EEUU y UE: determinantes del crecimiento global

martes, 29 de enero de 2013
Publicado en Ámbito Jurídico, Año XVI - No. 362; del 27 de enero al 9 de febrero de 2013


Aun cuando el mundo pareciera ir camino de una recesión en 2013, hay factores que pueden reducir esa probabilidad.

La tendencia a la recesión encuentra sustento en los complejos procesos de adopción de medidas de política económica tanto en la Unión Europea, como en Estados Unidos.

En la zona euro persisten los problemas asociados a la crisis de confianza en la deuda soberana. Las decisiones se dan a cuentagotas y solo cuando el desastre parece inminente, razón por la cual los mercados se mantienen en permanente zozobra y aumenta su volatilidad. El economista español Xavier Sala i Martin resume muy bien este comportamiento: “los reformistas europeos solo se mueven a golpe de pánico y como el pánico ha desaparecido desde hace unos meses, los eurócratas han dejado de tener prisa”.

A diferencia de lo ocurrido con la crisis mundial de 2008-2009, este comportamiento impidió la adopción de medidas rápidas y oportunas para conjurar la recesión. La austeridad fiscal desacelera más las economías de la UE a la vez que impide la reducción de los niveles de la deuda pública. La demora en la negociación y aprobación de paquetes de apoyo para las economías con mayores dificultades y la negativa de los gobiernos a aceptar públicamente la urgencia de los rescates, prolonga el desánimo.

Entre tanto, el desempleo sigue creciendo y la baja actividad relativa del Banco Central Europeo contribuye a la apreciación del euro respecto al dólar. Este hecho sumado a los problemas de competitividad de las economías europeas, impide que el comercio tenga un efecto positivo mayor.

No obstante, hay algunos hechos que permiten prever una moderación de las tendencias recesivas en 2013. Alemania, que ha mantenido las posiciones más duras frente a la crisis de la deuda, las ha flexibilizado gradualmente y transmite a los mercados su firme intención de defender el euro.

Adicionalmente, el solo anuncio de las políticas está contribuyendo a restablecer la confianza en la moneda única y a alejar el fantasma de su quiebra, con todos los efectos negativos que podría desencadenar.

Este resultado se observa, por ejemplo, con las declaraciones de Mario Draghi, gobernador del BCE en julio de 2012, en las que anunció que este organismo haría todo lo que fuera necesario para defender el euro, incluyendo la compra masiva de bonos soberanos de los países con mayores problemas; posteriormente hizo la aclaración de que esa compra se aplicaría en el marco de compromisos de ajuste fiscal por parte de esos gobiernos. Aun cuando no se han realizado compras ni compromisos como los mencionados, las presiones de los mercados sobre esos bonos se redujeron notablemente.

En igual sentido han contribuido tanto el acuerdo para poner en funcionamiento un supervisor financiero único para los bancos más grandes a partir de 2014, como las discusiones y documentos de trabajo en torno a posibles acuerdos para complementar la unión monetaria con la unión fiscal y financiera.

En el caso de los EEUU, hay síntomas de recuperación, como el crecimiento del PIB en el tercer trimestre de 2012, el gradual repunte de los indicadores del mercado de vivienda y la reducción de los indicadores de desempleo, aun cuando en este último caso hay preocupación por el lento descenso.

Pero también son evidentes los problemas de incertidumbre que generan las dificultades para la toma de decisiones de política económica. El caso más sonado es el denominado abismo fiscal. Aun cuando su impacto estaba previsto desde el acuerdo de septiembre de 2011 para aumentar el techo fiscal, apenas en la primera semana de 2013 tuvo una solución a medias: el aumento de ingresos será menor al esperado y quedaron pendientes por definir en los próximos meses los temas de recortes de gastos y aumento del techo fiscal.

Sin embargo, en el manejo de la política monetaria no solo se mantiene la flexibilidad de los dos últimos años, sino que potencialmente se amplía. A finales de 2012, la Reserva Federal adoptó lo que se ha denominado como la “regla de Evans”.

Mientras que el compromiso anterior de la autoridad monetaria era mantener la tasa de interés cerca de cero hasta 2015, la nueva regla implica que la expansión monetaria se mantiene hasta que se logre bajar la tasa de desempleo al 6.5% o hasta que la inflación supere el 2.5% anual.

En síntesis, el efecto esperado de las decisiones de política económica en la UE y en EEUU puede prolongar la débil dinámica de la economía mundial, sin ocasionar una nueva recesión, salvo que la resolución del problema fiscal en EEUU tome algún giro inesperado. La mala noticia para las economías en desarrollo será la persistencia de la tendencia de apreciación de la moneda por las políticas monetarias expansivas en ambas regiones.

Buen año exportador

martes, 8 de enero de 2013
Publicado en Portafolio el 8 de enero de 2013

El título puede sonar un tanto extraño o excesivamente optimista cuando se observa que las exportaciones pasaron de un crecimiento del 43% anual en 2011 a uno que probablemente esté en el 7.5% en 2012.

Pero insisto en que es bueno por varias razones. Una, porque las exportaciones totales sobrepasarán el nivel de 2011, y será la cifra más alta en la historia económica de Colombia. Una proyección reciente del BID (“Estimaciones de las tendencias comerciales de América Latina 2012”) calcula su monto en US$61.200 millones; mientras que las exportaciones del conjunto de América Latina apenas se incrementan el 1.5% anual, las colombianas crecen a un ritmo cinco veces mayor.

Otro aspecto sobresaliente en la proyección del BID es que Colombia y Costa Rica son los únicos países de la región que crecen sus exportaciones a todos los grupos de destinos seleccionados por este organismo: Subregión (CAN en nuestro caso), Resto de América Latina, EEUU y Canadá, Asia, Europa, y Mundo.

Dos, porque las exportaciones no minero-energéticas, superarán los US$16.700 millones, cifra mayor al registro del año anterior y muy cercana a la meta de US$16.800 millones establecida por el gobierno para 2012. Dentro de ellas cabe destacar el continuo crecimiento de las exportaciones industriales tanto en valores como en volúmenes, en contravía de los augures de la catastrófica enfermedad holandesa, que presuntamente ya está sufriendo la economía colombiana.

De hecho, quienes pregonan que Colombia está experimentando la enfermedad holandesa deberían explicar cómo las exportaciones industriales mantienen una tendencia creciente, solamente interrumpida por la crisis mundial de 2008-2009 y el cierre del mercado venezolano, en un escenario con marcada tendencia de apreciación de la moneda.

Tres, porque esos resultados se dan en una coyuntura internacional muy compleja, derivada de las situaciones particulares de la Unión Europea, Estados Unidos y las principales economías emergentes.

Las economías europeas entraron en recesión; pese a que están alejando el fantasma de la quiebra del euro, las proyecciones muestran que la Unión Europea cerró el 2012 con tasas negativas de crecimiento y que ellas se mantendrán durante el 2013.

La economía de Estados Unidos no despegó. Aun cuando las cifras de crecimiento del tercer trimestre de 2012 fueron buenas, el ambiente positivo que generó esa noticia tendió a diluirse en el último trimestre por el problema del abismo fiscal (aumentos automáticos de impuestos y recortes de gastos a partir de enero, que pueden ocasionar una nueva recesión en este país). Los juegos de poder entre demócratas y republicanos no permitieron un acuerdo antes de terminar el 2012, aumentando la incertidumbre sobre la forma en que se afrontará el abismo en el primer mes de 2013 y sobre su potencial impacto en la dinámica del PIB.

China, India y Brasil perdieron ritmo, y los precios internacionales de los productos básicos descendieron, aun cuando se mantienen en niveles altos. En el caso de China, la pérdida de dinamismo de la demanda en las economías desarrolladas no pudo ser compensada por el crecimiento del mercado interno, a pesar del supuesto impulso que se le viene dando, justamente para reducir la vulnerabilidad de esta economía a las fluctuaciones externas.

En el caso de Brasil, a los factores estructurales que limitan su crecimiento, como, por ejemplo, los problemas de competitividad y los bajos niveles de inversión, se suman los problemas que acarrea la coyuntura mundial. Las medidas de reactivación adoptadas por el gobierno han tenido escaso impacto, por lo que a finales de diciembre el Banco Central revisó a la baja el crecimiento estimado de 2012 del 1.6% al 1.0%.

Cuatro, porque el comercio mundial se desaceleró rápidamente. Las estadísticas de la OMC muestran que en el acumulado de los tres primeros trimestres las exportaciones mundiales se contrajeron en 0.2% con relación a igual periodo del año anterior. La evaluación por trimestres muestra la continua pérdida de dinamismo, al punto que en el tercero cayeron en 4.2% anual.

En el caso de Colombia las exportaciones crecieron 7.6% anual en el acumulado de los tres primeros trimestres y se contrajeron en 0.1% en el tercero (pero en octubre crecieron 4.8% anual).

Es notable el contraste con lo registrado en los 27 países de la Unión Europea: –5.6% y -8.5% en los mismos periodos. De igual forma, en América Latina nueve países tuvieron variaciones negativas en ambos periodos. Un comportamiento similar se observó en Japón, India, Indonesia, Nueva Zelanda, Australia, Corea del Sur, Malasia, Singapur, Taiwán y Tailandia.

En síntesis, a pesar de la pérdida de dinamismo de las exportaciones, Colombia se diferencia no solo de países de la región sino de un grupo importante de economías de otras latitudes. Una vez más se comprueba la resiliencia de la economía colombiana a los choques externos… y ella no es producto del azar.