Publicado en Portafolio el 14 de noviembre de 2014
Finalmente la FED desmontó los estímulos monetarios (“Quantitative Easing” –QE) a partir de este mes. Cesa la heterodoxia sin precedentes y da paso a la ortodoxia de la política monetaria. Ahora las expectativas del mundo están en el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos.
Hay dos razones básicas para prever el aumento de las tasas de interés. La primera, las potenciales presiones inflacionarias derivadas de la enorme expansión de la base monetaria bajo el esquema del “QE”.
La segunda, es el riesgo de una nueva burbuja financiera, como parece indicarlo la evolución reciente de los precios de las acciones. Es la recuperación más rápida del S&P500 con relación a crisis anteriores, según lo muestra The Economist.
Pero, de otra parte, el aumento de las tasas de interés puede frenar la recuperación de la economía estadounidense. Por eso resultan cruciales el momento de adoptar la decisión y la magnitud del incremento.
Las variables decisivas son la tasa de desempleo y la inflación. Lo que se observa, y llama poderosamente la atención de los analistas, es que el desempleo bajó hasta 5.8%, pero la tasa de empleo no crece.
Una hipótesis explicativa es el cambio estructural relacionado con el envejecimiento de la población, que también se refleja en la caída continua de la tasa de participación. En este caso, se podría dar un compás de espera al aumento de las tasas.
Una hipótesis alternativa afirma que el mejor indicador no es el desempleo total sino el de corto plazo; según Martin Feldstein, este último empieza a generar presiones inflacionarias cuando se encuentra en un rango entre 4.0 y 4.5% y actualmente está en 4.2%. Cabría esperar, por lo tanto, que la FED iniciara el aumento de sus tasas de interés hacia marzo de 2015.
Con relación a la magnitud del cambio, diversos analistas creen que para finales de 2015 la FED habrá subido la tasa de interés a un rango entre 1.25 y 1.5%. Pero, como anota Feldstein, con una tasa de inflación de 2% anual, la tasa real sería negativa, lo que sería insuficiente para frenar las presiones inflacionarias e incluso las alimentaría; él sugiere que la tasa debe aumentar a 4.0%.
Para los países de la región la decisión de la FED es importante, porque puede generar turbulencias en los mercados financieros (salidas de capitales y dificultades de acceso al crédito) y mayores depreciaciones de las monedas.
Según la CEPAL, los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) hacia la región cayeron 23% en el primer semestre. También el IIF observó que los flujos de portafolio hacia las economías emergentes, que oscilaron alrededor de US$38 mil millones mensuales en el periodo mayo-julio de 2014, apenas llegaron a US$9 mil millones en agosto.
En ese contexto, Colombia sigue apareciendo como una notable excepción en la región. En el primer semestre los flujos de IED se incrementaron en 10%; las inversiones de portafolio se duplicaron; y el nivel de las reservas internacionales, sumado al crédito flexible con el FMI, da un margen de seguridad al país.
No obstante, no existe un blindaje total, por lo que no se puede bajar la guardia y es necesario un seguimiento estricto a las señales que dé la FED.
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