Publicado en Portafolio el viernes 21 de agosto de 2015
Nuevamente saltó a la palestra el tema de la política industrial y retornaron las inevitables imprecisiones.
Se cayó en la vana discusión de si hay o no política industrial en Colombia, cuando fácilmente se pueden enumerar muchos instrumentos que todos los países clasifican como política industrial. Cosa diferente es que no le guste a todos; que unos la quieran llamar moderna; que otros consideren necesarios más instrumentos; o que algunos añoren volver al pasado proteccionista.
¿Debe existir un ministerio exclusivo para la industria? La realidad del mundo es que son escasos los países que lo tienen. En varios de los desarrollados y de los emergentes que nos llevan ventaja, el ministerio responsable de los temas de industria también lo es de los de comercio; incluso hay casos en los que incluyen los de turismo, energía, construcción, innovación, tecnología, minería o formación para el trabajo.
La política industrial engloba múltiples temas transversales, pero un ministerio que los abarque todos no existe; aspectos como infraestructura, educación, impuestos, licencias sanitarias, tarifas de energía, etcétera, son de competencia de otros ministerios. Por lo tanto, lo deseable para la política industrial es un ministerio que tenga a su cargo algunos elementos transversales y los sectoriales clave, complementados con la capacidad gubernamental de articulación y coordinación efectiva de las agencias públicas involucradas en el desarrollo empresarial.
La desindustrialización también se debate, pero hay zonas grises difíciles de despejar. Por ejemplo, qué tan cierto es que en los noventa teníamos una industria promisoria y que los TLCs y la enfermedad holandesa la acabaron.
Los datos evidencian que la mayor pérdida de participación de la industria ocurrió en la década de los noventa; si eso fue desindustrialización, cambios metodológicos, o tercerización de actividades industriales, es otro debate. También muestran que en el periodo 2001-2007 la industria creció más que la economía y que, a partir de 2008, coincidiendo con la crisis mundial, entró en recesión y luego en un prolongado periodo de estancamiento.
¿Coincidencia con el ciclo de la economía mundial? Probable; esta es una hipótesis por explorar. ¿Efecto TLCs? Dudoso; en el periodo de la crisis mundial no estaban vigentes los que generan pánico a los críticos; los de EEUU, UE y Canadá entraron en vigencia después de iniciada la contracción industrial. Y es bien sabido que los grandes impactos de los TLCs no son instantáneos sino de mediano y largo plazo.
Pero incluso los analistas más calificados se pifian en estas materias. Un reconocido economista declaró que México es la “muestra palpable de que los TLC afectan la industria”. Las cifras del Banco Mundial dicen lo contrario. Entre 1994 y 2014, el valor agregado industrial de México creció 60%, y el de Brasil 22%, expresados en moneda local a precios constantes; y medidos en dólares corrientes crecieron 150% y 69%, respectivamente.
¿Y Colombia? ¡Sorpresa! La industria creció 46% en moneda local y 249% en dólares; además, mientras que en Brasil perdió 6.5 puntos de participación en el PIB entre 2005 y 2014, en Colombia lo hizo en 2.5 puntos.
Buenos son los debates en estas materias. Pero deben ser constructivos y no pensando que estamos en el primer día de la creación. En ese contexto, el documento técnico de la Andi es un destacado aporte.
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