Artículo publicado en la revista MisiónPyme No. 34 de junio-julio 2010
Las crisis financieras y económicas suelen tomar por sorpresa a los economistas. Esto se explica por la tendencia a minimizar los riesgos durante las fases de auge.
Así ocurrió con la reciente crisis mundial. Paul Krugman comenta en su libro “De vuelta a la economía de la Gran Depresión”, que a comienzos del 2007 el tema preferido en los foros profesionales era el triunfo de la macroeconomía sobre las recesiones. Se daba por descontado que los avances de la teoría económica permitían a los ejecutores de política anticipar las crisis y adoptar oportunamente las medidas para conjurarlas. Ya vimos que el descalabro fue mayúsculo.
El riesgo es que ese mismo comportamiento puede asumirse con relación a la inflación. El mundo se acostumbró a tasas bajas y, a pesar del sobresalto ocasionado por los precios internacionales de los productos básicos en 2007 y 2008, existe la firme convicción de que la inflación seguirá controlada.
De esta forma lo ratifica el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su reciente revisión de perspectivas de la economía mundial, aun cuando asume cierta cautela con las economías subdesarrolladas: “Se proyecta que las presiones inflacionarias se mantendrán suaves, frenadas por el elevado desempleo y la capacidad excedentaria. La inflación fue más alta y más volátil en las economías emergentes, y por lo tanto las presiones podrían reaparecer allí con más facilidad que en las economías avanzadas”.
Las proyecciones del FMI indican que los precios internacionales de los productos básicos se mantendrán estables en niveles altos, pero por debajo de los alcanzados en 2008.
El problema es que, si bien la crisis dio margen para la recuperación de las existencias de algunos productos alimenticios, se mantienen los demás factores que presionaron al alza los precios internacionales de los productos básicos: producción de biocombustibles, aumento de la demanda en las economías emergentes de rápido crecimiento, efectos adversos del cambio climático, estancamiento de la oferta mundial de petróleo, y creciente escasez de agua, entre otros.
En Colombia tenemos inflación del 2% anual y la reciente reducción en 50 puntos básicos de la tasa de intervención del Banco de la República se fundamentó en la ausencia de presiones alcistas en el corto plazo. No obstante, la autoridad monetaria mantiene su meta en un rango entre el 2% y el 4%, previendo un aumento moderado en lo que resta del año.
Lo que no se puede perder de vista es que la inflación mundial de 2008 subió los precios de Colombia hasta 1.7 veces del techo meta. ¿Qué ocurriría si el Banco de la República se mueve a un escenario de crecientes precios internacionales de los productos básicos? Lo más posible es que generaría el aumento de las tasas de interés y la desaceleración de la demanda interna.
Es importante adquirir conciencia de que el escenario de bajas tasas de interés no es permanente, que se mantiene el riesgo de repunte de la inflación mundial y que ella impactará negativamente en Colombia.
Turismo redivivo
Pubblicado en el diario La República el 24 de junio de 2010
Hay un país con muchos “atractivos naturales y culturales. Costas en el océano Pacífico y Atlántico, más de mil ríos, la montaña costera más alta del mundo, 53 áreas naturales… que representan el 9 por ciento del territorio nacional, cientos de lugares considerados bienes de interés cultural, entre muchos otros atractivos. Los mismos resumen toda la oferta turística del país en siete productos: sol y playa; historia y cultura; agroturismo; ecoturismo; deportes y aventura; ferias y fiestas y ciudades capitales (compras, salud, congresos, convenciones e incentivos)”. Además, los paisajes abarcan desde zonas desérticas hasta selvas y nevados, con amplia variedad de climas y una rica fauna y flora.
Para un observador desprevenido, se está describiendo la meca del turismo, pues ¿cuántos países del mundo pueden ofrecer esa gama de atractivos? La verdad es que muy pocos. Algunos sólo tienen desiertos, otros únicamente playas, o nevados para los deportes de invierno. Pues bien, como ya habrán adivinado, la cita (extractada de un trabajo académico de la economista María Such y otros colegas) se refiere a Colombia.
Y sabemos que el turismo colombiano, lejos de haber aprovechado ese enorme potencial, registró un profundo estancamiento desde mediados de los años noventa, en contravía de lo que ocurría con el turismo en el resto del mundo.
¿Las causas? Narcotráfico, guerrilla, paramilitarismo y delincuencia común, sumados al desbarajuste institucional –liquidación de la Corporación Nacional de Turismo, supresión del viceministerio de turismo, baja operatividad e impacto del Consejo Superior de Turismo– deprimieron la actividad del sector, alejaron el turismo internacional y condenaron a los residentes al encierro en las ciudades.
El panorama hoy es bien distinto, por las decisiones que adoptó el gobierno desde 2002: seguridad democrática, viceministerio de turismo, incentivos a la construcción y remodelación de hoteles, fortalecimiento financiero del Fondo de Promoción Turística, promoción internacional a cargo de Proexport, y acuerdos aéreos para aumentar las frecuencias de vuelos, entre otras.
Los resultados están a la vista. En 2009, la llegada de viajeros internacionales cayó en 4,3 por ciento en el mundo, mientras en Colombia creció 10,7 por ciento; volvimos a viajar por carretera; creció la oferta hotelera –14.259 habitaciones nuevas entre 2002 y 2010–; somos sede de prestigiosos eventos internacionales; volvieron los cruceros; y es notable el impacto de los eslóganes de las campañas turísticas nacional e internacional.
Recuperamos el terreno perdido. Ahora sí podemos aprovechar todo el potencial del país para desarrollar un sector turismo de clase mundial, que impulse a un mayor crecimiento de la economía y del empleo.
Hay un país con muchos “atractivos naturales y culturales. Costas en el océano Pacífico y Atlántico, más de mil ríos, la montaña costera más alta del mundo, 53 áreas naturales… que representan el 9 por ciento del territorio nacional, cientos de lugares considerados bienes de interés cultural, entre muchos otros atractivos. Los mismos resumen toda la oferta turística del país en siete productos: sol y playa; historia y cultura; agroturismo; ecoturismo; deportes y aventura; ferias y fiestas y ciudades capitales (compras, salud, congresos, convenciones e incentivos)”. Además, los paisajes abarcan desde zonas desérticas hasta selvas y nevados, con amplia variedad de climas y una rica fauna y flora.
Para un observador desprevenido, se está describiendo la meca del turismo, pues ¿cuántos países del mundo pueden ofrecer esa gama de atractivos? La verdad es que muy pocos. Algunos sólo tienen desiertos, otros únicamente playas, o nevados para los deportes de invierno. Pues bien, como ya habrán adivinado, la cita (extractada de un trabajo académico de la economista María Such y otros colegas) se refiere a Colombia.
Y sabemos que el turismo colombiano, lejos de haber aprovechado ese enorme potencial, registró un profundo estancamiento desde mediados de los años noventa, en contravía de lo que ocurría con el turismo en el resto del mundo.
¿Las causas? Narcotráfico, guerrilla, paramilitarismo y delincuencia común, sumados al desbarajuste institucional –liquidación de la Corporación Nacional de Turismo, supresión del viceministerio de turismo, baja operatividad e impacto del Consejo Superior de Turismo– deprimieron la actividad del sector, alejaron el turismo internacional y condenaron a los residentes al encierro en las ciudades.
El panorama hoy es bien distinto, por las decisiones que adoptó el gobierno desde 2002: seguridad democrática, viceministerio de turismo, incentivos a la construcción y remodelación de hoteles, fortalecimiento financiero del Fondo de Promoción Turística, promoción internacional a cargo de Proexport, y acuerdos aéreos para aumentar las frecuencias de vuelos, entre otras.
Los resultados están a la vista. En 2009, la llegada de viajeros internacionales cayó en 4,3 por ciento en el mundo, mientras en Colombia creció 10,7 por ciento; volvimos a viajar por carretera; creció la oferta hotelera –14.259 habitaciones nuevas entre 2002 y 2010–; somos sede de prestigiosos eventos internacionales; volvieron los cruceros; y es notable el impacto de los eslóganes de las campañas turísticas nacional e internacional.
Recuperamos el terreno perdido. Ahora sí podemos aprovechar todo el potencial del país para desarrollar un sector turismo de clase mundial, que impulse a un mayor crecimiento de la economía y del empleo.
“Unbanked”
Publicado en el diario La República el 10 de junio de 2010
En la década del sesenta, los trabajos de Raymond Goldsmith, John Gurley y Edward Shaw establecieron la relación que hay entre el sector financiero y el desarrollo económico.
Desde entonces los gobiernos adoptan políticas orientadas a aumentar el indicador de profundización financiera (coeficiente de cartera o activos sobre el PIB).
Pero más recientemente surgió una nueva preocupación al observar que una parte considerable de la población no tiene acceso a los servicios financieros, incluso en las economías desarrolladas; a esa población se le denomina "unbanked", término que se ha traducido como "no bancarizada".
Usualmente los no bancarizados son las personas más pobres de la sociedad que no están en capacidad de asumir los costos de los servicios financieros (cuota de manejo, o retiro por cajero electrónico). Su situación se acentúa con la tendencia de los establecimientos financieros a no ubicar oficinas en los sectores más pobres; esto desanima a los potenciales clientes por los elevados costos de movilizarse a sucursales lejanas (transporte y tiempo).
En las economías que han implementado instrumentos para bancarizar esta población, se han observado mejoras notables en su calidad de vida. Mientras que los no bancarizados "ahorran" comprando activos (joyas, electrodomésticos, etc.) y deben asumir elevados costos para recuperar la liquidez cuando la necesitan, los bancarizados pueden proteger sus ahorros mediante diferentes productos de captación rentables y con bajos costos de liquidez.
Los primeros se vuelven esclavos del "gota a gota" para financiarse, lo que les impide cualquier mejora real de sus condiciones de vida. Entre tanto, los bancarizados pueden acceder al crédito formal, que les permite la adquisición de bienes o servicios difícilmente alcanzables de otra forma: vivienda, educación, mejoras locativas, vehículo para un negocio, y capital de trabajo para microempresas, entre otros.
Como consecuencia del convenio sobre microcrédito de 2002 entre el gobierno y el sistema financiero y del programa de Banca de las Oportunidades, en Colombia han empezado a mejorar los indicadores de bancarización. Las estimaciones más recientes de la Asobancaria señalan que los niveles de bancarización de la población mayor de 18 años pasaron del 47 por ciento en junio de 2006 al 57 por ciento en diciembre de 2009. Y alrededor de 1.6 millones de microempresarios recibieron por primera vez un crédito formal.
Es un avance notable, que mejora la calidad de vida de muchas personas y las conecta con los beneficios del crecimiento. Pero aún queda más del 40 por ciento de adultos sin acceso a los servicios financieros, lo que implica mayores esfuerzos y productos financieros novedosos para consolidar esta revolución silenciosa.
En la década del sesenta, los trabajos de Raymond Goldsmith, John Gurley y Edward Shaw establecieron la relación que hay entre el sector financiero y el desarrollo económico.
Desde entonces los gobiernos adoptan políticas orientadas a aumentar el indicador de profundización financiera (coeficiente de cartera o activos sobre el PIB).
Pero más recientemente surgió una nueva preocupación al observar que una parte considerable de la población no tiene acceso a los servicios financieros, incluso en las economías desarrolladas; a esa población se le denomina "unbanked", término que se ha traducido como "no bancarizada".
Usualmente los no bancarizados son las personas más pobres de la sociedad que no están en capacidad de asumir los costos de los servicios financieros (cuota de manejo, o retiro por cajero electrónico). Su situación se acentúa con la tendencia de los establecimientos financieros a no ubicar oficinas en los sectores más pobres; esto desanima a los potenciales clientes por los elevados costos de movilizarse a sucursales lejanas (transporte y tiempo).
En las economías que han implementado instrumentos para bancarizar esta población, se han observado mejoras notables en su calidad de vida. Mientras que los no bancarizados "ahorran" comprando activos (joyas, electrodomésticos, etc.) y deben asumir elevados costos para recuperar la liquidez cuando la necesitan, los bancarizados pueden proteger sus ahorros mediante diferentes productos de captación rentables y con bajos costos de liquidez.
Los primeros se vuelven esclavos del "gota a gota" para financiarse, lo que les impide cualquier mejora real de sus condiciones de vida. Entre tanto, los bancarizados pueden acceder al crédito formal, que les permite la adquisición de bienes o servicios difícilmente alcanzables de otra forma: vivienda, educación, mejoras locativas, vehículo para un negocio, y capital de trabajo para microempresas, entre otros.
Como consecuencia del convenio sobre microcrédito de 2002 entre el gobierno y el sistema financiero y del programa de Banca de las Oportunidades, en Colombia han empezado a mejorar los indicadores de bancarización. Las estimaciones más recientes de la Asobancaria señalan que los niveles de bancarización de la población mayor de 18 años pasaron del 47 por ciento en junio de 2006 al 57 por ciento en diciembre de 2009. Y alrededor de 1.6 millones de microempresarios recibieron por primera vez un crédito formal.
Es un avance notable, que mejora la calidad de vida de muchas personas y las conecta con los beneficios del crecimiento. Pero aún queda más del 40 por ciento de adultos sin acceso a los servicios financieros, lo que implica mayores esfuerzos y productos financieros novedosos para consolidar esta revolución silenciosa.
¿W?
Publicado por
Hernán Avendaño Cruz
en
14:37
Artículo publicado en Ámbito Jurídico No. 298, del 31 de mayo al 13 de junio de 2010
Hasta hace unos meses la discusión de los analistas económicos parecía de lingüistas, pues se hacía un parangón entre la recuperación de la economía mundial y el abecedario. En general las diversas posiciones se enfocaron en tres letras: V, las más optimistas, pues preveían una salida rápida de la crisis; W, las moderadas, que postulaban una caída después del rebote inicial; y L, las pesimistas, que anticipaban una repetición de la Gran Depresión, de la cual el mundo tardó casi una década en salir.
Al parecer ganaron las posiciones optimistas con la rápida recuperación tanto de las economías desarrolladas como subdesarrolladas; el resto del abecedario quedó relegado al olvido y hoy el mundo se está contagiando del optimismo que reflejan los indicadores.
Recientemente The Economist llamó la atención sobre el notable repunte de la economía mundial, que en poco tiempo retornó a crecimientos cercanos a los de pre-crisis. En abril, el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó su proyección de crecimiento del PIB mundial de 3.9% a 4.2% y, según la publicación, algunos analistas lo estiman en 4.5%. Para EEUU se cambió el crecimiento esperado de 2.7% a 3.1%; además, China está creciendo por encima del 10%, India bordea el 9%, y Brasil tiende al 7%.
En el caso de Colombia, la proyección oficial es del 2.5% y los analistas privados se habían ubicado alrededor de ese nivel. Pero los indicadores sectoriales están registrando dinámicas superiores a las previstas, lo que sumado a la decisión de la autoridad monetaria de reducir su tasa de intervención al 3.0%, está alimentando las expectativas de un crecimiento superior: Fedesarrollo revisó al alza su pronóstico del 2.1% al 2.7%, la Andi del 3.0% al 3.5%, Anif de 2.3% a 2.5% y Asobancaria de 2.0% a 2.4%.
¿Será posible que la crisis de 2008-2009, que se ha calificado como la más profunda desde la Segunda Guerra Mundial, haya quedado superada tan rápidamente? ¿Fueron tan efectivas las políticas monetaria y fiscal para asegurar la sostenibilidad del crecimiento recientemente observado? ¿Desapareció por completo el riesgo de las otras letras? En realidad, hay diversos síntomas en la economía mundial que llaman a la cautela.
- Como destaca The Economist, la dinámica del PIB no es similar en todas las regiones y es especialmente preocupante el bajo crecimiento de la Unión Europea, con una proyección de apenas 1.0%.
- En Brasil hay preocupación por el recalentamiento de la economía, por lo que se espera aumento de las tasas de interés. En muy poco tiempo pasó de una caída del PIB de 0.2% en 2009 a un crecimiento excesivo de la demanda, que generó expectativas de inflación.
- Adicionalmente el problema de los bonos soberanos en Europa se tiende a agudizar con el descubrimiento del “engaño” de las autoridades de Grecia sobre la verdadera magnitud de su déficit. Ya se vieron las primeras consecuencias con la reducción de la calificación a Grecia, Portugal y España. Aun cuando el paquete de ayuda de la UE y el FMI por 750.000 millones de euros tranquilizó los mercados, un número creciente de economistas cree que este es apenas un paliativo.
En el ambiente hay grandes inquietudes: la estabilidad de la unión monetaria; el potencial contagio a otras economías del mundo, por la vía de los bancos que dieron créditos a los gobiernos europeos o invirtieron en sus bonos de deuda; la capacidad real de los gobiernos para adoptar el drástico ajuste fiscal requerido. En este último caso, para tener una idea de la magnitud del problema, según el columnista Iván Duque en Portugal sería necesario un ajuste de 10 puntos del PIB en tres años.
- Por si fuera poco, los precios internacionales de los productos básicos retornaron a la tendencia ascendente de la pre-crisis. El barril de petróleo West Texas Intermediate, según el Economist Commodity-Price Index, se incrementó en 67% entre abril de 2009 y abril de 2010. El mismo índice muestra que los bienes industriales aumentaron en 82% anual, en ese periodo. El índice FAO de alimentos, que registró tasas anuales negativas de crecimiento hasta octubre de 2009, creció al 20% anual promedio en el primer trimestre de 2010; y productos como el azúcar se incrementaron en 81% en el mismo periodo, los lácteos en 64% y los aceites en 30%.
Ese panorama deja varios interrogantes. ¿El problema de la deuda soberana ocasionará problemas en otras economías de la Unión Europea? ¿Habrá un efecto contagio hacia el mundo subdesarrollado, similar al que ocasionó el incumplimiento de la deuda rusa a finales del siglo pasado? ¿Las reacciones de las bolsas del mundo antes del paquete de apoyo de la UE, no son un indicador de la sensibilidad al problema europeo? ¿Las tasas de cambio de las economías subdesarrolladas enfrentarán una mayor apreciación por los flujos de capitales que salgan del mundo desarrollado? ¿Qué pasará con las presiones inflacionarias ocasionadas por los precios de los alimentos y de las diferentes fuentes de energía?
Pareciera que el complejo escenario que presentó Kiril Sokolff en Colombia Compite, de aumento de la inflación mundial, altas tasas de interés y burbuja especulativa de bonos soberanos, estuviera haciéndose realidad antes de lo imaginado. ¿Qué pasará con el crecimiento económico? ¿Vuelve la lingüística al escenario?
Hasta hace unos meses la discusión de los analistas económicos parecía de lingüistas, pues se hacía un parangón entre la recuperación de la economía mundial y el abecedario. En general las diversas posiciones se enfocaron en tres letras: V, las más optimistas, pues preveían una salida rápida de la crisis; W, las moderadas, que postulaban una caída después del rebote inicial; y L, las pesimistas, que anticipaban una repetición de la Gran Depresión, de la cual el mundo tardó casi una década en salir.
Al parecer ganaron las posiciones optimistas con la rápida recuperación tanto de las economías desarrolladas como subdesarrolladas; el resto del abecedario quedó relegado al olvido y hoy el mundo se está contagiando del optimismo que reflejan los indicadores.
Recientemente The Economist llamó la atención sobre el notable repunte de la economía mundial, que en poco tiempo retornó a crecimientos cercanos a los de pre-crisis. En abril, el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó su proyección de crecimiento del PIB mundial de 3.9% a 4.2% y, según la publicación, algunos analistas lo estiman en 4.5%. Para EEUU se cambió el crecimiento esperado de 2.7% a 3.1%; además, China está creciendo por encima del 10%, India bordea el 9%, y Brasil tiende al 7%.
En el caso de Colombia, la proyección oficial es del 2.5% y los analistas privados se habían ubicado alrededor de ese nivel. Pero los indicadores sectoriales están registrando dinámicas superiores a las previstas, lo que sumado a la decisión de la autoridad monetaria de reducir su tasa de intervención al 3.0%, está alimentando las expectativas de un crecimiento superior: Fedesarrollo revisó al alza su pronóstico del 2.1% al 2.7%, la Andi del 3.0% al 3.5%, Anif de 2.3% a 2.5% y Asobancaria de 2.0% a 2.4%.
¿Será posible que la crisis de 2008-2009, que se ha calificado como la más profunda desde la Segunda Guerra Mundial, haya quedado superada tan rápidamente? ¿Fueron tan efectivas las políticas monetaria y fiscal para asegurar la sostenibilidad del crecimiento recientemente observado? ¿Desapareció por completo el riesgo de las otras letras? En realidad, hay diversos síntomas en la economía mundial que llaman a la cautela.
- Como destaca The Economist, la dinámica del PIB no es similar en todas las regiones y es especialmente preocupante el bajo crecimiento de la Unión Europea, con una proyección de apenas 1.0%.
- En Brasil hay preocupación por el recalentamiento de la economía, por lo que se espera aumento de las tasas de interés. En muy poco tiempo pasó de una caída del PIB de 0.2% en 2009 a un crecimiento excesivo de la demanda, que generó expectativas de inflación.
- Adicionalmente el problema de los bonos soberanos en Europa se tiende a agudizar con el descubrimiento del “engaño” de las autoridades de Grecia sobre la verdadera magnitud de su déficit. Ya se vieron las primeras consecuencias con la reducción de la calificación a Grecia, Portugal y España. Aun cuando el paquete de ayuda de la UE y el FMI por 750.000 millones de euros tranquilizó los mercados, un número creciente de economistas cree que este es apenas un paliativo.
En el ambiente hay grandes inquietudes: la estabilidad de la unión monetaria; el potencial contagio a otras economías del mundo, por la vía de los bancos que dieron créditos a los gobiernos europeos o invirtieron en sus bonos de deuda; la capacidad real de los gobiernos para adoptar el drástico ajuste fiscal requerido. En este último caso, para tener una idea de la magnitud del problema, según el columnista Iván Duque en Portugal sería necesario un ajuste de 10 puntos del PIB en tres años.
- Por si fuera poco, los precios internacionales de los productos básicos retornaron a la tendencia ascendente de la pre-crisis. El barril de petróleo West Texas Intermediate, según el Economist Commodity-Price Index, se incrementó en 67% entre abril de 2009 y abril de 2010. El mismo índice muestra que los bienes industriales aumentaron en 82% anual, en ese periodo. El índice FAO de alimentos, que registró tasas anuales negativas de crecimiento hasta octubre de 2009, creció al 20% anual promedio en el primer trimestre de 2010; y productos como el azúcar se incrementaron en 81% en el mismo periodo, los lácteos en 64% y los aceites en 30%.
Ese panorama deja varios interrogantes. ¿El problema de la deuda soberana ocasionará problemas en otras economías de la Unión Europea? ¿Habrá un efecto contagio hacia el mundo subdesarrollado, similar al que ocasionó el incumplimiento de la deuda rusa a finales del siglo pasado? ¿Las reacciones de las bolsas del mundo antes del paquete de apoyo de la UE, no son un indicador de la sensibilidad al problema europeo? ¿Las tasas de cambio de las economías subdesarrolladas enfrentarán una mayor apreciación por los flujos de capitales que salgan del mundo desarrollado? ¿Qué pasará con las presiones inflacionarias ocasionadas por los precios de los alimentos y de las diferentes fuentes de energía?
Pareciera que el complejo escenario que presentó Kiril Sokolff en Colombia Compite, de aumento de la inflación mundial, altas tasas de interés y burbuja especulativa de bonos soberanos, estuviera haciéndose realidad antes de lo imaginado. ¿Qué pasará con el crecimiento económico? ¿Vuelve la lingüística al escenario?
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