Publicado en Portafolio el 18 de septiembre de 2015
“Los líderes populistas como Chávez… coinciden en tomar una parte de la población y volverla el enemigo interno, que junto con el enemigo externo se convierten en lo que los populistas llaman «antipueblo». En cada discurso el populista busca insertar odio en la sociedad; hacer que el pueblo odie al «antipueblo». Una vez así, logra que parte del pueblo se enamore de él, le perdone todos los robos, actos de corrupción, cambios de Constitución, falta de justicia; porque supuestamente todo lo que el populista hace es en nombre del pueblo. Y cualquier cosa que vaya mal, siempre será culpa del «antipueblo»”.
Esta descripción que la politóloga guatemalteca Gloria Álvarez hace del populismo de Chávez, también aplica a la perfección a Maduro, su heredero. Ahí están claras las razones por las que Maduro la tomó contra los migrantes colombianos. Los convirtió en el «antipueblo» externo para disimular el gran desastre económico al que el pomposamente denominado “Socialismo del siglo XXI” llevó a Venezuela; también los usa ahora que ve el riesgo de perder las elecciones del próximo diciembre, como una forma de acallar al «antipueblo» interno.
Los problemas de la frontera llevan décadas sin que se adopten las medidas correctivas. En su columna de Semana (“Conversaciones con Maduro y Santos”), el analista León Valencia comenta que el libro “La frontera caliente”, publicado en 2011 con Ariel Ávila, evidenció los crecientes problemas de contrabando, narcotráfico y presencia de “grupos ilegales que en complicidad con sectores de la fuerza pública y con líderes políticos de los dos lados controlaban negocios jugosos”.
Por eso, es ridículo que Maduro saque a relucir esos problemas como si fueran nuevos y que, adicionalmente, aduzca el ataque a militares venezolanos por parte de paramilitares colombianos como el detonante del cierre de la frontera.
Por lo primero, debería jalarse las orejas por la pasividad frente a un problema de tantos años. Con relación a lo segundo, la revista Semana (“¿Cuál fue “el florero de Llorente” de la crisis en la frontera”?) afirma que el ataque es un hecho oscuro, que posiblemente está relacionado con un choque entre militares de ese país, a raíz de la intromisión de un grupo de inteligencia en asuntos del llamado cartel de los soles.
En materia económica pocos gobernantes se pueden vanagloriar de haber causado un desastre económico tan grande como el de Chávez y Maduro. Venezuela, la economía con las mayores reservas de petróleo en el mundo, desperdició la bonanza de precios que le significó la entrada de más de US$800 mil millones en el presente siglo.
Su “modelo de desarrollo endógeno” tiene totalmente desabastecido el mercado y los consumidores enfrentan el racionamiento y las largas filas del socialismo ruso y cubano para adquirir bienes básicos. La pobreza aumentó del 25.4% en 2012 al 32.1% en 2013. La inflación es la más alta del mundo (145.5% según Latin American Consensus Forecasts). El FMI estima que el PIB caerá 7% este año. Su tasa de homicidios (53.7 por cada 100 mil habitantes) es de las más altas del planeta y la de Caracas (134) es ocho veces superior a la de Bogotá.
No podemos darle papaya a Maduro, que con sus payasadas busca en Colombia los pretextos para aplazar las elecciones.
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