Publicado en el diario La República el 17 de abril de 2009
Aun cuando la crisis mundial es una amenaza para el crecimiento de la industria en 2009, los resultados observados hasta enero sólo responden a ella de forma marginal. Así lo señalé en mi columna del 2 de abril; en cambio, los factores internos constituyen la principal explicación de la dinámica industrial. Veamos por qué.
En abril de 2006 la Junta Directiva del Banco de la República empezó a aumentar sus tasas de intervención, con el objetivo de conjurar las presiones inflacionarias que no tardarían en aparecer. El excesivo crecimiento de la demanda agregada interna con relación al PIB sustentó esa decisión.
Es sabido que la política monetaria tiene rezagos en la transmisión de sus efectos y que ellos pueden tardar varios meses en hacerse evidentes. Fue así como la dinámica de la demanda agregada interna siguió siendo mayor que la del PIB por varios trimestres después de que el Banco de la República inició su política de alza gradual y continua de las tasas de interés.
La respuesta de la producción real de la industria al excesivo crecimiento de la demanda fue una tendencia ascendente que alcanzó su máximo en el primer semestre de 2007, cuando logró una tasa cercana al 15% anual (en el acumulado de 12 meses). A partir de ese punto se empieza a desacelerar, como consecuencia de la política monetaria y de otros factores puntuales que afectaron algunos subsectores.
Las tasas de intervención del banco central siguieron aumentando hasta llegar al 10% en junio de 2008. Por su parte, la desaceleración de la producción industrial se mantuvo durante todo 2008, y las tasas de crecimiento empezaron a ser negativas desde octubre; en enero de 2009 la producción real registró una variación de -4,8% anual.
La autoridad monetaria mantuvo inmodificada su tasa hasta diciembre pasado, cuando cambió su política. Se había logrado el objetivo de reprimir las presiones inflacionarias, pero ahora había surgido otro reto: fortalecer la demanda interna para moderar los impactos de la crisis mundial.
Con este último objetivo, las tasas de intervención del Banco de la República se han reducido en 300 puntos básicos entre diciembre de 2008 y marzo de 2009. Pero, de nuevo, no se pueden perder de vista los rezagos en el mecanismo de transmisión. Todavía se siguen percibiendo los impactos de la tasa del 10% y sólo en unos meses se empezarán a ver los del reciente descenso.
Lo anterior muestra la estrecha relación que hay entre la dinámica de la producción industrial y la política monetaria de los últimos años. Esto es importante recalcarlo, porque en diversos análisis recientes parece olvidarse el vínculo.
Y no se pretende echar culpas. Sólo recordar que la política antiinflacionaria de por sí tiende a generar recesión. En su último libro, Paul Krugman recuerda cómo se superó el episodio de inflación de Estados Unidos en los años ochenta: “Fue el predecesor de Greenspan, Paul Volcker, quien controló la inflación, logrando ese objetivo con políticas monetarias restrictivas que causaron una recesión económica severa, pero que finalmente rompieron el espinazo de la psicología inflacionaria”.
En la actual coyuntura, la política monetaria tiene margen para actuar contracíclicamente, lo que no ocurre en los países desarrollados; así como ella deprimió la demanda, cabe esperar que la rápida reducción de las tasas de interés tenga un efecto dinamizador. Si ello ocurre, las acciones de la política del gobierno tendrán impactos más efectivos, se amortiguará la caída de la demanda externa y la recuperación del crecimiento industrial se verá más pronto. Esperemos que este sea un escenario viable para lo que resta del año.
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