De crisis en crisis

miércoles, 30 de diciembre de 2009
Publicado en el diario La República el 15 de octubre de 2008


Es inevitable la comparación entre la crisis financiera de los Estados Unidos y la que vivió Colombia a finales de los noventa.

Hay aspectos similares: 1. La irracionalidad de los agentes económicos al pensar que los auges son eternos. 2. El debilitamiento de los controles de riesgos, tanto por las entidades financieras como por los organismos de regulación. 3. La presencia de una burbuja hipotecaria como un componente importante de la crisis. 4. La creación de una institución para sacar de los balances la cartera mala. Los dos primeros se podrían clasificar como estructurales en la descripción que hace Kindleberger, en su clásico libro “Manías, Pánicos y Crisis”.

Y hay diferencias: 1. En el caso de los Estados Unidos se origina en una burbuja en el mercado hipotecario de vivienda. En el colombiano tuvimos un monstruo de tres cabezas: la debacle de las cooperativas financieras, por la ausencia de regulación prudencial; la crisis hipotecaria, estrechamente relacionada con la explosión de la corrección monetaria, consecuencia del incremento de las tasas de interés de mercado; y el contagio de la crisis financiera internacional con todo y sus presiones sobre la tasa de cambio y el aumento exorbitante de las tasas de interés para defender la banda cambiaria (cabe recordar que el Emisor hizo OMAs al módico 44% anual).

2. En Estados Unidos es su propio sistema financiero el originador de un problema de emisión de deudas y de títulos de alto riesgo (subprime) que hoy amenaza contagiar al mundo a través de las entidades financieras que contaminaron sus portafolios con “hipotecas basura”. En el caso colombiano la crisis se profundizó por un efecto de contagio de la crisis asiática. Sin ella, es factible pensar que los problemas se hubieran podido confinar al sector hipotecario; teníamos unas entidades especializadas (CAV), con sus propios patrimonios, y con baja probabilidad de “infectar” a sus “matrices”.

3. En Colombia, la especialización extrema concedió a las CAV el monopolio de la financiación hipotecaria; ellas desaparecieron con la crisis, al forzarse su conversión en bancos comerciales. En Estados Unidos desde 1999 se sustituyó la banca especializada heredada de la Gran Depresión por la banca universal (banca comercial, banca de inversión y seguros bajo el mismo techo); ahora, se está discutiendo el regreso a la banca especializada (si es que sobrevive alguna banca de inversión).

4. La crisis estadounidense es de banca privada mientras que la colombiana fue esencialmente de las CAV y la banca pública. La cartera vencida de esta última llegó a niveles del 35%, cuando en la banca privada apenas alcanzó al 10%.

5. El salvamento de la banca y el alivio de la carga financiera de los deudores se financió en Colombia con un impuesto que distorsionó el sistema de pagos. En Estados Unidos los US$ 700 mil millones son recursos presupuestales (aún no es claro cómo se amortiguará su impacto en el déficit fiscal).

6. El auge hipotecario estadounidense se financió con créditos y emisiones de títulos en cadena; la caída de precios de la vivienda generó un efecto dominó con graves problemas de liquidez y pérdidas para los tenedores de títulos. En el caso de Colombia fue muy diferente, pues aún no había titularizaciones.

7. El entorno macroeconómico colombiano se puede calificar pro-crisis, mientras que el norteamericano es anti-crisis. Aquí subimos las tasas de interés, la corrección monetaria y el costo financiero de las deudas, mientras que la devaluación ponía en aprietos a los deudores en moneda extranjera. En Estados Unidos la política es bajar tasas de interés e inyectar liquidez a los mercados con el objetivo de evitar la recesión.

Colofón: si bien cada crisis tiene sus particularidades, como diría Kindleberger, los factores estructurales permanecen.

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