La mejor industria

miércoles, 15 de febrero de 2012
Publicado en el diario La República, el 9 de febrero de 2012


Según The Economist, la industria colombiana fue la de mejor desempeño en el segundo semestre de 2011, entre las siete economías más importantes de América Latina (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Venezuela y Perú). En cambio, Brasil lleva tres meses consecutivos con variaciones negativas anuales y Perú dos meses.

¿Por qué a pesar de estos resultados y de los obtenidos en crecimiento del empleo y de las exportaciones industriales, se sigue insistiendo en una presunta “acelerada desindustrialización”?

En una columna el exministro Hommes resaltó la ambivalente posición de algunos empresarios frente a los tratados de libre comercio. Cuando esperan beneficios de una negociación, nunca o muy raras veces lo expresan públicamente, pero cuando se sienten afectados sí lo hacen. Así, en la opinión solo queda la percepción negativa.

Con el análisis de los resultados económicos ocurre lo mismo, pues las malas noticias son las que acaparan los titulares. A ello se suma la inclinación a menospreciar lo propio y sobrevalorar lo ajeno. Alabamos la política industrial de otros países, pero no valoramos la que tenemos, ni le reconocemos algún impacto en los resultados positivos.

Habitualmente la sobrevaloración no va más allá de la sesgada comparación, lo que impide ver qué está pasando en el mundo globalizado. Y esto puede tener consecuencias más negativas que las imputadas a los tratados de libre comercio.

Un ejemplo es el mercado mundial de autos, que sufrió un cambio estructural, como ha ocurrido en otros sectores. Hasta hace poco dominaban los países desarrollados; en 1961 Estados Unidos y cuatro países de Europa (Reino Unido, Alemania, Italia y Francia) concentraban el 88% de la producción mundial.

Pero la globalización cambió todo. Aparecieron nuevos competidores como Japón y varias economías emergentes; las grandes multinacionales se “descentralizaron” y fragmentaron sus procesos de producción por el mundo. Hoy en día los autos son “made in the world”; perdieron su nacionalidad y la competencia es por la innovación, la productividad y los menores costos. Ahora esos países desarrollados (no las multinacionales) producen menos del 20% de la oferta mundial y en Estados Unidos solo el 37% de las ventas de 2007 fue de marcas locales; el resto son importados o de plantas extranjeras instaladas en ese mercado.

En ese contexto, no es claro cómo algunos empresarios del sector que más está creciendo en la industria colombiana (20% anual en valor agregado), y con ventas récord en 2011, puedan afirmar que el TLC con México está causando un desastre sectorial y que otros que están en camino los enterrará.

Colombia no es una isla, ni quiere serlo; por el contrario, busca aprovechar las ventajas de la economía globalizada y beneficiar al consumidor, lo que implica mayor exposición a la competencia. Por eso, desde la apertura viene creciendo la oferta de vehículos importados, al punto que actualmente compiten cerca de 50 marcas, sin sacrificar la producción nacional.

De acuerdo con Acolfa, entre 2005 y 2008, cuando sólo desde la Comunidad Andina entraban autos con arancel cero, los importados representaron en promedio el 56% del consumo aparente. Y según Fenalco, hasta octubre de 2011 ellos representaron el 48% de las ventas del país. Por lo tanto, no es atribuible a la desgravación con México ningún desastre, en particular cuando las cifras muestran un año excepcional.

Tenemos la industria con el mejor comportamiento coyuntural en la región; pero hay mucho camino por recorrer en materia de competitividad, con miras a insertarse en las cadenas globales de valor, neutralizar la competencia sin volverse “comercializadores”, y crecer los empleos de calidad. Esos son los retos que plantean la globalización y los TLC.

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