Palo porque bogas…

lunes, 28 de diciembre de 2009
Publicado en el diario La República el 20 de abril de 2007


Entre los muchos temas que han surgido en el debate del TLC en el Congreso, quiero llamar la atención sobre el estilo de las contra-argumentaciones de algunos opositores al gobierno.
El gobierno decidió negociar acuerdos comerciales con los principales socios comerciales por considerar que es la opción más conveniente para el país en un entorno mundial de globalización. La toma de decisiones implicó un trabajo que en forma simplificada abarca tres componentes: estudio de las experiencias de países exitosos en la inserción activa en la economía globalizada, consulta a diferentes sectores de la sociedad y elaboración de estudios técnicos.
La reacción frente al estudio de las experiencias fue criticar porque “China no es una economía capitalista”, “México es un desastre”, “Corea fue un éxito por las políticas proteccionistas”, y “si otros países tienen tratados con Estados Unidos eso no nos obliga a negociar”.
Claro que el gobierno no quiere que Colombia sea China, pero hay lecciones: mientras se mantuvo cerrada fue la economía más pobre del planeta y cuando se abrió y adoptó políticas de mercado se convirtió en un milagro de crecimiento y de reducción de la pobreza. No es justo calificar a México como un desastre; en cambio hay cosas que aprender, como su política de ayuda interna al agro y los elementos a corregir para asegurar mejores resultados, que fueron considerados en el diseño de Agro Ingreso Seguro. Corea complementó políticas proteccionistas con políticas de mercado y Colombia no ha renunciado a ellas, como se deriva de la nueva política de ayudas internas a la agricultura, la reciente reforma al régimen de zonas francas, y los contratos de estabilidad jurídica, entre otros; pero otras políticas que Corea aplicó no son viables en el mundo de hoy y varias de ellas fueron aplicadas en Colombia sin el mismo resultado.
Está bien que haya divergencias sobre la referencia a determinados países para tomar una decisión. Pero no es consecuente apelar a ejemplos de esos mismos países para sacar conclusiones exóticas (“las tortillas mexicanas demuestran que se acabará la agricultura colombiana”). Con esa lógica, no hay experiencias útiles en el mundo. Entonces ¿cómo tomarían decisiones mirando solo para adentro?
El gobierno realizó varios estudios con las técnicas de modelación más modernas que tiene la economía. Adicionalmente, con el ánimo de contrastar sus resultados, y de paso neutralizar las consabidas sospechas de que el gobierno puede manipular los parámetros de los modelos para obtener los resultados que le satisfagan, se contrataron estudios con la academia y el sector privado. De forma complementaria, el sector privado y la Alcaldía de Bogotá contrataron otros estudios que fueron de utilidad en la negociación.
Fácil es la posición de criticar sin tener el compromiso de contraponer otras cifras producidas con el rigor que los críticos le exigen al gobierno. Más curioso aún es que en varias argumentaciones se utilizaron resultados de los modelos (“el TLC ocasionará un déficit comercial”) y para quitarse de encima los resultados de analistas privados que contradicen con evidencias a los críticos, la salida cómoda fue descalificar la consultoría.
Balance: malo si el gobierno tomó como referencia las experiencias de otros países, pero peor si no las estudió. Malo si el gobierno hizo estudios técnicos y también si los contrató; lo primero porque son muy pobres los resultados (¿no manipuló?), lo segundo porque los consultores son títeres del dueño de la chequera. ¿Y dónde están los estudios de los críticos con igual o mayor rigor científico?

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