La economía mundial en la encrucijada

jueves, 23 de octubre de 2014
Publicado en la revista MisiónPyme No. 79, octubre de 2014

La economía mundial sigue dando tumbos y no despega con la solidez que se espera. En varias ocasiones el FMI, el Banco Mundial y la OCDE han revisado a la baja el crecimiento proyectado para el 2014 y prácticamente se espera que sea similar al de 2013 (3.4% versus 3.2%).

Entre las economías desarrolladas, sólo Estados Unidos parece ir por la senda del crecimiento, mientras que la Unión Europea y Japón siguen estancadas. Entre las emergentes sobresalen India Colombia y China, aun cuando su crecimiento es menor al de la última década (7.4% frente al 10% promedio); la mayoría se están desacelerando rápidamente e incluso Brasil entró en recesión. Hay varios factores detrás de ese lento despegue.

Débil recuperación del comercio mundial

Según la OMC, las exportaciones mundiales crecieron 2.3% en el primer semestre de 2014 con relación a igual periodo de 2013, y las importaciones 2.1%. Aun cuando son variaciones positivas, distan de las tasas superiores al 20% de 2010 y 2011.

A ese crecimiento están aportando más las economías desarrolladas que las emergentes. Las exportaciones crecen débilmente en Estados Unidos (2.9%) y en la Unión Europea (4.4%), y registran caídas en Argentina, Brasil, Perú y Colombia; entre las economías grandes de la región, solo hay variaciones positivas en México (4.2%); en Chile presentan un modesto incremento del 0.1%. Incluso, China se desaceleró y sus exportaciones crecieron apenas 0.9% con relación al primer semestre de 2013.

Terminación del súper-ciclo de precios altos de los productos básicos

La reducción de la demanda internacional ocasionó la caída de los precios internacionales de los productos básicos, poniendo fin al periodo de buenos precios que comenzó a mediados de la década pasada y solo fue interrumpida por la crisis mundial.

Los precios de los alimentos, según el índice de la FAO, están en los niveles más bajos desde 2010 y, de seguir la tendencia descendente, pronto estarán por debajo de los de ese año. Los precios de la energía también se han contraído, aun cuando en proporción menor porque los del petróleo se mantienen relativamente estables alrededor de US$100 el barril. Estos hechos, sumados a la fuerte apreciación de las monedas, han repercutido en caída de los ingresos de los países exportadores.

El FMI proyecta que en los próximos años seguirá la tendencia descendente de los precios de estos productos, incluido el petróleo. Aun cuando es probable que las tasas de cambio logren niveles más competitivos, difícilmente compensarán el efecto negativo de los precios.

Cambios en la geografía mundial del petróleo

La producción de petróleo y gas no convencionales en Estados Unidos está generando cambios estructurales en el mapa energético mundial y tendrá profundas repercusiones sobre economías como la colombiana.

Estados Unidos ya es el principal productor mundial de petróleo y se proyecta que, después de 40 años de restricción, volverá al mercado de exportación de crudo. Como consecuencia viene disminuyendo las importaciones del hidrocarburo desde niveles de 5.000 millones de barriles por año en 2006 a menos de 3.500 millones en junio de 2014.

Aparejada a la producción de petróleo, la de gas de esquisto también viene creciendo y sus precios cayeron a un tercio de los de la Unión Europea y un quinto de los de Japón. La mayor oferta se está utilizando para sustituir al carbón en la producción de energía y tiene notables consecuencias en los costos de producción de la industria.

El impacto global de estos cambios será profundo, pues no solo mejora la competitividad de las empresas ubicadas en Estados Unidos, sino que para países como Colombia plantea el reto de reorientar sus exportaciones de petróleo y carbón a otros mercados y a precios más bajos.

Los dilemas de la política monetaria de Estados Unidos

Desde comienzos del presente año la FED inició el proceso conocido como “tapering” o normalización de la política monetaria. Este consiste en desmonte de la compra de bonos del tesoro y bonos hipotecarios desde montos de US$85 mil millones mensuales hasta cero en los próximos meses.

Con la normalización, se pone fin a la heterodoxa política monetaria implementada con el fin de estimular el crecimiento de la economía después de la crisis mundial de 2008-2009.

Aun cuando es un tema del manejo económico de Estados Unidos, sus repercusiones en el resto del mundo son importantes. Para comenzar, la laxitud en la oferta monetaria ocasionó la apreciación de las monedas de las economías emergentes. Ese fenómeno fue compensado en parte por los altos precios internacionales de los productos básicos; pero terminado ese ciclo alcista, impactó negativamente en la dinámica de las economías.

Ahora la normalización tendrá otros impactos pues es un hecho que la FED tendrá que subir las tasas de interés en algún momento próximo. Lo tiene que hacer porque el desmesurado aumento de la oferta de dinero inducirá fuertes presiones inflacionarias y porque los altos precios de las acciones han generado temores sobre una nueva burbuja financiera.

El problema es que ese aumento puede impactar negativamente en el crecimiento de las economías emergentes. Como un buen número de ellas se está desacelerando, los bancos centrales han bajado sus tasas de interés; si en ese contexto la FED sube sus tasas, es claro que habrá una migración de capitales hacia Estados Unidos, fuertes depreciaciones de las tasas de cambio y endurecimiento de los mercados de crédito.

En síntesis, la economía mundial está en una encrucijada que aumenta los grados de incertidumbre que enfrentan las economías emergentes. En ese contexto, las autoridades económicas del país se deben mover con prudencia, como lo han hecho hasta ahora. Y los empresarios deben estar alerta para reaccionar a tiempo frente a los cambios y para aprovechar las oportunidades que surgen incluso en escenarios complejos.

Aguafiestas

martes, 14 de octubre de 2014
Publicado en Portafolio el viernes 10 de octubre de 2014


El Dane informó que el PIB creció 4.3% en el segundo trimestre. Según The Economist, con ese resultado Colombia se ubica como la sexta economía de mayor crecimiento entre las 49 que ya tienen resultados para ese periodo.

Este crecimiento sumado a los buenos registros de otras variables, fortalece el entusiasmo de gobierno, empresarios y analistas sobre las perspectivas positivas de la economía. Aun así, siendo aguafiestas, es sensato tomar en cuenta algunos riesgos que aparecen en el horizonte global.

En Estados Unidos los analistas coinciden en que la economía está creciendo; pero su dinámica es débil, como se deduce de la revisión de la proyección del FMI de 2.8% a 1.7%. En la Unión Europea la actividad económica se debilitó en el segundo trimestre y la OCDE revisó su estimativo de crecimiento de 1.2% a 0.8%. Japón tampoco levanta cabeza, por lo que ese organismo bajó su proyección de 1.2% a 0.9%. La mayor parte de las economías emergentes se ha desacelerado, incluyendo a Rusia, Suráfrica, Perú, Chile, México, Argentina y Brasil, que ya entró en recesión.

Los analistas achacan la desaceleración de las economías emergentes a la terminación del súper-ciclo de aumento de precios de los productos básicos. El bajón del crecimiento chileno, por ejemplo, se explica en un 70% por factores externos, según el economista Vittorio Corbo. Pero Colombia, que es un exportador altamente dependiente de esos productos, sigue como si nada.

En realidad, hasta ahora hemos contado con suerte, pues los precios del petróleo se mantienen estables, los del café subieron, coincidiendo con la recuperación de la producción colombiana, y los de banano se estabilizaron en precios altos.

En ese contexto, el saldo negativo de la balanza comercial es un campanazo de alerta. Grosso modo el déficit acumulado a junio (-US$1.900 millones) se explica por la caída de las exportaciones de petróleo a Estados Unidos; sin ese país, el saldo comercial es positivo en US$362 millones. No obstante, el problema puede ser mayor de lo que aparenta, pues no es coyuntural.

Por ahora se logró reorientar las exportaciones de petróleo a otros destinos, como España, China y el Medio Oriente. Pero están ocurriendo cambios estructurales ante los cuales hay que reaccionar.

La producción de petróleo y gas no convencionales en Estados Unidos alteró el panorama global; ya es el primer productor mundial y en pocos años dejará de ser importador para pasar a ser exportador. Como complemento, está produciendo grandes cantidades de gas natural a precios bajos, que le permiten sustituir las importaciones y la producción local de energía con carbón.

Esto significa que el petróleo y el carbón colombianos enfrentan crecientes dificultades en ese mercado. El problema es que ellos representan en promedio el 65% y el 70% de las exportaciones al mundo y a Estados Unidos, respectivamente.

Es hora de poner polo a tierra. The Economist (“Emerging economies. Hold the catch-up”), refiriéndose al crecimiento del mundo emergente, señala que “el periodo de rápida convergencia parece haber terminado”. Frente a ese panorama, es necesario fortalecer la demanda interna, seguir en la línea de eliminar las barreras al comercio y lograr un salto en la diversificación de la canasta exportadora. Lo que no podemos hace es seguir soñando que el país podrá mantenerse como una isla.

Educación financiera: ¿Solo PISA?

lunes, 6 de octubre de 2014
Publicado en la revista de Fasecolda No. 157, octubre 2014

El último puesto entre los 18 países que presentaron el módulo de competencias financieras de las pruebas PISA, corrobora la carencia de formación financiera básica en el país. La propia Ministra de Educación consideró que el resultado “era previsible porque en Colombia «nunca se ha enseñado educación financiera»” (El Espectador, 2014).

Es apenas obvio que si no hay una política pública de educación financiera, sea alta la probabilidad de salir mal evaluados. Por eso, no tiene sentido haber hecho parte de ese módulo de PISA; mejor, hubiéramos sido observadores como prefirió la mayor parte de los miembros de la OCDE. Pero los resultados están y se deben aprovechar.

En este artículo se enfatiza en la importancia de la educación financiera, se muestran algunos resultados poco mencionados de PISA, se pasa revista a la situación en otros países y se enuncian los resultados de un estudio de Raddar (2014) para Colombia.

Sobre la educación en economía y finanzas

Según John Kenneth Galbraith (1981; p. 18), “comprender el funcionamiento de la actividad económica es comprender la mayor parte de nuestra vida”.

Aun cuando esa afirmación puede lucir un poco exagerada, lo cierto es que diversos temas financieros afectan cotidianamente a los ciudadanos. El incremento del patrimonio de las familias generalmente es financiado; el ahorro permite contar con una pensión para la vejez; los seguros protegen el patrimonio frente a eventos de la naturaleza, acciones delincuenciales y casos fortuitos; un seguro de desempleo mitiga la caída de ingresos mientras se logra otra vinculación laboral; etcétera.

Pero muchas personas no entienden cómo funciona un crédito; tampoco son conscientes de la necesidad de protegerse frente a los riesgos que pueden afectar su estabilidad económica y su patrimonio. De ahí la importancia de la educación para el desarrollo de competencias financieras. 

Algunos resultados

El gráfico 1 muestra que en competencias financieras Colombia fue el único país con más del 50% de los estudiantes en el nivel de desempeño bajo y el de menor porcentaje de estudiantes en el nivel más alto.


Del gráfico 2 se colige que el 48.9% de los estudiantes colombianos está en instituciones educativas que incluyen temas financieros en sus currículos. Este es un porcentaje cercano a la media de la OCDE y superior a varios miembros de ese organismo, como Italia (34.7%) y España (15.8%). Para el caso de no disponibilidad también Colombia está cerca de la OCDE y con mejor indicador que España e Italia.


Según García (2012) a finales de los noventa se iniciaron los programas de educación financiera en Colombia, y se vienen implementando por iniciativa de entidades como el Banco de la República, Fasecolda y otros organismos públicos y privados. Se colige que, al no obedecer a una política pública y los colegios tener la opción de incluir o no el tema en los currículos, los impactos son moderados.

El gráfico 3 indica que el 59.0% de los estudiantes de Colombia está en instituciones educativas con profesores que no tienen formación específica en educación financiera; ese es un nivel cercano al de Shangái y al de la OCDE. En el otro extremo, solo el 15.7% de los estudiantes cuenta en sus colegios con más del 50% de los profesores con esa formación. En general, se encontró que “pocos profesores asisten a actividades de desarrollo profesional en competencias financieras, de acuerdo con el cuestionario de PISA para colegios” (OECD 2014; p. 40).


En síntesis, Colombia y la media de la OCDE no se diferencian sustancialmente en los porcentajes de estudiantes que tiene acceso a la educación financiera y de formación especializada de los profesores, pero nuestros resultados en las evaluaciones sí son muy inferiores al resto. Este sería un indicador de falencias en la orientación y en las habilidades que se pretende desarrollar en los estudiantes.

¿Es más educado el mundo desarrollado?

Según los resultados de PISA, en promedio el 50% de los estudiantes está en instituciones educativas que no imparten educación financiera. Aun cuando las economías desarrolladas han avanzado en la implementación de programas en ese tema desde hace varias décadas, la cobertura no es total (ver García (2012; p. 7-11) para el caso de Estados Unidos).

Sin embargo, la carencia de esta habilidad está recibiendo creciente atención, como consecuencia de la crisis económica mundial de 2008-2009, originada en el mercado de hipotecas subprime.

La mayor parte de la literatura sobre la crisis se enfoca en los problemas de supervisión y en el desarrollo de complejas innovaciones financieras que supuestamente diluían los riesgos (Avendaño, 2009). Pero recientemente se viene dando importancia al lado de la demanda, especialmente en el aspecto de la formación financiera de los agentes económicos.

Sin tener los conocimientos para valorar adecuadamente los sofisticados productos financieros desarrollados en las últimas décadas, personas naturales y jurídicas contribuyeron con su creciente demanda a la generación de la burbuja financiera que finalmente provocó la crisis.

Para el caso de Estados Unidos, Gerardi, Goette y Meier (2010) aplicaron una encuesta a deudores de créditos subprime en temas de competencias financieras, capacidad cognitiva y comprensión básica de economía; encontraron una fuerte correlación entre “un aspecto de las competencias financieras, la habilidad numérica, y las tasas de mora hipotecaria”. También comprobaron que “la iniciación de procesos judiciales era dos tercios más baja en el grupo de encuestados con mayor habilidad numérica, en comparación con el grupo con menor habilidad” (p. 29).

Lusardi y Mitchell (2014) recopilaron los resultados de las pruebas realizadas en varios países desarrollados, aplicando a personas adultas tres preguntas elementales diseñadas por ellas, con el propósito de evaluar la habilidad numérica en cálculos con tasas de interés, comprensión de la inflación y conocimientos sobre diversificación de riesgos.

En el gráfico 4 se observa que en los dos países mejor calificados (Alemania y Suiza), escasamente el 50% de los encuestados respondió correctamente las tres preguntas. En el otro extremo, Rusia y Rumania registraron los peores resultados.


Las autoras concluyen que “los bajos niveles de competencias financieras hallados para Estados Unidos, también prevalecen en otras partes, y no son específicos de un país dado o de una etapa del desarrollo económico”. También comprobaron que “la diversificación de riesgos es el concepto que la gente tiene mayor dificultad para comprender” (Lusardi y Mitchell 2014; p. 13).

En Colombia la firma Raddar (2014) hizo una encuesta a personas mayores en Barranquilla, Bogotá, Bucaramanga, Cali y Medellín, aplicando las preguntas de Lusardi y Mitchell. Los resultados indican que apenas el 9.9% de los encuestados respondió acertadamente las tres preguntas; el porcentaje más alto se registró en Bucaramanga (20.3%) y el más bajo en Barranquilla (0.9%). Por estratos socioeconómicos el mayor porcentaje lo obtuvo el estrato 4 (17.3%) y el menor el estrato 1 (2.9%).

Consideraciones finales

Es evidente que las competencias financieras de la población colombiana son deficientes y que ellas repercuten en la toma de decisiones fundamentales en la vida económica de los ciudadanos.

Hasta ahora, la educación financiera en Colombia no respondía a una política pública y descansaba en las iniciativas de entidades como el Banco de la República, Fasecolda y otros gremios y entidades privadas, así como en las decisiones autónomas de las instituciones educativas de incluirla en sus currículos.

En ese contexto, es positivo el anuncio del gobierno (MinEducación 2014) de una política de educación económica y financiera para ser implementada en los colegios “en concordancia con la autonomía escolar”; pero esto último deja dudas sobre la implementación.

Como complemento, se debe garantizar el acceso de los docentes a formación de calidad y aprovechar las infraestructuras y experiencias de los gremios del sector financiero y de las universidades con áreas de finanzas, para hacer de la educación financiera un verdadero propósito nacional.

Bibliografía

Avendaño Cruz, H. (2009). “De la crisis financiera a la crisis económica mundial”. Vox Populi No. 8, octubre de 2009; Universidad San Martín. Disponible en: http://www.sanmartin.edu.co/academicos_new/finanzas/revistas/vox_populi_8/Avendano.pdf

El Espectador (2014, 10 de Julio). “«Resultados de las pruebas Pisa eran previsibles»: Mineducación”. Recuperado el 2 de agosto de 2014 en: http://www.elespectador.com/noticias/educacion/resultados-de-pruebas-pisa-eran-previsibles-mineducacio-articulo-503511.

Galbraith, J. K. y Salinger, N. (1981). Introducción a la economía: Una guía para todos (o casi). Editorial Crítica. Barcelona.

García, N. (2010). “El impacto de la educación económica y financiera en los jóvenes: el caso de Finanzas para el Cambio”. Banco de la República, Borradores de Economía, No. 687.

Gerardi, K.; Goette, L. y Meier, S. (2010). “Financial Literacy and Subprime Mortgage Delinquency: Evidence from a Survey Matched to Administrative Data”. Federal Reserve Bank of Atlanta, Working Paper Series No. 2010-10.

Lusardi, A. y Mitchell, O. (2014). “The Economic Importance of Financial Literacy: Theory and Evidence”. Journal of Economic Literature, 52(1), 5–44.

Ministerio de Educación Nacional (2014). “Mi Plan, Mi Vida, Mi Futuro. Orientaciones pedagógicas para la Educación Económica y Financiera”. Bogotá. Recuperado el 12 de agosto de 2014 en: http://www.mineducacion.gov.co/1621/articles-343482_archivo_pdf_Orientaciones_Pedag_Educ_Economica_y_Financiera.pdf

OECD (2014). PISA 2012 Results: Students and Money: Financial Literacy Skills for the 21st Century. Volume VI, PISA, OECD Publishing. Recuperado el 2 de agosto de 2014 en: http://www.oecd.org/pisa/keyfindings/PISA-2012-results-volume-vi.pdf.

Raddar Consumer Knowledge Group (2014). “Conocimiento financiero de los colombianos”.