Mipymes en Bolsa

miércoles, 30 de diciembre de 2009
Publicado en el diario La República el 17 de octubre de 2007


Décadas de discusión, estudios y decisiones sobre el mercado de capitales en Colombia, dejan resultados poco alentadores. No se pueden desconocer los avances en el mercado de deuda pública y privada, pero el accionario sigue de capa caída; el número de empresas en bolsa disminuye y son muy pocas las acciones de alta bursatilidad.

¿Por qué no aparecen nuevas empresas en bolsa? Dos elementos explicativos pueden ser la tipología de empresarios y la oferta de capital disponible.

Los empresarios en Colombia son de tres clases: los silvestres, los del rebusque y los formados. Los primeros tienen dotes innatas y han levantado a pulso importantes empresas; generalmente son reacios a compartir la propiedad y poco gustan de inscribir en bolsa sus empresas.

Los segundos son aquellos que no encontraron empleo o fueron despedidos de sus trabajos después de varios años y usaron los ahorros o la indemnización en la creación de empresas; las tasas de fracaso son elevadas, usualmente el crecimiento se frena por baja disponibilidad de capital y rara vez llegan a la bolsa.

Por último, están aquellos que han tenido la fortuna de ser parte del cambio de enfoque de algunas universidades que, en vez de formar empleados, se han preocupado por formar potenciales empleadores. A diferencia de los anteriores, los formados valoran la revelación de información a los mercados y son proclives a compartir la propiedad de la empresa para apalancar su crecimiento. Lamentablemente son la minoría.

Es evidente la importancia de la educación en la formación de emprendedores y su impacto en el número de empresas que se inscriben en bolsa. Los países desarrollados entendieron que los empresarios se pueden formar desde temprana edad y por eso en la Unión Europea hay directrices sobre la enseñanza de temas empresariales desde la primaria. En Colombia esta formación es incipiente, no generalizada y concentrada en la educación superior.

Con relación a la disponibilidad de capital, el problema estriba en escasa diversificación de la oferta, baja profundización financiera del país y concentración de la cartera bancaria. El país no cuenta con una adecuada oferta especializada en empresas nacientes y en primeras etapas de desarrollo; además, la financiación extrabancaria, que es frecuente en las mipymes, es un lastre para su crecimiento.

La evidencia empírica internacional muestra una relación directa entre el tamaño del sector financiero y el desarrollo económico. En Colombia el sector, además de ser pequeño, se redujo con la crisis financiera de finales de los noventa; mientras que en 1997 la cartera era 39.7% del PIB, en 2007 se estima en 29.7%.

Puesto que los empresarios silvestres y los del rebusque prefieren la financiación bancaria, absorben la mayor parte de la oferta de crédito, quitando espacio a las mipymes nuevas. Según la Superfinanciera, 5.000 empresas concentraron el 74% de la cartera comercial del sector financiero en marzo de 2007, dejando sólo $15.8 billones para atender la demanda de 1.388.712 empresas.

El país viene mejorando el ambiente para el florecimiento de fondos de capital de riesgo y fondos privados. Así, la Asociación Latinoamericana de Fondos de Capital de Riesgo destaca cómo “Colombia ha visto la creación de varios fondos nuevos bajo la Resolución 470 de 2006, relacionada con el establecimiento de fondos de capital privado”. Además, ya existen algunos fondos de capital de riesgo y Bancoldex iniciará un fondo de capital semilla de $2 mil millones… Pero se necesitan muchos fondos más.


Con una oferta diversificada de capital para la expansión de empresas jóvenes y con mayor número de empresarios formados –ojalá desde la primaria–, cabe esperar un mercado accionario más profundo en el mediano plazo.

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