Publicado en Portafolio el 24 de abril de 2020.
Winston Churchill decía: “¡Nunca desperdicies una buena crisis!” Hoy el mundo está enfrentando una sin precedentes; ¿cómo aprovecharla?
Gobierno, empresarios, academia y analistas deberían explorar a fondo las oportunidades que hay para enfrentar la dimensión sanitaria de la pandemia y para dinamizar la economía. El punto de partida es la escasez global de productos esenciales para el sistema de salud.
¿Puede sustituirlos la producción nacional? Hay empresas con flexibilidad para reorientar su producción y otras podrían crearse para atender la urgencia. Suena utópico, pero los periodos de crisis son motores de grandes innovaciones. El politólogo francés Bertrand Badie, afirmó hace poco que una crisis como la actual, “al agudizar el miedo, permite desarrollar la creatividad humana y social”.
¿Por qué no empezar a producir en Colombia sofisticados equipos médicos? Hay quienes se oponen a la fabricación de ventiladores “made in Colombia” porque no cuentan con las certificaciones internacionales que tienen los mejores fabricantes del mundo. Recordemos la tragedia vivida en Italia; el crecimiento exponencial de enfermos graves de covid-19 desbordó la capacidad de UCIs de los hospitales italianos y los médicos tuvieron que elegir a quien salvar y a quien dejar morir. Si existe la posibilidad de que unos artefactos no tan sofisticados, pero técnicamente adecuados, puedan salvar vidas, ¿por qué no intentarlo?
Bernard Roth, profesor de Stanford, recuerda que unos estudiantes desarrollaron un producto similar a una bolsa de dormir, que por módicos US$200 sustituyó incubadoras de más de US$20.000 en Nepal. Partiendo de cero, esa innovación permitió salvar las vidas de muchos bebés prematuros y los estudiantes iniciaron una fábrica para ayudar a otras economías pobres.
Ese es un ejemplo, pero pueden surgir muchos más. El problema sanitario no desaparece “aplanando la curva”, pues existe el riesgo de una segunda ola de covid-19, según un artículo en The Lancet; esto porque unos meses de cuarentena no inmunizan la población o porque los controles se relajan prematuramente.
Se podría implementar la propuesta de Paul Romer y Alan Garber, de levantar la cuarentena gradualmente, imponiendo a las personas el uso de trajes de protección especiales, como los suministrados a los jueces en Colombia. Ahí surgen una oportunidad y un reto para que diseñadores industriales, textileros y confeccionistas fabriquen “moda” en ropa de protección que sea barata y más cómoda.
En algunos casos, como los de ventiladores diseñados en varias universidades del país, están apareciendo apoyos particulares; pero deberían ser parte de una “política pública de emprendimiento anticovid-19”, una especie de Plan Marshall o de Restauración Meiji, para potenciar las iniciativas que inventen o reinventen negocios.
Las opciones son claras: Extender las cuarentenas, con el riesgo de quebrar la economía aumentando la pobreza y el desempleo, o inducir la reorientación de recursos públicos y privados hacia industrias de productos y servicios nuevos, que dinamicen la producción y el empleo, a la vez que se logra la tan esquiva diversificación de la estructura productiva del país. ¿Qué será preferible?
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