Publicado en el diario La República el 30 de abril de 2009
Las políticas para salir de la crisis mundial están enfocadas hacia la recuperación del sector financiero, la reactivación de la demanda y el restablecimiento de la confianza. En nuestro medio, mucho hablan los analistas de los dos primeros aspectos, pero poco y nada del último.
La confianza está muy relacionada con la crisis, porque es un mecanismo de retroalimentación. Primero, la pérdida de confianza entre las entidades del sector financiero, repercutió en la interrupción del canal de crédito en los mercados interbancarios.
Posteriormente la pérdida de confianza entre el sector financiero y el sector real, dio lugar a lo que se conoce como la restricción de crédito (credit crunch).
Por último, el puente entre la crisis financiera y la crisis real es la confianza del consumidor. Un enorme efecto riqueza golpeó a los consumidores en diversas etapas de la crisis: caídas en el valor de los títulos tóxicos, reducción del valor de los activos hipotecarios, pérdida de confianza en las perspectivas de la economía, y contracción de la demanda.
No todas las acciones para afrontar una crisis surten sus efectos rápidamente, como lo evidencian las medidas de política monetaria y el gasto público en proyectos de infraestructura. Por eso los gobiernos usan incentivos orientados a acelerar el cambio de tendencia de la demanda del consumidor.
En Colombia, que apenas está empezando a sentir los efectos de la crisis mundial, el índice de confianza del consumidor viene cayendo en los últimos meses. Ese deterioro fue causado primordialmente por la política antiinflacionaria, por lo que cabe esperar que la reciente baja de las tasas de intervención del Banco de la República tenga una repercusión positiva en los próximos meses. Pero hay que vigorizar esa reacción.
Ese es el sentido de las medidas adoptadas recientemente por el gobierno, que incluyen el subsidio para dinamizar la demanda de vivienda nueva y la disposición de recursos de Bancoldex para abaratar la financiación de vehículos particulares y electrodomésticos.
Aun cuando esto último no gusta a todos, es necesario tener en cuenta el contexto mundial en el que se adoptan las decisiones. Y entender que son medidas temporales, acotadas en la cantidad de recursos y no son créditos directos a los consumidores sino a las entidades financieras especializadas en atender esos tipos de consumo.
Lo cierto es que para conjurar las crisis hay que acudir a la heterodoxia y la creatividad. Como afirma Paul Krugman en su último libro, para el caso de Estados Unidos “lo importante es aflojar el crédito a través de cualquier medio a la mano sin enredarse en nudos ideológicos”.
Eso explica por qué la Reserva Federal abrió el acceso a cupos de crédito al sector privado, algo considerado una herejía para un banco central hasta hace unos pocos meses.
En noviembre del año pasado la Reserva Federal anunció un cupo de crédito denominado TALF (Term Asset-Backed Securities Loan Facility). Es un apoyo de US$200 mil millones para facilitar la titularización de préstamos de estudio, vehículos, tarjetas de crédito y créditos a PYMES garantizados por el Small Business Administration, con lo cual los agentes del mercado podrán atender las necesidades de financiación de los hogares y las pequeñas empresas.
En pocas palabras, el banco central de Estados Unidos está financiando el crédito de consumo mediante la inyección de recursos al mercado de titularizaciones, que está deprimido como consecuencia de la caída de las hipotecas subprime.
El gobierno colombiano quiere evitar una crisis ¿Por qué vetar la proactividad y confundirla con la politiquería? ¿Por qué no permitirse algo de heterodoxia temporal? ¡Bienvenidas las críticas y también las propuestas!
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