Los críticos de las negociaciones comerciales afirman que uno de los lemas del gobierno es “exportar o morir”; en su opinión, esto significa echar por la borda el fortalecimiento del mercado interno y condenar a la población a ser una simple consumidora de productos extranjeros ¿De dónde salió ese postulado?. Según ellos, el propio presidente Uribe lo acuñó; así lo afirmaron en un foro reciente en Bogotá.
Una revisión cuidadosa del discurso del presidente Uribe en el inicio de las negociaciones del TLC con Estados Unidos, de la famosa “Maratón del TLC”, de todos los documentos contenidos en la página de la presidencia y de los dos planes de desarrollo, arrojan un resultado nulo a los buscadores de estos términos.
En cambio, en varios documentos hay evidencia que demuestra la ausencia de una tesis tan simplista de la política de internacionalización del gobierno, pues lo que se formula es el necesario complemento. Por ejemplo, el Plan Nacional de Desarrollo 2002-2006: Hacia un Estado Comunitario (página 283) indica que la recuperación de la dinámica de la industria se basa en el crecimiento de la demanda interna y en el aumento de la participación de las exportaciones en los mercados internacionales. Ideas similares se formulan en el Plan 2006-2010 Estado Comunitario: Desarrollo para todos (página 506).
En una intervención en la Universidad de Santander, en abril de 2006, el Presidente Álvaro Uribe planteó esa relación de forma explícita, haciendo énfasis en su impacto positivo sobre la pobreza:
"La lucha contra la exclusión, la inclusión de los sectores pobres en las
corrientes dinámicas de la economía, es un imperativo nacional. Eso tiene
un contenido social y un efecto económico. El contenido social de reivindicar sectores excluidos, y la consecuencia económica de darles capacidad de demanda, con lo cual se amplían nuestros mercados.
Por eso no es incompatible con estos tratados de comercio. Al contrario, yo creo que se crea allí una convergencia necesaria. ¿Por qué? Porque nosotros solos o solamente en la Comunidad Andina no vamos a captar las inversiones suficientes que se requieren para poder darle a la economía la posibilidad de incorporar a sus corrientes dinámicas a los sectores más pobres".
Entonces ese dilema, que nos han tratado de proponer, entre la tesis económica de reivindicar a los pobres y ampliar el mercado interno por la vía de reivindicar a los pobres, que se opone a la tesis económica de buscar mercados de exportación, es un falso dilema.
A más mercados de exportación, más interés inversionista. A más inversión, mejores posibilidades de reivindicar los sectores pobres
históricamente excluidos".
Esto demuestra que el planteamiento del gobierno no ha sido fortalecer el comercio internacional abandonando el mercado interno. Las relaciones comerciales con el resto del mundo son una palanca de crecimiento con fuertes encadenamientos en la actividad productiva, que genera empleos y fortalece el mercado interno.
Si es tan evidente que el lema de “exportar o morir” no es una invención del gobierno actual, entonces ¿de dónde surgió? Según algunos analistas, la frase fue acuñada en la década de los noventa por Gonzalo Sánchez de Lozada, presidente de Bolivia en dos ocasiones (1993-1997 y 2002-2003), con referencia a la necesidad de vender hidrocarburos a los países vecinos. Mordazmente, un comentarista escribió que “el país meditó mucho, entendió el mensaje y decidió exportarlo a él”.
A partir de ahí, los movimientos de oposición a las negociaciones internacionales se “apropiaron” del eslogan para aplicárselo a cualquier formulación de política económica que haga referencia a la integración a las corrientes del comercio mundial. Una sencilla búsqueda de esa expresión en internet muestra que la mayoría de las referencias corresponde a opositores al libre comercio.
El problema es que no son consecuentes ni consistentes con sus argumentos. Basta que una figura destacada del panorama mundial diga algo que pueda ser utilizado para criticar al gobierno, para que los críticos criollos lo adopten como propio, sin tener en cuenta las contradicciones en que incurren.
En su discurso en la Cámara de Representantes el pasado 27 de enero, el presidente Obama señaló: “Debemos exportar más bienes. Porque, cuantos más productos fabriquemos y vendamos a otros países, más puestos de trabajo tendremos aquí. Por tanto, esta noche, vamos a fijarnos un nuevo objetivo: duplicar nuestras exportaciones durante los próximos cinco años, un incremento que sostendrá dos millones de puestos de trabajo en Estados Unidos”.
Las lecturas rápidas de estos anuncios han proliferado. Como en ese discurso Obama también hizo referencia a la importancia de aprobar el TLC con Colombia, los críticos interpretan la frase citada como evidencia del objetivo de Estados Unidos de invadir de mercancías a nuestro país; y deducen de ahí, que es un error del gobierno su empeño en la aprobación de ese tratado por parte del Congreso estadounidense.
En su afán se olvidan de calificar la propuesta del presidente Obama como una manifestación más del “exportar o morir”. También olvidan su calificación a Estados Unidos como una economía cerrada. Peor aún, no ven que la propuesta destaca los argumentos sobre el impacto que tiene el comercio internacional en el crecimiento económico y en la generación de empleos; son los argumentos que aportan la teoría económica y la evidencia empírica, pero que los críticos se niegan a aceptar porque se quedarían sin discurso.
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