Publicado en Portafolio el 24 de agosto de 2023
Más sorpresa que el crecimiento del PIB de 0,3%, causó la interpretación alarmista que hicieron los medios y algunos comentaristas. Las expectativas de los expertos encuestados por Fedesarrollo y el Banco de la República mostraban claramente la notable desaceleración esperada (de 3% en el primer trimestre al 0,5% y a 0,4%, como rango inferior de proyección en el segundo trimestre, respectivamente) y el exministro Ocampo había señalado como probable una cifra cercana a cero.
Al ganar espacios la imagen proyectada por los medios y buscar ratificación, comenzaron las entrevistas sobre qué hacer y surgió lo obvio: una política de reactivación, que diversos analistas venimos proponiendo desde hace varios meses.
Ahí surgieron los sesgos, especialmente los de disponibilidad. Los entrevistados suelen responder sin tener en cuenta el potencial real de implementación en el corto plazo. Ministros, empresarios y académicos sacan a relucir temas como potenciar las exportaciones del agro, fortalecer el turismo, aumentar la productividad, hacer reformas que favorezcan el empleo, identificar potenciales productivos regionales.
Veamos la productividad como ejemplo. Llevamos décadas de políticas para incrementarla y los logros son pobres e inestables. La Ministra de Agricultura afirma que “nuestro arroz es muchísimo más caro que el arroz de cualquier otro país”. En maíz, que según el presidente Petro podría incrementar en 1.2 millones los empleos al renegociar el TLC, los rendimientos de Colombia son un tercio de los de Estados Unidos y a pesar de 11 años de vigencia del acuerdo la brecha no se ha cerrado; por eso, renegociar acarrearía la pérdida de millones de empleos en las cadenas agroalimentarias al abastecerse de productos nacionales más caros y la reducción del bienestar de la población al sacrificar consumo por los altos precios.
Es mejor echar mano de las políticas que siempre dan resultados de corto plazo, como los subsidios a la vivienda (retomar los de clase media); acelerar las obras públicas en este de fin periodo de gobernadores y alcaldes; mayor ejecución presupuestal, pero reorientándola de ser posible a proyectos con impactos rápidos en empleos e ingresos. Una opción es impulsar la actualización de habilidades laborales de personas que pierdan el empleo, pagándoles un millón de pesos mensual como complemento a los mecanismos de cesantías y protección al cesante; además, diseñar mecanismos de promoción que faciliten su reingreso al mercado laboral.
Finalmente, unos elementos importantes que se vienen recalcando desde diversos sectores incluyen el restablecimiento de la confianza entre gobierno y empresarios, superar la creciente polarización entre ministros y gobiernos regionales e implementar planes de emergencia que frenen la creciente delincuencia. Estos son factores que están afectando negativamente los índices de confianza cuando lo que conviene es fortalecerlos.