que perderán la oportunidad de beneficiarse de un mercado mundial que requiere más alimentos.

Además, surgirá un colofón típico de las “profecías auto-realizadas”, pero esta vez en boca de los defensores del proteccionismo a ultranza: “Lo dijimos: los TLCs acabarán con la agricultura”.

Crepúsculo

jueves, 23 de diciembre de 2010
Publicado en el diario La República del jueves 23 de diciembre de 2010


Podríamos calificar el 2010 como un año crepúsculo, siguiendo la definición del famoso diccionario de María Moliner: “Claridad que precede a la salida del Sol y atenuación de la luz que sigue inmediatamente a su puesta”.

En efecto, el año comenzó con mucha claridad para la economía mundial, pues registró una sólida dinámica que generó la esperanza de un pronto retorno a las altas tasas de crecimiento observadas antes de la profunda crisis de 2008-2009. Pero aparecieron algunos nubarrones que oscurecieron el panorama: las dificultades de las naciones desarrolladas para consolidar la reactivación y el riesgo que ello implica para las emergentes.

Con la dinámica registrada en los primeros trimestres, el FMI proyectó para Estados Unidos un crecimiento del 3.2% en 2010, pero con la desaceleración posterior, la bajó a 2.6%. Los problemas de consolidación del crecimiento obedecen a la debilidad de la demanda privada, ocasionada por el alto nivel de desempleo, la menor demanda de crédito y el efecto riqueza negativo que produjo la caída de los precios de la vivienda.

El gobierno y la Reserva Federal siguen siendo los motores de la economía, pero eso plantea riesgos de sostenibilidad del crecimiento por la magnitud que alcance el déficit fiscal y las probabilidades de aparición de presiones inflacionarias.

La reactivación de la Unión Europea (UE) se frenó por la pérdida de confianza en los bonos soberanos, lo que desestabilizó los mercados financieros de todo el mundo desde comienzos del año. En algunos países (Irlanda y España) el problema se originó en las políticas fiscales expansionistas que se adoptaron para salir de la crisis mundial; en otros (Grecia, Portugal e Italia) la crisis agravó las dificultades que tenían de tiempo atrás para cumplir con los parámetros de convergencia: déficit fiscal menor al 3% del PIB y deuda externa inferior al 60% del PIB.

La UE ha tenido que tomarse remedios, hasta hace poco impensables, como la aceptación de financiación del FMI, la compra de bonos de los países de mayor riesgo por parte del Banco Central Europeo y el anuncio de drásticos ajustes fiscales que ya han generado manifestaciones de rechazo en varios países. Actualmente se debate la conveniencia de establecer una especie de “unión fiscal”, al estilo de la unión monetaria, para dar una solución integral a la crisis de la deuda; el tema es de gran sensibilidad y fuente de profundas diferencias, pero, en opinión del director del FMI, sería la vía para evitar una crisis de mayor envergadura y contener el contagio a otras regiones del mundo.

Aun cuando las economías emergentes están creciendo vigorosamente, lideradas por China e India, es evidente que la debilidad de la demanda de las economías desarrolladas puede tener un impacto negativo, dado que son uno de los principales destinos de las exportaciones de bienes y servicios de esos dos países. Además, el reciente anuncio de Estados Unidos de crecer su emisión monetaria en un monto de US$600 mil millones, fortalece las expectativas de apreciación de las monedas del resto del mundo.

El panorama cambiario se complica aún más con el aumento de los precios internacionales de los productos básicos y con la salida de capitales desde las economías desarrolladas hacia las emergentes, atraídos por mejores rentabilidades.

Se da por descontado que la economía mundial no caerá en otra crisis, pero la dinámica de crecimiento será relativamente baja y los ajustes fiscales pueden prolongar ese escenario. Aun cuando en las economías emergentes hay expectativas de mejor crecimiento, para realizarlas tendrán que sortear los efectos de la mayor apreciación de las monedas, conjurar los problemas de enfermedad holandesa y contener la aparición de presiones inflacionarias.

Depresión

miércoles, 14 de julio de 2010
Artículo publicado en el diario La República, el 8 de julio de 2010

No acostumbro a citarme. Sin embargo, en esta ocasión lo justifica un artículo reciente del nobel de economía Paul Krugman que da fuerza a la idea central formulada en mi artículo "¿W?", publicado en Ámbito Jurídico número 298.

En "¿W?" se afirma que la reciente reactivación de la economía mundial puede ser efímera, porque hay síntomas de alerta que podrían repercutir en una reducción del crecimiento. El argumento se fundamenta en el bajo dinamismo económico de diversas regiones del mundo, en la expectativa de aumento de las tasas de interés por la aparición de presiones inflacionarias en algunos países, y en la compleja situación de la Unión Europea por el problema de los bonos soberanos.

En su columna del 27 de junio en el New York Times, Paul Krugman ve un panorama más sombrío, pues afirma que el mundo está en camino a la tercera depresión mundial; las dos anteriores fueron en 1873, la Larga Depresión, y 1929, la Gran Depresión.

Según Krugman: "Podría decirse que la recesión provocada por la crisis financiera terminó el verano pasado…, pero los historiadores del futuro nos dirán que ese no fue el final de la tercera depresión, de la misma manera que la recuperación de los negocios observada en 1933 no fue el final de la Gran Depresión".

Krugman califica como erróneas las decisiones de aumentar las tasas de interés y la adopción de políticas de austeridad fiscal en la coyuntura actual, pues ellas pueden llevar al mundo a una situación de deflación y a una depresión al estilo de la del siglo XIX. En su opinión, los países de la Unión Europea que han anunciado drásticos programas de ajuste fiscal sólo han logrado que los inversionistas los perciban como más riesgosos.

Y en el caso de Estados Unidos, "la Reserva Federal parece consciente de los riesgos deflacionarios, pero lo que se propone hacer frente a ellos es nada. La administración Obama entiende el peligro de una prematura austeridad fiscal, pero, dado que ni los republicanos ni los demócratas quieren autorizar en el Congreso las ayudas estatales adicionales, la austeridad llegará bajo la forma de recortes presupuestales tanto a nivel estatal como local".

En el caso de Colombia, en materia de política monetaria, las declaraciones recientes de un Codirector del Banco de la República sobre la necesidad de mantener bajas las tasas de interés, dan un mensaje de tranquilidad. Pero en la política fiscal las cosas son más complejas, por el aumento del déficit fiscal como consecuencia de la política contracíclia de 2009.

Aun así, ante el panorama de una probable tercera depresión, las autoridades colombianas deben mantener el pragmatismo que caracterizó las decisiones que permitieron al país salir bien librado de la reciente crisis mundial.

Inflación

miércoles, 30 de junio de 2010
Artículo publicado en la revista MisiónPyme No. 34 de junio-julio 2010


Las crisis financieras y económicas suelen tomar por sorpresa a los economistas. Esto se explica por la tendencia a minimizar los riesgos durante las fases de auge.

Así ocurrió con la reciente crisis mundial. Paul Krugman comenta en su libro “De vuelta a la economía de la Gran Depresión”, que a comienzos del 2007 el tema preferido en los foros profesionales era el triunfo de la macroeconomía sobre las recesiones. Se daba por descontado que los avances de la teoría económica permitían a los ejecutores de política anticipar las crisis y adoptar oportunamente las medidas para conjurarlas. Ya vimos que el descalabro fue mayúsculo.

El riesgo es que ese mismo comportamiento puede asumirse con relación a la inflación. El mundo se acostumbró a tasas bajas y, a pesar del sobresalto ocasionado por los precios internacionales de los productos básicos en 2007 y 2008, existe la firme convicción de que la inflación seguirá controlada.

De esta forma lo ratifica el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su reciente revisión de perspectivas de la economía mundial, aun cuando asume cierta cautela con las economías subdesarrolladas: “Se proyecta que las presiones inflacionarias se mantendrán suaves, frenadas por el elevado desempleo y la capacidad excedentaria. La inflación fue más alta y más volátil en las economías emergentes, y por lo tanto las presiones podrían reaparecer allí con más facilidad que en las economías avanzadas”.

Las proyecciones del FMI indican que los precios internacionales de los productos básicos se mantendrán estables en niveles altos, pero por debajo de los alcanzados en 2008.

El problema es que, si bien la crisis dio margen para la recuperación de las existencias de algunos productos alimenticios, se mantienen los demás factores que presionaron al alza los precios internacionales de los productos básicos: producción de biocombustibles, aumento de la demanda en las economías emergentes de rápido crecimiento, efectos adversos del cambio climático, estancamiento de la oferta mundial de petróleo, y creciente escasez de agua, entre otros.

En Colombia tenemos inflación del 2% anual y la reciente reducción en 50 puntos básicos de la tasa de intervención del Banco de la República se fundamentó en la ausencia de presiones alcistas en el corto plazo. No obstante, la autoridad monetaria mantiene su meta en un rango entre el 2% y el 4%, previendo un aumento moderado en lo que resta del año.

Lo que no se puede perder de vista es que la inflación mundial de 2008 subió los precios de Colombia hasta 1.7 veces del techo meta. ¿Qué ocurriría si el Banco de la República se mueve a un escenario de crecientes precios internacionales de los productos básicos? Lo más posible es que generaría el aumento de las tasas de interés y la desaceleración de la demanda interna.

Es importante adquirir conciencia de que el escenario de bajas tasas de interés no es permanente, que se mantiene el riesgo de repunte de la inflación mundial y que ella impactará negativamente en Colombia.

¿W?

miércoles, 23 de junio de 2010
Artículo publicado en Ámbito Jurídico No. 298, del 31 de mayo al 13 de junio de 2010

Hasta hace unos meses la discusión de los analistas económicos parecía de lingüistas, pues se hacía un parangón entre la recuperación de la economía mundial y el abecedario. En general las diversas posiciones se enfocaron en tres letras: V, las más optimistas, pues preveían una salida rápida de la crisis; W, las moderadas, que postulaban una caída después del rebote inicial; y L, las pesimistas, que anticipaban una repetición de la Gran Depresión, de la cual el mundo tardó casi una década en salir.

Al parecer ganaron las posiciones optimistas con la rápida recuperación tanto de las economías desarrolladas como subdesarrolladas; el resto del abecedario quedó relegado al olvido y hoy el mundo se está contagiando del optimismo que reflejan los indicadores.

Recientemente The Economist llamó la atención sobre el notable repunte de la economía mundial, que en poco tiempo retornó a crecimientos cercanos a los de pre-crisis. En abril, el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó su proyección de crecimiento del PIB mundial de 3.9% a 4.2% y, según la publicación, algunos analistas lo estiman en 4.5%. Para EEUU se cambió el crecimiento esperado de 2.7% a 3.1%; además, China está creciendo por encima del 10%, India bordea el 9%, y Brasil tiende al 7%.

En el caso de Colombia, la proyección oficial es del 2.5% y los analistas privados se habían ubicado alrededor de ese nivel. Pero los indicadores sectoriales están registrando dinámicas superiores a las previstas, lo que sumado a la decisión de la autoridad monetaria de reducir su tasa de intervención al 3.0%, está alimentando las expectativas de un crecimiento superior: Fedesarrollo revisó al alza su pronóstico del 2.1% al 2.7%, la Andi del 3.0% al 3.5%, Anif de 2.3% a 2.5% y Asobancaria de 2.0% a 2.4%.

¿Será posible que la crisis de 2008-2009, que se ha calificado como la más profunda desde la Segunda Guerra Mundial, haya quedado superada tan rápidamente? ¿Fueron tan efectivas las políticas monetaria y fiscal para asegurar la sostenibilidad del crecimiento recientemente observado? ¿Desapareció por completo el riesgo de las otras letras? En realidad, hay diversos síntomas en la economía mundial que llaman a la cautela.

- Como destaca The Economist, la dinámica del PIB no es similar en todas las regiones y es especialmente preocupante el bajo crecimiento de la Unión Europea, con una proyección de apenas 1.0%.

- En Brasil hay preocupación por el recalentamiento de la economía, por lo que se espera aumento de las tasas de interés. En muy poco tiempo pasó de una caída del PIB de 0.2% en 2009 a un crecimiento excesivo de la demanda, que generó expectativas de inflación.

- Adicionalmente el problema de los bonos soberanos en Europa se tiende a agudizar con el descubrimiento del “engaño” de las autoridades de Grecia sobre la verdadera magnitud de su déficit. Ya se vieron las primeras consecuencias con la reducción de la calificación a Grecia, Portugal y España. Aun cuando el paquete de ayuda de la UE y el FMI por 750.000 millones de euros tranquilizó los mercados, un número creciente de economistas cree que este es apenas un paliativo.

En el ambiente hay grandes inquietudes: la estabilidad de la unión monetaria; el potencial contagio a otras economías del mundo, por la vía de los bancos que dieron créditos a los gobiernos europeos o invirtieron en sus bonos de deuda; la capacidad real de los gobiernos para adoptar el drástico ajuste fiscal requerido. En este último caso, para tener una idea de la magnitud del problema, según el columnista Iván Duque en Portugal sería necesario un ajuste de 10 puntos del PIB en tres años.

- Por si fuera poco, los precios internacionales de los productos básicos retornaron a la tendencia ascendente de la pre-crisis. El barril de petróleo West Texas Intermediate, según el Economist Commodity-Price Index, se incrementó en 67% entre abril de 2009 y abril de 2010. El mismo índice muestra que los bienes industriales aumentaron en 82% anual, en ese periodo. El índice FAO de alimentos, que registró tasas anuales negativas de crecimiento hasta octubre de 2009, creció al 20% anual promedio en el primer trimestre de 2010; y productos como el azúcar se incrementaron en 81% en el mismo periodo, los lácteos en 64% y los aceites en 30%.

Ese panorama deja varios interrogantes. ¿El problema de la deuda soberana ocasionará problemas en otras economías de la Unión Europea? ¿Habrá un efecto contagio hacia el mundo subdesarrollado, similar al que ocasionó el incumplimiento de la deuda rusa a finales del siglo pasado? ¿Las reacciones de las bolsas del mundo antes del paquete de apoyo de la UE, no son un indicador de la sensibilidad al problema europeo? ¿Las tasas de cambio de las economías subdesarrolladas enfrentarán una mayor apreciación por los flujos de capitales que salgan del mundo desarrollado? ¿Qué pasará con las presiones inflacionarias ocasionadas por los precios de los alimentos y de las diferentes fuentes de energía?

Pareciera que el complejo escenario que presentó Kiril Sokolff en Colombia Compite, de aumento de la inflación mundial, altas tasas de interés y burbuja especulativa de bonos soberanos, estuviera haciéndose realidad antes de lo imaginado. ¿Qué pasará con el crecimiento económico? ¿Vuelve la lingüística al escenario?

Si por aquí llueve…

lunes, 17 de mayo de 2010
Artículo publicado en el diario La República el 12 de mayo de 2010

El sistema tributario colombiano ha sido criticado en las últimas décadas por la maraña de tarifas y de exenciones. Coloquialmente, se dice que nuestro régimen tributario no lo entiende ni un brujo, lo que fomenta la informalidad y hace oneroso el pago de los impuestos.

Nadie niega la necesidad de una reforma estructural que simplifique tanto la parte de impuestos como la de gastos. El mundo ideal sería un régimen tributario limitado a pocos artículos estableciendo la tarifa de cada impuesto, que debería ser plana y de aplicación universal; por supuesto, estableciendo la progresividad en impuestos como el de renta. Una regla de oro en ese régimen sería que la política redistributiva y la de incentivos no se hagan con los ingresos sino con los gastos.

El problema es que no es tan fácil lograrlo. Basta recordar la propuesta del exministro Carrasquilla, que no pasó de los primeros debates en el Congreso. Por eso no tiene sentido la crítica de la supuesta incapacidad del gobierno para corregir el déficit fiscal.

Sobre este punto hay tres aspectos que vale la pena recordar. En primer lugar, entre 2002 y 2008 se lograron reducciones continuas del déficit fiscal, hasta el mínimo en muchos años en 2007 y 2008. En segundo lugar, la crisis mundial forzó a la mayoría de las economías al uso políticas fiscales expansivas, que obviamente incrementaron el déficit. En tercer lugar, los críticos, especialmente aquellos que fueron ministros de hacienda, no tienen en cuenta la historia de la cual venimos; se olvidan que antes de 2002 ni intentaron reformas estructurales ni la reducción de gastos, pero en cambio cedieron a la "reformitis tributaria" aumentando las tarifas de impuestos, que hoy hacen a Colombia poco competitiva en el contexto internacional.

Pero hablando de marañas tributarias, no somos los únicos en el planeta. Una nota reciente de The Economist muestra que esta situación por la que tanto se clama y se debate en Colombia es similar a la que se registra en Estados Unidos.

Señala The Economist que "el código tributario federal, que en 1913 constaba de 400 páginas, las aumentó hasta cerca de 70.000. Los estadounidenses gastan 7.600 millones de horas al año luchando con una incomprensible maraña de deducciones, vacíos jurídicos y confusos reportes requeridos... Cada año los contribuyentes piden al Congreso simplificar el sistema. Un increíble 82 por ciento de los contribuyentes está tan confundido que paga por ayuda. Cerca del 60 por ciento contrata un contador o un experto en impuestos, mientras que otro 22 por ciento usa un software de impuestos".

Lo cierto es que Colombia necesita simplificar su régimen tributario y bajar las tasas de tributación a niveles más competitivos. Esa es una tarea que no se puede perder de vista.

Remesas y crisis

jueves, 14 de enero de 2010
Publicado en el diario La República el 19 de agosto de 2009


La importancia macroeconómica de las remesas ha crecido al punto que diversos analistas las consideran un canal de transmisión internacional de los auges o las crisis de las economías desarrolladas hacia las subdesarrolladas.

Y no es para menos; en 2008 su monto ascendió a cerca de US$70 mil millones, superando los flujos de inversión extranjera directa. En varios países tienen un elevado peso con relación al PIB, como en el caso de Haití (23.9%), Honduras (21.1%), El Salvador (17.3%) y Nicaragua (16.8%); en Colombia se calcula que representan alrededor del 3%.

En las economías desarrolladas el desempleo está aumentando como consecuencia de la crisis económica; con la reducción del crecimiento de los sectores intensivos en mano de obra de baja calificación, como la construcción, es mayor el número de migrantes que pierde sus ingresos y ve menguada su capacidad para enviar dinero a sus familias en los países de origen. Algo similar ocurre con los migrantes que se mantienen empleados, pero fueron perjudicados por el acelerado crecimiento de las cuotas de vivienda o porque la perdieron como consecuencia de ejecuciones judiciales. El BID estima que en 2009 las remesas caerán en 11% con relación a las registradas en 2008.

Es evidente que la reducción de las remesas tendrá un efecto negativo sobre las economías subdesarrolladas. Pero, como ha ocurrido con los otros canales de transmisión de la crisis, la magnitud del impacto es diferencial, dependiendo de la solidez macroeconómica de cada país y del peso relativo de esos recursos.

José Antonio Ocampo, en un artículo publicado en la última edición de la revista de la CEPAL, sostiene que en general las remesas son el canal menos importante de transmisión de la actual crisis para América Latina, pues “el poder de compra de las remesas tendería a aumentar en la medida en que se acompañen de una depreciación de las monedas en los países receptores”.

Esa percepción es válida para Colombia, como lo muestran las cifras del primer semestre de 2009. El ingreso por remesas hasta junio fue de US$2.085 millones, con una disminución del 10.5% respecto al mismo periodo de 2008; pero en pesos han crecido 13.8%. Este resultado contrasta con lo observado en los primeros seis meses de 2008; en ese periodo crecieron 20% anual en dólares y apenas 3.5% en pesos.

En el primer trimestre de 2009, los datos disponibles muestran variaciones positivas anuales de las remesas provenientes de los principales once países de origen, expresadas en moneda local, con la excepción de Venezuela. En igual periodo de 2008 eran negativas en siete de ellos.

Es evidente el impacto de la tasa de cambio. En el primer semestre de 2008 se registró una marcada tendencia a la revaluación, con un mínimo de $1.600 por dólar en junio. En cambio, durante los primeros meses del presente año la tasa de cambio se devaluó; aun cuando en los meses recientes el peso se ha revaluado nuevamente, todavía se mantiene en niveles superiores a los del año anterior.

Lo anterior significa que en el actual contexto de crisis mundial el ingreso de remesas a Colombia no ha tenido un efecto macroeconómico adverso y, por el contrario, supera el desempeño observado en el primer semestre del año anterior. Un incremento de más de $600 mil millones de pesos por este concepto, contribuye a amortiguar la pérdida de dinamismo del consumo de los hogares. No obstante, es posible que a nivel de familias individuales sí se esté registrando un impacto negativo en los casos de suspensión de estos giros por pérdida del empleo de los remitentes.

Luz al final del túnel

Publicado en el diario La República el 6 de agosto de 2009

Las exportaciones colombianas del primer semestre confirman que el canal comercial es la principal vía de transmisión de la crisis mundial. Por eso resultan alentadoras las señales que dan diversos indicadores sobre la dinámica del comercio mundial.

Las exportaciones de Colombia cayeron 18.8% anual en el periodo enero – junio de 2009. En este resultado pesa más la reducción de precios que la contracción de la demanda; esto se refleja especialmente en los productos tradicionales, pues el valor exportado se redujo en 25% anual, mientras que el volumen se mantuvo relativamente estable (creció 0.3% anual).

En cambio, en las exportaciones no tradicionales hay un mayor impacto de la demanda, pues en valores disminuyen 11% y en cantidades 17.6% anual. Puesto que el precio implícito –con todas las restricciones que pueda tener como indicador–, es superior al del primer semestre de 2008, se refuerza la hipótesis de menor demanda.

Siendo así, cabe esperar que todavía en los próximos meses se registren variaciones anuales negativas, pues aunque los precios internacionales de los productos básicos están subiendo, aún se mantienen en niveles inferiores a los observados en el periodo julio-septiembre de 2008. No obstante, esas caídas pueden moderarse si la demanda internacional comienza a repuntar.

Varios indicadores señalan que el comercio mundial dejó de caer y apuntan a la posible reactivación en lo que resta del año. Un análisis del Banco Mundial, basado en las exportaciones de 44 países que representan el 75% del total mundial, muestra que las variaciones porcentuales mensuales fueron muy negativas hasta enero de 2009; en los meses siguientes hasta mayo (último mes disponible) se registraron pequeñas variaciones positivas (The Economist, 23 de julio).

Similar conclusión presenta la publicación World Trade Monitor, del Netherlands Bureau for Economic Policy Analysis, que hace seguimiento del comercio mundial con datos de 23 países de la OECD y 60 economías emergentes, que representan alrededor del 90% de las exportaciones e importaciones del mundo. El informe de junio de 2009 (con datos a mayo) muestra que el volumen del comercio registró las mayores variaciones mensuales negativas a finales de 2008 y enero de 2009 (-6.9%); en los tres meses siguientes presentaron variaciones promedio de -0.23%. Las variaciones anuales de cada mes indican de nuevo que la caída máxima se alcanzó en enero y que en los meses siguientes se estabilizaron.

Por último, el Baltic Dry Index, indicador de los fletes marítimos de carga, registró una espectacular caída desde 11.793 a finales de mayo de 2008 hasta 663 a comienzos de diciembre, reflejando claramente la fuerte contracción del comercio mundial en el último trimestre de 2008; a partir de entonces se ha recuperado gradualmente hasta un nivel de 3.345 el 24 de julio de 2009, lo que permite corroborar que la caída se detuvo y que posiblemente está comenzando a repuntar (The Economist, 27 de julio).

Además de los anteriores factores, para Colombia resultará de gran impacto la reciente iniciación de exportaciones de carbón desde la mina “El Descanso” en el departamento del Cesar, considerada una de las más grandes del mundo. Este proyecto entra al mercado mundial en un momento oportuno en el que el precio internacional está repuntando y en el que el país necesita revertir la tendencia descendente que registran las exportaciones.

De forma complementaria, se espera que la economía de Estados Unidos inicie la fase de recuperación en lo que resta del año, lo que sumado a la confirmada dinámica de la economía china, contribuirá a que el comercio mundial encuentre la luz al final del túnel.

Industria: ¿Tocó fondo?

miércoles, 13 de enero de 2010
Publicado en el diario La República el 22 de julio de 2009


La producción real del sector industrial siguió registrando variaciones negativas en mayo: cayó 6.5% con relación al mismo mes de 2008. No obstante, hay varios aspectos de interés en ese resultado.

1. Es la menor caída desde septiembre de 2008 (promediando los meses de marzo y abril por la distorsión que ocasionó la Semana Santa en el indicador).

2. El acumulado de doce meses se estabilizó, indicando que posiblemente la crisis tocó fondo. Esta hipótesis se fortalece con los datos trimestrales del Dane; la mayor caída se observó en el cuarto trimestre de 2008 (-9.7% anual), mientras que en el primero de 2009 fue de -7.4% anual.

3. Es el mejor resultado de la industria para el conjunto de países de América Latina. Según The Economist, Argentina, Brasil, Chile, México y Perú registraron caídas superiores al 10% en mayo (Venezuela reporta -0.9%, pero su dato corresponde a enero).

Colombia también sale bien en la comparación del desempeño industrial con los países de la Unión Europea, Estados Unidos, Japón y la mayoría de los mercados emergentes de Asia, con excepción de China e India que registran variaciones positivas de forma consistente.

4. La encuesta de la Andi muestra que las expectativas de los empresarios están mejorando: “todo apunta a que los impactos más fuertes de la crisis ya se dieron y que las expectativas de los empresarios son las de un segundo semestre mejor”. Resultado similar reporta la encuesta de opinión de Fedesarrollo; en los meses recientes, si bien el balance de respuestas sigue siendo negativo, se estabilizó e incluso algunos de sus componentes tienden a mejorar.

5. Los resultados del sector muestran una alta concentración en pocos subsectores y en algunos de ellos es claro que están siendo afectados por factores diferentes a la crisis mundial y a la desaceleración de la demanda interna. El 66% de la caída del mes de mayo está explicado por cinco subsectores: automotriz, confecciones, molinería, refinación de petróleo y trilla de café.

Las mayores caídas de la producción real se observan en la industria automotriz; la fabricación de vehículos cayó más del 40% anual en mayo, mientras que las carrocerías y las autopartes disminuyeron más del 20%. En los otros subsectores las caídas están en un rango entre 10 y 20%.

6. La concentración en los cinco subsectores mencionados evidencia que el canal comercial de transmisión de la crisis mundial ha tenido un impacto moderado en la industria colombiana. También indica que en la situación actual del sector pesa más una combinación de desaceleración de la demanda interna por la política antiinflacionaria del periodo 2006-2008 –automotriz, molinería y refinación de petróleo–, coyunturas particulares de un sector –café–, y situaciones complejas del comercio con varios socios comerciales –automotriz y confecciones–.

Todo este conjunto de elementos abre una ventana de optimismo para lo que resta del año. A ellos se suman otros que contribuyen a mejorar el panorama: la rápida reducción de las tasas de interés del Banco de la República y su impacto potencial en la demanda interna; el esperado repunte de la producción de café; la recuperación de los precios internacionales de los productos básicos; la prolongación del ciclo de la construcción residencial por el subsidio a las tasas de interés; y la posible salida de la crisis de la economía estadounidense.

Quedan las dificultades comerciales con algunos socios, frente a las cuales la posición del gobierno es clara: la búsqueda de soluciones amigables y el rechazo al trato discriminatorio. Confiamos en una evolución favorable que no afecte las expectativas de recuperación.

El mago Roubini

Publicado en el diario La República el 12 de junio de 2009


Nouriel Roubini pasó por aquí y a todos encantó. ¡Es verdad! Mágicamente, todos quedaron felices con sus argumentos y sus recomendaciones de política económica. El encanto fue tal que nadie ha cuestionado algunas de las afirmaciones que más divulgaron los medios y algunos analistas.

La reflexión y el contraste con otras declaraciones de Roubini pueden romper la magia.

El 8 de abril, según un cable de Bloomberg, Roubini pensaba que Colombia era una de las naciones de América Latina más golpeadas por la crisis y con pocas perspectivas de mejorar. Afirmó que la economía fue afectada por “choques comerciales, la caída de las exportaciones… y la masiva reducción de las remesas de trabajadores en España”.

Pero el 19 de mayo, cuando visitó al país, opinó que somos una de las economías sólidas de Latinoamérica: “Colombia, como otros países de la región aún están sujetos a una desaceleración debido a la crisis mundial, pero tiene aspectos fundamentales que la hacen sólida” (La República).

¿Y qué recomendó? Como el comercio es el principal canal de transmisión de la crisis, Roubini aconsejó reducir el peso de las exportaciones en el crecimiento económico y dar prioridad al mercado interno y al de los vecinos, “todo con el objetivo de reducir la dependencia de E.U., es decir que haya más comercio sur-sur" (Portafolio).

Tirios y troyanos, encantados, le dieron la razón. Y varios se regodearon diciendo que ellos ya habían advertido el error de dar tanta importancia al comercio internacional.

Pero no se cuestionaron por qué, en escasos 40 días, cambió tan radicalmente su opinión sobre el país. Tampoco de qué magnitud es la masiva caída de remesas de España y cuál es la fuente de la información, porque ese dato no existe desglosado en las estadísticas oficiales.

Según la balanza cambiaria, hasta mediados de mayo las remesas totales en dólares han caído apenas el 10%; pero en moneda local registran un incremento superior al 15%, por lo que su impacto macroeconómico sigue siendo positivo.

¿Y qué hay del desplome del comercio? Las exportaciones de Colombia se redujeron en el primer trimestre en 13% anual, en gran parte por un efecto precio, pues en volumen el total exportado creció cerca del 5%. Pero en otros países caen más: en Chile 42%; en Ecuador 44%, en Perú 32% y en Brasil 19%.

Más raro es que no cuestionen la propuesta de reducir la dependencia de Estados Unidos para reforzar el comercio sur-sur. Si aceptamos que Colombia ha sentido el impacto de la crisis porque el 37% de las exportaciones se orienta hacia ese mercado, ¿qué explica que las exportaciones caigan más en Perú, Brasil y Chile, que sólo le exportan el 18%, 14% y 11%, respectivamente?

Pero, bueno… ¿cómo rompemos la dependencia? ¡Sencillo! Si quitamos petróleo, carbón, café, flores, banano y oro, que representan el 86% de lo exportado a E.U., este país sólo representaría el 5% de nuestras exportaciones totales.

¡Listos! Ahora sólo tenemos que buscar entre nuestros vecinos quién nos compre US$11 mil millones en esos seis productos para fortalecer el comercio sur-sur. ¿Venezuela? ¿Ecuador? ¿Brasil? ¿México? ¿Bolivia?.

Nada fácil. Por eso el gobierno viene trabajando de forma ordenada en la diversificación de las exportaciones tanto en destinos como en productos, mediante las estrategias de negociaciones comerciales y de transformación productiva.

Sin duda, las ideas de Roubini sobre la crisis son más profundas y sensatas, pero fueron opacadas por sus opiniones poco fundamentadas sobre Colombia. Y fueron ellas las que tuvieron más eco entre los críticos de la política de inserción en la economía globalizada. Eso explica la magia.