Publicado en Portafolio el lunes 19 de noveimbre de 2012
Hace unos pocos meses se planteó una discusión sobre la orientación exportadora de las empresas colombianas y se presentaron unas cifras que generaron impacto y preocupación. Se divulgó que solo 8 empresas aportan el 53% del total exportado por el país y que apenas el 0.8% del universo empresarial realizó exportaciones en 2011.
El tema está presente de manera explícita o implícita en casi todos los debates sobre diversificación de las exportaciones y sobre el aprovechamiento del potencial de los acuerdos comerciales. Al parecer es un elemento complementario de todos aquellos que indican que la apertura económica de comienzos de los años noventa no ocasionó mayores cambios en la estructura y la vocación exportadora de Colombia.
Las preguntas obligadas que surgen de estos datos son, primera, si Colombia es un caso atípico en el contexto internacional y, segunda, si ese es uno más de los síntomas del subdesarrollo y del cierre relativo de la economía.
Como anillo al dedo viene una investigación que está adelantando el Banco Mundial y cuyos datos acaban de ser revelados en dos documentos de investigación: Caroline Freund y Martha Denisse Pierola “Export Superstars” y Tolga Cebeci y otros “Exporter Dynamics Database”.
En el primer documento se afirma: “Las empresas grandes definen las exportaciones. Hay ejemplos bien conocidos de empresas como Nokia en Finlandia, Samsung en Corea, e Intel en Costa Rica, cada una de las cuales aporta alrededor de 20% de las exportaciones totales de su país. En promedio, la empresa más importante explica ella sola alrededor del 15% de las exportaciones no petroleras en 32 países en desarrollo entre 2006 y 2008”.
Esos datos son interesantes, pero hay una novedad de mayor impacto: en las economías en desarrollo “el 1% de los mayores exportadores aporta en promedio el 53% de las exportaciones durante el mismo periodo… El 5% contribuye con cerca del 80% de las exportaciones, y el 10% con casi el 90%”.
En el caso de Colombia, el 1% de los exportadores principales contribuyó con el 51.8% del total del valor exportado no minero (el capítulo 27 no se incluye) en 2009; por lo tanto, la concentración es un poco inferior a la media de las economías en desarrollo.
Para el mismo año, el indicador de Brasil fue 56.3%, el de Chile 75.7%, Costa Rica 58.2%, México 66.7% y Perú 77.1%. De la región, solo los datos de Ecuador, El Salvador y Nicaragua son inferiores al colombiano.
También es notable la concentración en economías desarrolladas, como España con un indicador de 63.6% y Bélgica con 60.2%. En Noruega y Suecia fue 72.4% y 73.9%, respectivamente, en 2006 (último año reportado por esos países).
La publicación de la base de datos permite contrastar con otros países que no están incluidos en ella, pero cuentan con amplia información pública. Es el caso de Estados Unidos, que para 2010 identificó 293.131 exportadores (U.S Census Bureau “A Profile of U.S. Importing and Exporting Companies, 2009-2010”).
El cruce de estos datos con el total de empresas de los Estados Unidos indica que las exportadoras representan alrededor del 1.1% del universo empresarial, es decir, 0.3 puntos porcentuales más que Colombia.
Tomando las empresas de menos de 250 trabajadores (para asimilarla a nuestro concepto de pyme), se observa que ellas son el 96.3% de las exportadoras y el 29.7% del valor exportado.
También se puede corroborar que este país sigue una tendencia similar a la de otras economías desarrolladas, pues las 2.000 empresas exportadoras más importantes, que representan el 0.7% del total, exportaron el 76.9% del valor en 2010.
Los resultados de la base de datos del Banco Mundial tendrán profundas repercusiones en muchos de los postulados hasta ahora planteados por estudios tanto empíricos como conceptuales, lo que, sin duda, será fuente de controversia.
A manera de ejemplo, según uno de los enunciados que formulan Freund y Pierolla “la ventaja comparativa revelada es definida en gran medida teniendo unos pocos gigantes y no teniendo muchas empresas”.
En otro afirman que “el crecimiento del comercio y la diversificación dependen esencialmente de la creación de un ambiente en el que las grandes empresas se pueden desarrollar”.
Pero volviendo a nuestro tema, es evidente la diferencia de apreciaciones que surge cuando nos maravillamos de ver un árbol a cuando vemos el bosque y podemos comparar sus diferentes integrantes.
Desde luego, hay que continuar en el empeño de incrementar el número de empresas exportadoras para aprovechar los acuerdos comerciales. Y hay que hacer todos los esfuerzos que sean necesarios para que el valor medio por exportador sea mucho mayor. Pero viendo la estructura empresarial exportadora del mundo, el objetivo, antes que aspirar a cambiar radicalmente su concentración, debe ser más bien crecer las exportaciones de valor agregado.
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