Publicado en el diario La República el 28 de junio de 2007
La OMC, la Unctad y el Centro de Comercio Internacional acaban de publicar la obra “Perfiles arancelarios en el mundo 2006”. La información estadística de 150 países miembros de la OMC es de gran utilidad para las negociaciones comerciales y los análisis comparativos, entre otros.
Desde la apertura de los 90 se dice que Colombia bajó demasiado sus aranceles sin recibir nada a cambio. Esa apreciación no tiene en cuenta que otros países también hicieron aperturas unilaterales. Con los datos de la nueva publicación se puede evaluar de forma amplia qué tanta desventaja arancelaria tiene el país con relación a los principales socios comerciales. Para ello, tomamos los promedios simples de los aranceles NMF aplicados en 2006 en 44 países que representan el 87.6% del comercio total realizado por Colombia en 2006.
Varios puntos se derivan de este análisis. Primero, Colombia registró en 2006 el arancel consolidado más alto de la muestra y el tercer arancel aplicado, sólo superado por México y Venezuela. Para bienes agrícolas también el consolidado de Colombia fue el más alto, pero el aplicado fue el sexto entre los 44 países; en el contexto latinoamericano sólo lo superó México. La tarifa media nominal más baja en agricultura, tanto consolidada como aplicada, correspondió a Estados Unidos.
Segundo, Colombia es uno de los países con menor porcentaje de partidas libres de gravamen (1.7%); únicamente Chile, Venezuela y Perú tienen menores porcentajes. En el otro extremo están las economías desarrolladas, que tienen entre el 20 y el 57% de su universo arancelario libre de derechos, y un grupo de economías subdesarrolladas con el mismo rango: Costa Rica, Guatemala, Honduras, El Salvador y Panamá.
Tercero, las partidas agrícolas libres de derechos están en un rango entre 27 y 58% del universo arancelario sectorial de las economías desarrolladas y cerca del 25% de las centroamericanas. Colombia, Venezuela y Bolivia no tienen partidas agrícolas libres de gravamen.
Cuarto, Colombia aplica tarifas superiores al 15% sobre el 28.1% de las partidas arancelarias, en lo cual sólo es superado por las cuatro economías del Mercosur, con un promedio del 35%. En productos agrícolas lo aplica al 41.6% de las partidas, nivel superado por República Dominicana, Corea y México.
Quinto, los “picos arancelarios” –definidos como aranceles aplicados que son más de tres veces la tarifa media del país– son típicos de las economías desarrolladas. Entre el 3.4 y el 7.5% de las partidas arancelarias son “picos” en esas economías. Colombia, como la mayoría de las economías subdesarrolladas de la muestra, se acerca a cero en este indicador.
Sexto, curiosamente el máximo arancel aplicado corresponde a alguna partida de los países desarrollados (en el caso de Suiza es superior a 1000%). Entre las economías subdesarrolladas Colombia tiene el cuarto gravamen más alto (80%), después de México, Panamá y Costa Rica. La misma estructura se observa en el caso de los productos agrícolas.
Es evidente que Colombia no es el país con mayor liberalización arancelaria; por el contrario, las anteriores observaciones demuestran que los principales socios comerciales tienen menores gravámenes a las importaciones. Surge de ahí un interesante interrogante poco estudiado por la academia: ¿Cuál es el impacto neto de un proceso de apertura unilateral cuando las economías de los principales socios también disminuyen sus aranceles? Quizás una investigación semejante muestre que los pretendidos desastres causados por la apertura económica no sólo son explicados por ella, sino que también obedecen a otros factores. En esa línea avanza, por ejemplo, Carlos Felipe Jaramillo en su libro sobre la crisis de la agricultura en la década de los 90.
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