Más sobre desindustrialización

miércoles, 23 de noviembre de 2011
Publicado en Ámbito Jurídico el 14 de noviembre de 2011

Hace unos días se realizó el lanzamiento del libro “Hacia una política industrial de nueva generación para Colombia”, escrito por Astrid Martínez y José Antonio Ocampo, con el auspicio de la Coalición para la Promoción de la Industria Colombiana.

En el capítulo III revisan el tema de la desindustrialización, que ha vuelto a ser tema de debate desde el primer semestre, cuando se aseveró que este fenómeno era consecuencia de la carencia de una política industrial en el país.

En el capítulo se afirma que la pérdida de participación de la industria en el PIB puede ser el resultado de varios factores: la tendencia estructural del desarrollo, en la que pierden participación la agricultura y la industria y la ganan los servicios; el notable crecimiento del sector minero–energético, que aumenta el peso relativo de la minería; y la tendencia a la tercerización de parte de las actividades de las empresas industriales, que pasan a contabilizarse en el sector de servicios.

A esa enumeración, habría que sumarle factores como el aumento de la competencia internacional, que menciona Dani Rodrik (“The Manufacturing Imperative”) para el caso de Estados Unidos, o hacer explícito el cambio tecnológico dentro de la tendencia estructural, dado que repercute en aumentos de la producción con menos empleo y menor participación en el PIB (caso similar a lo que aconteció con la agricultura).

Aun cuando los autores señalan que el cambio de metodologías o de año base de la contabilidad nacional es un tema secundario, hicieron su propio cálculo unificando series. Encontraron que “esto explica que la participación de la industria en el PIB presentada para 1974 sea 18.54%, y no el 24.47% que se obtendría por el cálculo directo utilizando las Cuentas Nacionales base 1975”. Por lo tanto, la metodología genera cerca de seis puntos porcentuales de diferencia en un solo año.

La desindustrialización que estiman apunta a una caída de seis puntos en la participación de la industria en el PIB si se comparan 1974 y 1999 o cuatro puntos si la comparación se hace con 2007. Este es un gran avance frente a los 10 puntos que tradicionalmente se menciona y muestra que la metodología no es tan secundaria; indica, nada más y nada menos, que ese factor “infla”, en el primer caso, en cerca del 70% el cálculo de la desindustrialización.

Hay un aspecto adicional para comentar sobre el tema: se debe evitar que la coyuntura sea interpretada como un problema estructural. Tal riesgo lo hay en el caso de la comparación que hacen los autores de la desindustrialización de Brasil con la de Colombia durante la última década.

Señalan que la participación de la industria en el PIB de Brasil cayó del 19.2% al 15.8% entre 2004 y 2010 “y representa en la actualidad tan solo el 39% del valor de sus exportaciones, cuando anteriormente era el 55%”. “En Colombia, en el mismo período, la producción industrial pasó del 14.2% en 2004 al 13.7% en 2010 como porcentaje del PIB, y las exportaciones no tradicionales pasaron de 54.2% en 2004 al 33.6% en 2010”.

Lo primero que salta a la vista es la diferencia de magnitudes, pues en el país vecino la reducción es de 3.4 puntos porcentuales, mientras que en el caso colombiano apenas fue de 0.5 puntos porcentuales. Esto es interesante porque se ha tendido a ensalzar la política industrial de Brasil y a sugerirla como el modelo a seguir en Colombia.

Lo segundo, es que en el caso del PIB de Colombia la industria creció su participación desde 13.6% en el 2000 hasta 14.2% en 2007 y luego la redujo a 13.7% en 2010. Como se recordará, la crisis mundial ocasionó una drástica caída de la producción industrial del país, mientras que en otros sectores se registró una desaceleración moderada; esto explica su pérdida de participación en el PIB. Por lo tanto, no es posible inferir si esta reducción será permanente o transitoria.

Tercero, con relación a las exportaciones industriales ocurre algo similar, pues además de sufrir un impacto negativo por la crisis mundial, las afectó el cierre del mercado de Venezuela.

Cuarto, las exportaciones industriales han perdido participación por un fuerte efecto precio de los productos primarios. En ese contexto, hay que destacar la dinámica excepcional registrada por las exportaciones industriales en las dos últimas décadas, pues, a pesar del escaso aumento de los precios, mantienen su tendencia ascendente por un efecto volumen.


En síntesis, los autores del libro aportan varios elementos para entender el fenómeno de la desindustrialización en Colombia, y no señalan entre los factores explicativos la ausencia de una política industrial. Es necesario seguir explorando las causas efectivas de la menor participación en el PIB, qué tanto explica cada factor y cuál es el papel de las exportaciones.

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