Publicado en Portafolio el 17 de febrero de 2022
El presidente Duque, el ministro de hacienda y algunos analistas y medios han calificado de histórico el crecimiento del PIB del 10,6% en 2021. Aplicando la famosa filosofía de Pambelé, es mejor crecer al 10% que crecer al 5%. Pero es útil analizar las variables económicas en el contexto adecuado para no alimentar falsas ilusiones.
Un análisis ponderado del crecimiento debe considerar al menos cuatro aspectos. Primero, la pandemia sumió en una profunda crisis a casi todas las economías del mundo en 2020; por lo tanto, los crecimientos de 2021 tienen un componente de rebote y un efecto base que no se pueden menospreciar. Al comparar la diferencia en puntos porcentuales entre el crecimiento de 2020 y el de 2021, Colombia ocupa el puesto 14 entre 145 economías para las cuales el Banco Mundial tiene estimaciones de PIB.
Segundo, las agencias de estadísticas, los organismos multilaterales y los analistas optaron por realizar cálculos de variaciones bienales para evitar los sesgos de los efectos base y comparar cada variable con una referencia de prepandemia. El Dane construyó para Colombia una serie de variaciones bienales del PIB desde 1990 y su director resaltó que el crecimiento en 2021 fue de 2,8%, que es el más bajo del periodo analizado.
Tercero, normalmente se asocia el crecimiento a la mejora del bienestar de la población. Pero en este caso lo que viene ocurriendo es un deterioro del mercado laboral. Lo muestra el propio Dane que calculó índices comparando la dinámica de la economía con la del empleo; la conclusión es que este último se desaceleró en el segundo semestre, de forma que brecha aumentó a más de 11 puntos porcentuales en el cuarto trimestre de 2021.
Cuarto, sorprendieron las dinámicas de la demanda y la inflación. La demanda fue el principal motor del crecimiento, lo que se explica por la pandemia y las políticas de apoyo implementadas por el gobierno, que permitieron generar un “exceso de ahorro”; este se empezó a gastar a medida que se fueron levantando las restricciones impuestas por la pandemia.
El problema es que parte de ese acelerado incremento de la demanda se reflejó en mayor producción y parte en aumento de precios. Por eso la otra sorpresa es el incremento de la inflación, que si bien tiene factores exógenos que han limitado el ajuste de la oferta, ha sido impulsada por la demanda y ha forzado al aumento de la tasa de política monetaria, que ya se empieza a reflejar en revisiones a la baja en las proyecciones de PIB de 2022; por lo tanto, un crecimiento como el de 2021 difícilmente se repetirá, aun cuando es lo deseable.