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Migración y empleo

jueves, 17 de octubre de 2019
Publicado en Portafolio el 17 de octubre de 2019

Según el director del Dane “la población venezolana explica solo 10 puntos básicos de la tasa de desempleo total”. Ese es el resultado global de la reciente publicación del módulo de migración de la Encuesta de Hogares del Dane. Sin embargo, en la publicación hay otros aspectos interesantes.

En primer lugar, se calcula que 1.640.000 personas llegaron de Venezuela en los últimos cinco años; esta cifra es superior a la estimada por Acnur.

En segundo lugar, se confirma la aceleración de la migración desde el año pasado. Los migrantes pasaron de 600 mil en enero de 2018 a 1,6 millones en julio de 2019; su peso relativo se incrementó del 1,3% y al 3,4% de la población colombiana total, respectivamente.

La tasa de desempleo permitiría concluir que el impacto de la migración en el mercado laboral colombiano es mínimo, como bien lo resalta el director del Dane. Pero si se tiene en cuenta que de los venezolanos que llegaron en los últimos 12 meses 100 mil se emplearon, mientras que la población total que estaba en el país hace más de 12 meses perdió 147 mil empleos, es claro que la percepción del efecto cambia.

Algo similar ocurre con el desempleo, pues tomando solo los que vivían en el país hace más de 12 meses, esta variable creció en 172 mil personas; pero al incluir los migrantes del último año la cifra fue de 195 mil.

Además, el efecto sobre la oferta laboral es notorio. La variación absoluta de la población en edad de trabajar entre agosto de 2018 y julio de 2019 (148 mil personas) es explicada en 84% por los migrantes que llegaron en los últimos 12 meses.

Con esos datos se podría recalcular la tasa de desempleo a julio de 2018 y 2019, suponiendo que no entraron migrantes de Venezuela en el último año. Con ese supuesto, la ocupación se reduce en los 47 mil empleos calculados por el Dane –de esta forma se mantendría el empleo de 100 mil personas que vivían en Colombia y estaban empleadas hace un año–, y el número de desocupados sería 172 mil, porque no contarían los 24 mil aportados por los migrantes llegados recientemente. El resultado sería una tasa de desempleo del 9,9%, esto es, 30 puntos básicos menor a la registrada en la cifra oficial de 10,2%.

Por último, un aspecto que llama la atención es la estimación de población total usada para las mediciones laborales; si la llegada de migrantes se aceleró desde enero de 2018, las proyecciones de esa variable también debieron sufrir un cambio. Sin embargo, entre ese mes y julio de 2019 las cifras del Dane indican que la población creció en 783 mil personas, mientras que los migrantes se incrementaron en más de un millón; esto significaría que la población colombiana está disminuyendo, lo que carece de sentido.

En síntesis, es positivo que el Dane incorpore en sus encuestas el módulo de migración y trate de capturar la mayor cantidad y variedad de información que sea posible, pues ella fundamenta una mejor toma de decisiones sobre ese fenómeno. Sin embargo, es necesario ajustar la población total con los resultados del censo e incorporar el impacto de los migrantes en esa variable.

La migración venezolana: un tsunami

martes, 20 de agosto de 2019
Publicado en la Revista Fasecolda No. 174.

El tema de la migración venezolana sigue ganado espacios en los medios de comunicación y en las redes sociales. Además, a las principales ciudades del país arriban cada vez más familias de esa nacionalidad, en un flujo que no parece tener fin.

Aun así, hay indicios de que no hemos captado la real dimensión del problema. Una aproximación la brindan las finanzas públicas. Recientemente el Comité Consultivo para la Regla Fiscal, considerando el impacto del choque migratorio, flexibilizó la meta del déficit fiscal para este y los próximos años. No obstante, para la mayoría de los colombianos esa es una decisión que, además de que solo la entiende un reducido grupo de iniciados, poco y nada les dice sobre el volumen de migración.

El objetivo de este artículo es resaltar la importancia que tiene el choque migratorio y destacar su magnitud frente a fenómenos similares en el contexto mundial.

Migrantes y refugiados en el mundo

En la literatura especializada, el concepto de migrante se refiere a las personas que se movilizan desde su lugar de residencia hacia otras partes del mismo país o hacia otros países. 

Hay casos en los que el movimiento de personas no se da por voluntad propia; algunos deben salir de su hábitat tradicional para proteger su vida y la de sus familias, como consecuencia de hechos políticos, económicos, sociales, culturales y naturales. A esa figura se le clasifica como desplazamiento forzado; si la población afectada se mueve a otra región dentro del mismo país, se denomina desplazamiento interno y si es hacia otro país, se identifican como refugiados.

La publicación más reciente de las Naciones Unidas (Acnur, 2018) indica que el stock de migrantes ascendió a 258 millones de personas en 2017 (gráfico 1), con una tasa media anual de crecimiento del 2,4%, que duplica la tasa de crecimiento de la población mundial. El 58% de ellos llegó a las economías desarrolladas.


En el caso del desplazamiento forzado, según Naciones Unidas, en 2017 el stock llegó a 68,5 millones de personas, de los cuales 40 millones corresponden a desplazamiento interno, 25,4 millones a refugiados y 3,1 millones a personas que están solicitando asilo.

Colombia es el país con el mayor número de desplazados internos, con un stock de 7,7 millones de personas en 2017, explicados por el conflicto interno. Le sigue Siria con 6,2 millones de desplazados, como consecuencia de la guerra civil que asola a ese país desde 2011. El tercer lugar corresponde a la República Democrática del Congo, con 4,4 millones de personas.

Con relación a los refugiados, el primer puesto lo ocupa Siria, por la mencionada guerra civil, con 6,3 millones de personas (gráfico 2). El segundo lugar lo ocupa Afganistán y el tercero Sudán del Sur. Sumando a ellos a Myanmar y Somalia, estos cinco países contribuyen con el 68% de los refugiados.


La evidencia empírica muestra que, en general, los refugiados tienden a concentrarse en los países vecinos a aquel del cual están saliendo; esto se explica por afinidades culturales, históricas y de idioma, entre otros factores.

En el caso de Siria, el 80,4% de los refugiados se ubicó en tres países vecinos: Turquía, Líbano y Jordania; en el de Afganistán, el 89,3% en dos países: Pakistán e Irán. Un hecho importante que se deduce de ese comportamiento es que la mayor parte del problema de los refugiados se refleja en las economías en desarrollo más que en las desarrolladas. Las estadísticas muestran que las 10 economías desarrolladas que reciben más refugiados apenas captan el 12% del total; Alemania que es la primera, no alcanzaba a un millón de personas en 2017, mientras que Turquía, Pakistán y Uganda superan ampliamente esa cifra (Cuadro 1).


Migración venezolana

La Organización Internacional de Migraciones y Acnur (R4V, 2019) calculan que a marzo de 2019 el total de venezolanos refugiados y migrantes asciende a 3,7 millones de personas. El grueso de esa población se concentra en Colombia y Perú (32,4% y 19,7%, respectivamente).

Dos aspectos emergen de esas cifras. Por un lado, no se discrimina el número de refugiados del de migrantes, lo que refleja las dificultades de recolección de datos en el caótico proceso de salida de Venezuela. Por otro, los analistas dan por descontado que esa cifra subestima el número real, porque no se cuenta con sistemas estadísticos adecuados, especialmente en países como Colombia que tienen una tradición de cierre frente a la migración; a ello hay que adicionarle que la frontera colombo–venezolana abarca un poco más de 2.200 kilómetros con innumerables puntos de paso de un país a otro.

Un grupo de economistas venezolanos utilizó la información de las cuentas de Facebook para expatriados, con el propósito de hacer una estimación del número de migrantes; de paso, lograron estimar la composición por edades, excluyendo los menores de 13 años (Santos, 2018). Con esa metodología calculan que hasta diciembre de 2018 habían salido de Venezuela 4,9 millones de personas mayores de 13 años; se estableció, adicionalmente, que a Colombia llegaron 1,6 millones (32,4% del total), a Estados Unidos 705 mil (14,5%) y a Perú 630 mil (12,9%) (cuadro 2).


Varios aspectos sobresalen en esos resultados. En primer lugar, aun cuando se trata de cálculos mediante herramientas no convencionales, se fortalece la presunción de que hay una subestimación de la migración, que podría superar el 30%. En segundo lugar, mientras que en la primera fuente se verifica la tendencia a migrar hacia los países vecinos, en la segunda aparece Estados Unidos en segundo lugar, con un porcentaje importante. En tercer lugar, se corrobora que Brasil es un caso que rompe con la idea de migrar al vecindario, pues el número de migrantes que ha recibido es insignificante, según ambas fuentes: 96 mil en la primera y 86 mil en la segunda. La explicación podría radicar en la barrera del idioma.

Para el caso de Colombia el tema es crucial, toda vez que es el principal receptor. Un documento de Migración Colombia (2018) calcula que los menores de 17 años representaban el 15% de los migrantes venezolanos. Aplicando la misma relación a la estimación de Santos (2018), indicaría que el país recibió 1,8 millones de personas hasta diciembre de 2018.

Es evidente la diferencia que conlleva diseñar una política para atender 1,2 o 1,8 millones de personas. De ahí la urgencia de desarrollar e implementar mediciones más adecuadas de la población migrante que está llegando a Colombia.

Conclusiones

Colombia está frente a un verdadero tsunami. Esto se comprueba al comparar los datos de los migrantes que han arribado con las estadísticas internacionales; el país no solo se perfila como el segundo receptor de refugiados a nivel global, sino que la oleada reciente registra una dinámica muy superior a la de casos como el originado por la guerra civil de Siria.

A ese hecho hay que adicionarle que Colombia registra 7,7 millones de desplazados del conflicto y que tiene 14 millones de trabajadores en la informalidad. En ese contexto, y dado el perfil educativo de los migrantes y la situación de pobreza en la que están llegando, hay que reducir el optimismo frente a las bondades teóricas que se esperan de la migración en materia de crecimiento económico, aumento de la productividad y fortalecimiento del emprendimiento.

Queda claro que el problema es muy superior al que se ha calculado hasta ahora y que los impactos económicos y sociales de corto plazo pueden ser más negativos de lo que se prevé. El gobierno debería dar mayor prioridad al tema, antes de que se convierta en un lastre para la recuperación de la actividad económica.

Referencias

Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados – ACNUR (2018). Tendencias globales. Desplazamiento forzado 2017. Ginebra, Suiza. Recuperado de: https://www.acnur.org/5b2956a04.pdf

Migración Colombia (2018). “Todo lo que quiere saber sobre la migración venezolana y no se lo han contado”. Recuperado de: http://www.migracioncolombia.gov.co/venezuela/Todo%20sobre%20Venezuela.pdf 

R4V – Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela (2019) “Refugiados y Migrantes Venezolanos en la región, hasta marzo de 2019”. R4V, 11 de abril. Recuperado de: https://r4v.info/en/documents/details/68962

Santos, M.A. (2018). “¿Cuántos son y qué perfil tienen los venezolanos en el exilio? Una aproximación a través de Facebook”. Recuperado de: https://prodavinci.com/cuantos-son-y-que-perfil-tienen-los-venezolanos-en-el-exilio-una-aproximacion-a-traves-de-facebook/


Maduro, ¿hasta cuándo?

viernes, 22 de marzo de 2019
Publicado en Portafolio el viernes 22 de marzo de 2019

Qué imágenes tan indignantes las de un país sin energía eléctrica por varios días, personas que recogen agua de ríos contaminados, mujeres llorando porque sus escasas reservas de alimentos se dañaron por falta de refrigeración y médicos denunciando la muerte de pacientes por el apagón en los hospitales.

En cualquier otro país esos hechos y esas imágenes hubieran propiciado una revuelta popular; pero no en Venezuela. Definitivamente los límites de resistencia de ese pueblo son sorprendentes. Lo cierto es que superado el apagón todo ha vuelto a la “normalidad” y Maduro sigue campante.

El nombramiento de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela y el respaldo internacional alimentaron las expectativas de un cambio de gobierno en el corto plazo. De igual forma, en el marco del Congreso Prospectivas Macroeconómicas de América Latina, realizado por Econometría Consultores en Bogotá, el análisis de la economía de Venezuela ocupó un lugar central y también se percibió la idea de una pronta caída de la dictadura de Maduro.

En ese congreso, Asdrúbal Oliveros, socio director de Ecoanalítica, señaló tres escenarios de salida para Venezuela: el primero, y más probable, un golpe militar; el segundo, una transición negociada del poder a Guaidó; y el tercero, y más improbable, una intervención externa.

En mi opinión, los escenarios están bien formulados, pero hay que adicionarle algunos aspectos para hacerlos más reales. En el tercero, no hay que olvidar que el régimen de Maduro también consiguió respaldo internacional. Cabe recordar las imágenes del canciller venezolano en una rueda de prensa en las Naciones Unidas, rodeado por cerca de 50 embajadores de naciones que apoyan al dictador; lugar destacado en ese grupo, ocupan Rusia y China.

Hay que tener en cuenta dos hechos cruciales: primero, que Estados Unidos y China están en “negociaciones” para evitar una profundización de la guerra comercial; segundo, que las relaciones de Trump y Putin se han fortalecido y se presentan ante el mundo como grandes amigos, por exóticas que luzcan esas relaciones dadas las sospechas de intervención de Rusia en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. A esas particularidades hay que adicionar que a Colombia no le conviene para nada una confrontación armada, pues sería el país más expuesto a los ataques. En ese contexto, a lo máximo que puede llevar la situación de Venezuela es a un nuevo escenario de guerra fría, que anclaría a Maduro por buen rato.

En el caso del primer escenario, hay que tener en cuenta que la cúpula militar de Venezuela tiene el poder real, pues son quienes controlan la mayor parte de los ministerios y empresas, empezando por PDVSA; ellos están muy comprometidos en actividades ilícitas que han sustentado las medidas de Estados Unidos contra varios de ellos. Pero tal vez el elemento más determinante es que las promesas de amnistía de Guaidó a los militares sean neutralizadas por el espejo de los recientes casos de los dictadores chilenos y argentinos que fueron sometidos a sendos juicios décadas después de su involucramiento en los golpes de estado; con ese precedente es difícil que cedan.

Así es que confiar en una salida negociada luce poco realista. Solo la asfixia económica y el agotamiento de las reservas de oro podrán doblegar al dictador; el interrogante es ¿cuándo?

América Latina y la incertidumbre global

viernes, 4 de mayo de 2018
Publicado en la Revista Fasecolda No. 169

En el periodo reciente aparecieron diversos factores exógenos que pueden afectar la dinámica de crecimiento de las economías de América Latina. Ante ellos, los gobiernos solo pueden adoptar medidas para mitigar sus impactos, pero no es una tarea fácil.

Migración venezolana

El desastre económico ocasionado por la dictadura de Venezuela originó la migración masiva de residentes que buscan escapar de la penuria que los agobia. Según la firma Consultores 21, la diáspora, que en los últimos años supera los cuatro millones de personas, se orienta especialmente hacia países de América y Europa; Colombia y Chile aparecen como los principales destinos, con el 17% cada uno, seguidos de EE.UU. (10%), Perú (10%), Ecuador (8%), Panamá (7%) y Argentina (4%).

Al principio, migraron los empresarios afectados por la pérdida de estabilidad jurídica en el país; luego salieron muchos trabajadores calificados, bien sea por el cierre de empresas o porque los áulicos de la revolución bolivariana se apoderaron de los cargos gerenciales (como en el caso de PDVSA). Ahora están migrando familias de clase media y baja, castigadas por la escasez de alimentos y medicinas, la erosión de los ingresos que ocasiona la hiperinflación y la represión de la dictadura a cualquier forma de protesta contra el régimen.

Para los países receptores de la región, esa masiva llegada de migrantes en pésimas condiciones económicas y sanitarias tiene serias repercusiones: crecimiento de la informalidad; presión sobre los sistemas de salud para la atención gratuita; entrada de enfermedades como la difteria y el sarampión, que estaban erradicadas de América Latina; atención en el sistema educativo a niños sin recursos; incremento de la delincuencia y prostitución; y riesgo de aparición de problemas de xenofobia, debido a que los residentes se sienten desplazados de sus empleos y del acceso a servicios esenciales, por los migrantes.

Además del malestar social, es evidente que los costos económicos son elevados y afectan las ya debilitadas finanzas nacionales y municipales de los países receptores.

Comercio internacional

Aun cuando el comercio internacional está en proceso de recuperación, hay serias amenazas a la institucionalidad que ha regido durante décadas.

En la última Conferencia Ministerial de la OMC, el presidente del Consejo General afirmó que «los ciudadanos de todo el mundo… cuestionan cada vez más los beneficios del comercio internacional y los acuerdos comerciales, y ponen a prueba el multilateralismo». 

Esos sentimientos han sido alimentados por los pobres resultados del largo periodo de la Ronda de Doha y por el aumento del proteccionismo en numerosas economías durante la Gran Recesión.

A esto se suman las posiciones del presidente Trump contra los acuerdos comerciales, incluyendo la OMC; según el mandatario, este organismo no beneficia a los EE.UU. y los jueces están en su contra, lo que explica el predominio de fallos adversos.

En consecuencia, EE.UU. optó por bloquear el órgano de apelaciones de la OMC; actualmente tres de los siete cargos están vacantes porque ese país no ha dado su voto para suplirlos. Como cada apelación debe ser atendida por tres jueces, en poco tiempo se puede paralizar este órgano, que es parte esencial del mecanismo de solución de diferencias.

«Trumponomics»

La presidencia de Trump plantea riesgos para la economía mundial por sus erráticas decisiones. Dos de ellas merecen especial atención, por los efectos sobre el comercio y la economía.

Sobre comercio, desde que asumió el cargo, retiró a EE.UU. del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, congeló la negociación de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión, forzó la renegociación del Nafta, mantiene amenazas continuas contra las importaciones de China y México, e impuso mayores gravámenes a las lavadoras y los paneles solares. Más grave, sin embargo, es la decisión de imponer aranceles del 25% y del 10% a las importaciones de acero y aluminio, respectivamente.

Con esto, puso al mundo al borde de una guerra comercial. Trump y sus asesores olvidaron o desconocen la experiencia de 2002, que mostró cómo ese tipo de barreras comerciales castigan a los consumidores, vía mayores precios, y a los fabricantes de EE.UU. que utilizan esos productos como insumos, vía pérdida de competitividad. Además, el efecto sobre las cadenas globales de valor puede ser desastroso y, paradójicamente, el mayor impacto lo sufrirían las empresas y la población estadounidenses.

Sobre la economía, resulta difícil entender que, en un entorno de posible recalentamiento de la economía, se impulse una reforma tributaria que generará incrementos adicionales de la demanda y aumento del déficit fiscal. Algunos analistas cuestionan si realmente era necesaria. Brookings Institution señala que, si bien la tarifa corporativa de impuestos estaba en el 35%, la mayor parte de las empresas pagaban una mucho menor por exenciones y tratamientos especiales; además, en las últimas décadas, las empresas perdieron participación en el recaudo impositivo. El interrogante es qué harán las empresas con los recursos adicionales que les genera el menor pago de impuestos y cómo financiará el Gobierno el aumento del déficit fiscal.

Con el escenario hipotético de mayor gasto, aumento de la inflación y creciente endeudamiento del Gobierno, crece la probabilidad de incremento de las tasas de interés por parte de la FED, con más celeridad y en mayor magnitud a las previstas inicialmente, fortalecimiento del dólar y un déficit comercial de mayor cuantía. Esto pone en riesgo la reciente recuperación de la economía mundial y puede repercutir en dificultades de acceso de las economías emergentes a los mercados financieros.

Petróleo

El repunte de los precios del petróleo desde finales de 2017 es un alivio para las economías productoras y exportadoras. Pero no se debe perder de vista la alta volatilidad del mercado del hidrocarburo y los grandes márgenes de error de las proyecciones de sus precios a mediano plazo.

En ese contexto, es relevante la pregunta sobre la sostenibilidad de los precios alrededor de los USD 70 por barril. El reciente aumento se explica por el crudo invierno en el hemisferio norte, la reactivación de las economías desarrolladas y emergentes, y el acuerdo flexible entre la OPEP y Rusia. Es claro que el primer factor se agota en poco tiempo, pero el segundo se puede sostener por el resto del año; en el caso del tercero, es más compleja cualquier predicción.

Los precios más altos están incentivando la entrada en producción de pozos de hidrocarburos no convencionales, que fueron sellados por la caída de los precios. Es evidente que la unidad de la OPEP se ha resquebrajado en los últimos años y que su acuerdo de reducción de la producción se puede romper en cualquier momento. Aun cuando Arabia Saudita y Rusia están diseñando estrategias para fortalecer el acuerdo y vincular a más países no-OPEP, la debilidad mencionada aumentará en un escenario de mayor oferta de EE.UU.

China y la geopolítica

En enero de 2017, mientras Trump tomaba posesión de su cargo como presidente de EE.UU. con un discurso que glorifica el proteccionismo, Xi Jimping intervenía en Davos postulando a China como el líder mundial de la globalización.

China está desarrollando una estrategia diplomática global que Trump no percibe; solo eso explica que haya retirado a EE.UU. del TPP, sin valorar que el objetivo de Obama era hacer contrapeso al creciente poderío de esa nación en el Pacífico.

Los últimos gobiernos de EE.UU. no han manifestado gran interés por América Latina. Entre tanto, los chinos iniciaron una paciente labor de fortalecimiento de las relaciones diplomáticas y económicas, y lograron una notable presencia en la región: son el segundo socio comercial de América Latina y el primero de Brasil, Chile y Perú; han adquirido más de un millón de hectáreas de tierras, con la visión de producir productos básicos para exportar a China; la inversión extranjera directa se calcula en USD 90.000 millones entre 2005 y 2017 (5% del total); y, los préstamos a los gobiernos de la región, en el mismo periodo, superan los USD 140.000 millones. Además, han manifestado su intención de apoyar la construcción de obras estratégicas de infraestructura para varios países, como el corredor del Trópico de Capricornio (Chile, Brasil y Argentina) y el tren bioceánico (Uruguay, Bolivia y Perú o Chile).

En este escenario, América Latina puede ser víctima de una nueva colonización que perpetuará la función de proveedores de bienes de bajo valor agregado y sin opciones claras de desarrollo. 

Síntesis

En el mundo siempre habrá amenazas y oportunidades para cada país. Pero en la situación reciente están confluyendo diversas fuerzas exógenas de gran magnitud que pueden limitar la recuperación económica de América Latina y ante las cuales es muy escaso el margen de maniobra.

No obstante, es importante que los gobiernos y los empresarios tengan plena conciencia de ellos y adopten oportunamente medidas que puedan mitigar los impactos. Por ejemplo, evitar una nueva enfermedad holandesa; diseñar estrategias de aprovechamiento del capital humano migrante y allegar recursos de organismos internacionales para afrontar la crisis humanitaria; fortalecer los acuerdos comerciales en un escenario de guerra comercial; y adoptar estrategias activas frente a China, para vincular empresas a las cadenas globales de valor y desarrollar programas de cooperación para diversificar las exportaciones hacia bienes y servicios de mayor sofisticación.

Opciones existen, pero hay que anticiparlas y fortalecer la construcción de puentes, en lugar de muros.

Venezuela en la olla de presión

martes, 27 de febrero de 2018
Publicado en Portafolio el martes 27 de febrero de 2018

El comandante Chávez comenzó la tarea de acabar con la economía de Venezuela; con una billetera llena de petrodólares, soñó con ser el amo de América Latina y castigar a los que no se alinearan con su “revolución bolivariana”. Por eso arremetió contra la economía colombiana, mediante una absurda decisión que liquidó el comercio entre las dos naciones; en 2017 Colombia apenas le exportó US$319 millones y le compró US$220 millones.

Maduro, como buen discípulo, y siguiendo las instrucciones de Chávez transfigurado en pajarito, continuó la labor destructiva. La economía está en ruinas. El PIB ha caído por cuatro años consecutivos y el FMI proyecta que la crisis seguirá en 2018 y 2019; de cumplirse esas proyecciones, el PIB de 2019 será el 48% inferior al de 2013, último año en que la economía creció; por contraste, a pesar de la desaceleración reciente, el de Colombia será el 19% más alto.

Una de las consecuencias es la masiva migración, que Consultores 21 calcula en cuatro millones de personas en los últimos años; de ellos, al menos 700 mil habrían entrado a Colombia.

Son numerosos los factores que obligan a la población a migrar: La escasez de alimentos y la consecuente desnutrición generalizada; la nula oferta de medicinas y la reaparición de enfermedades como la difteria y el sarampión –que se consideraban erradicadas en América Latina–; la hiperinflación que corroe los ingresos de los asalariados (el salario mínimo no llega a US$10 mensuales, al calcularlo con la tasa de cambio del mercado paralelo); y la violenta represión de la dictadura contra aquellos que osen protestar por la crisis humanitaria que se agudiza día a día.

Ricardo Hausmann destaca la crítica situación de desnutrición. Calcula que el consumo medio de calorías diarias ha caído a 1.400, muy por debajo del mínimo recomendado para llevar una vida sana. El “Dietary Guidelines for Americans, 2015-2020” (U.S. Department of Health and Human Services y U.S. Department of Agriculture), estima “un rango entre 1.600 y 2.400 calorías diarias para una mujer adulta y 2.000 a 3.000 calorías diarias para un hombre adulto, dependiendo de la edad y de la actividad física”; los niveles inferiores son para personas sedentarias.

La dictadura de Maduro dejó de publicar estadísticas, pretendiendo ocultar el sol con las manos. No se conocen mediciones oficiales de inflación, empleo, comercio exterior y situación fiscal. Los analistas han tenido que recurrir a creativos métodos para tratar de cuantificar los problemas.

El “Billion Prices Project”, iniciativa de Roberto Rigobón y Alberto Cavallo, profesores de MIT, empezó a recolectar información de precios en Venezuela en 2017, con la colaboración de un creciente grupo de voluntarios que todas las semanas va al comercio a capturar los datos mediante un aplicativo de sus celulares. Según esa fuente, en enero de 2018 la inflación de alimentos fue del 117.6% , que anualizado equivale a una astronómica variación del 1.130.000%. Esto significa que el aumento de salarios del 40% en ese mes, prácticamente desapareció en 10 días.

En síntesis, la nefasta revolución bolivariana tiene a la economía venezolana en una olla de presión. La pregunta es cuánto más aguantará antes de estallar y cuáles serán las consecuencias para la población no chavista y para la región.

Venezuela: ¡Qué desastre!

viernes, 18 de septiembre de 2015
Publicado en Portafolio el 18 de septiembre de 2015

“Los líderes populistas como Chávez… coinciden en tomar una parte de la población y volverla el enemigo interno, que junto con el enemigo externo se convierten en lo que los populistas llaman «antipueblo». En cada discurso el populista busca insertar odio en la sociedad; hacer que el pueblo odie al «antipueblo». Una vez así, logra que parte del pueblo se enamore de él, le perdone todos los robos, actos de corrupción, cambios de Constitución, falta de justicia; porque supuestamente todo lo que el populista hace es en nombre del pueblo. Y cualquier cosa que vaya mal, siempre será culpa del «antipueblo»”.

Esta descripción que la politóloga guatemalteca Gloria Álvarez hace del populismo de Chávez, también aplica a la perfección a Maduro, su heredero. Ahí están claras las razones por las que Maduro la tomó contra los migrantes colombianos. Los convirtió en el «antipueblo» externo para disimular el gran desastre económico al que el pomposamente denominado “Socialismo del siglo XXI” llevó a Venezuela; también los usa ahora que ve el riesgo de perder las elecciones del próximo diciembre, como una forma de acallar al «antipueblo» interno.

Los problemas de la frontera llevan décadas sin que se adopten las medidas correctivas. En su columna de Semana (“Conversaciones con Maduro y Santos”), el analista León Valencia comenta que el libro “La frontera caliente”, publicado en 2011 con Ariel Ávila, evidenció los crecientes problemas de contrabando, narcotráfico y presencia de “grupos ilegales que en complicidad con sectores de la fuerza pública y con líderes políticos de los dos lados controlaban negocios jugosos”. Por eso, es ridículo que Maduro saque a relucir esos problemas como si fueran nuevos y que, adicionalmente, aduzca el ataque a militares venezolanos por parte de paramilitares colombianos como el detonante del cierre de la frontera.

Por lo primero, debería jalarse las orejas por la pasividad frente a un problema de tantos años. Con relación a lo segundo, la revista Semana (“¿Cuál fue “el florero de Llorente” de la crisis en la frontera”?) afirma que el ataque es un hecho oscuro, que posiblemente está relacionado con un choque entre militares de ese país, a raíz de la intromisión de un grupo de inteligencia en asuntos del llamado cartel de los soles.

En materia económica pocos gobernantes se pueden vanagloriar de haber causado un desastre económico tan grande como el de Chávez y Maduro. Venezuela, la economía con las mayores reservas de petróleo en el mundo, desperdició la bonanza de precios que le significó la entrada de más de US$800 mil millones en el presente siglo.

Su “modelo de desarrollo endógeno” tiene totalmente desabastecido el mercado y los consumidores enfrentan el racionamiento y las largas filas del socialismo ruso y cubano para adquirir bienes básicos. La pobreza aumentó del 25.4% en 2012 al 32.1% en 2013. La inflación es la más alta del mundo (145.5% según Latin American Consensus Forecasts). El FMI estima que el PIB caerá 7% este año. Su tasa de homicidios (53.7 por cada 100 mil habitantes) es de las más altas del planeta y la de Caracas (134) es ocho veces superior a la de Bogotá.

No podemos darle papaya a Maduro, que con sus payasadas busca en Colombia los pretextos para aplazar las elecciones.

Lecciones del pasado

viernes, 23 de abril de 2010
Artículo publicado en el diario La República el 15 de abril de 2010


La incertidumbre sigue siendo parte del entorno en el que se desenvuelven las empresas. Y ella, a la vez que hace a los empresarios menos vulnerables a las situaciones adversas, les permite aprender a sobrevivir en escenarios complejos.

Así parece comprobarse en el caso de las medidas discriminatorias que el gobierno de Venezuela adoptó desde mediados de 2009 contra las exportaciones originarias de Colombia.

Un argumento a favor de esa hipótesis es la comparación del impacto de tal decisión con el causado por la imposición del control de cambios en Venezuela en 2003. Aún cuando la caída de las exportaciones fue relativamente similar en los dos casos (33,5 por ciento y 38,2 por ciento, respectivamente), en 2003 el número de empresas exportadoras se redujo en 718 (27,5 por ciento del total); en cambio, en 2009 la reducción fue de 347 empresas, es decir, de 10,2 por ciento. Por lo tanto, es razonable conjeturar que las lecciones de la situación negativa de comienzos de la década han permitido a los empresarios sobrellevar de mejor forma el bloqueo comercial reciente.

Aún cuando es necesario superar la alta dependencia del mercado venezolano, lo cierto es que a nivel de empresas la situación no es tan grave, tal vez por el aprendizaje del episodio de 2003.

Una forma de evaluar ese punto es examinando la dependencia operacional de las empresas. Ella se mide como el cociente entre los ingresos operacionales que cada firma obtiene por sus exportaciones a Venezuela y los ingresos operacionales totales.

Se realizó un ejercicio con los balances contables de 2008 (últimos disponibles), reportados a la Supersociedades. Se obtuvieron datos de 43 por ciento de las 3.387 empresas que ese año exportaron a Venezuela; ellas vendieron 63 por ciento del total exportado a ese destino.

Los resultados muestran que en 83,9 por ciento de las firmas, menos de 20 por ciento de sus ingresos operacionales dependen del mercado venezolano, y que en sólo 7,5 por ciento de ellas dependen en más de 40 por ciento.

Esto significa que para la gran mayoría de las empresas exportadoras la fuente de 80 por ciento o más de sus ingresos operacionales es el mercado nacional y/o las exportaciones a otros países. En consecuencia, son menos vulnerables que las que tienen dependencia superior a 40 por ciento; y en el caso de aquellas que exportan a otros mercados, pueden reorientar con mayor rapidez las exportaciones que enfrentan obstáculos en Venezuela.

Colofón: la experiencia y el tesón de los empresarios amortiguarán los efectos del bloqueo mientras se restablece el derecho de los pueblos al comercio. Las exportaciones totales de Colombia en los dos primeros meses de 2010 son la más altas de la historia para el primer bimestre y están creciendo a 19 por ciento anual… sin Venezuela crecen a 40 por ciento.

Diversificar mercados

miércoles, 30 de diciembre de 2009
Publicado en Ámbito Jurídico el 16 de junio de 2008


Se vuelve a discutir en nuestro medio el tema de la diversificación de mercados de exportación. El debate ha sido animado por el potencial impacto negativo de la recesión de Estados Unidos, el riesgo de contracción del comercio con Ecuador y Venezuela por la tensión diplomática reciente y el repunte de los precios internacionales de los productos básicos que puede repercutir en indicadores de mayor concentración.

Es un hecho evidente que las exportaciones de Colombia están concentradas tanto por mercados como por productos y que las exportaciones per cápita son inferiores a las de países de similar grado de desarrollo. Pero el diagnóstico no puede ser estático; es preciso conocer si el país está avanzando o no y si las políticas implementadas desde hace varias décadas aportan algún resultado positivo o negativo. Para ello se hicieron las mediciones estadísticas que permiten evaluar qué ha ocurrido con la concentración del comercio por destinos y por productos, y también en mercados específicos tanto por productos como por empresa.

El análisis por destinos y por mercados muestra que en el periodo 2000-2007 Colombia redujo considerablemente su concentración y fue de los países de América Latina que más avanzó. Es más, según la UNCTAD, en el periodo 2000-2005 de un total de 207 países 97 aumentaron su concentración por productos y 110 la contrajeron; Colombia ocupó el puesto 35 entre los de mejor desempeño.

En los análisis recientes, la evaluación de la concentración por productos en mercados específicos se ha enfocado en el caso de Venezuela durante el 2007. Los análisis ponen en evidencia que varios productos concentran un alto porcentaje de sus exportaciones en ese país. De ahí se colige que el riesgo para Colombia es grande.

No obstante, cuando se analiza la evolución de 17 productos que representaron el 93% del valor exportado en el rango de dependencia más alto (entre 90 y 100%) se observa que no hay estabilidad en todos los casos. Así, por ejemplo, las exportaciones de carne de bovino dependían en 16% del mercado venezolano en el año 2000 y sólo a partir del 2004 pasaron al rango alto. Y productos como las cebollas y la margarina que en 2000 dependían cerca del 100%, salieron del mercado en los años siguientes.

Por último, para el análisis de la concentración a nivel de firma es muy útil un estudio elaborado por Enrique Montes y otros investigadores del Banco de la República. Ellos midieron la dependencia de los ingresos operacionales de 1.447 empresas que exportaron el 82.6% de las exportaciones de Colombia a Venezuela en 2006; la dependencia se midió como el porcentaje que representan las exportaciones de una firma a Venezuela en el total de sus ingresos operacionales.

Los resultados son sorprendentes, pues para el 90% de las firmas su nivel de dependencia de ese mercado es inferior al 20% y el 63% de las exportaciones es explicado por ellas. Según los autores: “Esto sugiere que ante el evento de un cierre del mercado del vecino país, esas empresas tendrían un buen margen de maniobra para ajustarse a las nuevas condiciones”.

En síntesis, Colombia viene avanzando por la senda de la diversificación con mayor celeridad que otros países de la región, la dependencia del mercado venezolano no es estable para todos los productos y para la mayor parte de las empresas exportadoras a Venezuela no existe un riesgo alto desde el punto de vista de sus ingresos operacionales.

La política que adelanta el gobierno tiene como objetivo profundizar la tendencia hacia una mayor diversificación, con políticas de mediano y largo plazo. Son múltiples las herramientas que se están implementando para ese fin: acuerdos comerciales, aumento de las exportaciones de valor agregado, divulgación de los tratados de libre comercio (TLCs), labor permanente de Proexport en apertura de mercados e incremento del número de exportadores, fortalecimiento de los instrumentos financieros, búsqueda de oportunidades en Asia, programas de apoyo y promoción de empresas exportadoras, y desarrollo de actividades de Bancoldex como Eximbank (financiación a los compradores de las exportaciones de Colombia), entre otras.

En materia de acuerdos comerciales el objetivo es que hacia el 2010 Colombia tenga acceso preferencial permanente a más de 50 países a los que vendemos cerca del 90% de las exportaciones. Un ensayo reciente de Alberto Amurgo y Martha Pierola del Banco Mundial demuestra que los TLCs contribuyen a la diversificación de las exportaciones como resultado del aumento en la transparencia en las reglas de juego y la consecuente reducción de los costos de información; esto incentiva a más firmas a ingresar al mercado del país socio, ampliando la gama de productos exportados.

En términos generales esas políticas deben ser estables y no ser cambiadas por eventos coyunturales. Los episodios atípicos son de naturaleza temporal y por ello se deben enfrentar con políticas de corto plazo que respondan al tipo particular de anomalía que se registre.

El diagnóstico ha permitido al gobierno focalizar las políticas en los puntos más vulnerables y actuar con la debida oportunidad apelando al instrumental adecuado para la coyuntura.


Los vecinos seguirán siendo los vecinos y es utópico un escenario en que desaparezca el comercio con ellos. Por eso, restablecida la normalidad en los flujos comerciales, el país debe salir fortalecido y con empresas que tienen una mejor visión del riesgo, reflejada en una mayor diversificación de sus destinos de exportac