Alimentos: ¿Oportunidades o Apocalipsis?

lunes, 29 de julio de 2013
Publicado en Ámbito Jurídico, Vol. XVI, No. 374, 22 de julio al 4 de agosto de 2013


Algunas sombrías voces pretenden imponer en la opinión pública ideas apocalípticas sobre las perspectivas de la agricultura colombiana con los acuerdos comerciales que están entrando en vigencia.

Al calor de las situaciones recientes en que los cultivadores de algunos productos han realizado movilizaciones de protesta por la reducción de sus ingresos reales –generados por factores de la coyuntura internacional o por problemas específicos de la producción, como plagas, o alteraciones climáticas–, aparecen oportunistas que tratan de aplicar el famoso adagio: “en río revuelto ganancia de pescadores”.

Esas visiones generan actitudes derrotistas que eventualmente originarían casos de profecías autorrealizadas; pueden por ejemplo, inducir a los empresarios de un sector del agro a desistir de su actividad, en lugar de perseverar y buscar la forma de superar los cuellos de botella que los afectan. Con ello, el país desperdiciaría las oportunidades que tiene no solo por su dotación natural sino por la situación proyectada a nivel mundial para los productos del agro y especialmente para los alimentos.

En el tema de alimentos en el mundo el punto de partida ya es complejo: en siete de los últimos ocho años creció más el consumo que la oferta, y el crecimiento de los rendimientos se viene desacelerando.

La creciente demanda de alimentos no solo proviene de las economías más pobres que no tienen una producción suficiente. También hay economías desarrolladas y emergentes de rápido crecimiento, que registran déficits cada vez mayores en estos productos. China, por ejemplo, importa alrededor de 95 millones de toneladas de alimentos por año; Japón, 42 millones; Alemania, 33 millones; Corea del Sur, 24 millones; Italia, 25 millones; Egipto, 23 millones; y Rusia, cerca de 15 millones. Para las próximas décadas es posible que esa brecha tienda a ampliarse, por la sostenida dinámica de la demanda y la incierta capacidad de reacción de la oferta. La mayor fuente de demanda provendrá del crecimiento de la población y del crecimiento de las clases medias, a medida que se reduce la pobreza en las economías en desarrollo.

Homi Kharas en un estudio para la OECD (“The emerging middle class in developing countries”) estima que las clases medias en el mundo se incrementarán en más de 3.000 millones de personas entre 2009 y 2030. Este crecimiento repercutirá en una mayor demanda de alimentos, toda vez que la población que sale de la pobreza destina un porcentaje alto de sus ingresos a mejorar la dieta alimenticia.

Según la FAO, para el 2050, mientras la población mundial se incrementará en 34% con relación a la de hoy, la producción de alimentos tendrá que aumentar en un 70%, lo que plantea un reto para la agricultura.

La respuesta de la oferta está en función de mejorar los rendimientos, aumentar la frontera agrícola y contar con buena disponibilidad de agua. Con relación al primero, como ya se enunció, su variación viene siendo cada vez menor, lo cual solo puede ser revertido mediante innovaciones tecnológicas.

Sobre el segundo, estima la FAO que las economías en desarrollo deben crecer en 120 millones de hectáreas las tierras en cultivo y que el 50% de ellas están en siete países: Angola, Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, República Democrática del Congo y Sudán.

En el caso de Colombia, es conocido que hay disponibilidad de tierras con vocación agrícola y agroforestal, para duplicar las 4 millones de hectáreas que actualmente están en cultivos y las 10 millones en agroforestal. Esto requiere como complemento la reducción de áreas en ganadería extensiva y su mejora tecnológica para reducir costos, mejorar eficiencia y crecer la oferta.

En agua, el mundo afronta una creciente escasez en varias regiones, bien sea por problemas climáticos o por efectos de la destrucción de páramos, la deforestación y la contaminación de fuentes, lo que restringe la expansión de la producción de alimentos, especialmente mediante sistemas de riego. Según la FAO, “hoy, más de 1.200 millones de personas viven en regiones con escasez de agua y para 2025 serán más de 3.000 millones”.

Según este organismo, los recursos totales de agua en el mundo ascienden a 47.750 km3/año, y la región con mayores recursos es Latinoamérica, con el 30.1%. Colombia se clasifica como el séptimo país del globo en riqueza hídrica.

En este contexto, son claras las potencialidades de aprovechamiento que surgen para Colombia, especialmente en aquellos mercados en los que tiene acceso preferencial permanente. Con un uso adecuado de los recursos, el énfasis en la superación de los problemas sanitarios, la destinación de más recursos a investigación y desarrollo, la superación de los problemas de acopio y distribución, y la incorporación de más valor agregado a los productos, los empresarios del campo, en vez de declararse derrotados, tienen la oportunidad de salir beneficiados, y, con ellos, el país.

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