Publicado en Portafolio el 22 de mayo de 2015
Lawrence Summers, exsecretario del Tesoro de los Estados Unidos, planteó en noviembre de 2013 la hipótesis del estancamiento secular de las economías desarrolladas, retomando los argumentos formulados por Alvin Hansen en 1939.
Según esa hipótesis, las economías desarrolladas vienen enfrentando un problema estructural que repercute en baja dinámica del PIB y disminución del producto potencial, como consecuencia de la caída en la inversión, el estancamiento de la productividad total de los factores y restricciones en la oferta laboral; estas últimas, asociadas al continuo descenso en la tasa de crecimiento de la población en edad de trabajar.
Summers observa que seis años después del inicio de la crisis mundial, las economías desarrolladas no han retornado a las tasas de crecimiento precrisis. La demanda agregada no ha reaccionado a las políticas monetarias heterodoxas, que bajaron a cero las tasas de intervención de los bancos centrales y, en el caso de Estados Unidos, indujeron un crecimiento sin precedentes de la base monetaria, mediante la compra masiva de bonos públicos y privados (flexibilización cuantitativa).
En ese contexto, las pocas opciones de crecimiento son no sostenibles, pues se basan en aumentos de la inflación o en la generación de burbujas financieras, que incrementan el riesgo de crisis y el retorno a los bajos ritmos de crecimiento. Esto explicaría las fases de auge de la economía de Estados Unidos en la década de los noventa y la primera del presente siglo, por las burbujas de las puntocom y las hipotecas subprime, respectivamente.
La ineficacia de la política monetaria se asocia al problema conocido como “límite inferior cero”, pues los bancos centrales no pueden bajar la tasa nominal de interés de ese nivel. Para reactivar la inversión serían necesarias tasas reales de interés más negativas, pero en la práctica es difícil lograrlas con la actual tendencia deflacionaria.
Otra opción es el impulso de las exportaciones mediante los acuerdos comerciales, la relajación de controles a las exportaciones, la oposición a políticas proteccionistas de otros países y el fortalecimiento de políticas de promoción.
La mejor alternativa, de acuerdo con Summers, es el incremento del gasto público. Su recomendación para Estados Unidos es mantener la tasa de interés cero por un periodo más prolongado, al tiempo que el déficit fiscal se incrementa en un punto porcentual durante cinco años.
El debate académico que siguió a la interpretación de Summers ha involucrado a los más connotados economistas de las economías desarrolladas. Pero un hecho trascendental es la incorporación de la hipótesis del estancamiento secular en los análisis de la economía mundial y en las recomendaciones de política que hace el FMI; en el estudio de abril de 2015 se afirma que este fenómeno también afecta economías emergentes como China.
Dados el bajo dinamismo de las economías desarrolladas y la desaceleración de algunas emergentes, si el argumento del estancamiento secular es válido, la economía mundial quedaría atrapada en una situación de bajo crecimiento en caso de no adoptarse medidas como las recomendadas por Summers y por el FMI.
Si se adoptan, se moderarían las expectativas de aumento de las tasas de interés por parte de la FED, y mejorarían las posibilidades de lograr un mayor crecimiento global. ¿Sí estará dispuesta la FED a comprar esta hipótesis, como la compró el FMI?
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