Publicado en Portafolio el 17 de septiembre de 2025
La influencer española María Pombo encendió una polémica que traspasó fronteras, al afirmar: “…que hay gente a la que no le gusta leer. Y encima, no sois mejores porque os guste leer”.
El debate tomó unas dimensiones y unas direcciones inusitadas. Me llamó la atención lo que opinaron algunos escritores. Juan José Millás afirmó: "Yo estoy de acuerdo. Para leer hay que estar mal”. Sergio del Molino dijo: “algunas de las peores personas que he conocido en mi vida eran lectores voraces. Algunas, incluso, eran críticos literarios. La grandeza de leer es que no sirve para nada, es un vicio perfectamente inútil y solitario, tan egoísta como absurdo”. Juan Esteban Constaín señaló: “La historia está llena de casos, de hecho, en los que la lectura y la ilustración fueron un estímulo de la perversidad y el retorcimiento de quienes las cultivaban, tanto peores cuantos más libros había en su biblioteca”.
Creo que esas apreciaciones individuales son obvias; ser buena persona o mala persona, en últimas, no demanda ser lectores. El gran vacío que percibo en el debate es el de las implicaciones sociales de la lectura. ¿Tendrá algo que ver la comprensión lectora con la capacidad de desenvolverse en las sociedades modernas?
En diciembre pasado la OCDE publicó los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de las Competencias de la Población Adulta (PIAAC), que evalúa lectura, matemáticas y resolución adaptativa de problemas. Su importancia radica en que “estas competencias permiten que una mayor parte de la población participe de manera más eficaz en los procesos sociales, económicos y democráticos, contribuyendo al bienestar colectivo”.
Colombia lamentablemente no participó en ese programa. Los resultados de Chile, nos sirven como referencia, pero considerando que podríamos estar peor; en las pruebas de lectura de PISA 2022, aplicado a jóvenes de secundaria, Colombia quedó de 55 mientras Chile quedó de 38.
Chile ocupó el último lugar entre los 31 países del PIAAC y en lectura, el 53% de los adultos quedó en nivel 1 o inferior; en Finlandia, que ocupó el primer lugar, solo se ubicó el 12% de sus adultos. Siendo generosos, las personas en ese nivel escasamente entienden lo que leen. En los niveles superiores solo quedó el 2% de los adultos de Chile, y el 35% de los de Finlandia. En esos niveles las personas pueden entender textos complejos y hacer inferencias.
En este contexto, creo que el debate internacional debe pasar de lo anecdótico a la preocupación de gobiernos como el de Colombia por proveer a los ciudadanos con unas mejores competencias para la vida en el mundo actual; sin duda, la comprensión lectora es una de ellas, fundamentada en la calidad de la educación.
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