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Las mejores mipymes

miércoles, 30 de diciembre de 2009
Publicado en el diario La República el 3 de julio de 2008


La financiación es un obstáculo que impide el desarrollo de las mipymes. El problema está relacionado con dos aspectos: el reducido tamaño del sector financiero y la inexistencia de instituciones especializadas en los altos riesgos implícitos en la orientación de recursos hacia empresas nuevas.

La literatura económica ha demostrado la correlación que existe entre el tamaño del sector financiero y el potencial de desarrollo de un país. De ahí se han derivado muchas políticas para impulsar el desarrollo del sistema bancario y del mercado de capitales.

Menor interés se ha puesto en el desarrollo de fondos de capital de riesgo y otras instituciones que ofrecen capital a las empresas en sus primeras etapas de crecimiento.

Consciente de estos hechos, el gobierno viene implementando las políticas que permitan ampliar y diversificar la oferta de financiación para las mipymes. Entre ellas sobresale la orientada al establecimiento de un entorno adecuado para la creación del sector de fondos de capital privado; se espera que en una etapa posterior, surja el segmento de fondos de capital de riesgo.

Pero también es importante adelantar labores desde el punto de vista de la demanda. ¿Qué pasa si crecen los recursos disponibles y no hay quién los demande? ¿O si hay empresas que demandan los recursos pero no cumplen con los requisitos que exigen las instituciones especializadas?

Con el propósito de avanzar en el componente de demanda, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, en alianza con el diario La República y Acopi, está construyendo un indicador de las mejores mipymes del país. El indicador es un ranking de las 50 empresas jóvenes –definidas como aquellas de menos de 20 años de edad– con mayor crecimiento en las ventas durante los últimos cuatro años, independientemente de su sector de actividad. El supuesto implícito es que ellas están ubicadas en un nicho de mercado de alto crecimiento y que son competitivas, dado que mantienen su ritmo de crecimiento en el periodo de análisis. También es evidente que en las empresas que tienen estas características la financiación es una variable crítica.

Puesto que uno de los requisitos para formar parte del índice es la manifestación expresa del interés en recibir recursos de fondos de inversión, se cumple con el objetivo de hacer visibles para esas instituciones al grupo de las mejores mipymes del país.

Los fondos de inversión hacen aportes de capital a las empresas, ampliando su patrimonio. La ventaja de esta forma de vinculación es que no afectan el flujo de caja, como lo hace un préstamo tradicional, y aumentan el potencial de crecimiento de la empresa. Además, le permite a las empresas aprovechar aún más la ventaja de estar en un nicho de mercado dinámico.

Usualmente los fondos de inversión mantienen su participación en las empresas alrededor de cinco años. Consideran que ese tiempo es suficiente para apalancar el crecimiento y la valorización, lo que les permite realizar sus ganancias, bien sea mediante la venta al empresario o a otro inversionista o, en el mejor de los casos, emitiendo acciones en el mercado de capitales. Queda al final una empresa más grande, aprestigiada, con mayores opciones de financiación y con facilidad de acceso al mercado de capitales.

Son grandes las ventajas de tener una mayor diversificación en las fuentes de capital a que pueden acceder todos los sectores de la actividad económica. Y la economía se beneficia porque mejoran el potencial de crecimiento de las empresas y su contribución al incremento del PIB y a la generación de empleos formales. Colombia necesita que las mejores mipymes sean visibles y se postulen para integrar el índice.

Sistema financiero “completo”

Publicado en el diario La República el 20 de febrero de 2008


Colombia tiene un sistema financiero “incompleto”. Al tener un mercado de capitales muy pequeño y un reducido número de instituciones especializadas en la financiación de firmas nacientes y jóvenes, toda la presión de la demanda de recursos se enfoca en la banca, que es la principal fuente de financiación para las empresas y las familias. Muchas empresas que no tienen acceso al crédito bancario se ven supeditadas a financiarse con recursos propios, crédito de proveedores y el mercado extrabancario, lo que termina restringiendo sus posibilidades de crecimiento.

Los gobiernos de los últimos 40 años han tratado de cambiar esta estructura, buscando el desarrollo del mercado de capitales. Se han realizado múltiples diagnósticos del problema, tanto públicos como privados, mediante estudios, seminarios, consultas a expertos internacionales y gran cantidad de libros y artículos.

De ellos se han derivado numerosas recomendaciones, varias de las cuales se han plasmado en decisiones de política económica: incentivos tributarios, eliminación de las diferencias tributarias entre sociedades, supresión de la doble tributación, leyes de democratización accionaria, leyes que privilegian la participación de trabajadores en los procesos de privatización, establecimiento de inversionistas institucionales (fondos de pensiones y cesantías), creación de un mercado “balcón” para empresas medianas y pequeñas, fomento al gobierno corporativo en empresas en las que invierten los fondos de pensiones, simplificación de trámites en la emisión de bonos y normas sobre acciones preferenciales, entre otras.

Aún así, el mercado de capitales sigue siendo incipiente. Se logró un desarrollo importante del mercado de deuda pública y, en menor grado, del de deuda privada. Pero en el mercado accionario los resultados son desalentadores: el número de empresas que cotizan en bolsa pasó de más de 180 a comienzos de los años noventa a un poco más de 100 actualmente y muy pocas de ellas son de alta bursatilidad.

Esto no sería problema si tuviéramos un sector financiero grande. Pero el indicador de profundización financiera muestra que es pequeño para las necesidades de desarrollo del país. Además, la crisis de finales de la década anterior lo redujo aún más.

Tal vez el problema radica en el enfoque de los diagnósticos sobre el mercado de capitales. Ellos han tendido a centrarse en las empresas maduras y poco o nada en las empresas nacientes. Esto, desde luego permitió eliminar diversos obstáculos, pero muchas empresas mantuvieron sus preferencias por el crédito bancario y la baja “exposición” de la propiedad en el mercado accionario. Tendríamos que explicarnos por qué pocas empresas nuevas llegan a la bolsa y qué está pasando con la oferta de capital para ellas.

En los países con sistemas financieros “completos” existen ángeles financieros, fondos de capital de riesgo, fondos de inversiones y otras instituciones especializadas en la financiación de empresas nacientes y en desarrollo, además de los bancos y los mercados de capitales con amplia diversidad de instrumentos. Por eso la estructura de capital de las empresas puede ser más diversificada.

En los gobiernos recientes se ha trabajado en la creación de un entorno favorable para el desarrollo institucional que aumente la oferta de capital a las empresas nuevas. El microcrédito ha tenido particular impulso y empiezan a hacer presencia los fondos de capital de riesgo y de capital semilla. Además, el gobierno busca canalizar el interés de los fondos de inversión hacia mipymes con alto potencial de crecimiento.

Esas políticas, complementadas con el fomento al emprendimiento y la orientación de la educación superior a la formación de empresarios, pueden propiciar el crecimiento de un mayor número de empresas que potencialmente estén mejor preparadas para el mercado de capitales. ¿Lograremos un sistema financiero “completo”?

Mipymes en Bolsa

Publicado en el diario La República el 17 de octubre de 2007


Décadas de discusión, estudios y decisiones sobre el mercado de capitales en Colombia, dejan resultados poco alentadores. No se pueden desconocer los avances en el mercado de deuda pública y privada, pero el accionario sigue de capa caída; el número de empresas en bolsa disminuye y son muy pocas las acciones de alta bursatilidad.

¿Por qué no aparecen nuevas empresas en bolsa? Dos elementos explicativos pueden ser la tipología de empresarios y la oferta de capital disponible.

Los empresarios en Colombia son de tres clases: los silvestres, los del rebusque y los formados. Los primeros tienen dotes innatas y han levantado a pulso importantes empresas; generalmente son reacios a compartir la propiedad y poco gustan de inscribir en bolsa sus empresas.

Los segundos son aquellos que no encontraron empleo o fueron despedidos de sus trabajos después de varios años y usaron los ahorros o la indemnización en la creación de empresas; las tasas de fracaso son elevadas, usualmente el crecimiento se frena por baja disponibilidad de capital y rara vez llegan a la bolsa.

Por último, están aquellos que han tenido la fortuna de ser parte del cambio de enfoque de algunas universidades que, en vez de formar empleados, se han preocupado por formar potenciales empleadores. A diferencia de los anteriores, los formados valoran la revelación de información a los mercados y son proclives a compartir la propiedad de la empresa para apalancar su crecimiento. Lamentablemente son la minoría.

Es evidente la importancia de la educación en la formación de emprendedores y su impacto en el número de empresas que se inscriben en bolsa. Los países desarrollados entendieron que los empresarios se pueden formar desde temprana edad y por eso en la Unión Europea hay directrices sobre la enseñanza de temas empresariales desde la primaria. En Colombia esta formación es incipiente, no generalizada y concentrada en la educación superior.

Con relación a la disponibilidad de capital, el problema estriba en escasa diversificación de la oferta, baja profundización financiera del país y concentración de la cartera bancaria. El país no cuenta con una adecuada oferta especializada en empresas nacientes y en primeras etapas de desarrollo; además, la financiación extrabancaria, que es frecuente en las mipymes, es un lastre para su crecimiento.

La evidencia empírica internacional muestra una relación directa entre el tamaño del sector financiero y el desarrollo económico. En Colombia el sector, además de ser pequeño, se redujo con la crisis financiera de finales de los noventa; mientras que en 1997 la cartera era 39.7% del PIB, en 2007 se estima en 29.7%.

Puesto que los empresarios silvestres y los del rebusque prefieren la financiación bancaria, absorben la mayor parte de la oferta de crédito, quitando espacio a las mipymes nuevas. Según la Superfinanciera, 5.000 empresas concentraron el 74% de la cartera comercial del sector financiero en marzo de 2007, dejando sólo $15.8 billones para atender la demanda de 1.388.712 empresas.

El país viene mejorando el ambiente para el florecimiento de fondos de capital de riesgo y fondos privados. Así, la Asociación Latinoamericana de Fondos de Capital de Riesgo destaca cómo “Colombia ha visto la creación de varios fondos nuevos bajo la Resolución 470 de 2006, relacionada con el establecimiento de fondos de capital privado”. Además, ya existen algunos fondos de capital de riesgo y Bancoldex iniciará un fondo de capital semilla de $2 mil millones… Pero se necesitan muchos fondos más.


Con una oferta diversificada de capital para la expansión de empresas jóvenes y con mayor número de empresarios formados –ojalá desde la primaria–, cabe esperar un mercado accionario más profundo en el mediano plazo.