Publicado en Ámbito Jurídico el 21 de septiembre de 2009
Recientemente el gobierno presentó en sociedad el programa de transformación productiva, cuyo objetivo es el desarrollo de sectores de clase mundial en Colombia. Este es un complemento importante de la política de internacionalización, pues contribuye a mejorar la competitividad del país y a la diversificación de las exportaciones con productos de mayor valor agregado.
La evidencia empírica muestra que las economías no alcanzan niveles de productividad laboral iguales en todos los sectores. Incluso las naciones más avanzadas apenas tienen cuatro o cinco ramas de producción en las que son líderes globales en productividad. Esos son los sectores de clase mundial. Las demás actividades productivas son impulsadas por ellos, por sus encadenamientos productivos, pero no necesariamente logran los estándares internacionales.
En Japón, por ejemplo, los sectores de acero, metalmecánica, electrónica, autopartes y automóviles tienen una productividad laboral superior a la que registran en los Estados Unidos. En las demás actividades su productividad es inferior.
Lo cierto es que en cada nación hay algunas pocas actividades sobresalientes y ningún país del mundo se destaca haciendo de todo. Esta es una justificación más para la especialización productiva y la profundización del comercio internacional.
A partir de esas observaciones, ampliamente documentadas por el McKinsey Global Institute, se formula la posibilidad de que los gobiernos puedan coadyuvar al desarrollo de algunos sectores, con el fin de incrementar la competitividad de los países. Esas políticas se han implementado exitosamente en España, Irlanda, India, China, Emiratos Árabes, Filipinas, y Marruecos, entre otros.
Colombia no tiene sectores de clase mundial. De hecho, la productividad laboral media del país equivale al 20% de la de Estados Unidos, según los cálculos de la firma McKinsey, y las actividades con la productividad más alta apenas alcanzan el 50% de la estadounidense. La política de transformación productiva busca aumentarla.
Mediante una alianza público-privada, y con base en todos los estudios de competitividad sectorial que se han elaborado en el país, se inició la primera oleada del programa de transformación productiva con ocho sectores que tienen potencial y cuyos empresarios quieren asumir el reto. Ellos se subdividen en dos grupos: más y mejor de lo bueno y nuevos y emergentes.
Más y mejor de lo bueno incluye sectores ya establecidos y con amplia trayectoria en los mercados internacionales, pero que necesitan reingeniería para fortalecer su posición frente a los competidores del resto del mundo o para adaptarse a los cambios en las tendencias del consumo. Lo integran la industria de la comunicación gráfica; autopartes; energía eléctrica, bienes y servicios conexos; y la cadena textil, confección diseño y moda.
Nuevos y emergentes son sectores incipientes en Colombia, pero con un gran potencial de crecimiento mundial en las próximas décadas. Incluye el turismo de salud; cosméticos y artículos de aseo; software y tecnologías de la información; y los servicios tercerizados a distancia (BPO&O).
Como existe el oficio de criticar, hay quienes opinan que los del grupo más y mejor de lo bueno no pueden ser de clase mundial y que sólo están ahí porque aportaron dinero. Esto amerita algunas precisiones.
El desarrollo de sectores de clase mundial exige un compromiso total del sector privado y de sus agremiaciones. El proyecto demanda dinero y este es aportado en parte por los empresarios y en parte por el gobierno; por lo tanto, la crítica mencionada carece de fundamento, pues es un requisito para todos los participantes en el programa.
Pero el aporte de recursos no es para comprar ningún tipo de protección. El programa de transformación productiva se basa en un trabajo conjunto de gobierno, empresarios y academia para lograr unas condiciones favorables al desarrollo de los sectores. Por lo tanto, no hay subsidios, ni protección arancelaria, ni restricción a los competidores del resto del mundo.
Adicionalmente, se reconoce un elemento importante de la dinámica de las estructuras productivas de los países; esto es, que las actividades que hoy son destacadas, mañana no lo serán y darán paso a otras más modernas o en las que se descubran ventajas que ya no tienen los sectores “viejos”.
En el caso de las confecciones, por ejemplo, aún cuando una opción es ceder el paso a la producción de China e India que hoy nos compiten con sus bajos costos salariales en los mercados internacionales y en el mercado local, también existe la opción de avanzar hacia una producción diferenciada y con mayor valor agregado.
Así lo demuestran casos como el de la empresa española Zara que, no sólo se ha logrado mantener en el mercado, pese a que Europa tiene salarios mucho más elevados, sino que se ha convertido en un líder mundial de innovación en ese sector. Variedad de diseños, flexibilidad, reducidos tiempos de entrega de productos, rápida adaptación a los cambios del consumidor y bajos inventarios, son algunos de los elementos de su exitoso modelo de negocios.
¿Puede el sector de confecciones de Colombia evolucionar de forma que pueda reposicionarse en el mercado doméstico y en el internacional? Todo depende del grado de compromiso de los empresarios para mantener firme el rumbo que establezcan en su plan de negocios, para fortalecerse gremialmente y para liderar el cambio.
No necesariamente todos los sectores que iniciaron el programa tienen garantizado el éxito. Y por eso son necesarias nuevas oleadas, hasta que tengamos los sectores que nos conviertan en jugadores de clase mundial.
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Más y mejor de lo bueno
Publicado por
Hernán Avendaño Cruz
en
19:24
Publicado en la revista MisiónPyme de septiembre de 2009
Con ese nombre bautizó el Ministro de Comercio, Industria y Turismo, Luis Guillermo Plata, el componente de la política de transformación productiva que se orienta a los sectores ya establecidos, que tienen experiencia en los mercados internacionales, y que en algún grado enfrentan una coyuntura compleja por la competencia mundial.
Los sectores nuevos y emergentes son el otro componente de esta política, que fue oficialmente presentada en sociedad el pasado 21 de julio (ver www.transformacionproductiva.gov.co). Son actividades con alto dinamismo mundial y gran potencial de crecimiento en las próximas décadas, pero cuyo desarrollo en Colombia es incipiente.
El objetivo de la política de transformación productiva es el desarrollo de sectores de clase mundial, siguiendo el exitoso ejemplo de economías tan diversas como China, Irlanda, España, Emiratos Árabes, India, Filipinas y Marruecos, entre otras.
¿Por qué enfocarse en sectores ya establecidos y no sólo en los nuevos? Porque es importante aprovechar el capital que tiene el país en los conocimientos y la experiencia de los empresarios de sectores que pueden evolucionar hacia nuevos nichos de mercado o hacia sistemas de producción de mayor valor agregado.
Más y mejor de lo bueno busca repotenciar las actividades establecidas, generadoras de empleo y de las que el país conoce los mercados internacionales. En una primera oleada, hay cuatro sectores que están implementando esta estrategia: confecciones, autopartes, energía eléctrica y comunicación gráfica.
Un ejemplo ilustra la importancia de capitalizar la experiencia. En las confecciones es evidente lo que Bhagwati denomina “ventaja comparativa caleidoscópica”, según la cual la ventaja en la producción de un bien se va desplazando por el mundo, hacia los países con menores costos de producción. La ventaja que alguna vez estuvo en Inglaterra, pasó a Estados Unidos, después a Latinoamérica y ahora al Asia, especialmente a China e India.
Colombia, que ha competido en los mercados internacionales, hoy se ve atacada por las confecciones asiáticas y tiene limitados márgenes para defenderse, pues es difícil competir contra los bajos costos de la mano de obra y las escalas de producción. El dilema entonces es ser creativos o resignarse y salir del juego.
Los empresarios colombianos de este sector le apuestan a lo primero: Repensar el sector y evolucionar hacia producción de mayor valor agregado, con diferenciación de productos y diseño; por eso el trabajo no se hace como sector aislado sino como cadena textil, confección, diseño y moda.
¿Pueden otros sectores volverse de clase mundial? ¡Claro que sí! Los cuatro sectores mencionados son parte de la primera oleada de esta política. Mientras llega la segunda, los demás sectores establecidos deben avanzar en el marco general de la política de competitividad. Lo importante es no quedarse dormidos como el camarón, para que no se los lleve la corriente.
Con ese nombre bautizó el Ministro de Comercio, Industria y Turismo, Luis Guillermo Plata, el componente de la política de transformación productiva que se orienta a los sectores ya establecidos, que tienen experiencia en los mercados internacionales, y que en algún grado enfrentan una coyuntura compleja por la competencia mundial.
Los sectores nuevos y emergentes son el otro componente de esta política, que fue oficialmente presentada en sociedad el pasado 21 de julio (ver www.transformacionproductiva.gov.co). Son actividades con alto dinamismo mundial y gran potencial de crecimiento en las próximas décadas, pero cuyo desarrollo en Colombia es incipiente.
El objetivo de la política de transformación productiva es el desarrollo de sectores de clase mundial, siguiendo el exitoso ejemplo de economías tan diversas como China, Irlanda, España, Emiratos Árabes, India, Filipinas y Marruecos, entre otras.
¿Por qué enfocarse en sectores ya establecidos y no sólo en los nuevos? Porque es importante aprovechar el capital que tiene el país en los conocimientos y la experiencia de los empresarios de sectores que pueden evolucionar hacia nuevos nichos de mercado o hacia sistemas de producción de mayor valor agregado.
Más y mejor de lo bueno busca repotenciar las actividades establecidas, generadoras de empleo y de las que el país conoce los mercados internacionales. En una primera oleada, hay cuatro sectores que están implementando esta estrategia: confecciones, autopartes, energía eléctrica y comunicación gráfica.
Un ejemplo ilustra la importancia de capitalizar la experiencia. En las confecciones es evidente lo que Bhagwati denomina “ventaja comparativa caleidoscópica”, según la cual la ventaja en la producción de un bien se va desplazando por el mundo, hacia los países con menores costos de producción. La ventaja que alguna vez estuvo en Inglaterra, pasó a Estados Unidos, después a Latinoamérica y ahora al Asia, especialmente a China e India.
Colombia, que ha competido en los mercados internacionales, hoy se ve atacada por las confecciones asiáticas y tiene limitados márgenes para defenderse, pues es difícil competir contra los bajos costos de la mano de obra y las escalas de producción. El dilema entonces es ser creativos o resignarse y salir del juego.
Los empresarios colombianos de este sector le apuestan a lo primero: Repensar el sector y evolucionar hacia producción de mayor valor agregado, con diferenciación de productos y diseño; por eso el trabajo no se hace como sector aislado sino como cadena textil, confección, diseño y moda.
¿Pueden otros sectores volverse de clase mundial? ¡Claro que sí! Los cuatro sectores mencionados son parte de la primera oleada de esta política. Mientras llega la segunda, los demás sectores establecidos deben avanzar en el marco general de la política de competitividad. Lo importante es no quedarse dormidos como el camarón, para que no se los lleve la corriente.
BPO… portunidades a la vista
Publicado en la revista MisiónPyme de diciembre de 2008
BPO&O es la sigla en inglés de Business Process Outsourcing and Offshoring. Esas palabrejas se suelen traducir como “tercerización” de servicios de las empresas.
El avance de la tecnología de comunicaciones y de transporte, y la reducción de sus costos, está repercutiendo en el mundo globalizado en un cambio estructural en la forma de producir bienes y servicios: la fragmentación geográfica de los procesos de producción.
Un creciente número de sectores y empresas están separando etapas de sus procesos de producción y concentrándolas en un solo sitio geográfico, al tiempo que algunas de ellas son contratadas con otras empresas (son “tercerizadas”) ubicadas en economías subdesarrolladas. De esta forma, las empresas vuelven más eficientes sus procesos de producción y reducen costos; y en los países receptores se crean nuevas empresas que generan riqueza y empleos de calidad.
Así, por ejemplo, en la India hay empresas que llevan la contabilidad de compañías norteamericanas, o que atienden a los clientes de todo el mundo de una aerolínea o que transcriben datos médicos para un hospital de un país desarrollado.
El economista Alan Blinder calculó para Estados Unidos la cantidad y los tipos de trabajos que podrán moverse en el futuro hacia otras regiones de la tierra. Dividió los trabajos en dos grupos: servicios personalizados y no personalizados. En los primeros, el prestador necesariamente debe ubicarse en el mismo sitio que el consumidor; por ejemplo, los peluqueros y los taxistas. En los segundos, no es necesaria la presencia física del prestador; por ejemplo, interpretación de exámenes médicos y atención al cliente.
Con base en esa taxonomía, Blinder estima que alrededor de 30 millones de trabajos se moverán desde Estados Unidos hacia el resto del mundo. Y McKinsey calcula que las oportunidades de negocios en ese mercado valdrán US$90 mil millones en 2012.
¡Qué tal si lográramos traer a Colombia uno o dos millones de esos trabajos! Hay que atraer los que más se pueda y hay que moverse rápido, pues otros países están en la competencia por ellos.
Colombia ya está dando pasos concretos para hacerlo. En la estrategia de transformación productiva, que lidera el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, uno de sus pilares es el desarrollo de sectores nuevos y emergentes; su implementación se basa en alianzas público-privadas, en las que gobierno, empresas y academia trabajan empujando para el mismo lado.
El BPO es uno de los sectores incluidos en esa estrategia. Actualmente se está construyendo el plan de negocios y se cuenta con una identificación de las tareas necesarias para mejorar el entorno de negocios.
Dado que en el país es incipiente el desarrollo del BPO, el sector se concentra en las tareas de menor complejidad; pero la idea es evolucionar hacia las más complejas y de mayor valor agregado.
Hay campos muy adecuados para las PYMES y buenas oportunidades para crecer.
BPO&O es la sigla en inglés de Business Process Outsourcing and Offshoring. Esas palabrejas se suelen traducir como “tercerización” de servicios de las empresas.
El avance de la tecnología de comunicaciones y de transporte, y la reducción de sus costos, está repercutiendo en el mundo globalizado en un cambio estructural en la forma de producir bienes y servicios: la fragmentación geográfica de los procesos de producción.
Un creciente número de sectores y empresas están separando etapas de sus procesos de producción y concentrándolas en un solo sitio geográfico, al tiempo que algunas de ellas son contratadas con otras empresas (son “tercerizadas”) ubicadas en economías subdesarrolladas. De esta forma, las empresas vuelven más eficientes sus procesos de producción y reducen costos; y en los países receptores se crean nuevas empresas que generan riqueza y empleos de calidad.
Así, por ejemplo, en la India hay empresas que llevan la contabilidad de compañías norteamericanas, o que atienden a los clientes de todo el mundo de una aerolínea o que transcriben datos médicos para un hospital de un país desarrollado.
El economista Alan Blinder calculó para Estados Unidos la cantidad y los tipos de trabajos que podrán moverse en el futuro hacia otras regiones de la tierra. Dividió los trabajos en dos grupos: servicios personalizados y no personalizados. En los primeros, el prestador necesariamente debe ubicarse en el mismo sitio que el consumidor; por ejemplo, los peluqueros y los taxistas. En los segundos, no es necesaria la presencia física del prestador; por ejemplo, interpretación de exámenes médicos y atención al cliente.
Con base en esa taxonomía, Blinder estima que alrededor de 30 millones de trabajos se moverán desde Estados Unidos hacia el resto del mundo. Y McKinsey calcula que las oportunidades de negocios en ese mercado valdrán US$90 mil millones en 2012.
¡Qué tal si lográramos traer a Colombia uno o dos millones de esos trabajos! Hay que atraer los que más se pueda y hay que moverse rápido, pues otros países están en la competencia por ellos.
Colombia ya está dando pasos concretos para hacerlo. En la estrategia de transformación productiva, que lidera el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, uno de sus pilares es el desarrollo de sectores nuevos y emergentes; su implementación se basa en alianzas público-privadas, en las que gobierno, empresas y academia trabajan empujando para el mismo lado.
El BPO es uno de los sectores incluidos en esa estrategia. Actualmente se está construyendo el plan de negocios y se cuenta con una identificación de las tareas necesarias para mejorar el entorno de negocios.
Dado que en el país es incipiente el desarrollo del BPO, el sector se concentra en las tareas de menor complejidad; pero la idea es evolucionar hacia las más complejas y de mayor valor agregado.
Hay campos muy adecuados para las PYMES y buenas oportunidades para crecer.
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