Oro verde

miércoles, 30 de diciembre de 2009
Publicado en el diario La República el 20 de septiembre de 2007


La sustitución de combustibles fósiles es un tema crucial que el mundo debate por tres razones principales. Primera, el estancamiento de las reservas de petróleo. Según BP Statistical Review of World Energy 2007, las reservas se mantienen cerca de 1,2 billones de barriles desde 2003; en 2006 por primera vez en muchos años disminuyeron (-0,1 por ciento anual).

Segunda, los impactos de su consumo en el calentamiento global. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático señala que durante el siglo XX la temperatura media mundial de la superficie aumentó 0,6±0,2ºC y que, bajo diferentes escenarios de simulación, la temperatura puede aumentar entre 1,4 y 5,8ºC entre 1990 y 2100.

Tercera, los elevados precios internacionales de los hidrocarburos. Su aumento se relaciona directamente con la mayor demanda china de combustibles –que explica 36 por ciento del incremento en el consumo de petróleo entre 2004 y 2006– y la creciente dependencia de Estados Unidos, China e India de las importaciones.

El reto de sustituir los combustibles fósiles es muy grande, pues petróleo, carbón y gas constituyen 81 por ciento del consumo mundial de energía. Entre las diversas alternativas exploradas por la ciencia, las más prometedoras son la energía nuclear y los combustibles renovables (madera, biodiesel y etanol, entre otros). Aunque la energía nuclear ha ganado participación en la oferta (de 0,9 por ciento del total mundial en 1973, a 6,3 por ciento en 2005), el futuro luce más promisorio para los renovables –10 por ciento de la oferta mundial–, por los temores que despierta la primera en materia de seguridad, manejo de residuos y riesgos de uso bélico.

En ese escenario, Colombia tiene una oportunidad de oro por su gran potencial de producción de biocombustibles. Diversos factores contribuyen a hacer realidad la explotación racional y sostenible de nuestros yacimientos de oro verde:

1. El país cuenta con una amplia variedad de cultivos para la producción de biocombustibles: caña de azúcar y panela, palma de aceite, remolacha, yuca y maíz. Adicionalmente, el CIAT ha realizado experimentos prometedores utilizando plátano, banano, batata, residuos de café, jatropha y la planta petróleo.

2. Los biocombustibles ya tienen mercados garantizados. Colombia estableció la mezcla de 10 por ciento de etanol a la gasolina; países como Japón, Canadá, Estados Unidos, la Unión Europea, Brasil, Tailandia, Filipinas, India y China fijaron niveles similares o superiores para biocombustibles.

3. Los mercados con mayor demanda serán los desarrollados, en los cuales hay un trade-off entre biocombustibles y alimentos. Un estudio de Peter Pfaumann, del BID, muestra que para poder implantar una mezcla de 10 por ciento de biocombustibles, Estados Unidos necesitaría 30 por ciento de su tierra cultivada, la UE 70 por ciento y Canadá 36 por ciento; las restricciones para aumentar la frontera agrícola plantean un dilema: producir menos alimentos o importar biocombustibles. En Colombia la producción de biocombustibles no sacrifica la de alimentos.

La producción agrícola ocupa cuatro de las 12 millones de hectáreas que tiene el país con esa vocación. Además, de las 43 millones de hectáreas con vocación agroforestal se utiliza menos de 50 por ciento.

4. El TLC permite el acceso libre de aranceles a Estados Unidos (0,54 dólares por galón más 2,5 por ciento ad valorem). Esto brinda una ventaja frente a otros competidores.

5. Los incentivos tributarios y financieros diseñados por el gobierno han inducido inversiones para la construcción de ocho plantas de etanol y nueve de biodiesel, algunas de las cuales ya iniciaron producción.

Es claro que Colombia puede ser protagonista en la producción de energía renovable. Los biocombustibles son una actividad que involucra muchas regiones del país, integran la producción agropecuaria con tecnología de punta, crean nuevos empleos y contribuyen al equilibrio ambiental.

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