¿Más revaluación?

martes, 16 de noviembre de 2010
Artículo publicado en el diario La República el jueves 11 de noviembre de 2010


La dinámica de la economía mundial muestra dos caras. Mientras las economías emergentes crecen a ritmos elevados, las desarrolladas están empantanadas en un lento proceso de recuperación. El problema es que estas últimas pueden frenar a las primeras.

Los enormes recursos fiscales utilizados en el rescate del sector financiero y el impulso de la demanda, parecen haber encontrado un límite en las economías desarrolladas. Esto es especialmente cierto para la Unión Europea. Aun cuando las pruebas de resistencia del sector financiero dieron a los inversionistas elementos para discriminar los riesgos y reducir la probabilidad de un colapso sistémico, se mantiene la incertidumbre por los efectos que pueden ocasionar los ajustes fiscales de países como Grecia, España, Italia, Irlanda y Portugal.

La reactivación europea se complica por dos factores: 1. La apreciación del euro, que le resta competitividad a las exportaciones, limitando su impacto en el crecimiento. 2. El rezago de su productividad laboral con relación a Estados Unidos; como señala el estudio de McKinsey Global Institute “Beyond Austerity: A Path to Economic Growth an Renewal in Europe”, en parte el problema reside en los efectos no deseados de las excesivas regulaciones que restringen los mercados.

En ese contexto, el peso de la recuperación recae en la política monetaria. En Estados Unidos, las pérdidas de riqueza de los hogares y su tendencia al desapalancamiento, así como el aumento del ahorro, frenaron la reanimación de la demanda que se observó hasta el primer trimestre de 2010. Como las expectativas de inflación están controladas, la FED tiene espacio para mantener bajas sus tasas de interés y seguir suministrando liquidez a la economía, dado el limitado margen fiscal. Eso explica la decisión de inyectar 600 mil millones de dólares mediante la compra de títulos del tesoro para “reducir las tasas de interés de largo plazo y estimular el crecimiento” (Wall Street Journal Americas).

La Unión Europea difiere de esa opción de política monetaria y aun cuando mantiene bajas las tasas de interés, está marchitando las medidas heterodoxas implementadas durante la crisis, y, por ahora, no manifiesta disposición a brindar nuevas inyecciones de liquidez, lo que aumenta la incertidumbre sobre la recuperación.

Como algunos analistas lo han comentado, la poca confianza en el ritmo de reactivación de las economías desarrolladas, los impactos esperados del ajuste fiscal y las bajas tasas de interés incentivan el flujo de capitales hacia las economías emergentes en la búsqueda de mejores rentabilidades. En consecuencia, antes que debilitarse, se fortalecen las presiones a la apreciación de las monedas en el resto del mundo.

Esto plantea un reto para las economías emergentes, pues la apreciación afecta la competitividad de las exportaciones diferentes a los productos básicos; además, las economías que han aumentado las tasas de interés –como Brasil, India, Malasia y Perú– generan una mayor atracción de flujos internacionales de capitales y temores sobre la sostenibilidad del crecimiento.

En ese complejo entorno internacional, es evidente la importancia de las medidas que el Banco de la República y el Gobierno adoptaron, en materia de intervención en el mercado cambiario, eliminación del beneficio tributario al endeudamiento externo, reforma arancelaria y monetización de créditos externos. Falta el vital refuerzo de diversas leyes que hacen trámite en el Congreso, especialmente las que apuntan al aumento del ahorro, como son la reforma a las regalías, la regla fiscal y la eliminación de la sobretasa al consumo industrial de energía. Entre más pronto sean aprobadas, de mejor forma podrá Colombia capotear el vendaval de la apreciación.

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