¿W?

miércoles, 23 de junio de 2010
Artículo publicado en Ámbito Jurídico No. 298, del 31 de mayo al 13 de junio de 2010

Hasta hace unos meses la discusión de los analistas económicos parecía de lingüistas, pues se hacía un parangón entre la recuperación de la economía mundial y el abecedario. En general las diversas posiciones se enfocaron en tres letras: V, las más optimistas, pues preveían una salida rápida de la crisis; W, las moderadas, que postulaban una caída después del rebote inicial; y L, las pesimistas, que anticipaban una repetición de la Gran Depresión, de la cual el mundo tardó casi una década en salir.

Al parecer ganaron las posiciones optimistas con la rápida recuperación tanto de las economías desarrolladas como subdesarrolladas; el resto del abecedario quedó relegado al olvido y hoy el mundo se está contagiando del optimismo que reflejan los indicadores.

Recientemente The Economist llamó la atención sobre el notable repunte de la economía mundial, que en poco tiempo retornó a crecimientos cercanos a los de pre-crisis. En abril, el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó su proyección de crecimiento del PIB mundial de 3.9% a 4.2% y, según la publicación, algunos analistas lo estiman en 4.5%. Para EEUU se cambió el crecimiento esperado de 2.7% a 3.1%; además, China está creciendo por encima del 10%, India bordea el 9%, y Brasil tiende al 7%.

En el caso de Colombia, la proyección oficial es del 2.5% y los analistas privados se habían ubicado alrededor de ese nivel. Pero los indicadores sectoriales están registrando dinámicas superiores a las previstas, lo que sumado a la decisión de la autoridad monetaria de reducir su tasa de intervención al 3.0%, está alimentando las expectativas de un crecimiento superior: Fedesarrollo revisó al alza su pronóstico del 2.1% al 2.7%, la Andi del 3.0% al 3.5%, Anif de 2.3% a 2.5% y Asobancaria de 2.0% a 2.4%.

¿Será posible que la crisis de 2008-2009, que se ha calificado como la más profunda desde la Segunda Guerra Mundial, haya quedado superada tan rápidamente? ¿Fueron tan efectivas las políticas monetaria y fiscal para asegurar la sostenibilidad del crecimiento recientemente observado? ¿Desapareció por completo el riesgo de las otras letras? En realidad, hay diversos síntomas en la economía mundial que llaman a la cautela.

- Como destaca The Economist, la dinámica del PIB no es similar en todas las regiones y es especialmente preocupante el bajo crecimiento de la Unión Europea, con una proyección de apenas 1.0%.

- En Brasil hay preocupación por el recalentamiento de la economía, por lo que se espera aumento de las tasas de interés. En muy poco tiempo pasó de una caída del PIB de 0.2% en 2009 a un crecimiento excesivo de la demanda, que generó expectativas de inflación.

- Adicionalmente el problema de los bonos soberanos en Europa se tiende a agudizar con el descubrimiento del “engaño” de las autoridades de Grecia sobre la verdadera magnitud de su déficit. Ya se vieron las primeras consecuencias con la reducción de la calificación a Grecia, Portugal y España. Aun cuando el paquete de ayuda de la UE y el FMI por 750.000 millones de euros tranquilizó los mercados, un número creciente de economistas cree que este es apenas un paliativo.

En el ambiente hay grandes inquietudes: la estabilidad de la unión monetaria; el potencial contagio a otras economías del mundo, por la vía de los bancos que dieron créditos a los gobiernos europeos o invirtieron en sus bonos de deuda; la capacidad real de los gobiernos para adoptar el drástico ajuste fiscal requerido. En este último caso, para tener una idea de la magnitud del problema, según el columnista Iván Duque en Portugal sería necesario un ajuste de 10 puntos del PIB en tres años.

- Por si fuera poco, los precios internacionales de los productos básicos retornaron a la tendencia ascendente de la pre-crisis. El barril de petróleo West Texas Intermediate, según el Economist Commodity-Price Index, se incrementó en 67% entre abril de 2009 y abril de 2010. El mismo índice muestra que los bienes industriales aumentaron en 82% anual, en ese periodo. El índice FAO de alimentos, que registró tasas anuales negativas de crecimiento hasta octubre de 2009, creció al 20% anual promedio en el primer trimestre de 2010; y productos como el azúcar se incrementaron en 81% en el mismo periodo, los lácteos en 64% y los aceites en 30%.

Ese panorama deja varios interrogantes. ¿El problema de la deuda soberana ocasionará problemas en otras economías de la Unión Europea? ¿Habrá un efecto contagio hacia el mundo subdesarrollado, similar al que ocasionó el incumplimiento de la deuda rusa a finales del siglo pasado? ¿Las reacciones de las bolsas del mundo antes del paquete de apoyo de la UE, no son un indicador de la sensibilidad al problema europeo? ¿Las tasas de cambio de las economías subdesarrolladas enfrentarán una mayor apreciación por los flujos de capitales que salgan del mundo desarrollado? ¿Qué pasará con las presiones inflacionarias ocasionadas por los precios de los alimentos y de las diferentes fuentes de energía?

Pareciera que el complejo escenario que presentó Kiril Sokolff en Colombia Compite, de aumento de la inflación mundial, altas tasas de interés y burbuja especulativa de bonos soberanos, estuviera haciéndose realidad antes de lo imaginado. ¿Qué pasará con el crecimiento económico? ¿Vuelve la lingüística al escenario?

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