Publicado en el diario La República el 31 de octubre de 2008
El amplio despliegue informativo que ha tenido la crisis financiera del mundo desarrollado, llevó el tema a todas las tertulias en el país. Pero no siempre es clara la percepción sobre los canales mediante los cuales podríamos contagiarnos y sobre los riesgos que ellos significan para Colombia.
La realidad es que los riesgos existen, pero también hay hechos concretos que los amortiguan en buena parte.
El canal que más está impactando a las economías desarrolladas es la contaminación de los portafolios de las entidades financieras. En el caso colombiano, ya se hizo público que algunos fondos de pensiones incurrieron en pérdidas estimadas en $56 mil millones por este concepto y que ellas representan apenas un 2.5% de las utilidades registradas a agosto de 2008.
Otro canal importante es el financiero, al cual son más vulnerables las economías emergentes. Se origina en la iliquidez de los mercados financieros internacionales, pues los bancos, además de cerrar sus líneas de crédito, pueden exigir el pago anticipado de obligaciones, tanto a gobiernos como a empresas privadas.
Como ya lo anunció el Ministro de Hacienda, el gobierno colombiano aseguró los recursos necesarios para financiar el presupuesto de 2009, mediante la contratación de créditos con bancos multilaterales por US$2.400 millones. Aun cuando la desaceleración de la economía (3.5% para 2009) ocasionará menores recaudos y es probable una demanda de financiación complementaria, ella puede ser provista por el frente común que anunciaron el BID, la CAF y el FLAR para atender las necesidades de recursos de la región.
Con respecto al sector privado, el Banco de la República eliminó el depósito al endeudamiento externo, lo que incentiva a las empresas a contratar los recursos necesarios, mientras les mantengan abiertas las líneas de crédito en los bancos de los que son clientes. Adicionalmente, el gobierno negoció con el BID una línea de crédito por US$650 millones para Bancoldex, que permitirá atender la demanda de las empresas afectadas por las decisiones de los bancos del exterior.
Existe también el canal real, que actúa más lentamente, tiene efectos directos e indirectos y se refleja básicamente en el comercio de bienes y servicios. La desaceleración de las economías desarrolladas reduce su demanda de importaciones e impacta negativamente los precios internacionales de los productos básicos; como consecuencia no sólo se pueden reducir las ventas del país a las economías desarrolladas, sino a los socios comerciales de la región afectados por los mismos factores.
Aun cuando los precios de los productos básicos han registrado una notoria corrección a la baja en los últimos meses –especialmente el petróleo, que luego de bordear los US$150 por barril descendió a menos de US$70–, se mantiene la situación de desabastecimiento relativo de alimentos en varios países. Esto significa que el descenso de sus precios difícilmente alcanzará los bajos niveles registrados hasta hace tres años y, por lo tanto, amortiguará parcialmente el impacto negativo de este canal.
Otro aspecto que podría tener un efecto negativo es la potencial caída de las remesas de migrantes por desempleo, pérdidas de capital en inversiones en títulos tóxicos y dificultades para pagar las viviendas adquiridas con crédito. No obstante, en las semanas recientes estos flujos se están incrementando como precaución frente a la crisis, lo cual aplazará temporalmente su impacto.
En ese contexto, cabe recalcar a manera de conclusión lo que ya han dicho altos funcionarios del gobierno, líderes gremiales y prestigiosos analistas: Colombia tiene una posición sólida para aguantar el chaparrón y amortiguar sus efectos, lo cual no significa que sea inmune. Razón por la cual no hay que dormirse en los laureles.
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