Publicado en Portafolio el viernes 19 de junio de 2015
En una columna reciente el exministro Rudolf Hommes elogia la actual administración del MinCIT, porque recupera los “temas técnicos”, y critica las anteriores, porque lo volvieron “un ministerio gremial, más de turismo que de comercio, y proclive a hacer favores”. Varios comentarios ameritan sus opiniones sobre la política comercial.
Cabe recordar que en 2010 esas administraciones “no técnicas” hicieron la primera reforma arancelaria de carácter integral desde 1991. Ella fue diseñada por un equipo técnico del MinCIT y del DNP, parte del cual continúa y, sin duda, tendrá a su cargo la implementación de una nueva reforma.
La reforma bajó el arancel nominal del 12.2% al 8.3%, corrigió en parte la dispersión de tarifas y eliminó algunas protecciones efectivas negativas. Posteriormente un diferimiento arancelario para los bienes de capital y materias primas no producidos, dejó el arancel en el 6.3% actual. Esta reforma preveía una posterior, pero se fue aplazando por las complejidades de la economía política en temas tan sensibles.
Según el exministro, “Colombia es quizás uno de los países con mayor dispersión de sus aranceles, que van desde cero a 400”. Pero, según la OMC (“Perfiles arancelarios en el mundo 2014”), el máximo arancel consolidado del país es 227% (no 400%) y el NMF más alto es el de los cuartos traseros de pollo (164.4%).
A propósito, la misma fuente indica que en Estados Unidos el arancel NMF máximo es 350%, en Canadá 484%, Unión Europea 511%, Japón 736%, Corea de 887% y México 210%.
Con relación a la dispersión, según la OMC el coeficiente de variación (cociente entre la desviación estándar y la media aritmética) del arancel NMF de Colombia es de 89%. El de Estados Unidos es 266%, Japón 400%, Corea 402%, Canadá 470%, México 211%, y Unión Europea 172%. Algunos países de la región con menores aranceles, registran una dispersión cercana a la colombiana: Argentina 71%, Brasil 73%; y otros la superan: Ecuador 117%, Perú 121%.
La historia muestra que desde que la apertura económica bajó los aranceles de cerca del 50% al 11%, ellos “han sido manipulados para ceder a presiones políticas o a lobbies privados”, para utilizar la misma expresión con la que Hommes califica la situación reciente. Por ejemplo, en 1994 se creó el sistema andino de franjas de precios.
Adicionalmente, la historia y la evidencia enseñan que el proteccionismo se nutre no solo de los aranceles, sino también de las medidas no arancelarias.
Así lo demuestra el estudio “Una visión general de la política comercial colombiana entre 1950 y 2012”, elaborado por investigadores del Banco de la República. Los autores encontraron que en 1989 estaban vigentes 1.684 medidas no arancelarias; por increíble que parezca, en los cuatro años del gobierno de la apertura económica que lideró Hommes, fueron expedidas 9.112 medidas adicionales, de forma que a finales de 1994 estaban vigentes 10.796 medidas. Es por este tipo de medidas, más que por los aranceles, que Colombia sigue siendo una economía cerrada.
Todas esas prácticas que distorsionan la política comercial son parte de un arreglo institucional que el país debe abolir. Entre tanto, hasta los ministros y los ministerios más técnicos se verán enfrentados a una realidad descrita por Rubén Blades: “Sorpresas te da la vida…”.
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