Lecciones del pasado

viernes, 23 de abril de 2010
Artículo publicado en el diario La República el 15 de abril de 2010


La incertidumbre sigue siendo parte del entorno en el que se desenvuelven las empresas. Y ella, a la vez que hace a los empresarios menos vulnerables a las situaciones adversas, les permite aprender a sobrevivir en escenarios complejos.

Así parece comprobarse en el caso de las medidas discriminatorias que el gobierno de Venezuela adoptó desde mediados de 2009 contra las exportaciones originarias de Colombia.

Un argumento a favor de esa hipótesis es la comparación del impacto de tal decisión con el causado por la imposición del control de cambios en Venezuela en 2003. Aún cuando la caída de las exportaciones fue relativamente similar en los dos casos (33,5 por ciento y 38,2 por ciento, respectivamente), en 2003 el número de empresas exportadoras se redujo en 718 (27,5 por ciento del total); en cambio, en 2009 la reducción fue de 347 empresas, es decir, de 10,2 por ciento. Por lo tanto, es razonable conjeturar que las lecciones de la situación negativa de comienzos de la década han permitido a los empresarios sobrellevar de mejor forma el bloqueo comercial reciente.

Aún cuando es necesario superar la alta dependencia del mercado venezolano, lo cierto es que a nivel de empresas la situación no es tan grave, tal vez por el aprendizaje del episodio de 2003.

Una forma de evaluar ese punto es examinando la dependencia operacional de las empresas. Ella se mide como el cociente entre los ingresos operacionales que cada firma obtiene por sus exportaciones a Venezuela y los ingresos operacionales totales.

Se realizó un ejercicio con los balances contables de 2008 (últimos disponibles), reportados a la Supersociedades. Se obtuvieron datos de 43 por ciento de las 3.387 empresas que ese año exportaron a Venezuela; ellas vendieron 63 por ciento del total exportado a ese destino.

Los resultados muestran que en 83,9 por ciento de las firmas, menos de 20 por ciento de sus ingresos operacionales dependen del mercado venezolano, y que en sólo 7,5 por ciento de ellas dependen en más de 40 por ciento.

Esto significa que para la gran mayoría de las empresas exportadoras la fuente de 80 por ciento o más de sus ingresos operacionales es el mercado nacional y/o las exportaciones a otros países. En consecuencia, son menos vulnerables que las que tienen dependencia superior a 40 por ciento; y en el caso de aquellas que exportan a otros mercados, pueden reorientar con mayor rapidez las exportaciones que enfrentan obstáculos en Venezuela.

Colofón: la experiencia y el tesón de los empresarios amortiguarán los efectos del bloqueo mientras se restablece el derecho de los pueblos al comercio. Las exportaciones totales de Colombia en los dos primeros meses de 2010 son la más altas de la historia para el primer bimestre y están creciendo a 19 por ciento anual… sin Venezuela crecen a 40 por ciento.

Turismo de salud

jueves, 1 de abril de 2010
Artículo publicado en el diario La República el 31 de marzo de 2010


El turismo de salud es uno de los sectores nuevos en los que el país tiene un gran potencial de desarrollo. Por eso es parte de la estrategia de transformación productiva.

Los turistas médicos son personas que viajan a un país diferente al de residencia, para hacerse tratamientos de salud. Esta es una actividad dinámica en la que actualmente participan al menos 28 países, que reciben más de dos millones de turistas y generan 20 mil millones de dólares anuales de ingresos.

Se prevé que este mercado siga creciendo rápidamente en los próximos años. Un estudio reciente de Deloitte ("Medical Tourism: Update and Implications") muestra que en 2007 salieron de EE.UU. alrededor de 750 mil turistas médicos y proyecta que en 2012 superarán los 1,6 millones, con una tasa de crecimiento anual de 35 por ciento.

Entre los factores que están impulsando el turismo de salud se mencionan la calidad, menores costos, limitaciones de cobertura de los seguros médicos, largas listas de espera para algunos tratamientos o cirugías y facilidad y bajos costos de los viajes internacionales.

Según Becca Hutchison, de la Universidad de Delaware, "el costo de una cirugía en India, Tailandia y Suráfrica puede ser un décimo del que tiene en EE.UU. o en Europa Occidental o incluso menos" ("Medical Tourism Growing Worldwide").

Terry Grossman y Woodley Preucil presentaron en Colombia Compite algunas cifras que muestran el potencial colombiano en EE.UU: los costos de un reemplazo de cadera son 8.000 dólares y 50.000 dólares, respectivamente; y de una angioplastia 8.000 dólares y 35.000 dólares.

Hasta ahora Colombia participa marginalmente en el mercado de turismo de salud, pues, según los cálculos de la firma McKinsey, sólo 2,2 por ciento de los turistas extranjeros son turistas médicos. Pero con la estrategia de transformación productiva habrá un giro notable; se espera que en 2032 lleguen 2,8 millones de turistas y generen ingresos por 6.300 millones de dólares.

La fecha parece lejana, pero ya se están dando pasos importantes para cosechar desde el corto plazo: dos instituciones médicas obtuvieron la certificación de la Joint Commission International de EE.UU. y otras 25 están en trámite; se han aprobado seis zonas francas hospitalarias; y una clínica estableció un acuerdo con el Jackson Memorial Hospital de Miami.

La competencia internacional es fuerte, pero Colombia tiene el propósito de mejorar su competitividad, aprovechar las ventajas de cercanía al mercado norteamericano y sacar provecho del prestigio internacional en varios campos de la medicina.

El gran potencial de este sector ilustra por qué es conveniente para el país que la transformación productiva sea una política de estado. Por esta vía se podrá modernizar la economía y ponerla a tono con el siglo XXI.

Exportar o morir

Artículo publicado en Ámbito Jurídico el 29 de marzo de 2010


Los críticos de las negociaciones comerciales afirman que uno de los lemas del gobierno es “exportar o morir”; en su opinión, esto significa echar por la borda el fortalecimiento del mercado interno y condenar a la población a ser una simple consumidora de productos extranjeros ¿De dónde salió ese postulado?. Según ellos, el propio presidente Uribe lo acuñó; así lo afirmaron en un foro reciente en Bogotá.

Una revisión cuidadosa del discurso del presidente Uribe en el inicio de las negociaciones del TLC con Estados Unidos, de la famosa “Maratón del TLC”, de todos los documentos contenidos en la página de la presidencia y de los dos planes de desarrollo, arrojan un resultado nulo a los buscadores de estos términos.

En cambio, en varios documentos hay evidencia que demuestra la ausencia de una tesis tan simplista de la política de internacionalización del gobierno, pues lo que se formula es el necesario complemento. Por ejemplo, el Plan Nacional de Desarrollo 2002-2006: Hacia un Estado Comunitario (página 283) indica que la recuperación de la dinámica de la industria se basa en el crecimiento de la demanda interna y en el aumento de la participación de las exportaciones en los mercados internacionales. Ideas similares se formulan en el Plan 2006-2010 Estado Comunitario: Desarrollo para todos (página 506).

En una intervención en la Universidad de Santander, en abril de 2006, el Presidente Álvaro Uribe planteó esa relación de forma explícita, haciendo énfasis en su impacto positivo sobre la pobreza:

"La lucha contra la exclusión, la inclusión de los sectores pobres en las
corrientes dinámicas de la economía, es un imperativo nacional. Eso tiene
un contenido social y un efecto económico. El contenido social de reivindicar sectores excluidos, y la consecuencia económica de darles capacidad de demanda, con lo cual se amplían nuestros mercados.

Por eso no es incompatible con estos tratados de comercio. Al contrario, yo creo que se crea allí una convergencia necesaria. ¿Por qué? Porque nosotros solos o solamente en la Comunidad Andina no vamos a captar las inversiones suficientes que se requieren para poder darle a la economía la posibilidad de incorporar a sus corrientes dinámicas a los sectores más pobres".

Entonces ese dilema, que nos han tratado de proponer, entre la tesis económica de reivindicar a los pobres y ampliar el mercado interno por la vía de reivindicar a los pobres, que se opone a la tesis económica de buscar mercados de exportación, es un falso dilema.

A más mercados de exportación, más interés inversionista. A más inversión, mejores posibilidades de reivindicar los sectores pobres
históricamente excluidos".

Esto demuestra que el planteamiento del gobierno no ha sido fortalecer el comercio internacional abandonando el mercado interno. Las relaciones comerciales con el resto del mundo son una palanca de crecimiento con fuertes encadenamientos en la actividad productiva, que genera empleos y fortalece el mercado interno.

Si es tan evidente que el lema de “exportar o morir” no es una invención del gobierno actual, entonces ¿de dónde surgió? Según algunos analistas, la frase fue acuñada en la década de los noventa por Gonzalo Sánchez de Lozada, presidente de Bolivia en dos ocasiones (1993-1997 y 2002-2003), con referencia a la necesidad de vender hidrocarburos a los países vecinos. Mordazmente, un comentarista escribió que “el país meditó mucho, entendió el mensaje y decidió exportarlo a él”.

A partir de ahí, los movimientos de oposición a las negociaciones internacionales se “apropiaron” del eslogan para aplicárselo a cualquier formulación de política económica que haga referencia a la integración a las corrientes del comercio mundial. Una sencilla búsqueda de esa expresión en internet muestra que la mayoría de las referencias corresponde a opositores al libre comercio.

El problema es que no son consecuentes ni consistentes con sus argumentos. Basta que una figura destacada del panorama mundial diga algo que pueda ser utilizado para criticar al gobierno, para que los críticos criollos lo adopten como propio, sin tener en cuenta las contradicciones en que incurren.

En su discurso en la Cámara de Representantes el pasado 27 de enero, el presidente Obama señaló: “Debemos exportar más bienes. Porque, cuantos más productos fabriquemos y vendamos a otros países, más puestos de trabajo tendremos aquí. Por tanto, esta noche, vamos a fijarnos un nuevo objetivo: duplicar nuestras exportaciones durante los próximos cinco años, un incremento que sostendrá dos millones de puestos de trabajo en Estados Unidos”.

Las lecturas rápidas de estos anuncios han proliferado. Como en ese discurso Obama también hizo referencia a la importancia de aprobar el TLC con Colombia, los críticos interpretan la frase citada como evidencia del objetivo de Estados Unidos de invadir de mercancías a nuestro país; y deducen de ahí, que es un error del gobierno su empeño en la aprobación de ese tratado por parte del Congreso estadounidense.

En su afán se olvidan de calificar la propuesta del presidente Obama como una manifestación más del “exportar o morir”. También olvidan su calificación a Estados Unidos como una economía cerrada. Peor aún, no ven que la propuesta destaca los argumentos sobre el impacto que tiene el comercio internacional en el crecimiento económico y en la generación de empleos; son los argumentos que aportan la teoría económica y la evidencia empírica, pero que los críticos se niegan a aceptar porque se quedarían sin discurso.