Publicado en Portafolio el martes 27 de febrero de 2018
El comandante Chávez comenzó la tarea de acabar con la economía de Venezuela; con una billetera llena de petrodólares, soñó con ser el amo de América Latina y castigar a los que no se alinearan con su “revolución bolivariana”. Por eso arremetió contra la economía colombiana, mediante una absurda decisión que liquidó el comercio entre las dos naciones; en 2017 Colombia apenas le exportó US$319 millones y le compró US$220 millones.
Maduro, como buen discípulo, y siguiendo las instrucciones de Chávez transfigurado en pajarito, continuó la labor destructiva. La economía está en ruinas. El PIB ha caído por cuatro años consecutivos y el FMI proyecta que la crisis seguirá en 2018 y 2019; de cumplirse esas proyecciones, el PIB de 2019 será el 48% inferior al de 2013, último año en que la economía creció; por contraste, a pesar de la desaceleración reciente, el de Colombia será el 19% más alto.
Una de las consecuencias es la masiva migración, que Consultores 21 calcula en cuatro millones de personas en los últimos años; de ellos, al menos 700 mil habrían entrado a Colombia.
Son numerosos los factores que obligan a la población a migrar: La escasez de alimentos y la consecuente desnutrición generalizada; la nula oferta de medicinas y la reaparición de enfermedades como la difteria y el sarampión –que se consideraban erradicadas en América Latina–; la hiperinflación que corroe los ingresos de los asalariados (el salario mínimo no llega a US$10 mensuales, al calcularlo con la tasa de cambio del mercado paralelo); y la violenta represión de la dictadura contra aquellos que osen protestar por la crisis humanitaria que se agudiza día a día.
Ricardo Hausmann destaca la crítica situación de desnutrición. Calcula que el consumo medio de calorías diarias ha caído a 1.400, muy por debajo del mínimo recomendado para llevar una vida sana. El “Dietary Guidelines for Americans, 2015-2020” (U.S. Department of Health and Human Services y U.S. Department of Agriculture), estima “un rango entre 1.600 y 2.400 calorías diarias para una mujer adulta y 2.000 a 3.000 calorías diarias para un hombre adulto, dependiendo de la edad y de la actividad física”; los niveles inferiores son para personas sedentarias.
La dictadura de Maduro dejó de publicar estadísticas, pretendiendo ocultar el sol con las manos. No se conocen mediciones oficiales de inflación, empleo, comercio exterior y situación fiscal. Los analistas han tenido que recurrir a creativos métodos para tratar de cuantificar los problemas.
El “Billion Prices Project”, iniciativa de Roberto Rigobón y Alberto Cavallo, profesores de MIT, empezó a recolectar información de precios en Venezuela en 2017, con la colaboración de un creciente grupo de voluntarios que todas las semanas va al comercio a capturar los datos mediante un aplicativo de sus celulares. Según esa fuente, en enero de 2018 la inflación de alimentos fue del 117.6% , que anualizado equivale a una astronómica variación del 1.130.000%. Esto significa que el aumento de salarios del 40% en ese mes, prácticamente desapareció en 10 días.
En síntesis, la nefasta revolución bolivariana tiene a la economía venezolana en una olla de presión. La pregunta es cuánto más aguantará antes de estallar y cuáles serán las consecuencias para la población no chavista y para la región.
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