Publicado en el diario La República el 10 de mayo de 2012
Un informe reciente de Anif analizó las características de las exportaciones colombianas. Razón le cabe en varios de sus argumentos; en otros no tanto.
Tiene razón cuando señala que Colombia es una economía relativamente cerrada. El tema forma parte de las presentaciones del Ministro de Comercio, Industria y Turismo en diversos foros y sus archivos están disponibles para todos los ciudadanos en la página www.mincomercio.gov.co.
El Ministro comenta en sus conferencias que, de acuerdo con el último Global Competitiveness Report del World Economic Forum, Colombia se clasifica en el puesto 110 entre 149 países en la variable de prevalencia de barreras al comercio, (Brasil es el 109). De igual forma presenta los coeficientes de exportaciones e importaciones a PIB, con los puestos 131 y 138, respectivamente.
Estos indicadores reflejan la reacción de los rentistas del proteccionismo frente a la apertura económica, como lo han enunciado varios analistas (por ejemplo, Hommes “Política, comercio y geopolítica”; El Tiempo, 30-10-2009). Y una secuela obvia de esa conducta es el bajo nivel de las exportaciones per cápita.
Otras características de las exportaciones colombianas, señaladas por Anif, son la alta participación de las “exportaciones tradicionales de commodities” y la pérdida del esfuerzo “diversificador”.
Lo que es discutible es no tener en cuenta el entorno mundial e insinuar que la involución de la estructura exportadora obedece a la falta de acción gubernamental (“funcionarios públicos… que prometen que ya pronto triplicaremos las exportaciones no tradicionales”; una desindustrialización que “no parece preocuparle a nadie”).
La involución comentada, esto es, el mayor peso relativo de los “commodities” en las exportaciones, proviene básicamente de la presión alcista de sus precios en los mercados internacionales. El índice de Herfindhal Hirschman mejoró entre 2000 y 2007, pero el comportamiento de los precios revirtió la tendencia y hoy está en el nivel más alto de las últimas décadas. Este no es un fenómeno exclusivo de Colombia, sino que afecta a todos los países exportadores de bienes básicos.
Aun cuando el informe comentado compara a Colombia con otros países de la región para reafirmar que estamos mal, no evalúa qué está ocurriendo con la estructura de sus exportaciones. Pues bien; las estadísticas oficiales revelan que en Chile las exportaciones mineras y las de productos agropecuarios y pesqueros pasaron del 50% del total en 2003, al 67% en los primeros cuatro meses de 2012: ¡escasos 3 puntos por debajo del 70% que representan en nuestro caso!
Y en Brasil los bienes básicos que eran el 37% del total de las exportaciones en 2008, aumentaron al 48% en 2011. Entre tanto, las manufacturas bajaron del 47% a 36% en el mismo periodo y todavía están por debajo del nivel precrisis, en un país que “sí parece preocuparse” por el peso de la industria en el PIB.
Con relación a la industria colombiana, no se puede olvidar que la caída de sus exportaciones obedeció a un doble choque: la crisis mundial y el cierre del mercado venezolano al que iba el 39% de estos bienes. Aun cuando hoy no ha recuperado el nivel precrisis, se ha realizado un gran esfuerzo de diversificación de mercados; el valor exportado apenas es inferior en 11% al de 2008 y Venezuela solo representa el 12%.
Justamente con el fin de fortalecer la diversificación (aun con “commodities” a precios altos) se formuló una clasificación diferenciando los minero-energéticos del resto, abandonando la obsoleta de tradicionales y no tradicionales. Ella permite hacer un mejor seguimiento de las exportaciones a las que se les puede incorporar mayor valor agregado. No se trata, por lo tanto, de “romper el termómetro para modificar la temperatura”.
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