Competitividad departamental

miércoles, 13 de enero de 2010
Publicado en el diario La República el 16 de enero de 2009


¿Las apuestas productivas departamentales mantienen su vigencia? ¿O fueron desplazadas por la política de sectores nuevos y emergentes y la de sectores “más y mejor de lo bueno”? ¿Tienen algún papel los departamentos en la política de competitividad?

El tema de las apuestas productivas departamentales surgió en 2004 como una idea novedosa de construir el desarrollo regional de abajo hacia arriba; desde lo local hacia lo nacional. Su propósito era generar una reflexión local sobre las potencialidades de crecimiento económico de cada departamento.

El resultado de ese ejercicio ha generado debates porque en su mayoría no fueron apuestas novedosas, predominaron los sectores primarios, en servicios se concentraron en turismo y, en algunos casos, se limitaron a un ambicioso listado de productos.

Para poner en contexto esas evaluaciones es importante recordar que la Agenda de productividad y competitividad tenía dos dimensiones: las apuestas productivas departamentales y las cadenas productivas. Por esta razón el sector industrial no figura en la mayoría de las apuestas departamentales. El análisis de la cadena algodón–fibra–textil–confecciones, por ejemplo, se orienta a superar la problemática común que frena su competitividad; esto hace difícil aislar un solo eslabón dentro de una apuesta productiva departamental (aún así, algunas regiones incluyeron las confecciones). En ese contexto, los departamentos sintieron que sus apuestas quedaban limitadas al sector primario y a los servicios.

Como complemento a la Agenda, en los años recientes el gobierno viene implementando políticas orientadas al desarrollo de sectores nuevos y emergentes y al fortalecimiento de sectores ya existentes. Pero esto no significa que la dimensión regional haya perdido importancia. Todo lo contrario; es necesario darle mayor impulso, pero también un redimensionamiento.

Las apuestas basadas en agricultura y ganadería, se deben enfocar hacia la modernización de la producción, priorizando las actividades con mayor potencial. Los éxitos exportadores del agro colombiano están conformados por organizaciones empresariales modernas tanto en la producción como en la comercialización (café, flores, banano, caña de azúcar y aceite de palma). En cambio, la producción en otros sectores es informal, con baja productividad y carente de los mecanismos que aseguren la calidad, la estandarización y los volúmenes que demandan los mercados internacionales.

Aún tratándose de productos agropecuarios, en el mercado mundial existen lo que Chan Kim y Reneé Mauborgue denominan “océanos azules”: nichos en los que los productos se logran diferenciar y la competencia es menos encarnizada. Eso se puede aprender de las experiencias internacionales de desarrollo basadas en el fortalecimiento del sector primario mediante la combinación de investigación y mayor valor agregado; los casos de Chile, Australia y Nueva Zelanda son ilustrativos.

El Ministro de Agricultura tiene el firme propósito de aplicar en el sector agropecuario las metodologías que viene empleando el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo en los sectores nuevos y emergentes y en los sectores “más y mejor de lo bueno”. Esto permitirá el redimensionamiento de las apuestas departamentales basadas en productos agropecuarios, enfocando los esfuerzos con criterios claros y fijando un norte más definido que el reflejado en la versión inicial de las apuestas productivas.

Por último, no se puede perder de vista que el entorno de creciente globalización y el cambio del modelo de desarrollo colombiano hacia un regionalismo abierto acarrearán el surgimiento de nuevos sectores y la relocalización de empresas, que buscarán las regiones del país que cuentan con los mejores entornos para el desarrollo de los negocios. Como lo demostró el Doing Business Colombia 2008, las acciones departamentales sumadas a las nacionales son decisivas en esa materia.

Los anteriores elementos ponen en evidencia por qué las políticas departamentales siguen teniendo relevancia en el plano de la competitividad nacional.

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