Publicado en Portafolio el 10 de septiembre de 2024
Según Miguel Gómez, los graves errores de los gobiernos anteriores son los principales responsables de los problemas de hoy (“2026: ¿Regreso al pasado?”. Portafolio, 27 de agosto de 2024). Nada lo ilustra mejor que el transporte de carga. Décadas atrás, los gobiernos colombianos resolvieron tirar por la borda el desarrollo ferroviario que se había registrado en la primera parte del siglo XX y darle la espalda al transporte fluvial, que tuvo gran importancia hasta entonces. Las políticas mal diseñadas y la preponderancia de los intereses de políticos y empresarios del transporte terrestre eliminaron la posibilidad de implementar sistemas multimodales de transporte, que es lo más conveniente para la topografía del país.
El deporte nacional de los gobiernos tiene dos ingredientes: abandonar los programas de las administraciones anteriores, sin importar su enorme costo económico y social, y patear la pelota hacia adelante para dejar al siguiente gobierno los “chicharrones” de alta sensibilidad política. Sobre el primero, María Teresa Ramírez (“Efectos del eslabonamiento de la infraestructura de transporte sobre la economía colombiana: 1900-1950”; 2007), resalta que el cambio de hegemonía en 1930 frenó las inversiones en ferrocarriles y las aumentó en carreteras porque “el nuevo gobierno liberal buscaba diferenciarse totalmente de los gobiernos conservadores precedentes, que fomentaron la construcción de ferrocarriles”. El segundo, lo vivimos con la política de precios de los combustibles; un gobierno prefirió “heredar” el ajuste de los precios de los combustibles en lugar de dejar operando una política gradual de mediano plazo; pero el nuevo dejó pasar dos años sin solucionar el caso del ACPM.
Resulta curioso recordar que a comienzos de los cincuenta "las tarifas del transporte por carretera se establecían en el mercado, mientras que las de los ferrocarriles se fijaban mediante una negociación que daba más peso a los criterios políticos que a los económicos” (M.T. Ramírez, 2007).
El algún momento se perdió la importancia del mercado y caímos en el peor de los mundos, pues los fletes, que ahora son regulados, se volvieron parte de los problemas estructurales; los transportadores se quejan porque no pueden transferir las variaciones de costos a sus precios. Esos problemas estructurales, que no han sido debidamente afrontados por los gobiernos, sirvieron a los transportadores para hacer recular al actual gobierno en la decisión de incrementar el precio del ACPM en $1904; de paso lograron congelar los aumentos anunciados para 2025.
Además, hay otros elementos “estructurales” como la obsolescencia del parque automotor, la informalidad laboral y empresarial y las asimetrías de información que repercuten en ineficiencias para toda la economía. Todos ellos son problemas que se debieron solucionar hace tiempo, pero el deporte gubernamental hizo que esos problemas, que nacieron pequeños, se volvieran inmanejables.