Espiral de tasas de interés

jueves, 22 de septiembre de 2022

 

Publicado en Portafolio el jueves 22 de septiembre de 2022

La economía mundial se complicó de una forma que nadie esperaba y los hacedores de la política económica de muchos países enfrentan grandes dilemas.

En este año coinciden la crisis de la pandemia, la inflación desbordada y la guerra de Ucrania por la invasión rusa; algunos analistas suman a ellas los problemas derivados del cambio climático que se observan en diversas regiones.

Desde 2021 la inflación inició una tendencia alcista que al principio fue interpretada como un fenómeno temporal; solo hacia finales de ese año se empezó a tomar conciencia de que era un problema persistente, por lo que los bancos centrales reaccionaron tardíamente.

El problema se acentuó con la invasión a Ucrania, que ocasionó un choque de oferta de productos agropecuarios, de insumos como abonos y de energía, que indujo una mayor presión al alza de los precios de los productos básicos. Para completar, los brotes de la Covid-19 en China y su política “Cero-Covid” no han permitido la superación de los problemas de operación de las cadenas de suministro.

La respuesta a la escalada inflacionaria ha sido el tradicional aumento de las tasas de interés de política monetaria. Pero esa decisión que luce razonable cuando se mira una economía de forma aislada, en un mundo globalizado tienen unos efectos que inducen nuevos incrementos de las tasas. Como lo destaca Shang Jin Wei, profesor de la Universidad de Columbia, cuando un banco central como la FED incrementa su tasa de interés tiene un efecto de exportación de parte de la inflación a otros países, por la vía de la depreciación de las monedas; para mitigarlo, los bancos centrales de esos países se ven forzados a incrementar sus tasas de intervención en montos superiores a los requeridos (“The Risk of Competitive Interest-Rate Hikes”). El resultado es una espiral de tasas de interés que desacelera el crecimiento de las economías más de lo deseado y aumenta el riesgo de una recesión global.

Una dificultad adicional es que la política fiscal no puede mitigar los impactos de las mayores tasas de interés en el crecimiento, pues la enorme expansión del gasto público para afrontar la pandemia repercutió en aumento del déficit fiscal y del endeudamiento en muchos países. Por eso, a la vez que hay un freno a la demanda por la política monetaria, hay otro por la política de consolidación fiscal.

En este contexto deberían operar acuerdos internacionales para reducir la probabilidad de una innecesaria recesión; el problema es que el mundo está huérfano de líderes y la institucionalidad global está debilitada. Al parecer, estamos frente a un caso de “tragedia de los comunes”.

Balance negativo del comercio

jueves, 25 de agosto de 2022

 Publicado en Portafolio el 25 de agosto de 2022

Los acontecimientos de los años recientes están transformando el mundo, lo que repercutirá en cambios de la globalización. Pareciera que muchos empresarios colombianos no se han percatado de las consecuencias que esos hechos puedan tener no solo en sus empresas sino en toda la economía.

En lo corrido del presente siglo los gobiernos colombianos implementaron una política de inserción en la economía globalizada basada en el acceso preferencial para las exportaciones mediante la negociación de TLCs. Esta se complementó con políticas orientadas a mejorar la competitividad empresarial mediante acciones transversales (vías 4G, agilización de trámites como la ventanilla única de comercio exterior VUCE) o sectoriales (programa de transformación productiva). Pero, en cambio, avanzan lentamente o no lo hacen las mejoras en procedimientos, como las inspecciones únicas, o el desmonte de protecciones no arancelarias.

Sin embargo, los datos muestran resultados deplorables. El acelerado crecimiento de las exportaciones entre 2003 y 2014 se explica por los altos precios internacionales de los productos básicos, más que por un cambio estructural en la canasta exportadora, una inserción real en las cadenas globales de valor o el aprovechamiento efectivo del acceso preferencial. Por eso los choques externos que inducen caídas de esos precios, como la crisis mundial de 2008-2009 y el choque petrolero de 2014, frenan el crecimiento y crecen el déficit comercial.

Una rápida mirada al TLC con Estados Unidos lo comprueba. En lo corrido del siglo el 73% de las exportaciones colombianas fueron café, carbón, petróleo, ferroníquel, banano, flores y esmeraldas (en 2011 llegaron a 85%). Con el choque petrolero y la pandemia perdieron participación (55% en 2020), pero este año la están creciendo nuevamente (66%). Unos 25 países tienen acceso preferencial a este mercado, pero los empresarios no aprovechan ese enorme potencial por la escasa oferta colombiana de exportaciones de mayor valor agregado.

La economía mundial está migrando a una nueva organización de la producción mediante lo que se conoce como “nearshoring”, que son empresas que se localizan en países de América Latina para atender el mercado de Estados Unidos. Además, el gobierno Biden está asignando cuantiosos recursos para incentivar la fabricación de productos de alta tecnología (como los procesadores) en su territorio.

Creer que el nivel tecnológico de las empresas colombianas les va a permitir vincularse al “nearshoring” o que de la noche a la mañana pasaremos de vender productos primarios a otros de alta o media tecnología puede ser un poco iluso. Se necesita un polo a tierra y que sector privado y gobierno tomen las decisiones efectivas para que ello sea posible en el mediano plazo. En caso contrario, no olvidar que “camarón que se duerme…”.

Colombia = Desconfianza

jueves, 21 de julio de 2022

 

Publicado en Portafolio el 21 de julio de 2022

Recientemente se resalta en las discusiones sobre políticas públicas el papel que juega la confianza en el desarrollo económico y en la solidez de las democracias modernas.

En ese contexto, la OCDE acaba de publicar el documento Building Trust to Reinforce Democracy. Main Findings from the 2021 OECD Survey on Drivers of Trust in Public Institutions. Este organismo viene trabajando el tema desde hace al menos dos décadas, en las cuales se han examinado teorías, debatido aspectos conceptuales sobre los determinantes y diseñado formas de medición. En la mencionada publicación presenta los resultados de una encuesta que busca medir por primera vez la confianza de la población en el gobierno y en las instituciones en 22 países de la OECD, entre los cuales está Colombia.

La idea central es que la legitimidad y la solidez de las democracias se basa en la confianza entre los ciudadanos y los gobiernos. Cuando se pierde la confianza se afecta el desarrollo y toma bastante tiempo restablecerla; en el caso de la crisis de 2008, los autores señalan que su restablecimiento tomó cerca de una década.

Desde el punto de vista de Colombia, el aspecto más sobresaliente de este libro es el último lugar que ocupa el país en la gran mayoría de las mediciones. En el indicador más general muestra que solo el 20,5% de los encuestados del país tiene confianza en el gobierno nacional, mientras que la media simple de los 22 países fue de 41.4%. Más preocupante aún es el desbalance que hay en Colombia por el alto porcentaje de los que no confían (66,7%), frente a un relativo equilibrio en la OCDE (41.1%).

El país también ocupa el último lugar en la confianza en los gobiernos locales, los funcionarios públicos, la policía, los jueces y el sistema judicial, el congreso, los partidos políticos, el sistema de salud y el sistema educativo. Además, tiene el segundo nivel de confianza más bajo respecto a la posibilidad de que un funcionario público rechace un soborno, pues solo nos supera México; en este tema, el complemento es que en México el 68,9% y en Colombia el 60,8% de las personas cree que los empleados públicos están dispuestos a aceptar el soborno.

Muchos analistas en el país se declaran optimistas frente a la fortaleza de las instituciones democráticas, pero estudios como este de la OCDE demuestran que eso no es tan evidente; es un oportuno llamado a la reflexión y al debate. Como bien resalta Moisés Naím (La revancha de los poderosos) la falta de confianza genera la antipolítica y alimenta en la población la disposición a dar la bienvenida a los caudillos populistas.

Inflación de debates

jueves, 23 de junio de 2022

 

Publicado en Portafolio el jueves 23 de junio de 2022

La inflación, además de ser uno de los problemas más acuciantes del mundo, es fuente de múltiples debates. Un tema es si es inevitable aumentar la tasa de interés. Christine Lagarde anunció que el BCE hará el primer incremento de su tasa en julio, pero economistas como Paul Krugman consideran que no es necesario, pues Europa enfrenta “un shock de oferta puro” y no un exceso de demanda.

No obstante, la inflación básica pasó de menos del 1% a mediados de 2021 a cerca del 4% actual, que es la más alta de este siglo. Además, los incrementos de la tasa de la FED generan depreciaciones de las demás monedas, encareciendo más las importaciones ya afectadas por los altos precios internacionales de productos básicos y bienes intermedios. Esto se está reflejando en la práctica en una especie de “competencia” entre bancos centrales por aumentar sus tasas de interés.

Otro tema es la magnitud del ajuste. Se afirma que las tasas de intervención de los países desarrollados deben subir hasta su “tasa neutral” (aquella consistente con un nivel de inflación cercano a la meta de largo plazo y con un crecimiento de la economía cercano a su potencial). Otros piensan que debido al atraso en la toma de decisiones se requieren ajustes mayores, para ubicarse por encima de ese nivel y evitar que se desanclen las expectativas de inflación.

Según Olivier Blanchard (“Why I worry about inflation, interest rates, and unemployment”, marzo 2022), en Estados Unidos la brecha entre la inflación básica y la tasa real de la FED está alrededor de 12 puntos por lo que el ajuste necesario podría ser mayor al previsto hasta ahora. Adicionalmente, según las estimaciones de Bolhuis, Cramer y Summers (“Comparing Past and Present Inflation”, junio 2022), la inflación actual corregida por los cambios en las metodologías del IPC es cercana a la de los setenta y la brecha es prácticamente igual, de donde se reafirma la idea de que se requiere un ajuste grande.

Otro tema es el riesgo de crisis de la deuda en economías en desarrollo. Paradójicamente los incrementos en la tasa de la FED impactaron más rápido a algunas economías desarrolladas que a las más pobres; los spreads de las deudas de Grecia, Italia y España se incrementaron activando las alarmas globales. El BCE anunció su intención de comprar deuda de esos países hasta por $200 mil millones de euros; sin embargo, los mercados no se han calmado.

En este contexto, los problemas de los banqueros centrales son enormes y sus decisiones se dificultan más aún si les sumamos los debates sobre riesgos de recesión e incluso de estanflación.

Egipto, Turquía y Colombia

viernes, 20 de mayo de 2022


Publicado en Portafolio el 20 de mayo de 2022

Los gobiernos colombianos suelen solucionar numerosos temas cruciales por tres vías: expedir leyes y decretos que poco se cumplen; contratar “misiones de estudio” para diagnosticar lo que, con frecuencia, ya está diagnosticado; o “patear la pelota hacia adelante”, heredando los costos políticos de las reformas estructurales a los sucesores. Así, el país cuenta con magníficas normas jurídicas, excelentes recomendaciones técnicas en muchos campos y montones de decisiones postergadas mientras los problemas se agravan.

No vemos que el país se entretiene alimentando inextricables marcos jurídicos, gastando recursos en “misionitis” y “pateando la pelota”, mientras el mundo avanza y cada vez nos rezagamos más; no solo no hemos podido cerrar las brechas de ingreso con las economías desarrolladas, sino que las que iban detrás nos alcanzan y nos superan.

En mis recientes vacaciones viajé a Turquía y Egipto. No son economías desarrolladas, pero los contrastes de esos países con Colombia son impactantes. Es interesante la comparación, pues si bien estamos mejor en algunos aspectos, ellos nos aventajan en otros que son centrales en la aceleración del desarrollo y por eso registran una dinámica de largo plazo mejor que la colombiana. El primero tiene un ingreso per cápita que duplica el colombiano; el del segundo es la mitad del nuestro. Pero en 1960 el de Colombia era el 404% del de Egipto y el 74% del de Turquía; en 2020 esas relaciones fueron del 236% y del 48%, respectivamente.

Aun cuando en el índice de competitividad del Foro Económico Mundial de 2019 estamos en un rango similar, esos dos países nos llevan gran ventaja en infraestructura (puestos 52 y 49 frente al 81 de Colombia) y en la calidad de las instituciones (puestos 82 y 71 frente a 92).

Adicionalmente, sus indicadores de seguridad son mejores. En el índice de crimen organizado Colombia fue el segundo entre 196 países en 2021, mientras que Turquía fue el 12 y Egipto el 79. En seguridad vial, la tasa de mortalidad de Colombia fue 15,4 por 100.000 habitantes en 2018; la de Turquía 8,4 y la de Egipto 10,1, a pesar de su caótico tráfico y la indisciplina de los peatones.

Múltiples factores explican las diferencias de desarrollo entre países, pero salta a la vista que nos están tomando la delantera los que sí adoptan decisiones estratégicas para proveer bienes públicos de calidad, brindar mayor seguridad a su población y buscar la superación de los problemas de distribución del ingreso. En Colombia nos vanagloriamos de enunciar que tenemos potencial en todo, pero no reflexionamos por qué sigue siendo una esperanza de futuro y no se toman las decisiones para convertirlo en realidad.

¿Inflación para rato?

viernes, 25 de marzo de 2022

 

Publicado en Portafolio el viernes 25 de marzo de 2022

La inflación se “disparó” de 1,49% en noviembre de 2020 a 8,01% en febrero de 2022. Los datos son preocupantes; el nivel actual es el tercero más alto en lo corrido de este siglo, el acumulado de los dos primeros meses (3,33%) solo es superado por el del año 2000 y el incremento de precios de los alimentos (23,3%) es el más alto en 24 años.

Este es un problema global que está alcanzando niveles insospechados. La inflación de Estados Unidos en febrero es la más alta en 40 años; la de Alemania, Reino Unido, España y Canadá es la mayor en 30 años.

En Colombia hay quienes creen que, al ser un problema internacional, la política monetaria local es ineficaz. Cierto es que las cadenas de suministro tienen dificultades igual que la oferta de algunos productos básicos, pero también hay factores locales. Las restricciones por la pandemia, los programas de transferencias monetarias y otros apoyos directos generaron “excesos de ahorro”. Con la “reapertura” de la economía se desató la demanda de los hogares, que en 2021 creció el 14,6% en términos reales, mientras el PIB lo hizo al 10,6%. 

Los debates internacionales giran en torno a si las expectativas inflacionarias se desanclaron, y si los precios retornarán pronto a sus niveles de largo plazo o sí, por el contrario, habrá inflación para rato. Recientemente Olivier Blanchard afirmó que la elevada inflación en Estados Unidos puede persistir por buen tiempo (“Why I worry about inflation, interest rates, and unemployment”; March 14, 2022). Destaca la actual brecha de 12% entre la inflación básica y la tasa real de interés de la FED y la compara con el episodio inflacionario de mediados de los setenta, con una brecha de 17%; recalca que en este caso fueron necesarios ocho años y el aumento de 1.300 puntos básicos en la tasa de interés real para bajar la inflación a niveles del 4%. Además, hay incertidumbre sobre la duración de los efectos de la guerra en Ucrania en los precios de la energía, los alimentos, los insumos agrícolas y el funcionamiento de las cadenas de suministro.

En Colombia la brecha entre la inflación básica (núcleo 15) y la tasa de política monetaria es cercana al 8%. De esa brecha y de lo expuesto surgen muchos interrogantes: ¿cuánto más subirá la tasa la autoridad monetaria para cerrar la brecha? ¿cuál será su impacto en el crecimiento económico? ¿cuánto tardarán en bajar los precios? ¿qué pasará en un escenario más crítico de la guerra en Ucrania? ¿qué más puede hacer el gobierno para mitigar los efectos internacionales dada su restricción presupuestal y el abultado déficit fiscal?

El buen crecimiento

jueves, 17 de febrero de 2022

 

Publicado en Portafolio el 17 de febrero de 2022

El presidente Duque, el ministro de hacienda y algunos analistas y medios han calificado de histórico el crecimiento del PIB del 10,6% en 2021. Aplicando la famosa filosofía de Pambelé, es mejor crecer al 10% que crecer al 5%. Pero es útil analizar las variables económicas en el contexto adecuado para no alimentar falsas ilusiones.

Un análisis ponderado del crecimiento debe considerar al menos cuatro aspectos. Primero, la pandemia sumió en una profunda crisis a casi todas las economías del mundo en 2020; por lo tanto, los crecimientos de 2021 tienen un componente de rebote y un efecto base que no se pueden menospreciar. Al comparar la diferencia en puntos porcentuales entre el crecimiento de 2020 y el de 2021, Colombia ocupa el puesto 14 entre 145 economías para las cuales el Banco Mundial tiene estimaciones de PIB.

Segundo, las agencias de estadísticas, los organismos multilaterales y los analistas optaron por realizar cálculos de variaciones bienales para evitar los sesgos de los efectos base y comparar cada variable con una referencia de prepandemia. El Dane construyó para Colombia una serie de variaciones bienales del PIB desde 1990 y su director resaltó que el crecimiento en 2021 fue de 2,8%, que es el más bajo del periodo analizado.

Tercero, normalmente se asocia el crecimiento a la mejora del bienestar de la población. Pero en este caso lo que viene ocurriendo es un deterioro del mercado laboral. Lo muestra el propio Dane que calculó índices comparando la dinámica de la economía con la del empleo; la conclusión es que este último se desaceleró en el segundo semestre, de forma que brecha aumentó a más de 11 puntos porcentuales en el cuarto trimestre de 2021.

Cuarto, sorprendieron las dinámicas de la demanda y la inflación. La demanda fue el principal motor del crecimiento, lo que se explica por la pandemia y las políticas de apoyo implementadas por el gobierno, que permitieron generar un “exceso de ahorro”; este se empezó a gastar a medida que se fueron levantando las restricciones impuestas por la pandemia.

El problema es que parte de ese acelerado incremento de la demanda se reflejó en mayor producción y parte en aumento de precios. Por eso la otra sorpresa es el incremento de la inflación, que si bien tiene factores exógenos que han limitado el ajuste de la oferta, ha sido impulsada por la demanda y ha forzado al aumento de la tasa de política monetaria, que ya se empieza a reflejar en revisiones a la baja en las proyecciones de PIB de 2022; por lo tanto, un crecimiento como el de 2021 difícilmente se repetirá, aun cuando es lo deseable.

Burgomaestra versus carros

martes, 18 de enero de 2022

 

Publicado en Portafolio el martes 18 de enero de 2022

“No hay derecho, no es lógico, que el 20% de los bogotanos congestionen, tranquen, contaminen y enfermen al 100% de los bogotanos, eso no lo paga ningún impuesto”. Declaración de Claudia López a Noticias Caracol.

Como tantas afirmaciones de la alcaldesa, esta es un exabrupto más. En materia de contaminación, un estudio de Andemos mostró que en 2016 en Colombia los vehículos de carga y pasajeros fueron los principales emisores de dióxido de carbono, con el 42% del total, y de óxidos nítricos, con el 59%; y las motos fueron el primero en emisión de monóxido de carbono, con el 36%, y de hidrocarburos, con el 30%. Estos datos se refieren a los aportes del parque automotor por tipo de vehículo.

Las congestiones tienen varias explicaciones. Una, es que a la ciudad entran en promedio 75.000 vehículos nuevos cada año, según el secretario Estupiñán; pero en los últimos tres años escasamente se han construido 25 kilómetros de vías arterias y cero kilómetros de troncales de Transmilenio. Simultáneamente, la alcaldía quitó a los carros 117 kilómetros para volverlos ciclovías.

Otra, es la incapacidad de los alcaldes para cumplir con sus compromisos de dotar a Bogotá con transportes masivos de alta calidad. La experiencia internacional muestra que en ciudades del tamaño de Bogotá es imperativo contar con metros, tranvías, sistemas como el Transmilenio, trenes de vecindades, redes de ciclorrutas, etc.

El Transmilenio surgió como un avance muy importante, pero el “adanismo” de nuestros alcaldes los llevó a bloquear su desarrollo. Como consecuencia hoy tenemos un Transmilenio deteriorado, con estaciones semidestruidas por el vandalismo, creciente número de colados porque no hay autoridad que los controle, delincuencia rampante, obsolescencia del parque automotor, proliferación de vendedores ambulantes y mendigos que acosan a los pasajeros, y unas finanzas en crisis. Esto, sumado a la pandemia, ahuyenta a muchos usuarios, que prefieren comprar carro o moto.

Respecto a la enfermedad, la alcaldesa no tiene en cuenta que los ciclistas, en su visión idealizada de trabajadores que hacen ejercicio y no contaminan, son los más expuestos a absorber los contaminantes de todos los vehículos de transporte, porque en general no se desplazan por ciclorrutas diseñadas técnicamente. Además, a diario exponen su vida y la de otras personas; cuando no van zigzagueando entre los vehículos o sobre los andenes y saltándose todas las normas de tránsito, van por los carriles suprimidos a los carros, en abierta competencia con motos y patinetas eléctricas, ciclas con motores que contaminan más que cualquier automóvil y mototaxis, entre otros.

En conclusión, las actitudes de la alcaldesa, lejos de convocar a la ciudadanía para solucionar cooperativamente los problemas fomentan la polarización.

La carta a los candidatos

viernes, 17 de diciembre de 2021

 

Publicado el 17 de diciembre de 2021 en Portafolio

Pese al crecimiento esperado del PIB del 10% en 2021, la situación económica que enfrenta el país es muy compleja y va a requerir un paquete de reformas sólidamente estructuradas por el equipo técnico del nuevo presidente. Hay problemas de fondo que se vienen aplazando, pero el margen de maniobra se está cerrando; entre más se demoren las medidas para superarlos, menos factible será alcanzar una senda de mayor crecimiento, descenso de la pobreza, distribución más equitativa del ingreso y mejora del bienestar.

Ante ese panorama, un amplio grupo de profesionales envió una carta abierta a los candidatos y precandidatos a la Presidencia de la República, que contiene un diagnóstico de la situación y propuestas para una agenda realista de las reformas urgentes que necesita Colombia. El texto completo puede ser consultado en https://www.eltiempo.com/economia/sectores/expertos-presenta-propuestas-a-precandidatos-a-la-presidencia-638811.

La economía colombiana registra una situación fiscal difícil: hay que reducir el alto endeudamiento público, bajar el gasto y enfrentar las presiones sociales, derivadas en parte de la pandemia. El desempleo aumentó notablemente y la recuperación que se viene observando en el mercado laboral, además de ser lenta, se fundamenta en el crecimiento de la informalidad que nuevamente ronda el 63%. La pobreza y la pobreza extrema están en los niveles más altos de los últimos nueve años. La pandemia ha puesto en evidencia los problemas de baja productividad y lento crecimiento del PIB y las vulnerabilidades implícitas en una canasta exportadora altamente concentrada.

La carta propone acciones en materia de seguridad social, con el objetivo de superar las limitaciones del sistema pensional y de salud, reducir las cargas de la nómina y proteger a la población mayor de 70 años que carece de pensión. En el tema tributario se resaltan las propuestas de centros de investigación como Fedesarrollo y el Cede, a los que habría que sumar los excelentes informes técnicos de diversas misiones relacionadas con los temas de la hacienda pública.

El crecimiento económico debería superar el 5% anual, lo que demanda evolucionar hacia una estructura productiva más sofisticada, lograr exportaciones de mayor contenido tecnológico y diseñar la transición energética del país. También se requieren reformas institucionales para combatir la corrupción y superar la inoperancia estatal. En el primer asunto no solo hay que cambiar las percepciones de las personas sino acometer reformas en los entes de control. Sobre el segundo, es muy grave la presencia de agentes ilegales que suplantan al Estado en diversas zonas.

En síntesis, la carta es una invitación al debate de los candidatos con la sociedad sobre unos temas que no son los únicos, pero sí los más apremiantes de cara al futuro de Colombia.

Crecimiento versus bienestar

viernes, 19 de noviembre de 2021

 

Publicado en Portafolio el viernes 19 de noviembre de 2021

Sin duda, el crecimiento económico es muy importante. Pero más relevante es cómo se distribuyen sus beneficios entre las personas de un país y contribuyen a mejorar el bienestar.

Esa es una preocupación de la economía y por décadas ha generado amplios debates sobre cómo medir las ganancias en el bienestar de la población. En 2008 el presidente francés Nicolás Sarkozy convocó una comisión de alto nivel para “la medición del desarrollo económico y del progreso social”, liderada por Joseph Stiglitz, Amartya Sen y Jean-Paul Fitoussi.

A partir de la literatura que surgió del informe de esa comisión, la OCDE diseñó e implementó lo que denomina el “Marco de bienestar de la OCDE”, que tiene cuatro características relevantes: 1. Se concentra en las personas y no en el sistema económico. 2. Se enfoca en dos dimensiones denominadas el bienestar actual y recursos para el bienestar futuro. 3. El análisis de la distribución del bienestar en la población. 4. La incorporación de aspectos objetivos y subjetivos.

Un ejemplo de aplicación de la segunda es la educación. Se suele dar importancia al gasto en educación o al número de estudiantes que se gradúan; en la dimensión actual se considera más relevante el desempeño de los estudiantes. Esto no significa desechar las primeras variables, sino complementarlas con el enfoque en las personas.

Esa metodología es aplicada por la OCDE a sus países miembro y los resultados son publicados (How’s Life?) para orientar decisiones de política. Ahora propone a los países latinoamericanos desarrollar indicadores para que puedan aplicar un “enfoque de bienestar en la política”. En octubre del 2021 la OCDE publicó un interesante libro titulado “How’s Life in Latin America?: Measuring Well-being for Policy Making”. Ahí se plantean enfoques participativos y multidimensionales que “pueden contribuir a reforzar el contrato social entre gobierno y ciudadanos”.

Los recursos para el bienestar futuro abarcan el capital económico, el capital humano, el capital social y el capital natural. El análisis de los planes de desarrollo de 15 países de la región evidencia que los dos últimos prácticamente no se toman en cuenta. Pero, como destaca la OCDE, “las recientes revueltas son un indicio de la fragilidad del contrato social en la región, que presenta un apoyo cada vez menor a la democracia electoral, escasa confianza en el gobierno, y altos niveles de percepción de la corrupción, discriminación y sensación de que la distribución de los ingresos es injusta”.

El enfoque de bienestar para las políticas públicas es una excelente propuesta de la OCDE que deberían incorporar los candidatos a la presidencia de Colombia en sus discursos, en especial cuando la inconformidad está asociada a problemas del contrato social.