Publicado en Portafolio, el viernes 20 de noviembre de 2020
Hay buenas políticas que fracasan por las actitudes de algunos ejecutores. Se esperaría que todas las políticas contra el Covid-19 y muy especialmente las sanitarias tuvieran pronta y plena aplicación para frenar los contagios. Lamentablemente hay casos de parsimonia y desinterés de ciertos agentes en el cumplimiento de sus funciones. Aun cuando vemos frecuentes denuncias en los medios, bueno es insistir y lo haré con un episodio que conocí de cerca.
Una persona comienza con síntomas de gripa. De acuerdo con una circular del Ministerio de Salud, debería quedarse en casa; pero hay patronos que exigen a todos los trabajadores hacer presencia en la empresa, aun con esos síntomas.
Como precaución, llama a la EPS, describe los síntomas y solicita la prueba de Covid-19. Le responden que en efecto la sintomatología corresponde a un probable contagio, pero que no pueden dar una respuesta inmediata porque la persona vive en un municipio cercano a Bogotá y les tomará tiempo buscar un laboratorio aliado.
Ante la persistencia de los síntomas, la persona paga de su bolsillo la prueba en un laboratorio privado y corrobora el diagnóstico de Covid-19. Entonces, se aísla en su vivienda.
Llama a la EPS para informar el resultado de la prueba y solicitar la incapacidad. Ante esto, la entidad dice que primero hará la prueba (ahora sí “encontraron” un laboratorio aliado). Al día siguiente van a la vivienda y toman la muestra solo a él y no a la esposa porque no tiene síntomas (desechan la posibilidad de que ella sea asintomática y haya contagiado al esposo). Además, le informan que el resultado tarda ¡alrededor de 10 días! Suertudo, pues en los medios exponen mayores demoras.
Aun cuando el gobierno diseñó una estrategia para romper la cadena de contagios (PRASS), que está contenida en un documento CONPES, y en ella se incluye el rastreo, a la persona en ningún momento le preguntaron sobre sus contactos recientes, ni le recomendaron aislamiento. ¿Cuántos contagios podría ocasionar sin aislamiento y sin el diagnóstico de la EPS?
Veamos lo que está ocurriendo en Europa con la segunda ola, como lo destaca The Economist: “Solo el 23% de los examinados en Inglaterra durante la semana hasta el 22 de octubre recibieron resultados en 24 horas, frente al 93% a fines de junio. Y solo el 45% de los que dieron positivo recibieron una llamada de un rastreador de contactos el mismo día de su diagnóstico, en comparación con alrededor del 80% durante el verano”.
Con el tortuguismo de algunos empleados de las EPS, la inaudita demora en dar los resultados y el menosprecio por el rastreo estratégico no es de extrañarnos si los contagios de Covid-19 crecen nuevamente.
Cuando solo prima la preocupación por las aglomeraciones y la indisciplina social y no por los diagnósticos rápidos, el rastreo eficiente y la responsabilidad de la burocracia de las EPS, se está buscando la fiebre en las sábanas. La sociedad admira y aplaude la abnegada labor de médicos y enfermeras que dan la batalla contra el virus, pero también debe criticar y sancionar a quienes son ineficientes en su labor para romper la cadena de contagios. En fin, hay que velar porque las buenas políticas implementadas tengan cabal cumplimiento.
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